InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Amigo de Lolo

22.01.24

Un amigo de Lolo – Campanadas de necesidad – Y XII, PAZ

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Presentación

 

Como suele ser habitual con el Beato de Linares (Jaén, España) Manuel Lozano Garrido, más conocido como Lolo, lo que escribe mueve a percibirlo como algo importante. Y eso es lo que ha pasado con esto.

 

El que esto escribe tiene por buena cosa publicar los artículos que Lolo dio a la luz pública (en los más diversos medios escritos) en la página de la Fundación Lolo. Y, como podemos imaginar, los hay de toda forma y condición cumpliendo siempre la característica de ser más que recomendable su lectura.

 

Pues bien, cumpliendo con tan gozosa labor, me correspondió publicar un artículo-petición titulado Doce peticiones para doce campanadas” que Lolo había publicado el 8 de enero de 1955 en la revista “Signo”.

 

Debo reconocer que al leer las tales “campanadas” (referidas las mismas a las primeras del primer día del año) tuve la sensación de que tal texto debía ser difundido lo más y mejor posible porque son unas verdaderas campanadas de necesidad. Y por eso, a partir de hoy mismo, paso a publicar, con la ayuda de Dios, una a una, las doce de las que habla el texto con un humilde comentario del que esto escribe que es, sin duda, lo peor de todo lo que aquí se va a traer…

 

Vamos a poner siempre el texto que precede a las campanadas que es el que sigue:

 

Estoy ante Ti, Señor, en este instante fugaz, a caballo de dos tiempos. Hace frío, y hace ahora en raro crepitar de estrellas. Se diría que todo descansa, pero el silencio de ahora nace de un duermevela electrizante. 

¡Ves, Señor! En tus plazas y pueblos se han congregado muchedumbres con las frentes en alto; pero Tú no te hagas ilusiones, porque esos ojos que se describirán de ansiedad están hoy polarizados apenas por la estricta circulación de un reloj. Es absurdo, mi Cristo, pero así es. “Entonces- dirás, ¿es que al fin se reúnen para amarse?” No; en el fondo, esas células que integran lo que se llama la multitud tienen entre sí la repelencia de lo egocéntrico. Para ellos, en la autopista del tiempo corren hoy sólo dos leves saetas la carrera de lo personal. Apenas cuando crucen conjuntamente la cinta de las doce oirás el estruendo con que cada uno festeja el aparente hallazgo de un seguro de vida. 

Para entonces, quiero ofrendarte mi súplica. 

He oído ya la puesta en marcha de una sonajería y el martillo de bronce está en alto para la danza de las horas y el rigodón de la vida. En su honor, barrena ya la noche la pacífica metralla del champán y de lo que pudo ser tu sangre, el vino. Pero antes que con las burbujas llegue hasta tu rostro la afrenta que omite la gratitud a tu nombre, tolera que te envíe, como doce recursos de urgencia, los telegramas de otras tantas súplicas para cada una de las doce campanadas que inician el año.”

 

 

Y, a continuación, lo que corresponde a cada una de ellas.

 

Campanadas de necesidad – Y XII, PAZ

 

“XII

 

PAZ

 

“Cae ya redonda, broncinea, contundente, la vibrante campanada de las doce; sin el aire, con el temblor de la resonancia, queda como un deseo infinito el de mi petición de paz. ¿Hubo nunca, Señor, adulteración como la que existe en torno a la trilogía bendita de la palabra paz? Por doquier, infinitos labios claman su nombre, entretanto que el fusil les tercia el pecho y contienen apenas un alarido de combate. Aun ante los ojos las ruinas recosidas de la guerra, se ultima la puesta a punto de un nuevo Apocalipsis, al par que se inicia el rodar de los cañones. Queremos la paz, aquella que un día cimentaras sobre la rústica pesebrera del Belén: Que grane en nuestro corazón la espiga de es la voluntad buena que lleva consigo una promesa de eterna convivencia.”

