La Palabra del domingo - 12 de mayo de 2019
Jn 10, 27-30
“27 Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. 28 Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. 29 El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. 30 Yo y el Padre somos uno’.”
COMENTARIO
Es bien cierto que el ser humano creyente, el que pertenecía al pueblo elegido por Dios (el judío) esperaba que el Mesías fuera enviado al mundo para que el mundo se salvase. También es cierto que yo día, mayo de 2019, aún hay muchos miembros de tal pueblo que no creen que el Mesías haya sido enviado por Dios y, claro está, aún esperan.
Nosotros o, lo que es lo mismo, aquellos que confesamos que Jesucristo es el Mesías, tenemos por gran verdad, por la Verdad, que lo es, que es Quien Dios quiso enviar al mundo para que el mundo se salvase. Y lo creemos porque hay pruebas más que suficientes como para no hablar por hablar o, sencillamente, para no llevar el agua a nuestro molino.
En fin…. Que nosotros estamos seguros de eso y, por tanto, debemos escuchar lo que nos dice porque, al menos que sepamos, en dos ocasiones, Dios dijo que debíamos escuchar a su hijo amado: a saber, cuando salió del Jordán bautizado y cuando se transfiguró ante Pedro, Juan y Santiago.
No podemos decir, por tanto, que ignoremos la verdad.
9.05.19
J.R.R. Tolkien - Ventana a la Tierra Media – El Bien y el Mal existen en Tolkien
Es muy recurrente hablar del Bien y del Mal en J.R.R. Tolkien refiriéndose a sus dos obras, digamos, más conocidas que son, a saber, El Hobbit y El Señor de los Anillos. Y es que, sin duda alguna, en ellas puede apreciarse de forma evidente que hay quien hace mal las cosas y hay quien las hace bien y no, digamos, a nivel espiritual o que pudiera ser teórico, sino en la realidad (literaria) y, en fin, causando daño o lo contrario.
Y, sobre esto, si hablamos de personajes, de seres subcreados por el profesor de Oxford es, ciertamente, extraordinaria la diferencia que existe entre aquellos que encarnan el Bien y los que hacen lo propio con el Mal.
Como estos artículos van dirigidos tanto a quien esté avisado de qué se habla en ellos como a quien desconozca el mundo de Tolkien, no está mal decir que el caso mismo del Bien y del Mal está planteado por el autor de estos libros porque, como católico que era, tenía muy claro que existen uno y otro y que no puede ser lo mismo que venza el primero o que se haga con el poder el segundo. Es más, los daños causados cuando impera el Mal (Melkor-Morgoth y sus secuaces) son evidentes. De todas formas, hay que reconocer que cualquiera, sea católico o no lo sea, sabe que el Mal y el Bien existen a no ser que vive, de verdad, en otro mundo…
Después de dejar claro esto que es, digamos, una general de la Ley de Tolkien, vayamos al meollo de la cosa.
¿Es Eru -Dios- quien crea el Mal?
Esta pregunta tiene su intríngulis porque contestarla de forma positiva, que sí que lo crea, es bien cierto que pudiera parecer que goza con el mismo con el daño que causa. Sin embargo, como Tolkien tenía fe, nada de eso puede ser posible. Por tanto, respondemos que no, que Eru/Ilúvatar, no crea el Mal porque sólo quiere, al crear la Tierra Media y a los que la habitan, que algo bueno tenga vida. Y lo crea todo para goce, digamos, de sí mismo.
Pero, entonces, ¿Cómo surge el Enemigo?
Digamos que el Mal, en sí mismo considerado, habita en el corazón de Melkor, uno de los Valar (Ángeles según diría el mismo J.R.R. Tolkien, si nos atenemos a una creación, a la Creación de Dios Todopoderoso) que luego sería llamado, por primera vez, Morgoth (Enemigo Oscuro del Mundo) por Fëanor cuando arrebató los Silmarils en un momento histórico más que notable del relato de El Silmarillion.
Sabemos que Melkor fue creado por Eru igual que fueron creado los demás Valar (Que eran considerados dioses para los habitantes de la Tierra Media; Ángeles, según decimos arriba) Pero, por unas cosas y por otras, su corazón se ennegreció. Y quizá lo hizo por esto que sigue, a lo que bien podemos llamar “Causas del odio de Melkor”:
1. Manwë y Melkor (Valars, espíritus o dioses) son hermanos, pero Eru prefiere al primero.
2. Varda (Valie, Varda en femenino, diosa o espíritu) rechaza (antes de la ejecución de la música) a Melkor y éste la odia.
