J.R.R. Tolkien - Entre Bloemfontein y Bournemouth- Capítulo 9 – Hacia la obra escrita o todo empezó con El Hobbit

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Resulta de todo punto normal que, en la biografía de un escritor, haya un antes y un después de cuando comienza, eso, a escribir. Y, aunque es bien cierto que en lo tocante a J.R.R. Tolkien es seguro que antes de lo que viene ahora ya había escrito bastantes cosas sobre su especial mundo, no por eso vamos a dejar de destacar que, en efecto, hubo algo que dio el pistoletazo de salida aunque, también esto es cierto, a lo mejor ni él mismo lo sabía.

Sobre lo de arriba, es verdad que la llevaba algunos años (al menos desde que naciera su primer hijo, John, un 16 de noviembre de 1917) escribiendo historias sencillas para entretener a sus hijos. Además, de forma sorprendente, la familia Tolkien recibe cada Navidad una carta del mismísimo Papá Noel trufadas de dibujos y de expresiones de alegría que llenan de la misma a aquellos que la reciben.

Cartas de Papá Noel - J. R. R. Tolkien | Planeta de Libros

Debemos decir, por tanto, que no sembraba Tolkien sobre un campo poco fértil sino que la tierra y el corazón los tenía perfectamente preparados para lo que luego vino.

Que esto es cierto lo demuestra que algunos años antes de escribir aquellas cartas que llegaban a Inglaterra desde lejanas tierras frías, había hecho lo propio con otros relatos y escritos que luego darían forma a lo que sería la Tierra Media.

A este respecto, es de común saber que nada más y nada menos que “La caída de Gondolín” la escribió Tolkien, digamos, a raíz de la batalla del Somme que, según cuenta la historia, fue más que terrible y tal fue así que le sugirió a nuestro autor algo tan nefasto como fue la venida abajo de aquel especial mundo dentro del propio mundo aún no creado del todo.

Y qué decir del origen de lo que podría haber sido un personaje como Sam Gamyi, un ser humilde y trabajador, entregado a su labor y capaz de más heroicas acciones que tomó Tolkien de aquella clase de soldado raso al que se llamaba “Tommy” para representar a quien se comporta de forma tan cabal que es capaz de, en la adversidad (una como aquella de la guerra mundial) de dar ánimo a quien no lo tiene y levantar al caído. O qué de los bosques quemados y arrasados que, en determinado momentos, pinta en su obra escrita y que muy bien pudo haber tomado de su propia experiencia en la guerra…

Con esto queremos decir que alguien que es capaz de escribir lo que escribe y crea un mundo como es la Tierra Media ha tenido mucho tras de sí y, en cuanto a la historia, delante de lo que luego sería escrito.

Pues bien, es más que conocida la anécdota que dio inicio, verdadero inicio y no sólo relato escrito acá o allá sin conexión alguna con lo que podríamos denominar “un todo”, a lo que sería el mundo propio de la Tierra Media. Y hablamos de lo que supuso aquel examen en blanco.

Que aquel verano, el de 1928, Tolkien profesor estuviera corrigiendo exámenes para ganar algo de dinero (suponemos, claro, que no serían de sus alumnos aunque no acabamos de entender las razones por las cuales no eran corregidos por aquel profesor que enseñara y que, por tanto, le correspondiera corregirlos…) no era raro porque ya lo había hecho otras veces. Tenía una casa por mantener y su sueldo no debía ser exagerado…

Leyendo en el bus: El Hobbit anotado de J. R. R. Tolkien

Y entonces surgió, de no sabe dónde, aquella frase que tanto ha dado a la literatura fantástica (en todos los sentidos esto):

“En un agujero en el suelo vivía un hobbit”

¿Agujero?, ¿Hobbit? En realidad, todo aquello le sonaba, seguramente, a chino (nunca mejor digo para alguien que inventa lenguas) y, sin tener ni idea de dónde había salido aquello sí pensó y creyó que le podía sacar cierta sustancia; primero, para leer a sus hijos; luego, para publicarlo una vez excitado su interés por las más opiniones la menor de las cuales no fue, precisamente, la de su amigo C.S. Lewis y la del hijo del que sería su editor (Stanley Unwin, de la editorial George Allen & Unwin) de nombre (el niño), Rainer Unwin (23.12.1925-23.11.2000) que dio su opinión favorable a la publicación de “El Hobbit” cuando tenía el niño 10 años, cosa que sucedió el 21 de septiembre de 1937 en el Reino Unido o, lo que es lo mismo, unos dos años después de que aquel pequeño diera aquella opinión sin la cual, a lo mejor, nunca se hubiera publicado aquel exitoso libro.

