Juan Pablo II Magno - Caridad
Serie “Juan Pablo II Magno”
Se ha escrito muchas veces (yo, por lo menos lo hago siempre que puedo) que la caridad, el amor, es la principal ley del Reino de Dios; seguramente, la única pues todas las demás bien pueden derivarse de ella.
Pues bien, Juan Pablo II Magno tiene, sobre esto, una creencia absolutamente fundada en la importancia que tiene el amor, la caridad, para la vida del ser humano y, sobre todo, para la vida del cristiano.
Ya dice, para comenzar a fundamentar lo dicho, en la Exhortación Apostólica Christifideles laici (CL desde ahora) que “Toda la Iglesia como tal está directamente llamada al servicio de la caridad” (CL 41)
Y tal realidad es la que, precisamente, sucede con la Esposa de Cristo aunque, en muchas ocasiones, no se comprenda esto y no se entienda la especial labor que ha de cumplir por mandato directo de Cristo.
Por eso “La Iglesia, dejándose guiar por el ejemplo de Jesús Buen Samaritano (cf. Lc 10:29-37), y sostenida por su fuerza, siempre ha estado en la primera línea de la caridad” (Número 27 de la Encíclica Evangelium vitae, EV, de 1995)
Por si cupiese alguna duda, “La caridad, en su doble faceta de amor a Dios y a los hermanos, es la síntesis de la vida moral del creyente. Ella tiene en Dios su fuente y su meta” (Número 50 de la Carta apostólica Tertio millennio adveniente, de 1994)
Por tanto, no resulta ser importante, sólo, para la Iglesia, como institución fundada por Jesucristo, la caridad, el amor, sino que, para todo creyente en Cristo y fiel a aquella, ha de ser, también, el timbre de comportamiento que determina si, en verdad, hacemos lo que decimos que somos o no lo hacemos.