3. Melkor estaba celoso de Aulë (Valar, dios) porque se le parecía mucho en pensamientos y poderes. Melkor estropea todo lo que hace Aulë.
Ambos quieren hacer cosas nuevas:
-Aulë crea a los enanos (que permanecerán sin existir hasta que aparezcan los Primeros Nacidos de Ilúvatar, los Elfos)
-Melkor corrompe a Elfos capturados para que aparezcan los Orcos. Es, seguramente, lo que más molesta a Ilúvatar: que destruya a su primera creación de seres vivientes.
Esto y, quizá, otras causas que se sumarían a las aquí apenas expuestas, fue la causa principal de aquel Valar que podía haber sido bueno deviniera en malo y causara tanto daño como pudo.
Sobre lo del odio, que referimos arriba, es muy cierto que el que sería considerado “Enemigo” de todo lo bueno, el creador de sombras en el corazón de los Primeros nacidos, de los hombres o de todo ser que pudo corromper, acumuló tanto en su corazón que, en realidad, otra cosa no podía hacer. Es decir, podría haber hecho otra cosa si desde el principio no hubiera desafinado en la interpretación de la música que Eru creyó oportuno que interpretaran los Valar. Pero desafinó de tal forma que, desde aquel momento, Ilúvatar supo que aquel Ainu al que había creado poniendo todas sus posibilidades en él y al que había hecho poderoso, muy poderoso, iba, en efecto, a mostrar su poder pero no de la forma como debía mostrar sino, justamente, al contrario.
De aquel ser creado para el Bien muchos fueron los que nacieron para el Mal. Es decir, Melkor, por sí solo, poco podía hacer pues tenía en contra a casi todos los Valar (había quien estaba de acuerdo con él, como suele pasar siempre con el Mal, entonces y ahora). Y necesitaba, por decirlo así, discípulos que, muchas veces, lo eran por esclavitud y, otras veces, por conveniencia (recordemos, por ejemplo, a los hombres que lucharon a su lado en las muchas guerras que hay en la Tierra Media) Y corrompió seres existentes como si se tratase de la creación de seres nuevos como quería tener poder para eso, digamos, a como lo tenía Eru, seres horrendos (¿Por qué el Mal nada bello puede hacer?) que causaron daños más que cuantiosos desde el mismo momento de su creación o, mejor, cuando estuvo preparado el Enemigo para que lo hicieran. Es decir, crear en cuanto lo podía hacer Eru no podía hacer, ni siquiera, el gran Valar Melkor. De todas formas, no podemos negar que hay debate al respecto de si el Enemigo podía crear o sólo hacer que lo existente se convirtiese en parte de su Mal.
A este respecto, estamos de acuerdo con que si Aulë pudo crear a los enanos aunque tuviera que esperar el permiso de Eru para darles vida… es posible que también pudiera hacer lo propio Melkor.
Bueno… de todas formas, el caso es que hay una serie de seres malvados que actúan a favor de este requetemalvado ser llamado Morgoth. Y hacen el mal y son el Mal considerado como tal.
Así, por ejemplo, Orcos, Trasgos, Nazgûls (que ponemos aquí porque fueron antiguos reyes o hechiceros a los que Sauron entregó uno de los anillos con los que podían obtener grandes poderes y los que, con el paso del tiempo, acabaron siendo espectros y por ser Sauron, a la sazón, Maiar corrompido por Melkor cuando así se llamaba), Trolls y demás bestias relacionadas con el rebelde Valar al que aquí nos referimos como expresión propia del Mal, actúan al antojo de quien los domina a lo largo de toda el relato de El Hobbit y El Señor de los Anillos. Y es que hay que tener en cuenta que es el Anillo Único el que hace, digamos, de cordón umbilical que une la segunda obra literaria con la primera pues tanto era el interés que había, por parte del editor de El Hobbit en que hubiese una segunda parte de tal obra que tuvo que encontrar, J.R.R. Tolkien, un nexo de unión entre lo que había sido aquella exitosa historia (inesperado éxito, seguramente) y lo que él sabía no podía ser una simple continuación de las aventuras de Bilbo Bolsón.
