InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Febrero 2022

9.02.22

Ventana a la Tierra Media – Cartas a Christopher – 4. El dificultoso camino de un libro, del Libro

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Como suele ser habitual en J.R.R. Tolkien, para alguien que quiere escribir sobre su obra, es la misma una fuente y corriente inagotable de temas. Y, en concreto, sus “Cartas”(Edición de Minotauro, debemos decir para hacer justicia) son un una que, como dice el Salmo 41 ("Como busca la cierva corrientes de agua…), es de agua vivificante para todo lector y admirador del maestro de Oxford y, en concreto, para su alma.

Como se trata, por tanto, de una posibilidad más que amplia, hemos pensado que sería buena cosa, elegir algunas de las dirigió a su hijo Christopher cuando se encontraba el mismo en plena Segunda Guerra Mundial de la que, gracias a Dios, volvió con vida como hizo su padre en la otra, la Primera, de la que no sólo salió parte de su obra sino mucho del sentido que le dio a la misma. Y la cosa durará, como podemos imaginar, hasta que dure, si ustedes nos entienden… 

Continuamos, por cierto, con la carta que envía el 5 de abril de 1944 al hijo citado arriba. Y decía, ahora, esto:

“Me he embarcado seriamente en un esfuerzo por acabar el libro y me he estado acostando más bien tarde: ha sido necesario reescribir e investigar mucho. Resulta bastante difícil adquirir de nuevo el ritmo. He vuelto a Sam y a Frodo, y estoy tratando de elaborar sus aventuras. Unas pocas páginas a cambio de mucho sudar; pero en este momento se encuentran con Gollum al borde de un precipicio. ¡Cuánto trabajo has puesto en la mecanografía y qué bellamente escritos están los capítulos! Me gustaría tener todavía cerca a mi amanuense y crítico. “

Para empezar, digamos que volvemos unos pocos días en el tiempo pues esta cara es, como ponemos arriba, del 5 de abril de 1944 y a la que nos referíamos en el artículo anterior era del 30 del mismo mes y año. Y es que aquí encontramos algo importante (al menos, a nuestro parecer) en la producción literaria de Tolkien padre. 

Al respecto de las palabras de J.R.R., es cierto y verdad que, para quien se haya dado a la escritura, lo hiciera en el pasado y tenga idea de hacerlo en el futuro, nada hay más verdad que lo que nos dice nuestro autor: ¡qué dificultad tiene, a veces, escribir! 

Es verdad que cada uno a su nivel tiene sus dificultades pero no podemos negar que las que recaían sobre el autor de “El Señor de los Anillos” eran bien grandes: su vida personal, su tarea como profesor, los hijos… en fin, que no podemos decir que el buen hombre tuviera mucho tiempo libre pues, según leemos en alguna carta, hasta de dar de comer a las gallinas y limpiarlas se ocupaba el hombre… 

De todas formas, empecemos por el final de esta carta

20 años de 'El Señor de los Anillos': una trilogía imposible que estuvo a  un paso de no existir

Sin duda que un padre echa de menos a un hijo y, más aún, cuando el mismo no es que se encuentre por trabajo lejos de donde vive habitualmente sino que el mismo se encuentra lejos por trabajo militar y, además, en todo el meollo de un conflicto mundial como fue la II Guerra Mundial. Y es lo que le pasaba a Tolkien padre al respecto de Tolkien hijo. Y es que, como sabemos, se había convertido en el ayudante perfecto para el escritor: lo conocía a la perfección, gozaba con lo mismo que su padre y, además, tenía el ímpetu necesario como para “soportar” algo tan dificultoso como era aquello que escribía su Padre.

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8.02.22

Cuando Martín Descalzo escribió a Dios: 5 - No sentirse abandonado por Dios

Guillermo Luca de Tena nombra al sacerdote José Luis Martín Descalzo nuevo  Director de la revista BLANCO Y NEGRO - La Hemeroteca del Buitre

Introducción:

José Luis Martín Descalzo o, mejor, el P. José Luis Martín Descalzo (Madridejos, 1930 – Madrid, 1991) fue, como vemos, sacerdote. Pero también fue escritor. Dirigió revistas como “Vida nueva” y “Blanco y Negro”.

