InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Abril 2023

10.04.23

Un amigo de Lolo – La relación de Lolo con el mundo

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Estamos más que seguros que Manuel Lozano Garrido, Lolo, vivió a lo largo de su vida en un mundo dividido en dos mitades, a saber: uno antes de perder la vista y otro, claro está, después de pasar a engrosar el número de los ciegos que había en España. Y ya podemos imaginar que no era lo mismo ver que no ver y, dada su especial situación física… mucho menos que era eso. Sin embargo, podemos decir que el Beato de Linares (Jaén, España) puso al mal tiempo buena cara y, ante la adversidad, ni se arredró ni nada por el estilo sino que se comportó como un verdadero campeón de la vida y de la existencia o, vamos, como un superhéroe de la espiritualidad más profunda. Super Lolo, bien podríamos decir, ataviado con capa del corazón y con su arma (no tan secreta) de la fe. 


Pero, claro, hubo un antes y un después… 

El antes de quedarse ciego

Sabemos, por sus propios libros y por las personas que lo conocieron en el tiempo anterior a perder la visión fruto de la enfermedad degenerativa que padecía, que Lolo era una persona interesada, digamos así pronto, por todo. Es decir, que nuestro amigo, muy a pesar (o, mejor, por eso mismo) de la situación física por la que pasaba desde los primeros años de la década del 40 del siglo pasado, el XX, era una persona ávida de información sobre todo aquello que sucedía a su alrededor y, por ende, por todo lo que sucedía en el resto de España y en el mundo mismo y todo completo. 

Ya podemos imaginar que Manuel Lozano Garrido se empapó de todo lo que contaba la prensa de su época (entendiendo a la misma como a los periódicos), supo todo lo que se decía en las revistas y, seguros estamos de ello, sería un fiel oyente de la radio de la que también formó parte durante un tiempo al trabajar para la misma de la manera que era requerida su intervención.

Lolo no dejaría sin tocar capa alguna de información porque así lo demuestran los muchos artículos que escribió y publicó en la prensa local y nacional sin olvidar para nada su labor con su creación de nombre “Sinaí” donde trabajó más que mucho (junto con otras personas) y a la que dedicó, como obra suya que era, muchas horas de su vida.  Y por eso podemos decir, sin temor a equivocarnos, que antes de perder la vista Lolo era un verdadero entusiasmado de su trabajo. 

Y, entonces, aquel hombre que vivía la vida desde su sillón de ruedas, mostró, ahora sí quedó bien demostrado, que quien quiere… puede. 



El después de quedarse ciego

 

No es poco cierto que perder la vista ha de ser algo terrible, en sí misma considerada tan pérdida. Sin embargo, en el caso de Lolo la cosa era aún peor porque se añadió a sus padecimientos el no poder ver. Y sí, estamos seguros de que le tuvo que pesar mucho y más que mucho como, también estamos seguros de esto, nos pasaría a cualquiera de nosotros. 

Lolo, sin embargo, no se arredró. 

En realidad, no es que no se arredrara sino que casi todos los libros que publicó los escribió después de perder la vista… 

Esto, dicho así, podría parecer raro pues… si no veía, ¿cómo podía publicar como lo hizo?

Es cierto que aquí entran en juego otras muchas personas que echaron una mano (vamos, muchas manos) al bueno de Manuel. Y, sin embargo, eso no disminuye para nada el valor de lo que hizo Lolo desde que perdió la vista hasta el día (casi el mismo) que subió a la casa del Padre, un 3 de noviembre de 1971. 

Lolo escribió libros pero siguió publicando artículos en la prensa local y nacional, como hemos dicho antes, con un ritmo que es casi inimaginable para alguien que no ve y que, como es obvio, no puede tener acceso a lo escrito en los medios de comunicación como tenía antes de no poder ver nada. Sin embargo, eso a nuestro amigo parece que no le importó nada. Y cuál no sería su espíritu que lo contagió a muchas personas (empezando por su todo-todo Lucy, su hermana)  que pusieron todo de su parte para que aquello que salía de la mente pero, sobre todo, del corazón de Lolo no quedara ahí, como no dicho o escrito sino que, al contrario, muchas personas pudieran gozar de eso. Y no sólo gozaron entonces, conforme iba publicando sino que hoy mismo, nosotros, tantos años después de su marcha al Cielo, seguimos gozando mucho y más que mucho.