Tales seres, y otros más de naturaleza divina (como hemos dicho arriba hubo hombres que lucharon al lado del Enemigo fiados, seguramente, a las promesas hechas por Morgoth – señal de lo que, en verdad, no lo conocían-) forman parte del Mal y en el Mal, según podemos ver con bastante nitidez, se apoyan para llevar una vida que no es, precisamente, recomendable. Y, entre ellos, como no podemos olvidar, se encuentra Saruman, un Maiar (digamos, un dios menor) que trata de imitar a Sauron pero con un éxito bastante menguado y que tiene sus más y sus menos con Gandalf, otro personaje más que conocido que, como Maiar que era (de la raza de los Istari o Magos) no acepta la corrupción del Mal y se alinea con el Bien a al Bien sirve y al que, sin duda alguna, dedicaremos, cuando corresponda, un artículo especial como merece el que tanto hace para que triunfe el bien.
Es bien cierto, por tanto, que J.R.R. Tolkien tenía más que claro que la existencia del Bien y del Mal en su mundo (y en el nuestro, en el ahora mismo) debía tener reflejo en la obra que lo iba a hacer inmortal (eso no lo sabía, claro está). Y podemos decir, sin temor a equivocarnos, que consiguió más que bien que lo bueno fuera bueno y lo malo, más malo que la quina. Y es que, en realidad, toda la historia de la humanidad (y en su caso, de los seres que subcrea) ha mostrado que, aún no queriendo Dios (Eru en la Tierra Media) que el Mal exista, acaba surgiendo por corrupción de los corazones. Vamos, tal como la vida misma.
Eleuterio Fernández Guzmán- Erkenbrand de Edhellond
Nota: las imágenes han sido tomadas de Tolkienpedia.
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Hay mundos que, sin duda alguna, nos llevan más lejos del que vivimos, nos movemos y existimos.
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Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
7.05.19
Un amigo de Lolo – "Lolo, libro a libro" – La perseverante labor de Dios
Presentación
Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.
Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.
Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “El sillón de ruedas”.
La perseverante labor de Dios
“Por eso ya no quiere la queja ni el refluir manso de la fuente. Traedme, en cambio, la sonrisa y dejad que la alegría me cuelgue guirnaldas y rosas del corazón, porque ya está aquí la fragancia de Dios apuntalando la arquitectura del sufrimiento; el pulso de Dios, el cincel de Dios que corroe los brochazos mezquinos del hombre para ir tallando, entre escorzos y gracias, ese paraíso que surge junto al milagroso nombre de la Redención.” (El sillón de ruedas, p. 100)
Aquellos que nos consideramos hijos de Dios y que, además, nos incardinamos en el seno de la Esposa de Cristo, llamada Iglesia católica, sabemos que sí, que es posible y más que probable, que suframos.
El sufrimiento no es nada baladí. Es decir, a nadie le gusta sufrir por sufrir a no ser que tenga algún tipo de deficiencia o algo así. Pero bien es cierto y e importante es saberlo que vamos a sufrir más de una y más de muchas veces. Y, sabiendo esto, es bueno tener un asidero al que agarrarnos para no caer.
El Beato Manuel Lozano Garrido, especialista en sufrimientos y durezas físicas, no era menos campeón en gozos y espíritu grande. Y queremos decir con esto que, si bien, sufrió mucho en vida, no es poco cierto que supo encauzar muy bien su sufrimiento. Y de ello, por cierto, nos “aprovechamos”, espiritualmente hablando, nosotros, sus hermanos en la fe.
El dolor puede fluir, como dice Lolo, como una fuente. Y, como tal, puede ser no algo pasajero sino algo que, al parecer, ha querido acomodarse en nuestra vida. Eso le pasó al Beato de Linares (Jaén, España) y por eso sus pensamientos a tal respecto son más que importantes.