Como escritor, es autor, entre otros, de libros como “La frontera de Dios”, a la sazón premio Nadal de 1956, “Lobos, perros y corderos”, de 1978, o ensayos como “Un periodista en el Concilio, 1962-1965” y, por citar una última obra suya, su impagable “Vida y misterio de Jesús de Nazaret” ante la cual cabe descubrirse el sombrero si es que se lleva tal prenda… 

Pero Martín Descalzo también tuvo relación con el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, a quien mantuvo al punto de la noticia de lo que sucedía en el Concilio Vaticano II porque le enviaba, por decirlo así, un boletín con lo que estaba acaeciendo en Roma (fue, Martín, enviado especial de La Gaceta del Norte) y ante lo cual Lolo reaccionaba más que emocionado. 

El caso es que el P. Martín Descalzo llegó a decir Misa en casa de Manuel Lozano Garrido (pues, dadas sus especiales circunstancias física le fue autorizado algo tan excepcional como eso) y quedó vivamente impresionado al ver el aplomo que tenía Lolo y cómo se comportaba teniendo en cuenta la situación por la que estaba pasando desde hacía muchos años. 

Pues bien, este hombre, el P. Martín Descalzo escribió una carta a Dios pocos años antes de ser llamado por el Padre a su Casa (cinco años más o menos). Y a ella nos vamos a dedicar las semanas que Dios quiera.

5 - No sentirse abandonado por Dios

 

“A veces pienso que he tenido ¿demasiado buena suerte’. Los santos te ofrecían cosas grandes. Yo nunca he tenido nada serio que ofrecerte. Me temo que, a la hora de mi muerte, voy a tener la misma impresión que en ese momento tuvo mi madre: la de morirme con las manos vacías, porque nunca me enviaste nada realmente cuesta arriba para poder ofrecértelo. Ni siquiera la soledad. Ni siquiera esos descensos a la nada con que tú regalas a veces a los que verdaderamente fueron tuyos. Lo siento. Pero ¿qué hago yo si a mí no me has abandonado nunca? A veces me avergüenzo pensando que me moriré sin haber estado nunca a tu lado en el huerto de los olivos, sin haber tenido yo mi agonía de Getsemaní. Pero es que tú –no sé por qué– jamás me sacaste del domingo de Ramos. Incluso alguna vez –en mis sueños heroicos–he pensado que me habría gustado tener yo también una buena crisis de fe para demostrarte a ti y a mí mismo que la tengo. Dicen que la auténtica fe se prueba en el crisol. Y yo no he conocido otro crisol que el de tus manos siempre acariciantes.

 


Y no es, claro, que yo haya sido mejor que los demás. El pecado ha puesto su guarida en mí y tú y yo sabemos hasta qué profundidades. Pero la verdad es que ni siquiera en las horas de la quemadura he podido experimentar plenamente la llama negra del mal de tanta luz como tú mantenías a mi lado. En la miseria, he seguido siendo tuyo. Y hasta me parece que tu amor era tanto más tierno cuantas más niñerías hacía yo.“

  

Si hay algo que hemos podido apreciar a lo largo de las semanas que llevamos trayendo aquí este texto, esta carta, del P. José Luis Martín Descalzo es que nuestro autor tenía una confianza más que apreciable hacia Dios. Es decir, es fácil sentirse en los brazos del Padre Eterno leyendo o escuchando lo que dice este buen sacerdote de Dios. 

Resulta, de todas formas, curioso que nos diga Martín Descalzo, que le diga a Dios, que no cree que tenga nada que ofrecer a su Creador. Y es que se ha sentido tan querido por Dios que no cree, siquiera, que haya pasado por una de las llamada “noches oscuras” por las que han transitado tantos hijos del Todopoderoso. Y es que está más que seguro que su vida, la que ha llevado hasta el momento de escribir esta carta (cuando ya sabe que tiene una enfermedad más que peligrosa para su salud) sólo ha sido gozosa aunque también sepa, como dice en otros párrafos, que a veces le han hecho la vida más que imposible… 

Es cierto y verdad que pudiera dar la impresión de que el P. Martín quería pasar por una de las noches oscuras a las que hemos hecho referencia arriba. Sin embargo, él querría haber pasado por una para mostrar y demostrar a Dios que lo amaba y que su fe era tan buena que era capaz de salir de un momento tan amargo como debe ser creer que no se tiene fe o que se ha perdido… 

De todas formas, lo que le pasa a Martín Descalzo es que sabe muy bien que Dios nunca lo ha abandonado. De hecho, eso lo dice literalmente: “?Qué hago o si a mí no me has abandonado nunca?” Y eso, tal seguridad en que nunca ha sido abandonado por Dios le da una fuerza, le dio durante su vida, para seguir adelante a pesar de los pesares que le pudieran pesar… 

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7.02.22

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro” - La gloria del martirio

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Las golondrinas nunca saben la hora“ libro con el que damos comienzo un año nuevo, el 2022. Y, para más información, digamos que se trata de un diario que abarca entre el 2 junio de 1961 y el 20 de agosto de 1965 o, lo que es lo mismo, contempla la vida de Manuel Lozano Garrido durante cuatro años.

