InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Septiembre 2008, 28

28.09.08

Ian Gibson el dinamitero

Desde luego…. pondría una bomba

Esto no lo ha dicho ningún terrorista profesional sino un terrorista de la palabra.

Son sílabas dichas por Ian Gibson, el supuesto hispanista, que en entrevista televisiva publicada en Religión Digital el pasado 25 de septiembre, dice lindezas como la trascrita aquí.

Pero, de lo dicho, sólo me voy a ocupar de lo referente a la cruz (porque lo que dice sobre política es bastante patético y errado), la cual, para Gibson, sería conveniente quitar de en medio de la forma tan expeditiva como allí dijo.

Dice el tal hispanista que “Haría volar la cruz del Valle de los Caídos porque me ofende como hombre procedente de una cultura cristiana”.

Yo no sé lo que quiere decir cuando espeta eso de que procede de una cultura cristiana aunque creo que el sentido que tiene del cristianismo es algo extraño porque, por ejemplo, si, en realidad, tuviera algo de cristiano, jamás de los jamases hubiera dicho que haría destruir el símbolo más importante del cristianismo: la cruz.

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La Palabra del Domingo - 28 de septiembre de 2008

biblia

Mt 21: 28-32

28 “¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: “Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña".

29 Él respondió: “No quiero". Pero después se arrepintió y fue.

30 Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y este le respondió: “Voy, Señor", pero no fue.

31 ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?". “El primero", le respondieron.

Jesús les dijo: “Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios.

32 En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él.

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Juan Pablo II Magno - Esperanza

Magp

En un discurso en Jasna Gora, Polonia, en 1987, Juan Pablo II
Magno
, como preguntándose, dijo “¿Qué es la esperanza? ¿Qué significa?” Y se respondía que “significa: ‘No te dejes vencer del mal, ante vece el mal con el bien’ (Rom 12:21). Se puede vencer el mal. Ésta es la fuerza de la esperanza”.

Dejaba escrito el sentido básico de la virtud teologal de la que se dice que es lo último que se pierde.

Por eso, porque resulta esencial para nuestras vidas de cristianos “No podemos vivir sin esperanza. Hay que tener una finalidad en la vida, un sentido para nuestra existencia. Tenemos que aspirar a algo. Sin esperanza, comenzamos a morir” (Discurso en su visita a Los Ángeles en 1987)

Por tanto, la esperanza nos ayuda en nuestro camino hacia el definitivo Reino de Dios dándonos la fuerza que, necesariamente, nos ha de empujar hacia delante, ayudándonos a soportar los momentos de tribulación por los que pasemos.

Bien podemos preguntarnos, entonces, de quién viene la esperanza, cuál es el origen de la misma.

A esta pregunta, respondió Juan Pablo II Magno en la visita citada a Los Ángeles, en 1987, de la siguiente manera: “La esperanza viene de Dios, de nuestra fe. Sin fe en Dios no puede haber una esperanza duradera, auténtica. Dejar de creer en Dios es empezar a deslizarse por un sendero que sólo puede llevar al vacío y a la desesperación”.

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