5.05.19
La Palabra del Domingo - 5 de mayo de 2019
Jn 21, 1-19
1 Después de esto, se manifestó Jesús otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Se manifestó de esta manera. 2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. 3 Simón Pedro les dice: ‘Voy a pescar.’ Le contestan ellos: ‘También nosotros vamos contigo.’ Fueron y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada.4 Cuando ya amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. 5 Díceles Jesús: ‘Muchachos, ¿no tenéis pescado?’ Le contestaron: ‘No.’ 6 El les dijo: ‘Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.’ La echaron, pues, y ya no podían arrastrarla por la abundancia de peces.7 El discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: ‘Es el Señor’, se puso el vestido - pues estaba desnudo - y se lanzó al mar. 8 Los demás discípulos vinieron en la barca, arrastrando la red con los peces; pues no distaban mucho de tierra, sino unos doscientos codos. 9 Nada más saltar a tierra, ven preparadas unas brasas y un pez sobre ellas y pan. 10 Díceles Jesús: ‘Traed algunos de los peces que acabáis de pescar.’ 11 Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aun siendo tantos, no se rompió la red.
12 Jesús les dice: ‘Venid y comed.’ Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ‘¿Quién eres tú?’, sabiendo que era el Señor.13 Viene entonces Jesús, toma el pan y se lo da; y de igual modo el pez.
14 Esta fue ya la tercera vez que Jesús se manifestó a los discípulos después de resucitar de entre los muertos. 15 Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: ‘Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?’ Le dice él: ‘Sí, Señor, tú sabes que te quiero.’ Le dice Jesús: ‘Apacienta mis corderos.’ 16 Vuelve a decirle por segunda vez: ‘Simón de Juan, ¿me amas?’ Le dice él: ‘Sí, Señor, tú sabes que te quiero.’ Le dice Jesús: ‘Apacienta mis ovejas.’ 17 Le dice por tercera vez: ‘Simón de Juan, ¿me quieres?’ Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: ‘¿Me quieres?’ y le dijo: ‘Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.’ Le dice Jesús: ‘Apacienta mis ovejas. 18 ‘En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras.’
19 Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios. Dicho esto, añadió: ‘Sígueme.’
COMENTARIO
Sobre Simón Pedro
Después de la muerte de Jesús es bien cierto afirmar que la situación por la que pasaban los que habían sido escogidos por el Hijo de Dios para continuar con su labor predicadora no era la misma. Queremos decir que habría alguno de ellos que estaría más preocupado por su propia actuación.
Todos sabemos cómo había actuación Pedro durante la noche en la que Jesús fue apresado por sus perseguidores. Y es que lo negó las mismas veces que el Emmanuel le dijo que le negaría y justo en la hora en lo que negaría.
Pedro, por tanto, debía estar pasando un mal momento porque no era buena cosa haber dicho que no conocía a quien había sido su Maestro y le había enseñado mucho acerca del amor y la fidelidad.
Pero este hombre, así como sus otros compañeros, vuelve a la labor con la que se ganaban la vida antes de conocer a Jesús. Ellos, pues, vuelve a pescar y a tratar de conseguir el pan que sustente sus existencias.
2.05.19
J.R.R. Tolkien- Ventana a la Tierra Media – Hacia las Imperecederas Tierras
Valga lo que sigue por los sueños que podemos tener y que solemos tener de un mundo, seguramente, mejor que el caído en el que vivimos. Y eso no es escapismo ni nada por el estilo sino, simplemente, gozo de saber que podría ser posible…
Hacia ellas, hacia las Imperecederas Tierras. Así hemos titulado este, casi, poema; a lo mejor, impropio para los que saben, de verdad, hacer estas cosas. Hay, de todas formas, nostalgia en esto aunque pueda carecer de sentido; nostalgia hay, sin duda, porque creemos que puede ser posible… al menos, en nuestro corazón, que lo fue.
Esta obra de poesía, se dice, es proclamada por aquellos que, en la Tierra Media, aún tienen esperanza y a ella se aferran.
Por mucho que se nos diga que esto no es cierto,
que sólo es fantasía y que dejarlo debemos,
por mucho que oigamos aunque quedemos perplejos,
aunque sepamos, decimos, que es propio de alejados
del mundo que vivimos no anhelamos cosa distinta,
lugar mejor donde ir, estancia que descubrir.
Hay lugares mejores donde llevar nuestras almas,
lugares donde reposar nuestros cansados corazones,
pocos, al parecer, alcanzan aquellas orillas
y pocos, según nos dicen, los que tienen tal premio,
pero nosotros creemos y es lo que aquí decimos
que vayamos pronto a las Tierras,
Imperecederas llamadas donde en la Tierra, la Media,
habitan los Bendecidos, aquellos que Eru quiso,
los que anhelamos conocer y los que fueron.