  

La gloria del martirio

 

“Como digo, el Padre que nos pastoreaba era muy anciano y ya no hacía otra cosa que eso: contar cuentos en la sobremesa y fumar largos puros, que nosotros le regalábamos, por cajas, en su santo, para luego pedirle la ceniza durante las pausas que tenía que hacer en los relatos. En realidad, nunca refirió más que un solo cuento, el del Ojancoy la Ojanca, sin principio ni fin, que conocimos cuatro generaciones de hermanos. A lo más, el menor alcanzó hasta el Ojanquillo, cuya vida se quebró, al par que la del viejo, una tarde, ya en guerra, que preparó unos bizcochos, porque le indicaron que iba de viaje y con lo que se encontró fue con la muerte ante una pared, que para él vino dulce y esponjada en el vino de jerez de la gloria.“ (Las golondrinas nunca saben la hora, p. 27)

 

Lolo se refería, en este texto, a un Padre ya muy mayor al que tenían encargado tener algo de cuidado de aquellas “fieras” entre las que se encontraba Lolo estudiando en los Escolapios de Linares (Jaén, España). Y lo hace con amor hacia quien, ya en su vejez más acentuada aún tenía ilusión por hacer aquello que, sí, era bien poco pero tan importante para él como lo más importante que pudiera llevar a cabo. 

Pues bien, aquel Padre “viejecito” (como dice Lolo) tuvo un final terrible y es lo que da título al artículo de hoy. 

En un libro de Lolo expresa muy íntimamente que a él también le hubiera gustado ser mártir. Pero no creemos que lo dijera porque buscara el martirio a propósito sino porque, al contrario, se encuentra sin buscarlo sino, así, por cosa de los hombres y sus maldades. Por eso comprende muy bien lo que entonces le pasó al Padre viejecito que tenía cuidado de aquellos chavales antes de que empezara a manifestarse lo peor que puede haber en el ser humano cuando el odio lo conduce todo. 

Digamos, aunque sea por apuntarlo siquiera, que el tratamiento que hace Lolo de aquel hombre de fe y piadoso es más que tierno. Y es que recuerda lo que su corazón guardo acerca de la actividad que llevaba a cabo un anciano que, siendo religioso, tenía seguridad más absoluta que hacía lo que debía hacer y aquel deber, por sólo ser lo que era, le llevó a una muerte que, seguramente, tampoco habría tardado mucho en llegar por la edad que tenía y como suele proceder la naturaleza… Sin embargo, para Manuel Lozano Garrido lo que más le dejó marcado fue, precisamente, el martirio del Padre viejecito. 

Hay que decir que la maldad, siendo mala, puede llegar a ser verdaderamente perversa y abusadora. Y es que entendemos de este texto que los matarifes del Padre viejecito le dijeron que se iba de viaje y por eso el bueno hombre se preparó unos bizcochos que, sin duda, acabaron por tierra cuando sonaron las descargas que lo llevaron a la muerte ante lo que sólo pudo ser incredulidad por su parte: ¿qué había hecho él para merecer aquello?, seguramente, se preguntó si es que le dio tiempo a hacerlo… si se iba de viaje y, claro, el viaje que le procuraron fue adelantar su llegada a la Casa del Padre en la que esperamos está gozando de la Visión Beatífica y de la Bienaventuranza. 

Aquella pared en la que fue fusilado el Padre viejecito cumplió un función para la que no estaba preparada: sirvió de pasaje a la gloria y lo hizo de una forma totalmente ajena a la propia naturaleza de una pared. Y es que la misma, con ser dura (imaginemos las de antes…), se había transformado en algo dulce y esponjoso pues aquel hombre, que había dado su vida por la fe que tenía y lo había hecho de forma totalmente inmerecida, bien merecía que deviniese muy bueno lo que, para él, había sido fatal de toda fatalidad. Aunque, a este respecto, nunca sabremos si, secretamente, también anhelaba el martirio como, como dijimos antes, Lolo ansiaba según las circunstancias por las que pasaban los creyentes de aquellos años. Aunque, claro, querer sí pero buscar, eso no y nunca.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

Llama Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

5.02.22

La Palabra para el domingo - 6 de febrero de 2022

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Como es obvio hoy no es domingo 6 sino sábado, 5 de febrero de 2022. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario." 