  

Es verdad que, como suele ser lo general, todo ser humano quiere la paz. Y, sin embargo, en muchas ocasiones se confunde la paz del mundo y la que da Dios que no es, precisamente, la misma… 

Sí, que haya ausencia de conflictos y, estirando los mismos, de guerras, es, en verdad, manifestación de paz. Y Lolo, en este texto, bien que pone sobre la mesa todas las situaciones en las que el mundo se enfrasca para que las armas campen por sus respetos (¿?) y que, en fin, la sangre no deje de formas grandes fluencias que, por desgracia, sí llegan al río, como dice el refrán. Y es que aquí, aquí sí, la sangre sí llega al río muchas y más veces. 

Decimos esto de arriba porque tal cosa es, en sí misma considerada, una paz, digamos, mundana. Pero no es la Paz, así con mayúsculas que quiere Dios para sus hijos y, aquí, Manuel Lozano Garrido, para sus hermanos los hombres. Y es que, como podemos imaginar, siempre va Dios más allá que su descendencia como, por cierto, es esperar por según como somos… 

Por tanto… hay otra paz que es, además, mucho mejor que la otra que, en definitiva, supone que las armas no escupan muerte pero que, en realidad, deja de lado otras muchas realidades que deben ser tenidas en cuenta por nosotros como algo que va más allá de que no te maten con una bala, una bomba, un misil u, hoy en día, con un dron… 

En este texto el Beato de Linares (Jaén, España) lo dice con toda claridad después de mentar más que bien todo aquello que supone la guerra y que, en definitiva, es la ausencia de tal paz mundana. Y no es que tal paz no sea importante, que lo es, sino que hay algo más como, en materia espiritual, siempre pasa. 

La “Paz” de la que habla el linarense universal tiene un origen y tiene una persona que es, además, Dios hecho hombre. Y nos referimos, se refiere Lolo, a Belén y, claro, a Quien entonces vino allí al mundo que no es nada más y nada menos que el Hijo de Dios. 

Belén y Jesucristo; un lugar y un ser humano, así, pequeño como lo es toda persona cuando viene al mundo. Sin embargo, en aquel lugar, abarrotado de gente por la cosa del censo del Emperador de turno, recibió a Alguien que era la Paz en sí mismo o, en fin, que traía una paz que va más allá de la ausencia de guerra. 

La paz de la que hablamos no es otra, como bien aquí se nos dice, de aquella que cimenta, desde el corazón, una voluntad que, en sí misma, es tan buena que deja de lado las guerras para centrarse en su mismo ser y así, ser base para que la convivencia sea universal y, luego, sea eterna. 

Paz, así, por decirlo pronto, que ha de nacer de cada persona que sabe que en su corazón el Espíritu Santo tiene su templo y que, por tanto, nada malo puede salir de ahí. Y Paz que es querida por Dios que, como bien podemos imaginar, tiene una vista mucho más larga que nosotros y que quiere, para aquellos que ha creado, un mundo mucho mejor que en el que sólo callen las armas; quiere, claro, que los instrumentos de muerte no funcionen pero es seguro que sabe que eso pasara cuando la Paz verdadera, la que nace de un ser bueno y bondadoso, rija todo lo demás. Y tal Paz es de la que aquí habla Lolo, representante, a la perfección, de lo que es un corazón así.

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán 

 

Panecillos de meditación

 

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

 

Campanadas que enmudezcan lo mundano siempre valen la pena y a nuestra alma bien le vienen.

 

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bien venido, amor” (52)

 

“Que una criatura se enamore de Dios, con la lluvia de gracias que recibe, pero que Él también se apasione por nosotros, con la de veces que hacemos por ignorarle cada día…”

 ……………………………

 

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

15.01.24

Un amigo de Lolo – Campanadas de necesidad – XI PROSPERIDAD

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Presentación 

Como suele ser habitual con el Beato de Linares (Jaén, España) Manuel Lozano Garrido, más conocido como Lolo, lo que escribe mueve a percibirlo como algo importante. Y eso es lo que ha pasado con esto. 

El que esto escribe tiene por buena cosa publicar los artículos que Lolo dio a la luz pública (en los más diversos medios escritos) en la página de la Fundación Lolo. Y, como podemos imaginar, los hay de toda forma y condición cumpliendo siempre la característica de ser más que recomendable su lectura. 