Como Bilbo tuvo canción última de las que hizo,
nosotros tenemos esto, que sabemos no es lo mismo,
pero nos vale como gozo, como ilusión y como sueño.
Allende de los mares, donde las tierras son luz,
libres del Mal malvado, habitan los inmortales
y es destino que ansía el corazón de los hombres
alcanzar aquellas tierras, ver si es cierto tal nombre.
Sabemos, de todas formas, que por mucho que habitemos
aquellos lugares ciertos aunque sea sólo en sueño,
nada ha de pasarnos , nada que sea tan bueno
como vivir para siempre entre aquellos que bendijeron
las manos limpias de Eru, Creador de lo eterno.
Según se habla en cuentos a los enanos, hombres y elfos,
hay muy pocos, de entre ellos,
que puedan contar y que sea verdad,
que han pisado las playas, que hayan pisado el suelo
donde los inmortales gozan su gozo imperecedero,
aunque resulte imposible cruzar al destino nuevo,
es ilusión que tienen y mucho más que un sueño.
Entre nosotros, los viejos, aquellos que batallas vivieron,
cuentan que hace siglos, muchos que ya cayeron,
hubo quien intentó cruzar el mar de en medio
y llegar a gozar, siquiera, un instante de aquel viento,
siendo cierto y verdad que todo quedó en anhelo.
Debemos conformarnos, según vemos y hacemos,
con saber que Eru quiere, y desdecirlo no debemos,
que cada cual que, creado, de su corazón ha emanado,
goce de lo entregado, regalo, sí, de sus manos.
Y aunque eso hagamos, sin alcanzar lo imposible,
no olvidemos que soñar, un tal don nos es dado,
e imaginar alcanzar, aunque sea imaginado,
aquellas Tierras inmortales e Imperecederas llamadas,
es cosa que hacer podemos, algo que Ilúvatar
nos lo puso en los sueños.
Por cierto, como hemos dicho otras veces, quien quiera puede aportar sus propias creaciones. Digamos, aquí, que en poesía relacionada con la obra de J.R.R. Tolkien. Sería todo un honor poder leer lo que se haya escrito a tal respecto.
Eleuterio Fernández Guzmán - Erkenbrand de Edhellond
Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Hay mundos que, sin duda alguna, nos llevan más lejos del que vivimos, nos movemos y existimos.
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Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
30.04.19
San José, obrero y maestro de Cristo
“Nos dirigimos a ti, Oh bendito San José, nuestro protector en la tierra, como quien conoce el valor del trabajo y la respuesta a nuestro llamado. A través de tu Santa Esposa, la Inmaculada Virgen Madre de Dios, y sabiendo el amor paternal que tuviste a nuestro Señor Jesús, te pedimos nos asistas en nuestras necesidades y fortalezcas en nuestros trabajos.
Por la promesa de realizar dignamente nuestras tareas diarias, líbranos de caer en el pecado, de la avaricia, de un corazón corrupto. Se tú el solícito guardián de nuestro trabajo, nuestro defensor y fortaleza contra la injusticia y el error.
Seguimos tu ejemplo y buscamos tu auxilio. Socórrenos en todos nuestros esfuerzos, para así poder obtener contigo el descanso eterno en el Cielo. Amén.”
(Oración tradicional dedicada a San José)
A San José se le reconocen muchos patronazgos. Sin embargo, uno de los que más destaca es el de ser el patrono del trabajo. Y es que San José, como es más que sabido, además de ejercer de padre adoptivo de Jesús tenía una profesión con la que se ganaba la vida. De su labor de carpintero que, seguramente, enseñó a Jesús, ha devenido un patronazgo sobre el trabajo que es digno de tener en cuenta y de hacer mención de él. Y, claro, podemos creer que también fue, en cierta manera, el maestro de Jesucristo.