Lucas 5, 1-11

 

“1 Estaba él a la orilla del lago Genesaret y la gente se agolpaba sobre él para oír la Palabra de Dios, 2 cuando vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas, y lavaban las redes. 3 Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre. 4 Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: ‘Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.’ 5 Simón le respondió: ‘Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las redes.’ 6 Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse. 7 Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto  las dos barcas que casi se hundían. 8 Al verlo Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: ‘Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador.’ 9 Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían pescado. 10 Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: ‘No temas. Desde ahora serás pescador de hombres.’” 11 Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron.


COMENTARIO


Con Cristo, mar ade
ntro debemos ir 


El texto del evangelista Lucas está lleno de sentido espiritual. Como no era cosa de poca importancia que el Hijo de Dios fuera llamando a los que serían sus discípulos, tampoco podía ser poco importante lo que Él dijera.

Pescar supone, por decirlo así, atraer hacia sí a los peces. Por eso Jesús busca, entre los que serán sus discípulos, a aquellos que dedicaban al noble y esforzado trabajo de la pesca. Así, el encuentro con Pedro y los hermanos Zebedeo tiene un sentido muy especial.

En el encuentro con el primero de ellos, Simón, juega mucha importancia la confianza que, a pesar de todo, muestra el que luego le traicionaría hasta 3 veces, muestra aquel pescador que había perdido la esperanza de obtener alguna captura. 

Jesús le dice que pescara mar adentro. Así, antes que a nadie, le propone, exactamente, qué es lo que hará el resto de su vida y que no será otra cosa que adentrarse en los procelosos mares de la vida para ser pescador de hombres y atraer, hacia Cristo, a los hijos de Dios.

Y Simón muestra que Jesús ya era importante para él porque confía en su palabra y, así, hecha las redes. Obtuvo una gran pesca que es el premio que, aquellos que ponen su confianza en Dios, obtienen como fruto.

Pero no sólo reconoce su confianza en Jesús sino que, además, se sabe pecador ante el Maestro porque también él había necesitado una prueba del poder que, al parecer, ya le reconocía. Por eso le dice que se aleje porque no se sentía digno de estar en la presencia del Cristo.

Pero aún no había terminado, Jesús, su especial “pesca”. Era, él mismo, el primer pescador de hombres y así cumplía la misión para la que había venido. Se acercó, así, donde estaban Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, a la sazón, compañeros de trabajo de Simón-Cefas-Pedro.

Sin duda, la confianza que mostrara Pedro se repite en el caso de los hermanos porque, sin dudarlo un instante, lo dejaron todo (familia incluida) y acto seguido, le siguieron. Hicieron lo que tantas veces dijera Jesús y que no era otra cosa que dejar su antigua vida para tener una vida nueva, un corazón nuevo. 

 

PRECES

Pidamos a Dios por aquellos que dudan de la divinidad de Cristo.

Roguemos al Señor.


Pidamos a Dios por aquellos que prefieren esconderse para no ser pescadores de hombres.

Roguemos al Señor.

 

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a comprender el mensaje certero de Cristo que, desde su corazón, llega al nuestro.

 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Palabra de Dios; la Palabra.

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

2.02.22

J.R.R. Tolkien - Ventana a la Tierra Media – Cartas a Christopher: 3 - Comprender el momento

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Como suele ser habitual en J.R.R. Tolkien, para alguien que quiere escribir sobre su obra, es la misma una fuente y corriente inagotable de temas. Y, en concreto, sus “Cartas”(Edición de Minotauro, debemos decir para hacer justicia) son un una que, como dice el Salmo 41 ("Como busca la cierva corrientes de agua…), es de agua vivificante para todo lector y admirador del maestro de Oxford y, en concreto, para su alma.

Como se trata, por tanto, de una posibilidad más que amplia, hemos pensado que sería buena cosa, elegir algunas de las dirigió a su hijo Christopher cuando se encontraba el mismo en plena Segunda Guerra Mundial de la que, gracias a Dios, volvió con vida como hizo su padre en la otra, la Primera, de la que no sólo salió parte de su obra sino mucho del sentido que le dio a la misma. Y la cosa durará, como podemos imaginar, hasta que dure, si ustedes nos entienden… 

Pues bien, el 30 de abril de 1944, J.R.R. Tolkien escribe una carta a su hijo Christopher que se encuentra en plena Segunda Guerra Mundial. El caso es que es la número 20 desde que, el 18 de enero del mismo año empieza a numerarlas “de modo que si alguna se extravía lo sabrás… y podrás suplir las noticias de importancia.” 

