La Palabra para el domingo - 28 de noviembre de 2020

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Como es obvio, hoy no es domingo 29 sino sábado, 28 de noviembre de 2020. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.  

 

Mc 13, 33-37

 

“33’ Estad atentos y vigilad, porque ignoráis cuándo será el momento.34 Al igual que un hombre que se ausenta: deja su casa, da atribuciones a sus siervos, a cada uno su trabajo, y ordena  al portero que vele; 35 velad, por tanto, ya que no sabéis cuándo viene el dueño de la casa, si al atardecer, o a media noche, o al cantar del gallo, o de madrugada. 36 No sea que llegue de improviso y os encuentre dormidos.37     Lo que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!’”

 

 

COMENTARIO

 

¡Hay que velar!

 

A lo largo de su predicación Jesús es muy claro que aunque muchos no lo entienden, otros no quieren entenderlo. Seguramente los primeros son los pequeños en la fe y, probablemente, los segundos son los conocidos como “sabios” de su tiempo (fariseos, etc.) que, por ser, precisamente, “sabios”, creen que se las saben todas. Y eso lo demuestran muchas veces a lo largo de las Sagradas Escrituras. 

De todas formas, nunca se cansa el Hijo de Dios de poner las cosas sobre la mesa para que nadie se lleve a engaño pero, sobre todo, porque sabe que es importante que así lo haga. Para eso ha venido al mundo.

Una y otra vez habla de lo que ha de venir. A eso muchos podían llamarlo ser cenizo porque no profetizaba nada bueno. Pero muchos entendieron que Quien hacía lo que hacía sólo podía decir verdades tan grandes como el Tempo de Jerusalén. 

El caso es que Jesucristo había venido al mundo para salvar lo que estaba perdido: lo perdido por voluntad propia o lo perdido por desconocimiento de la Verdad. Pero había venido a eso y, claro está, a que se cumpliera la Ley de Dios y a que su Palabra se la conociera en todo el mundo, entonces, conocido. 

¿De qué, pues, tanto avisa Jesús? 

El caso es que tenía, el Hijo del hombre, una santa “obsesión”: que se supiese que después de esta vida había, hay, otra y que, por tanto, debemos estar preparados para cuando se nos llame a ir a ella. 

Jesús, para eso y como hacía al enseñar, lo explica con ejemplos. Y el del caso concreto, para esto, viene muy bien para entender lo que quiere decir. 

Alguien, en la casa de quien se ausente, ha de estar atento, ha de vigilar, ha de velar, para que no entre quien no debe entrar y hacer algún estrago. Y tal persona, como encargada, hace todo lo que puede para vigilar, para velar… y no deja que se le cuele quien no debe colarse. 

Algo así debemos hacer nosotros: vigilar, estar atentos. 

Nuestra vigilancia la debemos centrar en no caer en tentaciones ajenas a la voluntad de Dios y que menoscaben nuestra relación con el Padre. Ahí, estar atentos para que no venga a menos nuestro espíritu y nuestra alma no se ensucie con manchas difíciles de limpiar… 

Pero también debemos velar. Y hacemos eso manteniendo un estado de oración siempre alerta. No debemos, por tanto, echarnos a dormir en cuanto al orar se refiere porque es más que cierto que no sabemos la hora en la que seremos llamados o, para decirlo pronto y para que se entienda, en la que moriremos. Entonces, en tal momento, habrá terminado nuestro tiempo de merecer. Nada, pues, podremos hacer a favor de nuestra alma que acudirá al tribunal de Dios como en tal momento se encuentre. 

Debemos, pues, velar, permanecer siempre atentos a lo que nos pasa o a lo que nos puede pasar según actuemos y según llevemos una vida y otra. Todo, para el caso del juicio particular, se tendrá en cuenta y lo que ahora nos puede parecer venial puede resultar definitivo en la sentencia que, de inmediato, dicte Dios. 

¡No dormirse a este respecto! Esto lo dice Cristo porque sabe que, como aquellos discípulos suyos que no iban a saber velar ni siquiera una hora en Gethesemaní, nosotros tenemos tendencia a quedarnos dormidos ante la vida por la que peregrinamos y solemos caer donde no deberíamos caer. Y todo se tendrá en cuenta, todo, por mucho que nosotros creamos que, a lo mejor, Dios lo olvida… 

 

PRECES

 

Pidamos a Dios por todos aquellos que no miran a su futuro espiritual sin darse cuenta del mal que eso les puede llegar a producir. 

Roguemos al Señor.

 

Pidamos a Dios por todos aquellos que permanecen sordos ante los avisos de Cristo sin advertir de lo peligroso que es eso. 

Roguemos al Señor.

 

ORACIÓN

 

Padre Dios; ayúdanos a permanecer siempre en vela ante nuestra vida y tu llamada.

 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

  

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

  

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

 

Palabra de Dios; la Palabra

 

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

1 comentario

  
Liliana
Buena predica para los pequeños del Señor
Así de claro y simple es el amor de Dios y para con El.
Atentos, y Feliz Adviento para todos.
29/11/20 10:22 PM

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