InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: 2014

3.01.14

Eppur si muove - ¿Quién puede matar con tanto desahogo?

Derecho a la vida

Sabemos que el ser humano, a lo largo de la historia, se ha comportado muchas veces de forma poco presentable y ha dejado de ser, esencialmente, humano. La codicia, la avaricia y el egoísmo han procurado, para la creación que Dios entendió que había sido muy bien creada, una existencia no pocas veces nigérrima en cuanto a futuro.

Pero la perversión, no sólo del lenguaje, ha llegado a un límite difícilmente imaginable por el ser humano que se quiera tener por tal y que entienda que su especie ha de estar muy especialmente protegida de ciertas depredaciones no precisamente irracionales.

También sabemos que, desde aquellos tiempos en los que el hombre habitaba en espacios agrestes y llevaba un comportamiento casi irracional hasta que se abrió paso una norma regulada por el ser social con ánimo de supervivencia de la especie, mucho ha pasado para que la regulación del vivir comunitario haya llegado a una perfección tal que bien podemos decir que casi nada de lo que vivimos ha dejado de estar ocupado por una norma. Y esto, que pudiera parecer propio de dominaciones ajenas a la propia persona no deja de ser cierta garantía para quien vive en sociedad.

Sin embargo, como era de esperar, no todo lo que reluce es oro ni todo lo que pudiera ser bueno, lo es.

Hay temas, a este respecto, sobre los que el ser humano ha rizado el rizo o, por decirlo pronto, en los que se ha pasado unos cuantos pueblos o, para que nos entendamos, donde ha hecho de su capa un sayo. Y esto, en román paladino quiere decir que ha jugado con lo que nunca se debe jugar y que tiene todo que ver con la vida humana; en dos palabras: vida-humana.

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2.01.14

Ad pedem litterae – P. Pablo Cabellos Llorente

Al pie de la letra es, digamos, una forma, de seguir lo que alguien dice sin desviarse ni siquiera un ápice.

En “Ad pedem litterae - Hermanos en la red” son reproducidos aquellos artículos de católicos que hacen su labor en la red de redes y que suponen, por eso mismo, un encarar la creencia en un sentido claro y bien definido.

Ad pedem litterae - P. Pablo Cabellos Llorente

Presentación del artículo del P. Pablo Cabellos .

¿Es indiferente la indiferencia? También podemos preguntar si lo que pasa en el mundo, entendemos que de malo, no nos afecta en lo más mínimo o si lo hace pronto pasa al olvido.

El autor del artículo acude a lo dicho por el Santo Padre Francisco acerca de esto, precisamente, de la indiferencia. En realidad ha puesto sobre la mesa una realidad demasiado cruda y demasiado verdad: el ser humano, digamos, cristiano, pudiera parecer que no le interesa, aunque diga otra cosa, el mal que tanto abunda en el mundo y, quizá menos aún, el estado de miseria que tanto impera.

Por eso el Santo Padre acecha y ataca tanto a la indiferencia en su Exhortación apostólica sobra la alegría del Evangelio. En realidad, como hace con tantos temas, es muy necesario un toque de aviso, un pescozón espiritual en el cogote de tantos acomodados y de tantos que creen que les basta con decir “Ay Señor, Señor”.

strong>Y, ahora, el artículo del P. Pablo Cabellos Llorente.

Globalización de la indiferencia

Pablo Cabellos Llorente

“Los vaticanistas han otorgado gran importancia a la primera Exhortación Apostólica del Papa Francisco. Cada uno ha resaltado aquello que presumiblemente interesaría más a sus lectores. De John Allen a Massimo Introvigne, pasando por Luigi Accattoli o Rafael Gómez Pérez han hecho sustanciosos comentarios a determinados aspectos: escrito programático, relaciones entre unos y otros católicos, descentralización de la Iglesia, unión entre misión y justicia, la primordial necesidad de amar a Cristo, o el diagnóstico sobre la situación actual de las culturas. Quizá el fondo coincidente en todos es la necesidad de la renovación de la transmisión y vida de las enseñanzas del Evangelio, por decirlo con frase de Gómez Pérez.

No voy a buscar aquí el núcleo del documento, sino algo que me ha impactado y da título a estas líneas. Ahora, cuando tenemos muy presente la muerte de Mandela, quizá se pueden recordar unas palabras de otro luchador por la igualdad racial, Martin Luther King: no me duelen los actos de la gente mala, me duele la indiferencia de la gente buena. O esta frase de Chejov: la indiferencia equivale a una parálisis del alma, a una muerte prematura. Y es bien claro que el Obispo de Roma se duele en los dos sentidos: por la indiferencia de los “buenos” y por esa paralización del alma que supone la actitud del insensible. No es el eje de la exhortación, pero expresa muy bien algo que Francisco lleva el corazón y en la cabeza.

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1.01.14

María, Madre de Dios y Mediadora de todas las gracias

María Mediadora

María nos lleva a Cristo. Con esto queremos decir que la Madre de Jesús ilumina nuestro camino para llegar a su Hijo o, lo que es lo mismo, que gracias a ella conocemos mejor a nuestro hermano e Hijo de Dios llamado también Emmanuel.

Hay cristianos que sostienen que Jesús es el único Mediador entre el hombre y Dios. Sin embargo, podemos decir que Jesucristo es el mediador “Principal” pero que su Madre, que nos lleva, precisamente, a Él, ha de ser, por así decirlo, la medianera “Secundaria”.

Hoy celebramos, precisa y muy especialmente a María, Madre de Dios. Por eso puede resultar algo extraño que siendo la Madre del Creador no pueda ser, a su vez, medianera ante Quien todo lo ha hecho. Eso sería como sostener que nada pudiera decir la Virgen Inmaculada a su Hijo y, a través de su Hijo, a Dios mismo. Simplemente dicho, eso no puede ser y otra es la verdad.

Hay tantos casos, a lo largo de la historia de la cristiandad, en los que María ha intervenido directamente, pues se le ha pedido a través de la oración o la piadosa aclamación, en la resolución de situaciones muy difíciles para las personas que así actuaban, que resulta, de todo punto, insostenible, que la Madre de Dios no sea Mediadora y como tal la tratemos.

Sobre lo primero dicho o, lo que es lo mismo, sobre el rechazo de considerar a María Mediadora, escribió Grignion de Monfort (en su “Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen”, c. II, a. I, § I) que hay

“Doctores que no conocen a la Madre de Dios, sino de una manera especulativa, árida, estéril e indiferente; que temen abusar de la devoción a la Santísima Virgen, hacer injuria a Nuestro Señor honrando demasiado a su santísima Madre.

Si hablan de la devoción a María, no es tanto para recomendarla como para reprobar las exageraciones”

Tal reprobación no puede ser más que ejemplo palmario de no comprender la muy especial función espiritual que cumple la Madre de Dios en la historia de la salvación preparada por Dios Padre Todopoderoso.

Es bien cierto que el apóstol de los gentiles, en su Primera Epístola a Timoteo (2,5) dice que “uno es Dios y uno también el mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” pero eso no ha de querer decir que la Maternidad divina de la que participa la Virgen María, y lo que eso supone de especial unión con la Santísima Trinidad no tenga nada que ver con la mujer que manifestó su “sí” a Dios. Por eso decimos en el Santo Rosario

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