Pues bien, cumpliendo con tan gozosa labor, me correspondió publicar un artículo-petición titulado Doce peticiones para doce campanadas” que Lolo había publicado el 8 de enero de 1955 en la revista “Signo”. 

Debo reconocer que al leer las tales “campanadas” (referidas las mismas a las primeras del primer día del año) tuve la sensación de que tal texto debía ser difundido lo más y mejor posible porque son unas verdaderas campanadas de necesidad. Y por eso, a partir de hoy mismo, paso a publicar, con la ayuda de Dios, una a una, las doce de las que habla el texto con un humilde comentario del que esto escribe que es, sin duda, lo peor de todo lo que aquí se va a traer… 

Vamos a poner siempre el texto que precede a las campanadas que es el que sigue:

 

Estoy ante Ti, Señor, en este instante fugaz, a caballo de dos tiempos. Hace frío, y hace ahora en raro crepitar de estrellas. Se diría que todo descansa, pero el silencio de ahora nace de un duermevela electrizante. 

¡Ves, Señor! En tus plazas y pueblos se han congregado muchedumbres con las frentes en alto; pero Tú no te hagas ilusiones, porque esos ojos que se describirán de ansiedad están hoy polarizados apenas por la estricta circulación de un reloj. Es absurdo, mi Cristo, pero así es. “Entonces- dirás, ¿es que al fin se reúnen para amarse?” No; en el fondo, esas células que integran lo que se llama la multitud tienen entre sí la repelencia de lo egocéntrico. Para ellos, en la autopista del tiempo corren hoy sólo dos leves saetas la carrera de lo personal. Apenas cuando crucen conjuntamente la cinta de las doce oirás el estruendo con que cada uno festeja el aparente hallazgo de un seguro de vida. 

Para entonces, quiero ofrendarte mi súplica.

 He oído ya la puesta en marcha de una sonajería y el martillo de bronce está en alto para la danza de las horas y el rigodón de la vida. En su honor, barrena ya la noche la pacífica metralla del champán y de lo que pudo ser tu sangre, el vino. Pero antes que con las burbujas llegue hasta tu rostro la afrenta que omite la gratitud a tu nombre, tolera que te envíe, como doce recursos de urgencia, los telegramas de otras tantas súplicas para cada una de las doce campanadas que inician el año.”

 

Y, a continuación, lo que corresponde a cada una de ellas.

 

Campanadas de necesidad –XI PROSPERIDAD

 

XI
PROSPERIDAD

No puede faltar a la prosperidad un hueco en esta rogativa. También la concreción de lo necesario. Hasta Ti llega lo accesorio de nuestro afán. La espiga sin el agua, el sol o el viento; la máquina sin los veneros que se electrifican; la vida y la familia sin el sustento cotidiano, son Babeles ya condenadas de antemano. Tú, que das trémolo al pájaro y clámide al lirio, encarrilla los vientos, escancia las nubes, mansifica el regato, y ordena, en suma, la próvida riqueza del mundo, supeditándolas a un destino de amor.”

 

 Es cierto y verdad que la misma realidad referida a que el ser humano prospere no puede estar mal vista ni suponer nada mundano que nos aleje de Dios. Es más, estamos más que seguros que nuestro Padre del Cielo, Quien nos creó y mantiene aquí mismo también quiere que su descendencia alcance niveles grandes de prosperidad porque eso supondrá que ha hecho fructificar los dones y gracias que le ha entregado. 

Prosperar, por tanto, no es nada malo. Y eso bien que aquí lo demuestra el Beato Lolo. 

