Eppur si muove - ¿Un Estado laico ha de ser antirreligioso?

Ciertamente, los Estados son según las personas que los dirigen hacen que sean. Así, por ejemplo, siendo Estados Unidos de América una democracia bastante consolidada, no se puede decir que tenga un sentido religioso alejado de la creencia mayoritaria de las personas que constituyen aquella nación. Es más, cualquiera reconoce que todo lo relacionado con Dios tiene una importancia notable.

Pero no en todos sitios pasa lo mismo ni se tiene el respeto por la religión que bien merece. En concreto, en nuestra patria, España, pasa todo lo contrario porque se tiene un sentido de la democracia algo torticero y parece ser que llegar al poder supone olvidar lo que, por ejemplo, supone y es la religión, digamos, católica.

Tal es así que bien podemos preguntarnos la razón por la cual el Estado, siendo laico, tiene que comportarse como claramente antirreligioso.

A este respecto, es de esperar que, en Occidente, una Constitución diga en su texto que la nación para la que se elabora no tiene religión alguna y que, por tanto, ninguna será la del Estado o, lo que es lo mismo, que ninguna creencia regirá el funcionamiento del mismo, de sus organizaciones y de las funciones que cumplen.

Es algo que, por lo demás, es la mejor forma de que no se vean mezcladas dos realidades que en sí mismas consideradas deben estar separadas: Iglesia y Estado.

Entonces, en tal caso, las organizaciones que constituyen la nación han de llevar a cabo una labor no distanciada de las distintas confesiones que en su territorio pueden coexistir sino, muy al contrario, teniéndolas todas en cuenta, actuar con respeto hacia ellas.

¿En qué se basa el necesario respeto?

Sencillamente, debido a que si bien para el Estado, como organización, se haya decidido el alejamiento de confesión religiosa alguna, las personas que conforman la nación sí creen (una gran mayoría así lo manifiesta) y, por tanto, los sujetos activos que constituyen la nación merecen la correspondiente consideración de quienes, al fin y al cabo, no son, sino, los gestores del convivir de la nación.

Por tanto, tal situación es la ideal y la que debe cumplirse para que, en realidad, podamos considerar que un Estado tiene una actitud en el que la laicidad juega un papel importante en el desarrollo económico, político y social de aquel.

El Estado laicista

Pero hay algo más avieso y torcido, una forma de comportarse que determina que se han violado los principios arriba citados: cuando la laicidad deviene laicismo. Y, aún peor, cuando la actitud gravemente laicista de sus gobernantes tiene el claro objetivo de menospreciar a una religión en concreto que, no obstante, es la que dice seguir la gran mayoría de la población.

Bien sabemos, en tal aspecto, que España es una de las naciones en las que religión católica tuvo, ha tenido y tiene una acogida, implantación y desarrollo más arraigado y en la que, no sin alguna que otra dificultad de siglos (por la invasión musulmana) se ha mostrado la fortaleza de la fe en Dios.

Extrañaría, por tanto, que algún gobernante se manifestase en contra o muy en contra de la Iglesia católica. Pero, más que nada porque sería atacar, directamente, a la población (una amplia mayoría) que entiende que aquella es importante para sus vidas y que no se trata, exclusivamente, del seguimiento de unos ritos o la percepción de unos sacramentos lo que les guía sino que es una forma de comportarse, de entender la vida.

Sin embargo, no otra cosa ha pasado cuando, en nuestra patria, del principio de laicidad se ha pasado al comportamiento laicista sin solución de continuidad.

¿Qué ha pasado o, mejor, qué está pasando al respecto?

Tan sólo con echar una mirada a nuestro alrededor y, también, teniendo algo de visión (no demasiado profética) de lo que se nos viene encima (véase nueva Ley de Libertad Religiosa por venir), respondemos con facilidad a tal pregunta.

Así, paso a paso se están socavando los principios sociales sobre los que se asienta España. Se lleva a cabo, además, a conciencia de lo que se hace porque eso es lo que parece y lo que se quiere.

Se implantó, en el ámbito familiar, el divorcio llamado exprés porque supone una forma rápida de que determinada situación en la que pueda existir una desavenencia, se termine. Sin más problemas… adiós a tal familia.

Se implantó el imposible “matrimonio homosexual”, contrario, en su propio sentido a lo que dice la constitución española.