Lolo, por tanto, al perder la vista, se agrandó como persona y se vino arriba, así de simple y sencillo. Y eso, se diga lo que se diga, sólo lo pueden hacer aquellos que están tocados por la mano de Dios. ¿o no?

En fin… hemos podido darnos cuenta de cómo era Lolo y de cómo, muy a pesar de todos los pesares que podamos atribuir a su vida, se relacionaba con el mundo y de cómo nos sirve de ejemplo ante todos nuestros quejidos y nuestros lamentos.  

Eleuterio Fernández Guzmán



Panecillos de meditación


Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 
Panecillo de hoy:

Entender el sufrimiento es un bien más que importante.


Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor”
“La verdad, como el alba, nos trae la luz y la alegría; por eso Dios es así de infinitamente iluminante y jubiloso  (13)

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Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

8.04.23

La Palabra para el Domingo - 9 de abril de 2022

Resultado de imagen de SAnta BibliaComo es obvio, hoy no es domingo 9 de abril de 2023 sino sábado, 8. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del día siguiente, domingo.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

  
Jn 20, 1-9


“1 El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. 2 Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: ‘Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.’ 3 Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. 4 Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. 5 Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. 6 Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, 7 y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. 8 Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, 9 pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos”.


COMENTARIO

 Y ¡Resucitó!

 
Aunque no podamos decir que sepamos lo que pensaron aquellos dos discípulos asustadizos (Pedro y Juan) no es poco cierto que podemos hacernos una idea de lo que pasó por sus corazones cuando aquella mujer, María Magdalena, entró corriendo donde estaban escondidos por miedo a los judíos, y les dijo que no estaba el cuerpo del Maestro. 

Aquella mujer, por cierto, amaba mucho a Jesús. Va al sepulcro cuando aún es de noche. Quiere visitar al Maestro y, seguramente, acabar de arreglar su cuerpo porque, por las prisas del viernes es posible que no terminaran las labores propias en tal caso. Y allí que acude, presurosa aprovechando las primeras horas del día.

Pero lo que encuentran no les gusta. En realidad, es posible que no acudiera ella sola al sepulcro porque el texto de San Juan pone en boca de María Magdalena “no sabemos dónde lo han puesto”. Serían, pues, las santas mujeres que acompañaron a Jesús en el tránsito de su Pasión las que fueran allí para hacer lo que tuvieran que hacer.

Los discípulos más arrojados, Juan y Pedro, el amado de Jesús y el primus inter pares (primero entre iguales) salen corriendo. Es decir, el más joven de ellos y quien sería el encargado por Jesús de dar forma a su Iglesia, no pueden resistir la situación: si, además de haberlo matado de aquella forma ahora robaban su cuerpo… 

Y resucitó al tercer día... - Parroquia San Pedro Apóstol (Málaga)

En realidad, aún no acababan de entender que todo lo que Jesús les había dicho muchas veces: moriría y, luego, resucitaría… al tercer día. Y aquel domingo era, precisamente, el tercer día. 

Pedro, que llega después de Juan, ve lo que ha pasado. Es, sin duda, el de más edad y llega más tarde que Juan pero tiene preeminencia entre los apóstoles y no duda lo más mínimo en entrar. Mientras, Juan se queda en la puerta esperando y, cuando entra dentro se da cuenta de que las telas que habían cubierto al Señor no están tiradas por tierra (propio de un robar el cuerpo) sino que estaban puestas tal como las habían dejado en el cuerpo como si hubiera “salido” del mismo de una forma misteriosa y maravillosa. Y eso le hace creer pues no es de extrañar que Jesús le hubiese dicho, en alguna ocasión (en confidencia de quien sabía tener mucha fe y confianza) que tal sería su Resurrección. Por eso creyó cuando vio pues se había confirmado todo lo dicho por el Maestro.