Antes que nada, y anticipándonos a lo que dice Manuel Lozano Garrido al final de su texto, esto es es, como todas las demás peticiones, es, decimos, eso: una “rogativa”. Y por eso dice el linarense universal que pide a Dios que ordene “la próvida riqueza del mundo”. Y es que, al fin al cabo, depende todo de la santísima Providencia del Todopoderoso. Y eso debe quedar claro desde ahora mismo… 

A tal respecto, al de la ansiada prosperidad del hombre, nosotros hacemos lo que podemos como, por ejemplo 

Sembrar aunque falte el agua… o el sol… o el viento necesario cuando eso lo sea… 

Hacer uso de las máquinas sin la electricidad que Dios hizo crear al hombre con la inteligencia que le dio…

 La vida y la familia aunque no concurra el sustento necesario… 

De todas formas, bien sabe Lolo que todo esto no es más que como aquella torre de Babel que nació y feneció por su soberbia. Es decir que siempre dependemos de Dios para todo esto aunque a nosotros nos pueda parecer que nos basta nuestro “yo” y nuestro “hacer”… 

Prosperidad, claro está que es buena; la misma sin Aquel que todo lo provee, es algo que carece de sentido y que caerá por su propio peso, el peso de la soberbia y el exceso de confianza en uno mismo… sin Dios. 

El caso es que en este texto del Beato de Linares (Jaén, España) subyace (está, en todo caso, como un substrato espiritual) o, mejor, está a flor de piel la confianza que se tiene en Dios en las Sagradas Escrituras (se ve esto muy bien en los Salmos, por ejemplo) porque se le pide lo mejor para su descendencia y Dios lo concede… si es lo mejor para la misma. Y Lolo lo supo muy bien como aquí se ve con toda claridad. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

  

Panecillos de meditación 

 

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

  

Campanadas que enmudezcan lo mundano siempre valen la pena y a nuestra alma bien le vienen.

  

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bien venido, amor” (51)

  

“El amor de Dios, como el fuego en la madera, ahonda en el hombre y lo purifica, calienta, transforma, ilumina y hace que sirva de antorcha a los demás”

 …………………………… 

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

8.01.24

Un amigo de Lolo – Campanadas de necesidad – X TEMPLANZA

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Presentación

Como suele ser habitual con el Beato de Linares (Jaén, España) Manuel Lozano Garrido, más conocido como Lolo, lo que escribe mueve a percibirlo como algo importante. Y eso es lo que ha pasado con esto. 

El que esto escribe tiene por buena cosa publicar los artículos que Lolo dio a la luz pública (en los más diversos medios escritos) en la página de la Fundación Lolo. Y, como podemos imaginar, los hay de toda forma y condición cumpliendo siempre la característica de ser más que recomendable su lectura.

Pues bien, cumpliendo con tan gozosa labor, me correspondió publicar un artículo-petición titulado Doce peticiones para doce campanadas” que Lolo había publicado el 8 de enero de 1955 en la revista “Signo”. 

Debo reconocer que al leer las tales “campanadas” (referidas las mismas a las primeras del primer día del año) tuve la sensación de que tal texto debía ser difundido lo más y mejor posible porque son unas verdaderas campanadas de necesidad. Y por eso, a partir de hoy mismo, paso a publicar, con la ayuda de Dios, una a una, las doce de las que habla el texto con un humilde comentario del que esto escribe que es, sin duda, lo peor de todo lo que aquí se va a traer… 

Vamos a poner siempre el texto que precede a las campanadas que es el que sigue:

 

Estoy ante Ti, Señor, en este instante fugaz, a caballo de dos tiempos. Hace frío, y hace ahora en raro crepitar de estrellas. Se diría que todo descansa, pero el silencio de ahora nace de un duermevela electrizante. 

¡Ves, Señor! En tus plazas y pueblos se han congregado muchedumbres con las frentes en alto; pero Tú no te hagas ilusiones, porque esos ojos que se describirán de ansiedad están hoy polarizados apenas por la estricta circulación de un reloj. Es absurdo, mi Cristo, pero así es. “Entonces- dirás, ¿es que al fin se reúnen para amarse?” No; en el fondo, esas células que integran lo que se llama la multitud tienen entre sí la repelencia de lo egocéntrico. Para ellos, en la autopista del tiempo corren hoy sólo dos leves saetas la carrera de lo personal. Apenas cuando crucen conjuntamente la cinta de las doce oirás el estruendo con que cada uno festeja el aparente hallazgo de un seguro de vida.

Para entonces, quiero ofrendarte mi súplica. 