Al respecto de lo del patronazgo sobre el trabajo, Pío XII instituyó la festividad de San José Obrero, aunque podemos imaginar que, al menos, el pueblo creyente católico tenía al padre adoptivo de Jesucristo por muy importante en el mundo del trabajo desde hacía muchos siglos (pues así suelen ser las cosas cuando se declara que alguien es importante… el pueblo ya sabía y nada surge de la nada, claro está). Y lo hizo para que, a partir del 1 de mayo de 1955 se celebrara, con especial énfasis, a la figura de aquel hombre que supo mantenerse fiel a Dios en sus convicciones espirituales pero, también, que supo transmitir un amor por el trabajo del que hoy día aún vivimos. En aquel entonces dijo a los trabajadores reunidos en la Plaza de San Pedro (más de 200.000) que “el humilde obrero de Nazaret, además de encarnar delante de Dios y de la Iglesia la dignidad del obrero manual, sea también el próvido guardián de vosotros y de vuestras familias”.
Destacó, entonces, la humildad y la dignidad de quien trabaja con sus manos. En cuanto a la primera, virtud importante para el cristiano, José la representó a la perfección al manifestarla en cada una de sus acciones a lo largo de su vida; en cuanto a la segunda, la labor llevada a cabo manifestó lo que cada cual, con su propio trabajo, puede llegar a transformar su vida y llenarla con el amor de Dios.
José, obrero, representa, también, la preocupación que la Iglesia católica ha tenido y tiene por el mundo del trabajo. Así, por ejemplo, desde que en 1898 León XIII abordara el tema del trabajo en su Encíclica Rerum Novarum han sido muchos los documentos que han tratado tan importante realidad como Quadragesimo Anno, de Pío XII, Mater et magistra, de San Juan XXIII, Gaudium et spes, del Concilio Vaticano II, Populorum Progressio, de San Pablo VI, y la Laborem exercens, de San Juan Pablo II en la que, además, profundizó el Papa polaco en la espiritualidad del trabajo.
Por otra parte, San Juan XXIII, de grata memoria, terminó su alocución el día de la fiesta de San José Obrero del año 1959 con una oración que nos dice mucho acerca de la figura de tan importante persona en la historia de la salvación. Decía lo siguiente:
“¡Oh glorioso San José, que velaste tu incomparable y real dignidad de guardián de Jesús y de la Virgen María bajo la humilde apariencia de artesano, y con tu trabajo sustentaste sus vidas, protege con amable poder a los hijos que te están especialmente confiados!
Tú conoces sus angustias y sus sufrimientos porque tú mismo los probaste al lado de Jesús y de su Madre. No permitas que, oprimidos por tantas preocupaciones, olviden el fin para el que fueron creados por Dios; no dejes que los gérmenes de la desconfianza se adueñen de sus almas inmortales. Recuerda a todos los trabajadores que en los campos, en las oficinas, en las minas, en los laboratorios de la ciencia no están solos para trabajar, gozar y servir, sino que junto a ellos está Jesús con María, Madre suya y nuestra, para sostenerlos, para enjugar el sudor, para mitigar sus fatigas. Enséñales a hacer del trabajo, como hiciste tú, un instrumento altísimo de santificación“.
En tal oración se nos impele a no dejarnos avasallar por las circunstancias que nos han tocado vivir y que nos reconozcamos hijos de Dios. Pero, además, se nos recuerda algo que es muy importante para un cristiano, aquí católico: nunca está, estamos, solos en nuestra labor diaria sino que, muy al contrario de lo que puedan pensar los adalides del ateísmo, Jesús y su Madre, María, siempre nos acompañan y, junto a ellos, José, esposo amante y cuidador de Madre e Hijo. En ellos podemos apoyarnos.
Pues bien, nosotros podemos imaginar a Jesucristo meditar sobre la figura de José. Quizá pudo pensar esto que sigue:
“Nuestra casa era pobre y no demasiado grande. Sin embargo, era suficiente para que vivieran tres personas que tanto se querían como mi madre, José y yo mismo.
La verdad es que José siempre fue un hombre trabajador. Ser carpintero requería paciencia porque, poco a poco tenía que modelar, casi de la nada, algo que pudiera ser útil. Casi, diría yo, como hace mi Padre con los corazones duros que, con paciencia y perseverancia convierte en suaves y tiernos.