Y no es poco cierto que en los apóstoles discurriera, por sus corazones, una doble seguridad: Jesús había resucitado (como verían muy pronto y comprobarían por ellos mismos) sino que, además, eso confirmaba que todo lo que el Maestro había dicho se había cumplido y todo, pues, era verdad de la verdadera. No debe extrañarnos, por tanto, que todo el miedo que, hasta entonces, había dominado sus vidas (por miedo a sufrir muerte semejante a la de Jesús) se trocar en osadía, en alegría, en gozo y, en fin, en arrojo propio de quien ya no tiene más miedo sino que se da cuenta de que la vida eterna está a su alcance. Y, ante eso, no hay obstáculo alguno que se les pueda enfrentar.


PRECES

Por todos aquellos que no creen en la Resurrección de Cristo.

 

Roguemos al Señor.

 
Por todos aquellos que no tienen esperanza en la vida eterna.

Roguemos al Señor.

 
ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a confiar en todo lo dicho y hecho por Jesucristo.


Gracias, Señor, por poder transmitir esto.


 
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

  
Eleuterio Fernández Guzmán

  

Panecillos de meditación


Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 
Panecillo de hoy:

 

Y resucitó como había dicho.


Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

2.04.23

Un amigo de Lolo – Oración a las tres de la tarde del Viernes Santo

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Es cierto y verdad que hoy no es Viernes Santo pero, teniendo en cuenta que será muy pronto y que este artículo se publica hoy lunes de esta nueva Semana Santa, vale la pena traer aquí una oración que ha alcanzado una fama bien ganada porque en ella, nuestro amigo Lolo dice verdades como puños o, mejor, como corazones. 

Aquí queda, pues, esta singular y certera oración: 

Oración a las tres de la tarde del Viernes Santo 

“Cristo Jesús, hermano nuestro:

 Déjame decir antes que nada que a Ti, sobre el Calvario, no te clavaron sobre unos leños barnizados; ni que pasaste por la vida escoltado por los guardaespaldas que usan los poderosos; ni que tu hora definitiva tuvo arcos de triunfo y bandas de música, sino apenas el ruido de una losa sepulcral que se parte. Tú, el Rey de Reyes, tienes también sobre ellos la primacía y la corona de la sencillez, el aire y el modo de ir por la vida con eso que nosotros, con ojos humanos, llamamos la vulgaridad de un Juan Nadie. Nazaret te vio bajo el ángulo gris de hombre trabajador, y los traficantes que acudieron aquel día a comerciar a Jerusalén sólo notaron, hasta la hora del terremoto y los portentos, tu áspera apariencia de hombre condenado, eso que aún hoy se repite de vez en cuando en cualquier cantera o en el patio de una fortaleza. 

Los que en esta tarde venimos a Ti sabemos muy bien de ese ángulo de madera sin cepillar que son las cruces; las cruces, Señor, que si uno no sabe cargar a su modo pasan la piel como las astillas que descarnan. Por muy bonitas que salgan en las procesiones y las pinten en los cuadros, las cruces nunca serán objetivamente bellas. Cristo: fuiste tan maravillosamente paradójico que hoy cualquier criatura se puede llamar a sí misma crucificada y no pecar contra la soberbia. Desde que la plantaste a mitad de camino entre la divinidad y el barro de los hombres, la Cruz es confluencia y encrucijada de amor. Lo que Tú cargaste de más de nuestro calibre de criaturas, nosotros podemos tomarlo de tu parcela de Dios. Te miramos, y, como nosotros, tienes manos que pueden acariciar, ojos con los que revisar limpiamente, pies con las agujetas de los buenos caminos, corazón para trajinar la sangre y rodarla mansamente por todas las venas del mundo. Tú, Cristo, sabes de llagas y heridas; de disnea que atenaza y ahoga; de fiebre que revienta los termómetros; de sed que pone los paladares como la tierra del cántaro recién cocido. Por eso, a Ti, Dios y hombre circunscrito a esa órbita de los cuatro clavos, nosotros, los pobres hombres y mujeres, los olvidados, los silenciosos, los que viven la hora dura de los seres en la cuneta; nosotros, digo, alzamos la frente sobre esta epidermis sin brillo de las cosas para ver sólo la credencial de hermano nuestro, de gemelo nuestro, que a las tres de la tarde de un día como hoy firmaste con sangre al sol y al viento de una fecha de primavera. Mira, ¿ves?, yo, uno cualquiera, tengo conciencia, y lo grito, de mi naturaleza de barro,  tan cerca de la de la hormiga; pero quiero airear ese injerto de sobrenaturalidad y esperanza que nos has cosido con la redención. Desde las tres de la tarde del Viernes Santo todos los hombres estamos como “encielados”. Aunque la culpa nos seque y nos haga, las más de las veces, como postes de telégrafos. Es lo de menos, porque el verdor y la frescura los dan de nuevo la vitalidad de tu sangre y la transfusión de tu Gracia. 

