InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Septiembre 2015, 30

30.09.15

“Reflexiones acerca del sentido de nuestra fe"- Sobre la justicia de Dios

Proceloso viaje de la Esposa de Cristo

La expresión “Estos son otros tiempos” se utiliza mucho referida a la Iglesia católica. No sin error por parte de quien así lo hace. Sin embargo se argumenta, a partir de ella, acerca de la poca adaptación de la Esposa de Cristo a eso, a los tiempos que corren o, como dirían antiguamente, al “siglo”.

En realidad siempre son otros tiempos porque el hombre, creación de Dios, no se quedó parado ni siquiera cuando fue expulsado del Paraíso. Es más, entonces empezó a caminar, como desterrado, y aun no lo ha dejado de hacer ni lo dejará hasta que descanse en Dios y habite las praderas de su definitivo Reino.

 Sin embargo, nos referimos a tal expresión en materia de nuestra fe católica.

¿Son, pues, otros tiempos?

 Antes de seguir decimos que Jesús, ante la dificultad que presentaba la pesca para sus más allegados discípulos, les mostró su confianza en una labor gratificada diciéndoles (Lc 5,4)

‘Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.’

Quería decirles Jesús que, a pesar de la situación por la que estaban pasando siempre había posibilidad de mejorar y que confiar en Dios era un remedio ciertamente bueno ante la misma.

El caso es que, como es lógico, las cosas han cambiado mucho, para el ser humano, desde que Jesús dijera aquellas palabras u otras de las que pronunció y quedaron para la historia del creyente católico como Palabra de Dios.  Por eso no es del todo extraño que se pueda lanzar la pregunta acerca de si estos son otros tiempos pero, sobre todo, que qué suponen los mismo para el sentido primordial de nuestra fe católica.

Por ejemplo, si de la jerarquía eclesiástica católica se dice esto:

Que le asusta la teología feminista.

Que es involucionista.

Que apoya a los sectores más reaccionarios de la sociedad.

Que participa en manifestaciones de derechas.

Que siempre ataca a los teólogos llamados progres.

Que deslegitima el régimen democrático español.

Que no se “abre” al pueblo cristiano.

Que se encierra en su torre de oro.

Que no se moderniza.

Que no “dialoga” con los sectores progresistas de la sociedad.

Que juega a hacer política.

Que no sabe estar callada.

Que no ve con los ojos del siglo XXI.

Que constituye un partido fundamentalista.

Que está politizada.

Que ha iniciado una nueva cruzada.

Que cada vez está más radicalizada.

Que es reaccionaria.

Y, en general, que es de lo peor que existe.

Lo mismo, exactamente lo mismo, puede decirse que se sostiene sobre la fe católica y sobre el sentido que tiene la misma pues, como los tiempos han cambiado mucho desde que Jesús entregó las llaves de la Iglesia que fundó a Pedro no es menos cierto, eso se sostiene, que también debería cambiar la Esposa de Cristo.

Además, no podemos olvidar el daño terrible que ha hecho el modernismo en el corazón de muchos creyentes católicos.

 Por tanto, volvemos a hacer la pregunta: ¿son, éstos, otros tiempos para la Iglesia católica?

 

“Reflexiones acerca del sentido de nuestra fe - Sobre la justicia de Dios

 

Se suele decir que Dios es bueno, que es Amor. Sin embargo, muchas veces se cae en la trampa del Maligno de decir, inmediatamente, que también es justo. Y eso, se diga lo que se diga, puede ser un problema grave según seamos como seamos.

A lo largo de las Sagradas Escrituras muchas han sido las ocasiones en las que se refiere a la justicia de Dios y, por tanto, en las que se ha dejado dicho que el Creador es justo.

En el Antiguo Testamento, por ejemplo:

“Yahvé escucha las súplicas de los oprimidos, no desoye los ritos Del huérfano o de la viuda cuando repite su queja; mientras le corren las lágrimas por las mejillas y el gemido se añade a las lágrimas, sus penas consiguen su favor y su grito alcanza las nubes; los gritos del pobre atraviesan las nubes y hasta alcanzar a Dios no descansan; no cejan hasta que Dios le atiende, y el juez justo le hace justicia” (Ecl 35, 15-2 1)

 

“Escuchad esto, los que pisoteáis a los pobres y arruináis a los indigentes, pensando ¿cuándo pasará la luna nueva para vender el trigo, y el sábado para ofrecer el grano y vender incluso el salvado del trigo? Encogéis la medida, aumentáis el precio y usáis la balanza con trampa; compráis por dinero al desvalido y al pobre por un par de sandalias. jura el Señor por la gloria de Jacob no olvidar jamás lo que han hecho” (Am 8, 4-7).

 

Y, ahora, en el Nuevo Testamento:

 

“No juzguéis y no seréis juzgados…porque de la manera que juzguéis seréis juzgados y con la medida con que midáis seréis medidos. ¿Por qué ves la pelusa en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el tuyo? ¿Cómo te atreves a decir a tu hermano: déjame sacarte esa pelusa del ojo, teniendo tú una viga en el tuyo? Hipócrita, sácate primero la viga que tienes en el ojo y así verás mejor para sacar la pelusa del ojo de tu hermano” (Mt 7, l -5)

“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria rodeado de todos sus ángeles se sentará en su trono como Rey Glorioso. (…) Separará a unos de otros, poniendo a las ovejas a su derecha y los machos cabríos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que están a la derecha: “¡venid benditos de mi Padre! Tomad posesión del reino que ha sido preparado para vosotros desde el principio del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer. Fui forastero y me hospedasteis en vuestra casa. Estuve sin ropas y me vestisteis. Estaba enfermo y vinisteis a verme".

Entonces los buenos preguntarán. “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber o forastero y te recibimos, o sin ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y te fuimos a ver? El rey responderá. “En verdad os digo que, cuando lo hicisteis con alguno de estos más pequeños, que son mis hermanos, lo hicisteis conmigo"‘ (Mt 25, 3 l -40)

 

Pero también ser refleja el sentido que tiene Dios de la justicia en el Magnificat que, en la visita de la Virgen María a su prima Isabel, proclama la Madre de Dios:

 

“Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador porque ha mirado la humildad de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones. Porque el poderoso ha hecho obras grandes en mí Su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. El hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos, enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a lsrael su siervo, acordándose de su misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia para siempre” (Lc 1, 49-55)

Vemos, en estos textos, que la justicia de Dios dista mucho de ser como la de los hombres. Es más, que poco tiene que ver. Y tiene poco que ver porque ella conserva la voluntad explícita de dar a cada uno lo suyo y el ser humano tiende, las más de las veces, a hacer una justicia “a su modo” que es, generalmente, egoísta.

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