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29.09.15

Un amigo de Lolo - Lo que es agradecer

Presentación

Lolo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le inflijían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 Libro de oración En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.

 

Lo que es agradecer

 

“¡Qué distinto es un dolor si cuenta al lado con dos pupilas que lo comprenden y lo amen! (Bien venido, amor, 376)

  

Los seres humanos sufrimos. Esto no hace falta demostrarlo porque cada cual pasa por tribulaciones personales que hacen que vea las cosas que le van sucediendo con un tinte más o menos negro. Pero de sufrir, lo que se dice sufrir, nadie se escapa.

Ahora bien, al igual que cada cual padece lo que le toque padecer no es lo mismo lo que uno pueda entender sobre el sufrimiento de lo que pueda entender otro ser humano. Aquí, como suele decirse, hay de todo.

Hay, sin embargo, algo que debe ser común a cada uno de nosotros o, mejor, que debería ser común: aceptar el dolor y ver, si eso es posible, lo que el prójimo puede hacer por ti.

Acudir a la comunión de los santos está muy bien y es muy recomendable. Podemos, también, hacer eso sin tener que recurrir a los que han alcanzado el Cielo. Aquí hablamos y nos referimos al resto de creyentes católicos que, no por ser pecadores, dejamos de aspirar a la santidad. Es más, nos referimos a los santos, a cada uno de nosotros, haciendo propia la calificación que, de sí mismos, hacían los primeros cristianos. Ellos se llamaban santos; nosotros también podemos llamarnos santos que es lo primero que hay que hacer, así considerarse, para alcanzar a la santidad.

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