De cara a la pena de tus cinco boquetes en la pasión, uno baja la cabeza con cierto pudor de decir que sale de meditar tu muerte con una sensación de alegría. Y es verdad, porque lo que al fin queda sobre el griterío de la multitud deicida es el volteo de las campanas de la Resurrección. Fíjate, Cristo, que nosotros estamos aún en la flagelación y la esponja de vinagre cuando no nos escuece todavía el preámbulo del dolor, ese beso de Judas que es la caída del paraíso. A veces, uno mismo se sorprende mordiendo los labios o con un reguero de lágrimas que arden por las mejillas: es el dolor físico, el imperativo humano que gesticula en la carne; pero Tú, que eres médico de almas y tienes rayos X para la conciencia, sabes de ese poso dorado que es la alegría de nuestro corazón. 

El dolor es una llamada tuya y un privilegio que canta en nuestra vida con la bravura de un río joven. Por eso, antes que nada, te damos, Señor, las gracias por la distinción de tu mirada, por la promoción de nuestras vidas al área redentora. Lo que vale, lo que nos pone de rodillas sobrecogidos de misterio es esa emoción de comprobar una por una tus pisadas y sentir que es nuestra sandalia la que se puede amoldar a tu huella, desmenuzar tus peripecias de condenado a muerte, el cargo de la Cruz, las caídas o el despojo, y hallarlas paralelas en los matices dolorosos de unas criaturas corrientes y molientes.”

 

Aquel Viernes y todos los Viernes Santos desde entonces 

 

Después de leer (vamos, releer por haber sido leído tantas otras veces…) este texto del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, nos queda muy poco que decir porque el mismo lo dice todo. 

En realidad, podemos decir que, a tenor de esta tan especial oración, estamos seguros de poder reconfortar nuestra alma en la certeza de que Cristo, el Hijo de Dios en su Pasión, nos permite tenerlo tan en cuenta en nuestra vida y en nuestras cruces, que casi lo vemos a Él cargando con ellas. 

Cristo, por tanto, murió pobre con nada en el cuerpo pero con el corazón lleno de Amor y con el alma bien llenita de dicha. 

Cristo, en su Cruz y con su Cruz nos abrió el Cielo. 

Cristo nos enseñó a cargar con nuestras cruces siendo Él ejemplo de cómo hacerlo. 

Cristo no fue masoquista y soportó la Cruz porque quiso y por Amor. 

Cristo, desde su Cruz, nos mostró que estaba vivo y que siempre lo iba a estar para siempre, siempre, siempre. 

Cristo es gemelo nuestro en el dolor y en el sufrimiento.

Cristo, con aquella Cruz, nos abrió las puertas del Cielo. 

Cristo, a pesar de nuestras maldades y pecados, revitaliza nuestro corazón y nuestra alma. 

Cristo resucitó y por eso nuestra ve no es vana. 

Cristo nos enseñó que, en dolor, hay alegría y en el sufrimiento bien entendido una camino hacia la vida eterna.

 Cristo nos enseñó, con su ejemplo a pisar por dónde él pisó. 

Cristo, en fin, quiso que nosotros, corrientes y molientes como somos, podamos decir alto y claro que somos hijos de Dios…¡Y lo somos!

 

Y así, todos los Viernes Santo que en el mundo han sido desde aquel primero y, si me apuran, cada uno de los días que, desde entonces, han permitido y ofrecido nuestra salvación. 

Y ahora, por favor, vuelvan a leer esta gozosa oración.

 

 Amén. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

Panecillos de meditación

  

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

 

Panecillo de hoy:

 

Nunca un sufrimiento fue tan fructífero.

