InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: 2008

3.07.08

¿Generalitat de Cataluña o Generalitat de Babia?

Es bien sabido que cuando se dice, de alguien, que está en Babia (y no me refiero a aquella zona Leonesa) se quiere decir que está afectado por gran despiste y que tal situación le hace no enterarse mucho de lo que pasa a su alrededor. Por eso equivale a decir, también, que está en la inopia.

Sin embargo cuando eso le sucede a un Gobierno, aunque sea sólo autonómico, bien podemos decir que, en realidad, lo que pasa es que abunda más la soberbia que el sano entendimiento de la realidad y que, sobre todo, no tiene muy claro lo que quiere decir legitimidad ni derecho ni justicia ni nada de nada que tenga relación con una cabeza mínimamente amueblada, como suele decirse.

Lo que ha pasado con relación a los Bienes eclesiásticos pertenecientes a la hoy denominada Comunidad Autónoma de Aragón (aquí se muestran tres de ellos) y que, temporalmente, han estado en territorio catalán, es una muestra de hasta dónde puede llegar el estado de Babia en el que puede encontrarse una institución política y hasta dónde se puede llegar actuando sin el mínimo sentido que es dado en Cataluña llamar “seny” (o sea, el comportamiento recto y justo; con cordura, digamos)

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1.07.08

¿Qué significa ser católico en España?

En un discurso, seguramente, muy conocido, de Manuel Azaña, se sentó una premisa que, no por extraña y algo absurda, quería ser difundida por la España de aquellos terribles años 30 de martirio del siglo pasado. En tales palabras, que aquí se pueden leer, destaca una idea que, aunque pueda parecer alejada de la realidad, incluso de entonces (sobre todo de entonces) tuvo gran predicamento en aquella época. Decía lo que sigue:

La premisa de este problema, hoy político, la formulo yo de esta manera: España ha dejado de ser católica; el problema político consiguiente es organizar el Estado en forma tal que quede adecuado a esta fase nueva e histórica el pueblo español. Yo no puedo admitir, Sres. Diputados, que a esto se le llame problema religioso. El auténtico problema religioso no puede exceder de los límites de la conciencia personal, porque es en la conciencia personal donde se formula y se responde la pregunta sobre el misterio de nuestro destino. Este es un problema político, de constitución del Estado, y es ahora precisamente cuando este problema pierde hasta las semejas de religión, de religiosidad, porque nuestro Estado, a diferencia del Estado antiguo, que tomaba sobre sí la curatela de las conciencias y daba medios de impulsar a las almas, incluso contra su voluntad, por el camino de su salvación, excluye toda preocupación ultraterrena y todo cuidado de la fidelidad, y quita a la Iglesia aquel famoso brazo secular que tantos y tan grandes servicios le prestó

Las tales palabras hablan por sí solas del desquicio y de la mala fe que en ellas abunda pero también, del miedo de muchas personas católicas y, por qué no decirlo, del acomodo a una situación, seguramente, insoportable.

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Lo que le debemos a Pedro y Pablo, santos

Hace apenas dos días celebrábamos la festividad de San Pedro y San Pablo, las denominadas columnas de la Iglesia pues fueron ellos los que, ocupándose de los judíos el primero y de los gentiles el segundo cumplieron la misión que les había sido encomendada.

Cada cual, por decirlo así, fueron artífices de dos realidades que ahora debemos agradecer en suma: el ser unos bajo la misma fe y la universalidad de la creencia en Dios

El padre Cantalamessa (Predicador del Papa), en el comentario al evangelio de la solemnidad de los Santos Pedro y Pablo (2008) dejó dicho algo que, en cuanto a la unidad, resulta de todo punto importante: “Algo que podemos hacer desde ahora y todos es allanar el camino a la reconciliación entre las Iglesias, comenzando por reconciliarnos con nuestra Iglesia

El caso es que existen, entre nosotros, hermanos en Cristo, determinadas actitudes que no concuerdan mucho con el Magisterio de la Iglesia ni con la Tradición y que están, como poco, algo alejadas, de verdad, de la Esposa de Cristo porque, en realidad, no les gusta ni lo que hace ni lo que dice ni lo que siente la Iglesia en la que nacen, crecen y aman.

Aquí, pues, no hay unidad que valga y, efectivamente, como dice Raniero Cantalamessa, resulta conveniente empezar, el tema de la unidad, no separándonos de nuestra propia Iglesia, la que nos corresponde por cercanía nacional y local.

Y para alcanzar tal fin se necesita, es obligación grave, la oración porque sin ella el cristiano se encuentra vacío de espíritu y escaso de voluntad fraterna.

A este respecto, cuando en la homilía de las Primeras Vísperas de la Solemnidad de Pedro y San Pablo de 2007 Benedicto XVI se expresó en tal sentido, sobre la oración, citado arriba no hizo sino manifestar la necesidad de unidad. Así “Esta Basílica, que ha visto eventos de profundo significado ecuménico, nos recuerda que es importante rezar juntos para implorar al don de la unidad, aquella unidad por la que San Pedro y San Pablo han dedicado su existencia hasta el supremo sacrificio de la Sangre”.

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30.06.08

Juan Pablo II Magno - Temas de hoy

Quisiera proponer a partir de ahora mismo, desde el primer artículo que es éste, una serie de ellos sobre la figura de Juan Pablo II Magno y sobre la influencia que, en multitud de temas, dejó en nuestras vidas a lo largo de la suya.

Así, de forma intercalada con los, digamos, temas de más actualidad, iré publicando los que puede ser más destacados.

Y el primero es, lógicamente, una introducción y una, quizá extensa,
relación de los que serán tratados.

Juan Pablo II Magno

Juan Pablo II Magno, a lo largo de su extenso y benéfico Pontificado, se ocupó de multitud de temas porque, para el que fuera Papa (pronto beato y con el tiempo santo) todo lo que estuviera relacionado con el ser humano, criatura creada por Dios a su imagen y semejanza, tenía importancia.

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Creo que es necesaria una presentación

Dice el príncipe de los Apóstoles, san Pedro, que hay que estar “siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1Pe 3:15)

Y hoy día son muchas las ocasiones en las que se nos pide dar tal razón: unas veces por acción propia y otras por omisión ajena o por actos contrarios a la fe.

Me da la impresión que me han dado una gran oportunidad que no puedo, ni debo, desaprovechar porque, como suele decirse, determinados trenes sólo pasan una vez por la vida de las personas. Y si yo, que llevo un tiempo creándome las estaciones donde esperar que pase uno de tales vehículos, no puedo, sino, subir los imaginarios escalones que me lleven dentro de la libertad que, bien ganada, tiene la Religión, lo religioso, en la página web en la que moramos, existimos y somos.

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