Apuntes inesperados – Incorporarse al mundo, levantarse… en fin

Las semillas de arce, inspiración para el diseño de un dron de dos alas |  Compañías | Cinco Días

En realidad, son cosas que pueden pasar un día cualquiera. Momentos son que pueden originar una reflexión o algo así como un pensamiento que se alarga más o menos según sean las circunstancias y el pasar y ser de las mismas.

En realidad no se trata, esto, sino de unos inesperados apuntes o de unos apuntes inesperados que, al fin y al cabo, viene a ser lo mismo.”

  

Incorporarse al mundo, levantarse… en fin

  

En el número 206 de su impagable “Camino”, el fundador del Opus Dei (a saber, San Josemaría) escribe algo que nos viene la mar de bien y que, como es lógico, vamos a aprovechar. Y es esto:

 

“El minuto heroico. —Es la hora, en punto, de levantarte. Sin vacilación: un pensamiento sobrenatural y… ¡arriba! —El minuto heroico: ahí tienes una mortificación que fortalece tu voluntad y no debilita tu naturaleza.”

 

 EXCURSUS

 

Antes que nada, ruego y espero que sea posible que nadie aproveche que el Pisuerga pasa por Valladolid para poner a la Obra en solfa o algo por el estilo. No se trata aquí de incitar a nada de eso sino que considero importante este texto y, eso, que nos viene la mar de bien.

  

FIN DEL EXCURSUS

 

Pues bien, nadie puede negar que, en efecto, el levantarse no es nada fácil aunque pongamos todas las buenas intenciones que queramos en ello. 

En realidad, ponerse en pie (que es otra forma de decirlo aunque haya personas que, por enfermedad, no puedan hacerlo…) e incorporarse al mundo es algo sobre lo que, seguramente, pocas veces nos hacemos cábalas. En realidad, es lo que se espera de todo ser humano… ¿a qué darle vueltas a eso? 

Pero, ciertamente, alguna vuelta sí podemos darle.

 Levantarse, cada día, y hacerlo durante toda nuestra vida es muestra de perseverancia aunque sea una necesidad obvia. Sin embargo, apuntemos aquí a lo que hay detrás de tal “minuto heroico” pues haberlo, haylo, como dicen los gallegos (no los españoles vistos desde América sino los naturales de Galicia, en España…) de ciertos fenómenos misteriosos. 

Cuando damos con nuestro cuerpo en el mundo en el que vivimos es verdad que solemos hacerlo con ansias de que todo salga lo mejor posible. Y ponemos en tal minuto, momento, quizá sólo segundos, toda nuestra esperanza pues una nueva luz se abre ante nosotros y aunque sepamos que podemos pasar por algún túnel a lo mejor sin iluminación, lo cierto y verdad es que queremos dar el primer paso con cierto optimismo. 

Es verdad que, a lo largo del día, vamos a tropezar más de una vez con obstáculos y que los mismos son como una especie de prueba que debemos superar. Pero ahora, ahora mismo que vemos que ha llegado un nuevo día a nuestra vida… entonces es cuando todo parece bueno y mejor. 

A tal respecto, estamos muy de acuerdo con lo que escribe en llamado “santo de lo ordinario” (pues nada hay más ordinario o común que levantarse e incorporarse al mundo) Y es que, como es de esperar, también el joven Josemaría y luego, cuando ya no era tan joven, debía sentir que el momento del despertar y lo que sigue era como, él mismo lo dice, una mortificación que muy bien podemos ofrecer a Dios por alguna santa intención… 

Mortificación, sí, como verdad que, desde ella misma, nos hace mirar hacia adelante y nos confirma que Dios, que nos ha creado, también quiere que hoy demos el primer paso después de haber pasado una noche más o menos descansada (que de todo hay en eso…) 

Esto lo decimos porque, por muy trabajoso que nos resulte hacer la misma acción de apagar el despertador (el ordinario o, incluso, el del más moderno aparato tecnológico) y saber que sí, que hemos sobrevivido a la noche, no por eso vamos a dejar de darnos cuenta de a Quién debemos eso. Y aunque se sea ateo o agnóstico (cosa que no deseo a nadie por su propio bien) no es posible que alguien crea que ve la luz del día por el simple funcionamiento de su cuerpo y el paso del tiempo… En fin… 

Levantarse es, por eso mismo, como una especie de pulso que nos echamos a nosotros mismos y, a veces, hasta salimos vencedores… ¡cinco minutos más tarde!, eso sí.

Y aquí les dejo, hasta otro apunte.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Es inesperado todo lo que por inspiración nos llega. 

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