J.R.R. Tolkien - Entre Bloemfontein y Bournemouth- Capítulo 5: Lo que ansía Tolkien

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Si decimos que Ronald Tolkien era un inconformista no exageramos lo más mismo porque aquel hombre, que como es sabido, estaba más que preparado para el estudio (su madre Mabel había hecho mucho para que eso fuese así), cuando algo no le interesaba… en fin… pues no le interesaba. Y, al contrario, era un verdadero apasionado de todo aquello que era de su interés. Y sí, tal forma de actuar, seguramente, no es propia de él solo…

Esto lo decimos porque, como podemos imaginar, había realidades que se traían al fresco, por así decirlo, y no les prestaba demasiada atención y, vamos, no es capaz de encontrar razón alguna para que pase de un pensamiento así, digamos de negativo, a otro que sea luz en tal sentido.

Nuestro autor, digamos que dio un paso importante cuando dio, por decirlo así, de lado el estudio de la filología clásica para sustituirlo por las lenguas medievales con las que mantuvo un verdadero idilio, eso sí, fuera de aquello que era el ser y estar de alguien que se dedica a otra cosa…

De todas formas, no creamos que, en esto, era él solo quien ponía de su parte porque, dentro de la misma organización universitaria era más que conocida su capacidad para unas cosas más que para otras y no iba a permitirse que se perdieran quien había dado tantas muestras de lo primero. Por eso le ofrecen un programa de posgrado pues era conocido que tenía una capacidad algo más que superior en filología comparada.

De esta propuesta, digamos, que más que oportuna y más acorde con la verdadera voluntad del joven Tolkien, obtiene algo que consideraba crucial para su vida universitaria e, incluso, privada: empieza a estudiar islandés antiguo. Pero no sólo eso sino, sobre todo, la mitología que encerraba el mismo que era algo más que ansiado por quien tanta importancia daría a los mismos porque creía que su amada Inglaterra estaba necesitada de ellos.

El caso es que, como era de esperar, de esta labor ha de resultar algo más bueno. Así, por ejemplo, estudia el poema “Völuspà” que viene a querer decir, del Islandés antiguo, algo así como “La profecía de la vidente”, conservado en la Edda poética, que viene a ser una colección de poemas mitológicos escritos en nórdico antiguo.

The Christ of Cynewulf, a Poem in Three Parts: The Advent, the Ascension,  and the Last Judgment, Translated Into English Prose Classic Reprint:  Amazon.es: Whitman, Charles Huntington: Libros en idiomas extranjeros

Sin embargo, es al estudiar poemas anglosajones como los del poeta Cynewulf (autor del siglo VIII) que escribió, en su poema Cristo, entre otras cosas, esto:

“¡Ea, Earendel, entre los ángeles el más brillante,

enviado sobre la tierra media  a los hombres

y verdadero rayo del sol,

resplandeciente sobre las estrellas! Tú en todo momento

por ti mismo siempre iluminas.” 

Es tan cierto y verdad como que Tolkien escribió El Hobbit y El Señor de los Anillos que de aquí supo extraer un nombre (bueno dos, pero uno… sobre todo) como es el de “Tierra Media” del que pudo obtener, nada más y nada menos, que el fruto de la eternidad. 

No hay duda alguna de que el camino que estaba tomando J.R.R. Tolkien estaba resultando fructífero o, al menos, estaba empezando a sembrar para, luego, recoger la cosecha de producción literaria porque todo se estaba cociendo en su corazón y en su mente a fuego lento, muy lento. 

El caso es que, como hemos dicho arriba, nuestro autor no tiene demasiado interés por la lengua o la literatura inglesa posterior a Chaucer (1343-1400) pero es que, como era lingüista no hay poder en la tierra que le pueda obligar a pasar por el estudio de la literatura moderna. Y es que, como ya había demostrado, su voluntad no iba por ese camino sino por otro muy distinto y, sobre todo, más antiguo y, para todos, provechoso… 

The House of the Wolfings - Wikipedia

En realidad, podemos decir (sin temor a equivocarnos) que, como hemos dicho arriba y otras veces, Tolkien ansiaba una mitología para Inglaterra que no es que no tuviera sino que la quería más consistente y formada como sabía que era, por decirlo así, propiedad de las naciones del norte de Europa. Y suspiraba por eso. Por tal causa, no nos extraña nada de que leyendo a un exalumno del Exeter College (lugar donde estudiaba él mismo), de nombre William Morris (1834-1896) quedara cautivado por el lenguaje que utilizaba en su obra The House of the Wolfings and All the Kindreds of the Mark.

Podemos decir que nuestro autor pudo inspirarse en cosas como ésta, que corresponde a parte del Capítulo XXI de título “De la tormenta de Thiodolf”

 Entonces el corazón de Elfric le dio un vuelco y puso su mano sobre la del duque de guerra y lo miró de cerca a la cara; y la mano estaba fría y el rostro pálido ceniciento; y Elfric puso su mano en su costado, y sintió la espada corta del líder romano hundirse profundamente en él, además de sus muchas otras heridas.

Entonces Elfric supo que estaba muerto, y arrojó el cuenco a la tierra, y alzó las manos y gimió en voz alta, como una mujer que de repente se acerca a su hijo muerto y grita con gran voz:

¡Aquí, aquí, oh hombres de este salón, porque el duque de guerra de los Markmen ha muerto! ¡Oh pueblo, escuchen! ¡Thiodolf el Poderoso, Wolfing ha muerto!”

Hay aquí una dinámica interior del texto, un proceder de los personajes y, en fin, un ser mismo de la narración que tanto bien hizo al autor de ya sabemos qué obras (por no volver a repetirlas…)

¿Qué fue, pues, de todo este recorrido literario y lingüístico?

Pues de todo esto sólo podía salir lo que tenía que salir: la creación de un universo mitológico propio que dio comienzo, nada más y nada menos, que con el poema de título “El viaje de Eärendel, la estrella vespertina” (escrito a finales de verano de 1914) que muy bien sabemos el significado y realidad de tal poema en la obra, entonces, incipiente, de Tolkien padre pues, con el paso de las versiones, devino Eärendil (padre de los medio elfos, como él mismo, Elros y Elrond) a la sazón, hijo de Tuor e Idril Celebrindal, allá en Gondolin (¡Ay su caída!)…

Podemos ver, según lo apenas aquí dicho y traído, que la fuente de todo Tolkien no estaba muy lejos de sus, digamos, extraños gustos literarios pero maravillosos, a la vez.

  

(Continuará)

   

Eleuterio Fernández Guzmán- Erkenbrand de Edhellond

Para leer el Prólogo

Para leer el Capítulo 1.

Para leer el Capítulo 2.

Para leer el Capítulo 3.

Para leer el Capítulo 4.

1 comentario

  
Sss
"(...)nuestro autor no tiene demasiado interés por la lengua o la literatura inglesa posterior a Chaucer".

Parece ser que esto es muy pero que muy matizable. Hace poco Holly Ordway ha publicado una obra demostrando que Tolkien bebía en abundancia de la literatura contemporánea. Se constatan al menos 200 obras posteriores a 1850.

Un cordial saludo.

EFG

Le agradezco su comentario pues está más que bien que se vayan conociendo cosas nuevas sobre Tolkien.
28/01/21 9:18 AM

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