  

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor”

 

“El sol del pensamiento divino no tiene manchas (12)”

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Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

1.04.23

La Palabra del Domingo - 2 de abril de 2023

Resultado de imagen de SAnta Biblia

Como es obvio, hoy no es domingo 2 de abril de 2023 sino sábado, 1. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del día siguiente, domingo.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.


Mt 27, 11-54

  

“11 Jesús compareció ante el procurador, y el procurador le preguntó: ‘¿Eres tú el Rey de los judíos?’ Respondió Jesús: ‘Sí, tú lo dices.’ 12 Y, mientras los sumos sacerdotes y los ancianos le acusaban, no respondió nada. 13 Entonces le dice Pilato: ‘¿No oyes de cuántas cosas te acusan?’ 14 Pero él a nada respondió, de suerte que el procurador estaba muy sorprendido. 15 Cada Fiesta, el procurador solía conceder al pueblo la libertad de un preso, el que quisieran. 16 Tenían a la sazón un preso famoso, llamado Barrabás. 17 Y cuando ellos estaban reunidos, les dijo Pilato: ‘¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, el llamado Cristo?’, 18 pues sabía que le habían entregado por envidia. 19 Mientras él estaba sentado en el tribunal, le mandó a decir su mujer: ‘No te metas con ese justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños por su causa.’ 20 Pero los sumos sacerdotes y los ancianos lograron persuadir a la gente que pidiese la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. 21 Y cuando el procurador les dijo: ‘¿A cuál de los dos queréis que os suelte?’, respondieron: ‘¡A Barrabás!’ 22 Díceles Pilato: ‘Y ¿qué voy a hacer con Jesús, el llamado Cristo?’ Y todos a una: ‘¡Sea crucificado!’ - 23  ‘Pero ¿qué mal ha hecho?’, preguntó Pilato. Mas ellos seguían gritando con más fuerza: ‘¡Sea crucificado!’ 24 Entonces Pilato, viendo que nada adelantaba, sino que más bien se promovía tumulto, tomó agua y se lavó las manos  delante de la gente diciendo: ‘Inocente soy de la sangre de este justo. Vosotros veréis.’ 25Y todo el pueblo respondió: ‘¡Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!’ 26 Entonces, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarle, se lo entregó para que fuera crucificado. 27 Entonces los soldados del procurador llevaron consigo a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la  cohorte.28 Le desnudaron y le echaron encima un manto de púrpura; 29 y, trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha una caña; y doblando la rodilla delante de él, le hacían burla diciendo: ‘¡Salve, Rey de los judíos!’; 30 y después de escupirle, cogieron la caña y le golpeaban en la cabeza.31 Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y le llevaron a crucificarle. 32 Al salir, encontraron a un hombre de Cirene llamado Simón, y le obligaron a llevar su cruz. 33 Llegados a un lugar llamado Gólgota, esto es, ‘Calvario’, 34 le dieron a beber vino mezclado con hiel; pero él, después de probarlo, no quiso beberlo. 35 Una vez que le crucificaron, se repartieron sus vestidos, echando a suertes. 36 Y se quedaron sentados allí para custodiarle. 37   Sobre su cabeza pusieron, por escrito, la causa de su condena: ‘Este es Jesús, el Rey de los judíos.’ 38Y al mismo tiempo que a él crucifican a dos salteadores, uno a la derecha y otro a la izquierda. 39 Los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: 40 ‘Tú que destruyes el Santuario y en tres días lo levantas, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!’ 41   Igualmente los sumos sacerdotes junto con los escribas y los ancianos se burlaban de él diciendo: 42 ‘A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. Rey de Israel es: que baje ahora de la cruz, y creeremos en él. 43 Ha puesto su confianza en Dios; que le salve ahora, si es que de verdad le quiere; ya que dijo: “Soy Hijo de Dios."‘ 44 De la misma manera le injuriaban también los salteadores crucificados con él. 45 Desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. 46 Y alrededor de la hora nona clamó Jesús con fuerte voz: = ‘¡Elí, Elí! ¿lemá sabactaní?’, = esto es: = ‘¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?’ = 47 Al oírlo algunos de los que estaban allí decían: ‘A Elías llama éste.’ 48 Y enseguida uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja, la empapó en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber. 49 Pero los otros dijeron: ‘Deja, vamos a ver si viene Elías a salvarle.’ 50Pero Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, exhaló el espíritu. 51En esto, el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo; tembló la tierra y las rocas se hendieron. 52 Se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos difuntos resucitaron. 53 Y, saliendo de los sepulcros después de la resurrección de él, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos. 54 Por su parte, el centurión y los que con él estaban guardando a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron: ‘Verdaderamente éste era Hijo de Dios.’”
   



