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22.02.22

Cuando Martín Descalzo escribió a Dios: 7- Sobre la vocación, sobre su vocación

Guillermo Luca de Tena nombra al sacerdote José Luis Martín Descalzo nuevo  Director de la revista BLANCO Y NEGRO - La Hemeroteca del Buitre

Introducción:

José Luis Martín Descalzo o, mejor, el P. José Luis Martín Descalzo (Madridejos, 1930 – Madrid, 1991) fue, como vemos, sacerdote. Pero también fue escritor. Dirigió revistas como “Vida nueva” y “Blanco y Negro”.

Como escritor, es autor, entre otros, de libros como “La frontera de Dios”, a la sazón premio Nadal de 1956, “Lobos, perros y corderos”, de 1978, o ensayos como “Un periodista en el Concilio, 1962-1965” y, por citar una última obra suya, su impagable “Vida y misterio de Jesús de Nazaret” ante la cual cabe descubrirse el sombrero si es que se lleva tal prenda… 

Pero Martín Descalzo también tuvo relación con el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, a quien mantuvo al punto de la noticia de lo que sucedía en el Concilio Vaticano II porque le enviaba, por decirlo así, un boletín con lo que estaba acaeciendo en Roma (fue, Martín, enviado especial de La Gaceta del Norte) y ante lo cual Lolo reaccionaba más que emocionado. 

El caso es que el P. Martín Descalzo llegó a decir Misa en casa de Manuel Lozano Garrido (pues, dadas sus especiales circunstancias física le fue autorizado algo tan excepcional como eso) y quedó vivamente impresionado al ver el aplomo que tenía Lolo y cómo se comportaba teniendo en cuenta la situación por la que estaba pasando desde hacía muchos años. 

Pues bien, este hombre, el P. Martín Descalzo escribió una carta a Dios pocos años antes de ser llamado por el Padre a su Casa (cinco años más o menos). Y a ella nos vamos a dedicar las semanas que Dios quiera.

7- Sobre la vocación, sobre su vocación

 

“Luego, me diste el asombro de mi vocación. Ser cura es imposible, tú lo sabes. Pero también maravilloso, yo lo sé. Hoy no tengo, es cierto, el entusiasmo de enamorado de los primeros días. Pero, por fortuna, no me he acostumbrado aún a decir misa y aún tiemblo cada vez que confieso. Y sé aún lo que es el gozo soberano de poder ayudar a la gente –siempre más de lo que yo personalmente sabría– y el de poder anunciarles tu nombre. Aún lloro –¿sabes?–leyendo la parábola del hijo pródigo. Aún –gracias a ti– no puedo decir sin conmoverme esa parte del Credo que habla de tu pasión y de tu muerte.”

 

Como hemos visto hasta ahora, el P. José Luis Martín Descalzo agradece a Dios muchas cosas que tienen que ver con la vida que tiene, digamos, en sociedad. Y es que, una persona como fue aquel buen hombre, y como suele suceder muchas veces, seguro es que tuvo quien no lo quería bien. Pero hay algo que, desde su propio corazón y teniendo en cuenta de lo que se trata, le llega ahí, muy dentro de su alma: su vocación. 

Cuando alguien como Martín Descalzo habla de su vocación al sacerdocio hay que tomárselo muy en serio y tener muy en cuenta las palabras que, sobre eso, pueda decir como aquí dice. Y es que todo es, dicho pronto, luz pues ilumina lo que, como sacerdote, tuvo a bien llevar a cabo. 

Es verdad y, seguramente, algo muy común, que los primeros tiempos de un sacerdote han de estar llenos de entusiasmo porque la vocación que tiene una persona que eso acepta para su vida es algo muy grande. Sin embargo, y sin perder el mismo, es más que probable que el devenir de las cosas y de las circunstancias por las que se pasa (la cruda realidad de la vida espiritual del prójimo…) haga que el cómo se ve la realidad cambie. Y eso también le pasa, como él mismo nos dice, al P. Martín.

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