Beato Manuel Lozano Garrido - “Lolo, libro a libro”- Hacia Dios vamos (y 2)

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Mesa redonda con Dios”.

Hacia Dios vamos (y 2)

 

“Es así que yo quiero correr a tu ritmo, sin impaciencias agotadores, sin sesteos de moribundo. Ahora, dentro de poco, Tú has de decir: ‘En marcha’, y yo empezaré a pisar los adoquines al mismo tiempo que estos hombres que aguardan en la acera. Te digo que desde ahora mismo voy a hacer por entrar y amar la intimidad de los que han de ser mis compañeros en ese viaje que tiene premio para todos, porque tus tesoros son tan generosos que a todos llegan”. (Mesa redonda con Dios, p. 36)

 

Es cierto que sí, que todo ser humano que sea creyente sólo puede tener en su corazón ir junto a Dios y habitar unas de las estancias que está preparando su Hijo, Jesucristo.

Tal anhelo jamás puede faltar del corazón de ningún hijo del Todopoderoso cuando, hoy día, es más que sabido (y creído por fe) que el definitivo Reino de Dios, llamado Cielo, es el destino al que estamos destinados.

Pues bien, el Beato Manuel Lozano Garrido, que, como es de esperar, también quiere alcanzar una meta así (en su caso, trátase de una carrera sui generis donde el motor es su corazón) pues su vida, tan llena de sufrimientos y de aceptaciones de estos, sólo podía querer alcanzar la Luz divina y gozar de la Bienaventuranza junto a su Padre, Dios Creador.

Aquí nos lo dice bien claro: hay dos formas, en esencia, de querer ir hacia Dios.

En la primera de ellas abunda esa forma de ser tan común entre los hijos de Dios: somos demasiado impacientes y pareciera que nunca vamos a alcanzar al Todopoderoso. Y, es verdad, nunca lo vamos a alcanzar si lo que prima en nuestra existencia es un ansia, quizá, desmedida de conseguirlo mientras dejamos apartados otros temas que son, en este caso y por eso, más que importantes.

Luego hay otra forma que tampoco es, digamos, demasiado recomendable: bueno, como no sabemos cuándo vamos a ser llamados al Tribunal de Dios… en fin, que nos lo tomamos de una forma demasiado calmada o, como dice Lolo, sesteamos más de la cuenta y, al final, podemos perder de vista el camino que nos lleva, recto, al definitivo Reino de Dios.

Es decir, ni demasiada prisa ni demasiado poca prisa.

De todas formas, adoptemos una forma de encarar esta situación, la primera o la segunda u otra más que pudiera salirnos del corazón, debemos tener muy en cuenta al prójimo.

Ya sabemos la importancia que ha de tener para nosotros, los discípulos de Cristo (“… y a tu prójimo como a ti mismo”, dijo en más de una ocasión el Hijo de Dios, en el sentido de amarlo) Por eso el Beato de Linares (Jaén, España) dice que, por lo que a él corresponde, tiene intención de amar a su prójimo y, es más, entrar la intimidad de este. Y esto lo dice porque sabe que no está solo en el caminar hacia Dios y hacia el Cielo. Por eso no puede dejar de tener en cuenta a todo aquel que consigo va y que consigo acepta los tropiezos del camino porque sabe muy bien a Quien han aceptado como Padre y a Quien se dirigen.

En realidad, cuando Lolo nos dice que quiere correr al ritmo de Dios, lo que nos está diciendo es que es Dios quien deja libertad para que cada uno de nosotros sigamos el ritmo que queramos seguir para ir hacia Él. Y por eso, queriendo ir, no se toman decisiones tendentes a mostrar que en el fondo no queremos eso.

Ahora bien, no podemos negar que Lolo se hace querer más aún cuando dice, dadas sus circunstancias, “quiero correr” y “empezaré a pisar los adoquines al mismo tiempo que estos hombres…” Y es que, también diciendo así las cosas nos podemos dar cuenta de su ansia por ir hacia Dios, por encontrarle, por gozar de su Ser.

Eleuterio Fernández Guzmán

 

Panecillos de meditación

 

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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