Se ha facilitado la investigación con células madre embrionarias con fines según los cuales los embriones (seres humanos ya no sólo en potencia sino en acto por ser seres diferenciados unos de otros) se convierten en “medios” y no en un fin en sí mismo.

Se ha implantado una asignatura adoctrinadora, llamada Educación para la Ciudadanía, en pos de la destrucción de la moral social y la adaptación al pensamiento al que lo es socialista. Y todo para “compensar”, de mala manera y mala forma, la existencia de la asignatura de Religión católica a la que, además, se zahiere ninguneándola frente a las demás, que lo son, materias escolares.

Se ha aprobado la nueva legislación sobre el aborto y se ha convertido, prácticamente, en una barra libre para matar a seres humanos indefensos.

Y todo lo aquí, apenas, traído, lo es, exclusivamente porque se quiere hacer una labor de ingeniería social y se tiene la intención de dar al traste con una sociedad de raíz religiosa y, aquí, católica, que no se limita, como pretenden hacer ver, al espacio de tiempo que, tras la Guerra Civil, ejerció el gobierno el General Franco sino que, como es sabido por todos, tiene, tras de sí, 2000 años de tradición y fe.

A pesar de lo hasta aquí dicho, no todo está perdido porque esto también tiene solución: que el Estado, cumpla con su deber de respeto a la religión católica y deje de legislar en contra de su doctrina (socialmente admitida) y se comporte no como uno que lo es laicista sino, mejor, como uno en el que el principio de laicidad sea, en verdad, lo que debe ser: respeto, sin desprecio, hacia la religión.

Sin embargo, también es cierto que a quien crea que esto último, con un Ejecutivo como el de Rodríguez Zapatero, puede ser posible, se le puede recomendar la visita a algún especialista en alucinaciones porque muestra síntomas de no acordar, lo que dice, con la realidad.

Y es que Satanás no se sabe que se haya corregido de su inmundicia.

Al fin y al cabo, no quiere, por tanto, la Iglesia fundada por Cristo que el Estado siga sus principios o su doctrina; tampoco quiere, sin embargo, que el Estado o, mejor, los gobernantes del mismo, olviden que la religión no es algo superficial ni caprichoso ni, sobre todo, algo que se puede manipular a su antojo.

Y esto es bastante fácil de entender.

Eleuterio Fernández Guzmán


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Y, si puedes, da el siguiente paso. Recuerda que “Dios ama al que da con alegría” (2Cor 9,7).

5 comentarios

  
Pablo
Estimado Eleuterio:

Entre «laico» y «laicista» no hay diferencia esencial sino de grado. Cuando no hay hostilidad pública hacia el fenómeno religioso, hay una legislación contraria a la ley natural. Algunas objeciones:

1) Los EE UU son un país públicamente «teísta», pero su legislación positiva es tan anticristiana como la europea. Una democracia puede ser más o menos respetuosa de la religión, públicamente agnóstica o atea militante. Que en los EE UU haya un poco más de respeto a la religión que en Europa, en concreto en Francia y España, no prueba que exista una relación entre sistema democrático y respeto a la religión. Porque históricamente han sido las monarquías mucho más respetuosas de la religión que las democracias.

2) El Estado laico suele comportarse en materia religiosa de modo análogo a las personas. Comienza dejando de ser católico, para luego ser irreligioso y a veces termina siendo anti religioso. España es un Estado «apóstata»; por tanto, no debe sorprender que sea hoy anti-católico. Se cumple la sentencia de Chesterton: quitad lo sobrenatural y quedará lo antinatural.

3) La defensa de la aconfesionalidad del Estado como si se tratase de un ideal, un desideratum, en el modo de relacionarse la Iglesia católica y la comunidad política, es contraria a la doctrina católica constante desde Leoón XIII hasta el Vaticano II (cfr. DH, 1) y el último Catecismo, que habla sobre el deber social de la religión, el culto social y público y remite a unas encíclicas (Immortale Dei, Quas Primas, etc.) que no se leen.
Otra cosa es que en las sociedades occidentales de hoy, debido a la descristianización y apostasía masivas, no pueda realizarse más que un Estado aconfesional.

4) El Estado confesional católico no mezcla realidades. Hay que precisar el lenguaje: distinción y no confusión; colaboración y no separación. Un Estado confesional católico no es totalitario, fundamentalista, fideísta, ni hace de la Iglesia una dependencia estatal.

