Que no es eso, ministra Aído, que no es eso

La consistencia en lo que se defiende, el sí donde es sí y el no donde es no que dijo Jesucristo, define, mucho a las personas.

Por ejemplo, la ministra de “igualdad” (da igual que da lo mismo) es como la tarara: ahora sí y ahora no.

Bien sabemos la que se está formando con el tema de la nueva ley sobre el aborto y, por lo tanto, lo que aquí haga cada cual es importante por las consecuencias que pueda tener.

Después de armar la marimorena con el famoso comité ayudador y fomentador del aborto, la Ministra Aído (y ha venido) parece que, de cara a la galería, va cambiando sus “iniciales” ideas.

Por ejemplo, informaba el pasado 23 de marzo Religión en Libertad que, tras una reunión habida con el Comité Español de Representantes de las Personas con Discapacidad (CERMI), va a adaptar la norma en fabricación.

Independientemente de los cambios-maquillaje que la Ministra pueda hacer en la nueva norma amparadora del asesinato de seres inocentes, el caso es que lo que importa es, precisamente, que lo que dice no la saca del error.

Y dice que la nueva ley hará que, durante las primeras semanas (pongamos 22 o las que bien le venga en gana a la buena señora) “prevalezca el derecho a decidir de las mujeres“.

A partir de tal momento, ya veremos.

La verdad es que resulta difícil hacer entender a quien no quiere comprender que en el tema del aborto (nada de interrupción del embarazo) hay dos seres humanos a tener en cuenta: la madre y el nuevo ser que tiene que nacer.

Se trata, por lo tanto, de dos personas distintas.

Sobre esta base que es, además, absolutamente indiscutible, resulta difícil sostener, sin avergonzarse de ello, que pueda depender la vida de una de las personas de la voluntad de la otra.

Por eso es de imposible creencia y convencimiento el hecho de que la madre tenga un “derecho” a decidir sobre la vida del que va a nacer.

No puede haber, por tanto, tal derecho porque sería considerar al nasciturus “algo” o, también, “una cosa” pero no un ser humano con su dignidad intacta desde el mismo momento en que empieza a ser persona que es, ni más ni menos, desde la concepción.

Por tanto, si no existe tal derecho, difícilmente se puede legislar sobre el mismo. Lo que pasa aquí es que la ministra Aído quiere producir algún tipo de innovación que la haga pasar a la historia por su impronta novedosa y progre.

Así, le parece de perlas que las niñas de 16 años puedan abortar pero, sin embargo, para llevar a cabo otro tipo de actuaciones con consecuencias no tan nefastas como la del aborto, necesitan permiso de sus padres.

Esto debe ser algo progre: independizarse de los padres para matar pero no para, por ejemplo, contratar. Es algo, pues, muy progre.

Y, sin embargo, parece que la ministra Aído no comprende, ni entiende, ni tiene el más mínimo interés por comprender o entender, que no se trata de hacer alguna modificación en lo que será la ley (quitar un punto, añadir una coma, hacer como que se acepta cierto consenso…); que no se trata de menospreciar menos a las personas y asociaciones que no están de acuerdo ni con la nueva ley ni con el aborto; que no se trata de hacer ver que transige en algo que, en principio, parecía imposible de cambiar porque la “legitimidad democrática” así lo exige.

Pues no. No es eso lo que, aquí, importa.

Lo que importa es, Sra. ministra de Igualdad, es que el aborto es algo horrendo, nefasto, contrario a toda vida y, sobre todo, algo impresentable ante el mundo y no admisible por cualquier ser humano que tenga dos dedos de frente o que no la tenga obturada por el pensamiento débil que hace, de la muerte ajena, algo posible médicamente y, entonces, aceptable.

No es eso, aunque, francamente, no espero que lo entienda, porque, para eso no tendría que tener un corazón de piedra.

Y no es el caso.

4 comentarios

  
ugl1820
Como todo lo relacionado con este (des)Gobierno al frente del cual está el ciudadano Rodriguez, parece que la Ley de Murphy vuelve a cumplirse, en este caso con la reforma de la ley del aborto. Y es que todo lo que hacen, aunque sea ya de por si una tremenda aberración, es susceptible de empeorar.

En este sentido, ahora, la ciudadana Aido se afana en reunirse con colectivos provida y contrarios al asesinato de niños. Todo de cara a la galeria y la foto. Como siempre. Detrás no hay nada.

Sólo insistir en un aspecto. El hijo no es un derecho de la madre que hace con él lo que la viene en gana. Es un don de Dios que le ha sido confiado y por el cual debe luchar, incluso con su propia vida.

+ CREDO IN UNUM DEUM
26/03/09 9:51 AM
  
Eleuterio
ugl1820

No es un derecho de la madre el hacer lo que quiera con un ser que no es ella sino otro distinto. Eso es una evidencia demasiado grande como para defender otra cosa.

Por otra parte seguro estoy de que las "nuevas" reuniones de la ministra son un paripé.
26/03/09 10:07 AM
  
abigaíl
La Sra. Ministra sigue en su consabida línea de tomarnos a todos los provida por imbéciles. Ahora acaba de comenzar la estrategia del regateo. O para decirlo más claro, es como si nos dijera a todos "yo os cuelo el mosquito y os tragáis el camello, ¿a que mola?".
Pues esa táctica no mola nada de nada, y además se la ve venir de lejos: Que está jugando a las Rebajas con el derecho a vivir con todo ser humano en cualquier etapa de su desarrollo.
No vamos a tragar. No va a colar. Lo más importante que deberíamos desear en este punto en particular, y por lo cual deberíamos rezar todos mucho, es que a los parlamentarios que suponemos defienden el derecho a vivir desde la concepción del ser humano hasta su muerte natural no se la metan doblada, como se suele decir, y no se permitan transigir ni un milímetro en su repulsa.
26/03/09 11:49 AM
  
Eleuterio
abigaíl

Espero que, efectivamente, no les tomen el pelo.

Como estoy seguro que las personas partidarias de la vida son personas formadas en el interés común y principal del ser humano, también estoy seguro que no transigirán ni acordarán nada con quien de forma tan vergonzosa manipulan la vida humana.
26/03/09 11:58 AM

Los comentarios están cerrados para esta publicación.