Es cierto y verdad que tal precaución valía mucho la pena tomarla pues en tiempos de guerra no es nada extraño que las comunicaciones puedan llegar a cortarse… 

Pues bien, en un momento determinado, dice Tolkien padre

“El estúpido desperdicio de la guerra es tan enorme, no sólo material, sino también moral y espiritual, que desconcierta a quienes tienen que soportarlo. Y siempre lo hubo (a pesar de los poetas) y siempre lo habrá (a pesar de los propagandistas); por supuesto, no es que no fue, es y será necesario enfrentarlo en un mundo maligno. Pero tan corta es la memoria humana y tan efímeras sus generaciones, que en sólo unos 30 años habrá poca o ninguna gente con la experiencia directa de ella, que es la única que llega realmente al corazón. La mano quemada es la que más enseña del fuego.”

Ciertamente, casi parece este texto un cuento con moraleja pues es así lo que nos dice al final de estas palabras y que resume en que sólo quien sufre en su ser algo es capaz de comprender lo que pasa

Podemos decir que no es nada extraño que quien ha vivido en sus propias carnes (por su vivencia particular) una guerra tenga una opinión tan clara sobre la misma. Y es que en la Primera Guerra Mundial (si bien podría decirse que no tuvo una duración muy extensa en el tiempo la intervención en la misma) J.R.R. Tolkien ya pisó las trincheras en Francia y eso le hizo ver las cosas con una perspectiva más que directa y personal. 

Antes que nada debemos decir que nuestro autor no es que creyera que la guerra es del todo inútil si es al Mal a quien hay que enfrentarse. Sin embargo, se comprende muy bien lo que supone la misma a pesar de un bien tan necesario como es la lucha contra lo malo de verdad… Y es que eso es lo que pasa, no por casualidad, en su más emblemática obra, a saber El Señor de los Anillos donde, muy a pesar de los daños que se causa a lo mejor de la Tierra Media, no poco que se luche contra lo peor de lo peor en busca de lo mejor de lo mejor, si ustedes nos entienden… 

Es claro, por tanto, que, a pesar de lo necesaria que pudiera parecer la guerra, la misma no causa más que desazón, desasosiego y, sobre todo, sí, desconcierto. Y es que las pérdidas de todo tipo que supone la misma es algo como para pensarlo, como para pensarlo dos veces porque en la misma no se pierde sólo lo material (que es más o menos fácilmente reemplazable) sino que se extravía algo que a veces no puede sustituirse por otra realidad: la moral o, en fin, lo que es espiritual. 

El ser humano, en muchas ocasiones y hablando de las guerras, se deshumaniza tanto que, en cuanto a lo espiritual, se da una degradación tan grande que casi resulta imposible sanar tal degradación. Y es que se acaba creyendo que el enemigo no es digno, no tiene dignidad cuando, a saber, la tiene por el sólo hecho de ser hijo de Dios. Y por eso se producen las aberraciones que se producen en los conflictos armados modernos pues en los antiguos ya sabemos que la lucha dábase entre ejércitos adiestrados para eso y no se inmiscuía a toda la población posible… cuando ahora es, justamente, casi lo contrario lo que se hace. Y es el Mal en toda su maligna dimensión el que se manifiesta degradando todo lo que puede degradar… hasta el alma, cual si se tratase de Orcos (y otras especies malignas) en plena batalla…

Quizá, como nos dice el profesor de Oxford, todo lo malo que conlleva una guerra (incluso por muy justa que sea) es olvidado pronto por el ser humano. Y es que basta un tiempo de bonanza en aspecto contrario al enfrentamiento con un supuesto o cierto enemigo para que a todo el mundo se olvide lo que supone aquella y, casi sin dudarlo, por el medio que sea, se prepare otra… 

Y, entonces, viene la moraleja: el daño que se nos ha causado nos pone sobre la pista del mismo… para que no se repita la cosa aunque sepamos muy bien que el Mal es tan y tan insistente…

 

Eleuterio Fernández Guzmán

   

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Tierra Media: otra Tierra, esta Tierra. 

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.