COMENTARIO

Pasión; Su Pasión
  
Todo estaba escrito. 

Desde hacía muchos siglos, los profetas y otras personas que se encargaron, mediando la inspiración del Espíritu Santo y, así, de Dios mismo, de escribir acerca de las tribulaciones del pueblo escogido por el Creador, habían dejado dicho, de muchas formas, lo que tenía que pasar. 

Y, en efecto, estaba pasando. 

Sobre este momento de la vida del Hijo de  Dios se ha dicho y escrito mucho porque muy importantes fueron aquellos acontecimientos para la vida de la humanidad. 

Cristo es apresado de forma indigna. Indignamente fue entregado por un apóstol indigno que entregó su alma al Diablo por unas monedas y  por no ver en Jesús al Mesías liberador-guerrero que estaban esperando muchos que, con ánimo vengativo esperaban la liberación política y social del pueblo judío.

Pero Jesús no había venido a este mundo a traer un Reino de muerte sino de paz y no de venganza sino de amor y misericordia. Y por eso estaba pasando lo que estaba pasando. 

Aquellos que lo entregan a las autoridades romanas saben que no pueden matar, por las buenas, a nadie. Y el procurador, aquel personaje dubitativo y cobarde que no quiere enfrentarse al poder de los sacerdotes judíos, es la persona ideal para conseguir el fin buscado que no es otro que acabar con la vida física de Aquel que enseñaba como ellos no sabían enseñar: con autoridad.

Todo aquel proceso judicial, como sabemos, estaba plagado de irregularidades. No importaba, eso, a quien buscaba la desaparición de Jesús y, menos aún, para los que las normas romanas no les importaban absolutamente nada. El caso era acusar a Jesús de tal forma que no pudiera sentenciarse otra cosa que no fuera su muerte… y muerte de cruz, además, infamante para el reo. 

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Juan - InfoVaticana

Pero todo, como decimos, estaba escrito y se tenía que cumplir.

Jesús sabe que nada de lo que diga podrá hacer cambiar de idea a los que le persiguen. Había predicado, muchas veces, en las calles de Jerusalén, en el Templo de la Ciudad Santa. Sabían, pues, lo que pensaba porque escucharon, los que debían escuchar sabiendo lo que decía, y lo que escucharon no les gustó nada. Iba contra mucho de lo establecido porque lo establecido por el hombre no era lo establecido por Dios Creador, su Padre. 

Lo que pasó luego, tras aquel impresentable proceso, tiene mucho que ver con Dios, con Jesucristo y con la salvación de la humanidad caída. 

Aquel hombre romano, aquel soldado que se dio cuenta de que el hombre que colgaba en la cruz era el Hijo de Dios hizo un gran favor al ser humano: supo apreciar la verdad en medio de aquel caos de sangre  muerte. Aquel soldado, por eso mismo, quedó justificado y nosotros, si somos capaces de darnos cuenta de eso y lo que eso significa para nosotros, también lo seremos. 
 

PRECES  

Pidamos a Dios Por todos aquellos que no ven en la muerte de Jesús la redención de la humanidad. 

Roguemos al Señor.
  
Pidamos a Dios Por todos aquellos que no creen que la sangre de Cristo salvar al mundo. 

Roguemos al Señor.

ORACIÓN
  
Padre Dios; ayúdanos a agradecer la muerte de tu Hijo porque por su sangre redimiste al mundo.

 
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

 
Eleuterio Fernández Guzmán 

  

Panecillos de meditación


Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
 
Panecillo de hoy:

 

Su Pasión y, con ella, nuestra salvación eterna.


Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.