He oído ya la puesta en marcha de una sonajería y el martillo de bronce está en alto para la danza de las horas y el rigodón de la vida. En su honor, barrena ya la noche la pacífica metralla del champán y de lo que pudo ser tu sangre, el vino. Pero antes que con las burbujas llegue hasta tu rostro la afrenta que omite la gratitud a tu nombre, tolera que te envíe, como doce recursos de urgencia, los telegramas de otras tantas súplicas para cada una de las doce campanadas que inician el año.”

  

Y, a continuación, lo que corresponde a cada una de ellas.

Campanadas de necesidad –X TEMPLANZA

“X

TEMPLANZA 

 

¿Verdad, Señor, que en esta noche sería curioso resucitar la vieja aventura del Cojuelo? Bajo los techos, ¿Qué frecuencia de bacanales en aras del dios Vientre! Y, por contrasentido, ¡qué abundancia de hogares con miembros famélicos y niños paupérrimos! Da miedo también retrotraerse a los trescientos sesenta y cinco días idos, elevados con cualquier pretexto al rango de efemérides gastronómica. Por el ansia de los que dilatan sus ojos al pasmo y al odio; por el peligro de nuestra brutalidad naciente: que germine en cada mente una decisión de templanza.”

 

No podemos negar que hay virtudes para las cuales, en determinadas ocasiones, no estamos preparados o, mejor, que creemos no nos convienen demasiado. Y una de ellas es, sin duda, la Templanza, que escribimos así con mayúscula por la importancia que tiene, que debe tener, en nuestras vidas. 

Tal es su importancia, que el Beato de Linares (Jaén, España) la incluye en esta especial petición de fin de año que, por cierto, hace unos día que pasó y, por tanto, debía ya ser tenida en cuenta (junto a las demás de este especial relación de necesidades no sólo espirituales…) 

Es casi seguro que la templanza nos mueve a ser mejores porque, con ella, nuestro devenir no se altera hacia lo más bajo que podamos caer sin la intervención de ella. 

Qué bacanales en aras del dios Vientre”. Eso dice Lolo. Pero lo dice haciendo uso de la forma de escribir que muestra bien a las claras lo que quiere decirnos con ello: es un “dios”, así, con minúscula porque es algo a lo que adoramos y a lo que nos adherimos como demasiada felicidad. Y es “Vientre”, así con mayúscula porque es a lo que nos dedicamos con demasiada frecuencia. 

Bien podemos decir que Lolo nos ha “calado” a la perfección y que sabe del pie del que cojeamos más de las debidas veces… 

El caso es que Manuel Lozano Garrido quiere traer a colación esto de la Templanza (su no aplicación, por decirlo así) justo en un tiempo (el de Navidad) en el que es más que probable que nos hayamos (ya ha pasado tal tiempo) un tanto o, a lo mejor, más de la cuenta, y hayamos adorado al “dios Vientre” con perseverancia… Sin embargo, eso bien lo podemos aplicar a cualquier época o día del año pues es cierto que podemos caer en la misma tentación y… es cierto que caemos… Y por eso nos dice nuestro amigo eso de que “da miedo también retrotraerse a los trescientos sesenta y cinco días idos”… 

Al contrario de la situación de falta de templanza y de desmesura hace constar el linarense universal aquellos hogares donde, al contrario, todo es hambre y faltas… Y eso es una forma de atizar nuestra conciencia y que nos demos cuenta de lo mal que, a veces, lo hacemos… 

Y, claro, ante tanta mala cosa que es, para los hijos de Dios, la falta de Templanza, Lolo le pide al Todopoderoso que “germine” en nosotros “una decisión de templanza”. Y es que sí, se trata de la germinación de una semilla ya plantada por Dios en nuestros corazones y no de algo que ha de nacer, sólo, de nosotros mismos. Está ahí la Templanza, ya está… hagámosla salir de nuestro corazón. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán 

 

Panecillos de meditación 

 

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos. 

 

Panecillo de hoy:

  

Campanadas que enmudezcan lo mundano siempre valen la pena y a nuestra alma bien le vienen. 

 

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor” (50) 

 

“El amor de Dios es como el rayo de luz que cruza la ventana. Todas las partículas del aire se caldean en su tibieza, pero también se iluminan con su claridad. ” 

……………………………

 Para leer Fe y Obras.

 Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

11.12.23

Un amigo de Lolo – Campanadas de necesidad – VIII Justicia

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Presentación

Como suele ser habitual con el Beato de Linares (Jaén, España) Manuel Lozano Garrido, más conocido como Lolo, lo que escribe mueve a percibirlo como algo importante. Y eso es lo que ha pasado con esto.

El que esto escribe tiene por buena cosa publicar los artículos que Lolo dio a la luz pública (en los más diversos medios escritos) en la página de la Fundación Lolo. Y, como podemos imaginar, los hay de toda forma y condición cumpliendo siempre la característica de ser más que recomendable su lectura.

Pues bien,cumpliendo con tan gozosa labor, me correspondió publicar un artículo-petición titulado Doce peticiones para doce campanadas” que Lolo había publicado el 8 de enero de 1955 en la revista “Signo”.

Debo reconocer que al leer las tales “campanadas” (referidas las mismas a las primeras del primer día del año) tuve la sensación de que tal texto debía ser difundido lo más y mejor posible porque son unas verdaderas campanadas de necesidad. Y por eso, a partir de hoy mismo, paso a publicar, con la ayuda de Dios, una a una, las doce de las que habla el texto con un humilde comentario del que esto escribe que es, sin duda, lo peor de todo lo que aquí se va a traer…

Vamos a poner siempre el texto que precede a las campanadas que es el que sigue:

Estoy ante Ti, Señor, en este instante fugaz, a caballo de dos tiempos. Hace frío, y hace ahora en raro crepitar de estrellas. Se diría que todo descansa, pero el silencio de ahora nace de un duermevela electrizante.

¡Ves, Señor! En tus plazas y pueblos se han congregado muchedumbres con las frentes en alto; pero Tú no te hagas ilusiones, porque esos ojos que se describirán de ansiedad están hoy polarizados apenas por la estricta circulación de un reloj. Es absurdo, mi Cristo, pero así es. “Entonces- dirás, ¿es que al fin se reúnen para amarse?” No; en el fondo, esas células que integran lo que se llama la multitud tienen entre sí la repelencia de lo egocéntrico. Para ellos, en la autopista del tiempo corren hoy sólo dos leves saetas la carrera de lo personal. Apenas cuando crucen conjuntamente la cinta de las doce oirás el estruendo con que cada uno festeja el aparente hallazgo de un seguro de vida.

Para entonces, quiero ofrendarte mi súplica.

He oído ya la puesta en marcha de una sonajería y el martillo de bronce está en alto para la danza de las horas y el rigodón de la vida. En su honor, barrena ya la noche la pacífica metralla del champán y de lo que pudo ser tu sangre, el vino. Pero antes que con las burbujas llegue hasta tu rostro la afrenta que omite la gratitud a tu nombre, tolera que te envíe, como doce recursos de urgencia, los telegramas de otras tantas súplicas para cada una de las doce campanadas que inician el año.”

Y, a continuación, lo que corresponde a cada una de ellas.

Campanadas de necesidad – VIII Justicia

VIII

JUSTICIA

¿Has visto, Señor, qué gran poder el de la carta de la recomendación o el dinero? Un sobre azulado puede quebrar la vara del magistrado, el fallo de la cátedra, la rectitud del mandatario o los deberes de la Empresa. El escándalo de nuestras torcidas ejecutorias te ha atrincherado tras los muros del templo, y el obrero, identificando tu doctrina con nuestras conductas, se ha vuelto de espaldas y escucha ya el canto falaz de los mercenarios.”

Es verdad que siempre hemos dicho dicho, porque es cierto, que Manuel Lozano Garrido tenía un conocimiento del ser de sus contemporáneos más que acertado. Vamos, que sabía del pie del que cojeaban.

El texto que hemos traído hoy aquí muestra a la perfección eso que decimos arriba. Es más, podemos constatar que Lolo se muestra algo más que enfadado por lo que relata y, en fin, por lo que puede comprobar… Y es que, al fin y al cabo, se trata del comportamiento de los hijos de Dios y eso, como es de suponer, no puede ser del agrado del Padre.