Por cierto, no podemos resistirnos a poner aquí la reseña que hiciera Rayner de “El Hobbit”:

“Reseña de El Hobbit “: 30 de octubre de 1936

Bilbo Bolsón era un Hobbit que vivía en su agujero de Hobbit y nunca fue en busca de aventuras. Por fin Gandalf el mago y sus Enanos lo persuadieron de ir. Pasó un tiempo muy emocionante luchando contra duendes y huargos. Por fin llegan a la montaña solitaria; Smaug, el dragón que lo guarda, muere y, después de una tremenda batalla con los duendes, regresó a casa: ¡rico!”

Este libro, con la ayuda de mapas, no necesita ilustraciones, es bueno y debería atraer a todos los niños de entre 5 y 9 años.

Rayner Unwin “

Digamos que aquella obra literaria en la que aparecen muchos de los personajes que luego desarrolla y amplia en El Señor de los Anillos (que surgió porque le pidieron a Tolkien una segunda parte de “El Hobbit” y el buen hombre, a sabiendas de que aquella obra había quedado, digamos, finiquitada según su propio desarrollo, no tuvo mejor idea, brillante por cierto, que dar rienda suelta a su imaginación y salió lo que salió…)

De todas formas, no pensemos que, una vez que tuvo aquella primera frase, el escritor se puso a escribir aquello que había surgido de no se sabe dónde y le salió toda la obra. No. En realidad, aún pasó mucho tiempo (si vemos las fechas, 1928 y la publicación, 1937) para que eso tuviera un cuerpo y una forma determinadas. Aún debía recorrer un largo camino que, por cierto, no sería nada extraño en la propia producción literaria de Tolkien que no era muy dado a las prisas y, por las mismas, a hacer las cosas mal…

Digamos, a este respecto que fue en octubre de aquel año 1936 cuando Tolkien entrega el manuscrito de la obra terminada. Y es Elaine Griffiths, que fuera alumna del profesor y ahora trabajaba en la editorial, citada arriba, George Allen & Unwin la que, habiendo leído el manuscrito (aún no terminado) de “El Hobbit” quien recomendó vivamente a los editores que se pusieran en contacto con su antiguo profesor porque creía que había leído una obra no menor sino que podía ser muy importante.

Eran, por tanto, demasiadas pruebas a favor del libro que, al parecer, debía terminar. Y bien que lo hizo para entregarlo, como decimos, en aquel décimo mes del año de 1936 y luego recibir la crítica favorable, puesta arriba, del hijo de quien acabaría siendo su editor.

Cuando sale a la luz pública El Hobbit, digamos que entre sus colegas profesores la cosa pasó desapercibida. No sabemos si por envidia, por considerarla algo menor comparada con las labores académicas que ellos llevaban a cabo o, incluso, por preguntarse qué es lo hacía Tolkien con las subvenciones que recibía viendo lo que ellos creían que era el resultado de las mismas…

Sin embargo, una cosa era eso que, seguro, poco podía molestar a Tolkien, ni como profesor ni como escritor, y otra muy distinta la reacción del público para quien, claro, se había dado luz a su obra.

Sobre esto es fácil saber qué paso porque es lo mismo que pasa hoy día, tantos decenios después de haber sido publicado El Hobbit: un éxito rotundo y total pues, para más señas, no sólo recibió las buenas críticas de C.S. Lewis en el suplemento literario de The Times sino que en Estados Unidos de América recibió el galardón, propio del New York Herald de ser la mejor novela juvenil del año.

Ni qué decir tiene que, incluso ahora en la distancia del tiempo, aún se escucha el frotarse las manos del editor de El Hobbit: ¡Habían encontrado una mina con más oro que el que escondía la Montaña Solitaria!

Y debe ser verdad, porque hoy día sigue dando un mineral tan preciado como ése pero, claro, en dividendos empresariales, si ustedes nos entienden…

  

(Continuará)

   

Eleuterio Fernández Guzmán- Erkenbrand de Edhellond

Para leer el Prólogo

Para leer el Capítulo 1.

Para leer el Capítulo 2.

Para leer el Capítulo 3.

Para leer el Capítulo 4.

Para leer el Capítulo 5.

Para leer el Capítulo 6.

Para leer el Capítulo 7.

Para leer el Capítulo 8.

1 comentario

  
Raúl Vallejo
Muy buena entrada, e interesante, como siempre.

Un cordial saludo
RV

EFG

Pues gracias por sus palabras.
25/02/21 9:23 AM

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