José Arregui: el oportuno silencio

El católico tiene, en el silencio, un gran aliado para mejorar su espíritu y el estado de su alma. Por eso muchas personas deciden tomar, para sí, el voto de silencio y hacer, del mismo, un instrumento para mantener con Dios una relación gozosa y fluida.

De tal forma es así, que el orar en silencio, fuera el ruido del mundo exterior, favorece en nosotros, hijos de Dios, una mirada que se acerca, mucho, al Padre y Creador nuestro.

Esto viene al caso porque el franciscano José Arregui, que tan gran polémica ha levantado en tierras vascongadas y en la Iglesia católica en su conjunto, ha dicho que va a la dejar la orden de la que forma parte. Y esto, bien visto y según lo sucedido está más que bien.

A la hora, pues, de marcharse, se pueden adoptar dos posturas o, mejor, existen dos posibilidades de actuar: irse con honor o irse deshonrando a la Iglesia católica y a la orden a la que, pues, había pertenecido.

Antes tales posibilidades parece que ha escogido la segunda.

Dice, o dijo cuando anunció que abandonaba la orden franciscana, “no callaré”.

No callar es algo bueno; es más, recomendable y obligado cuando se tienen que decir cosas que puedan dar solución a problemas aparecidos, digamos, en la diócesis donde se vive o donde se está por las razones que sea.

No callar, sin embargo, para seguir formando parte de un bando de los que, se supone, que existen en el seno de la Iglesia católica (por ejemplo, teólogos progres contra teólogos ortodoxos; obispos que se suponen más “liberales” contra otros que, al parecer, son carcas o están pasados de moda y no se acuerdan con el mundo y sus mundanidades, etc.) es hacer algo mal porque se quiere seguir polemizando y siendo parte activa de un proceder que, es más que probable, esté equivocado.

En la “Demostración de la predicación Apostólica” (24) dice San Irineo de Abrahám algo que bien podría aplicarse José Arregui:

Dios tuvo piedad de aquel que, solo, le buscaba en silencio”.

¿Acaso Arregui dejará de buscar a Dios en silencio para prorrumpir en una cháchara, a lo mejor, definitoria de su personalidad?

Por otra parte, el silencio, en determinadas ocasiones, muestra la capacidad de obediencia que tiene una persona a la que se ha dicho que mantenga tan prudente actitud. Y tal ha de ser una razón, la obediencia, por la que Arregui abandona la orden franciscana: dice ser un insumiso o, lo que es lo mismo, una persona que no se somete.

Someterse no es mala cosa si tal actitud se hace con gozo y entrega a lo que se dice amar. Otra cosa muestra, al contrario, poco gozo y poco amor y, a lo mejor, por eso Arregui abandona la orden franciscana.

A mí, lo tengo que reconocer, lo que más me importa es la actitud chulesca que ha mostrado ante la posibilidad de marcharse de la orden a la que ha pertenecido, en abandonar el sacerdocio y todo lo que le pueda unir a una jerarquía, la de ahora, que no es de su gusto, pues en la Iglesia católica no se puede estar o pertenecer según el egoísmo de cada cual.

Por eso, él sabrá lo que hace y lo que ahora le interesa.

Las Sagradas Escrituras, sin embargo, siempre tienen salida para todo y a todo ofrecen una solución. La tiene José Arregui, en las Lamentaciones (Lam 3, 26) cuando se dice que “Bueno es esperar en silencio la salvación de Yavé”.

Bien podría hacer Arregui algo parecido.

Eleuterio Fernández Guzmán

Escucha a tu corazón de hijo de Dios y piedra viva de la Santa Madre Iglesia y pincha aquí abajo:


Y, si puedes, da el siguiente paso. Recuerda que “Dios ama al que da con alegría” (2Cor 9,7).

2 comentarios

  
Vicente
Arreegui se aparta en algunos puntos de la doctrina de la Iglesia, el obispo ha conversado con él. Debe obedecer al Obispo en todo...


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EFG


Y eso está muy bien. Pero, me temo que cuando quiere irse es que no tiene mucha intención de obedecer al Obispo.
06/09/10 11:30 AM
Hay jueces estrella y teólogos estrella. En esto dan a conocer que se pasan al enemigo: tienen que hablar mucho para pagar ciertas complicidades y alianzas. La progresía ha perdido los papeles y se retira en desbandada. La caída del Muro marcó un punto de inflexión. Vivían encamados marxismo y teología de la liberación pero a la caída del Muro se quedaron compuestos y sin novia. Y sobrevino el palidecer. Ahora sólo quedan cuatro gatos, algunos se han reciclado y ahora se han hecho expertos de las nubes y hacen exégesis de las tormentas; otros, palmeros del feminismo andante.

Es lo que hay.

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EFG


Menos mal que son cuatro gatos porque de ser de otra forma, tendríamos mucho más de lo que preocuparnos.

De todas formas, es bien cierto eso que Ud. dice sobre que "algunos se han reciclado y ahora se han hecho expertos de las nubes" pues parece referirse a Leonardo Boff. Y tiene más que razón...
06/09/10 5:45 PM

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