Empecemos diciendo que el Beato de Linares (Jaén, España) se dirige directamente al Señor. Es decir, ni busca intermediario ni nada que se le parezca, Y es que le debe parecer tan grave lo que a a decir a continuación que, así, directamente, es como mejor sabe expresarse nuestro amigo.

Lo que luego dice Lolo es, ciertamente, grave. Y es más grave aún cuando se puede constatar que es cierto.

En el fondo, lo que le ha de querer pedir Lolo a Dios es, simplemente, Justicia, así con mayúscula porque es la divina la que solicita. Y lo pide porque lo que considera mejorable, ciertamente, lo es.

Aquí subyace aquello que a veces se dice tal que así: “sí, aquella persona va mucho a misa y así es…” entendiendo que no es, precisamente, una buena persona. Y eso es lo que, al final de este texto le hace decir a Lolo que el obrero, identificando lo que Dios quiere con lo que hace el hombre (¡grave error!) se pone de espaldas, se vuelve de espaldas al respecto de la Iglesia cuando no directamente en contra.

El caso es que no podemos negar que, a falta de conocimiento más profundo de parte de quien eso cree de Dios, las conductas que aquí hace ver Lolo no son de lo más edificantes.

No podemos decir que sea edificante hacer uso de la influencia del dinero o de la recomendación para obtener según qué cosas o alcanzar según qué prebendas.

No podemos decir que sea edificante que se haga lo mismo para obtener determinados puestos (en la administración o donde sea) o para incumplir lo que sea un deber a cambio de lo que aquí critica Lolo.

Y, sin embargo, la gran diferencia que existe entre lo que dice Lolo en su tiempo y el de ahora mismo, es que el linarense universal decía lo que aquí dice en el sentir que muchos de sus contemporáneos eran católicos y veía, así, un comportamiento de algunos en contra de otros pero que, en el fondo, eran discípulos de Cristo.

Y ahora, ¿ahora qué podemos decir de nuestra situación actual?

Grave pregunta esta que, además, tiene peor respuesta.

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Campanadas que enmudezcan lo mundano siempre valen la pena y a nuestra alma bien le vienen.

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor“ (47)

El autor de la vida es infinitamente fecundo

……………………………

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

4.12.23

Un amigo de Lolo – Campanadas de necesidad – VII PRUDENCIA

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Presentación

Como suele ser habitual con el Beato de Linares (Jaén, España) Manuel Lozano Garrido, más conocido como Lolo, lo que escribe mueve a percibirlo como algo importante. Y eso es lo que ha pasado con esto.

El que esto escribe tiene por buena cosa publicar los artículos que Lolo dio a la luz pública (en los más diversos medios escritos) en la página de la Fundación Lolo. Y, como podemos imaginar, los hay de toda forma y condición cumpliendo siempre la característica de ser más que recomendable su lectura.

Pues bien, cumpliendo con tan gozosa labor, me correspondió publicar un artículo-petición titulado Doce peticiones para doce campanadas” que Lolo había publicado el 8 de enero de 1955 en la revista “Signo”.

Debo reconocer que al leer las tales “campanadas” (referidas las mismas a las primeras del primer día del año) tuve la sensación de que tal texto debía ser difundido lo más y mejor posible porque son unas verdaderas campanadas de necesidad. Y por eso, a partir de hoy mismo, paso a publicar, con la ayuda de Dios, una a una, las doce de las que habla el texto con un humilde comentario del que esto escribe que es, sin duda, lo peor de todo lo que aquí se va a traer…

Vamos a poner siempre el texto que precede a las campanadas que es el que sigue:

Estoy ante Ti, Señor, en este instante fugaz, a caballo de dos tiempos. Hace frío, y hace ahora en raro crepitar de estrellas. Se diría que todo descansa, pero el silencio de ahora nace de un duermevela electrizante.

