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2.07.19

Un amigo de Lolo – La Gracia de la Cruz

Presentación

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

Resultado de imagen de El sillón de ruedas

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “El sillón de ruedas”.

La Gracia de la Cruz

 

La presencia eucarística diviniza los actos del hombre visitado y multiplica en los Juan Nadie del mundo la alta valoración de los méritos del Dios hecho carne.” (El sillón de ruedas, p. 106)

 

Cuando el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, habla del “Dios hecho carne” digamos que pone los puntos sobre las “ies” y nos sirve, además, para que sepamos en qué consisten tales puntos.

Nosotros sabemos, otros ignoran y hay quienes nada saben de esto, que hubo un momento, en la historia de la humanidad, que se ha dado en llamar “últimos tiempos”. Tales tiempos no es que vayan a ser, por así decirlo, los últimos que vaya a vivir la humanidad como si se acabara entonces el mundo. No. Son los “últimos” porque en tal momento de la historia del ser humano, Dios iba a enviar al Mesías.

Dios cumplió con su promesa. Pero no sólo hizo eso sino que, además, fue Él mismo quien quiso bajar al mundo para que el mundo se salvase. E hizo lo que quería hacer porque lo podía hacer.

Pues bien. Dios, que quiso hacer lo que quería hacer y podía hacer, vino a hacerse carne. Y nació el Hijo que iba a procurarnos la salvación del hombre que quiera aceptarlo como, eso, como el Hijo de Dios.

Debía, de todas formas, quedarse entre nosotros porque era Voluntad de Dios que así fuera. Y eso se hizo posible porque, en el desarrollo de la Última Cena, instituyó la Santa Misa, llamada también Eucaristía por ser verdadera Acción de gracias.

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