6) La pretensión de respetar a todas las religiones en un Estado laico no laicista es una ilusión. ¿Cómo ha de regular el matrimonio un Estado laico que tiene una población católica, judía y musulmana? Los primeros no admiten el divorcio, mientras que los demás, sí; luego el matrimonio debería ser disoluble para no excluir a judíos y musulmanes, a pesar de que el divorcio es contrario a la ley natural. Y mientras los dos primeros grupos conciben el matrimonio como monogámico, los musulmanes aceptan la poligamia, por lo que habría de aceptar la poligamia para no excluir a los musulmanes.

Además, en un estado aconfesional, habría que fijar un día para el descanso en la legislación laboral. Los católicos, quieren descansar el domingo; los judíos el sábado y los musulmanes el viernes. ¿Qué día se determinaría? ¿Los tres? Y lo mismo ocurre cuando se trata de fijar el calendario escolar y demás fiestas.

7) Tampoco sirve de mucho decir que entre las tres grandes religiones monoteístas occidentales hay acuerdo sobre la ley natural. Porque más allá de algunos principios muy universales y generales de esa ley natural, sobre los que puede haber acuerdo, cuando se llega a los temas concretos e importantes en la actualidad, la verdad es que sólo la Iglesia católica defiende la ley natural completa y en todas sus exigencias.

Cordiales saludos.




07/05/10 12:01 PM
  
Pablo
Eleuterio:

Pides «...que el Estado, cumpla con su deber de respeto a la religión católica y deje de legislar en contra de su doctrina (socialmente admitida)...»

De hecho, no es posible tal cosa en la medida en que la doctrina de la Iglesia pierde aceptación social. ¿Aceptarían los españoles de hoy, mediante un referendum, volver al matrimonio heterosexual e indisoluble?

Cordiales saludos.


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EFG


Muchas gracias por sus apreciaciones que clarifican, en mucho, lo que yo he tratado de plantear en el artículo de hoy.

Ciertamente, si a lo social nos referimos, es bien cierto que la sociedad española está siendo llevada por caminos muy alejados de lo que lo justo religioso establece como justo.

Sin embargo, siempre queda la posibilidad de que el rumbo de cambie...
07/05/10 12:09 PM
  
Victor Doominical
quitad lo sobrenatural y quedará lo antinatural
Quitad lo sobrenatural y aparecerá lo humano. ¿Que es antinatural?¿Algo artificial?
Otra cosa es que en las sociedades occidentales de hoy, debido a la descristianización y apostasía masivas, no pueda realizarse más que un Estado aconfesional
Si hay tal grado de apostasia, ¿quien tiene esta responsabilidad de haber echado poco a poco a sus feligreses?
Un Estado confesional católico no es totalitario, fundamentalista, fideísta, ni hace de la Iglesia una dependencia estatal
Ya estoy de acuerdo contigo, pero al hacer una religión propia del estado estas creando una desigualdad entre las religiones.
07/05/10 12:26 PM
  
Pablo
Víctor:

Respondo:

1.- El sentido de la cita de Chesterton: cuando se abandona lo sobrenatural, queda lo natural (herido por el pecado original) y de hecho se termina, por la corrupción de las costumbres en lo contra natural (P. ej. gaymonio).

2.- Hablo de la apostasía de las naciones como un hecho. ¿Quién es el responsable? Creo que hay culpas concurrentes y compartidas por muchos.

3.- En efecto, un Estado confesional implica una desigualdad entre religiones. ¿Por qué el Estado ha de tratar igualitariamente realidades que no lo son?
Visto incluso desde la perspectiva del bien común temporal: no da lo mismo promover a la Iglesia fundad por Cristo, que al Islam con su poligamia, sus penas draconianas, su guerra santa a los infieles, etc.

Cordiales saludos.
07/05/10 12:34 PM
  
María
Es una pregunta que nos hacemos muchas personas,¿´por qué, atacan tanto a la Iglesia y a sus fundamentos´.
Si no fuera así ,estoy seguro que sacarian mayoria absoluta en las votaciones........Pero en fin esto sucede poque precisamente son socialistas y no INTELIGENTES.

SALUDOS
07/05/10 11:11 PM

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