¡Ves, Señor! En tus plazas y pueblos se han congregado muchedumbres con las frentes en alto; pero Tú no te hagas ilusiones, porque esos ojos que se describirán de ansiedad están hoy polarizados apenas por la estricta circulación de un reloj. Es absurdo, mi Cristo, pero así es. “Entonces- dirás, ¿es que al fin se reúnen para amarse?” No; en el fondo, esas células que integran lo que se llama la multitud tienen entre sí la repelencia de lo egocéntrico. Para ellos, en la autopista del tiempo corren hoy sólo dos leves saetas la carrera de lo personal. Apenas cuando crucen conjuntamente la cinta de las doce oirás el estruendo con que cada uno festeja el aparente hallazgo de un seguro de vida.

Para entonces, quiero ofrendarte mi súplica.

He oído ya la puesta en marcha de una sonajería y el martillo de bronce está en alto para la danza de las horas y el rigodón de la vida. En su honor, barrena ya la noche la pacífica metralla del champán y de lo que pudo ser tu sangre, el vino. Pero antes que con las burbujas llegue hasta tu rostro la afrenta que omite la gratitud a tu nombre, tolera que te envíe, como doce recursos de urgencia, los telegramas de otras tantas súplicas para cada una de las doce campanadas que inician el año.”

Y, a continuación, lo que corresponde a cada una de ellas.

Campanadas de necesidad – VII PRUDENCIA

VII

PRUDENCIA

Que no es el cicatero quedar en casa, arrebujados en la inhibición del avestruz. Prudencia a la que faltamos sobrepasando el gesto o dejándole alicorto. En la palabra, la presencia o la expresión, ni la hosca rigidez que ofende a la caridad, ni el halago innecesario o la hipócrita sonrisa que envanece.”

Es verdad que muchas veces solemos confundir las cosas del espíritu y del alma y nos vamos, como suele decirse, por los cerros de Úbeda. Y eso es lo que pasa con esta campanada que tiene que ver, nada más y nada menos, que con la Prudencia.

Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que el Beato de Linares (Jaén, España) hace aquí, en este texo de sus “Campanadas” una definición perfecta de lo que es la falta, en suma, de Prudencia pues hace relación de lo que, en verdad, no lo es.

Cuando decimos que somos prudentes en algo es posible que, en realidad, no seamos eso sino otra cosa que tiene que ver, en fin…, con cierta cobardía en nuestros comportamientos.

Así, por ejemplo, cuando ante un problema adoptamos la tan conocida opción que toma el avestruz ante un problema que le viene y que no es otra cosa que esconder la cabeza… en fin…, que no es que eso sea actuar con prudencia pues sería mejor, bien salir corriendo, bien encarar el problema. Y, sin embargo, no hacer nada ante lo que pasa no es algo a lo que podamos llamar prudencia sino otra palabra que no nos viene nada bien…

Así, por ejemplo, es hasta posible que nos pasemos tres pueblos, como suele decirse, cuando sobrepasemos lo que es la prudencia. Pero también es posible que nos quedemos cortos en su estimación en nuestra vida. Y una u otra forma de hacer las cosas no es, precisamente, ejemplo de lo que debe ser la prudencia sino, en efecto, todo lo contrario…

Y ahora viene lo que Lolo entiende como no ejercicio de la prudencia que tanto bien puede hacernos, en general, en nuestra vida de ser correctamente entendida la misma.

Es decir, ni es prudencia, bien sea de palabra o con lo que hagamos, manifestarse de tal forma que podamos ofender al amor; ni es prudencia pasarnos de la raya halagando (está claro que eso no es prudencia sino justo lo contrario) o por fin el hacer como sí pero, en realidad, sea no la verdad de las cosas.

Como podemos ver, esta campanada que llamamos de necesidad porque de verdad lo es, no es más que la expresión de lo que muchas veces somos o, en fin, cómo somos muchas veces. Y eso, se diga lo que se diga, tiene poco que ver con una actitud espiritualmente sana.

Y es que, pensemos cada cual acerca de nosotros, ¿Cuántas veces a lo largo del día somos imprudentes?

Pues eso… a ser lo contrario.

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Campanadas que enmudezcan lo mundano siempre valen la pena y a nuestra alma bien le vienen.

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor" (46)

El más bello amor de una vida, junto a la caridad de Dios, Liliput y Gulliver

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.