José tuvo una vida sencilla pero, sin duda, nada fácil. Trabajador humilde y piadoso creo que era un fiel cumplidor de la voluntad de Dios y que se entregó al cuidado de mi madre y de mí porque era lo que tenía que hacer. Por eso nunca preguntó más de lo que necesitaba saber y en su diaria labor pienso yo que trataría de descifrar, exactamente, lo que se esperaba de él para cumplirlo.
Puedo decir, ahora que ha transcurrido un tiempo desde que se fue a la casa de mi Padre, donde nos espera, que muchas de las cosas que digo a los que me siguen las he tomado de ver a José trabajando y del comportamiento ordinario, común, que tuvo en su vida. No puedo negar, ni quiero negarlo, que en lo humano José fue mi maestro.
Aquel silencio mientras trabajaba; aquella forma de esforzarse sin pedir nada a cambio, tan sólo por el amor que nos tenía; aquella entrega muestra de tantos pensamientos profundos…
Pero no sólo recuerdo su trabajo manual, que nos permitía salir adelante. Algo había más importante en su vida que lo hacía humano y tierno, amoroso y cercano: cuidaba de mi Madre y de mí de una forma tan dulce…
Sin embargo, sabía a la perfección cuándo debía permanecer en un segundo plano adoptando la posición de reconocer quién era yo.
Recuerdo, ahora, como aquella vez que me quedé en el Templo hablando con los doctores de la ley. Cuando, al fin (tres días buscándome debió ser terrible para José y mi madre) dieron conmigo (es que aún no sabían que yo debía andar en las cosas de mi Padre) fue mi madre la que mostró su enfado conmigo. ¡Cómo se puso aquel día!, no sin algo de razón, claro.
Mientras, José miraba y callaba y, aunque mi madre siempre decía que guardaba ciertos momentos en su corazón, como para gozar con ellos o, quien sabe, para entristecerse con ellos, yo siempre he creído que también José gozaba de tan buen depósito de amor.
Bueno, ¡Cómo pasa el tiempo!, Juan está teniendo mucho trabajo hoy en el Jordán. Parece que ya me toca entrar en el agua”.
Ciertamente, esto ya fue publicado en su día pero, ¡Qué le vamos a hacer!, hay que cosas que vale la pena recordar.
San José Obrero, ruega por nosotros.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
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Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
27.04.19
La Palabra del domingo - 28 de abril de 2019
Jn 20 19-31
“19 Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: ‘La paz con vosotros.’ 20 Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. 21 Jesús les dijo otra vez: ‘La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.’ 22 Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: ‘Recibid el Espíritu Santo. 23 A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.’
24 Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: ‘Hemos visto al Señor.’ 25 Pero él les contestó: ‘Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.’
26 Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: ‘La paz con vosotros.’ 27 Luego dice a Tomás: ‘Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.’ 28 Tomás le contestó: ‘Señor mío y Dios mío.’ 29 Dícele Jesús: ‘Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído.’ 30 Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro.
31 Estas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.”
COMENTARIO
Y tuvo que aparecerse para que creyeran
El creyente, al parecer, necesita pruebas más que innecesarias para creer. Y eso es lo que les pasa a los que están escondidos por miedo a los judíos.
Y es que para que todo lo que hizo tuviera sentido tuvo que aparecerse, Jesús, a sus discípulos que, con miedo, estaban escondidos. Sólo así comprendieron todos los, para ellos, extraños mensajes que habían recibido de Él y que, en su tiempo, no entendieron.
Y se presentó ante ellos con la paz por delante, como deseándoles lo mejor, la tranquilidad del alma, la mejor forma de manifestarse, la expresión pura y simple de su ser.
Para que acabaran de creer, les enseñó las marcas de su Pasión. Así, todo se cumplía, la comprensión de sus seguidores fue total.
Pero no bastó con esto. Era fundamental que, sobre ellos, exhalara el Espíritu Santo; que, como prometió, fuera conveniente, para ellos que Él se fuera, se marchara al Padre, porque enviaría otro paráclito, otro defensor, ese Espíritu que les iba a guiar, dirigir, marcar el camino hacia Dios.
Y también llevó a cabo el primer envío después de darles a aquel. Una misión: predicar el Evangelio, esa buena noticia que debían de llevar a todos, con el poder de perdonar pecados, y de retener los que creyeran que debían ser retenidos. Todo un poder legítimo, significativo, creador de un nuevo mundo basado en su ejemplo, en su amor, en la Verdad que Él trajo, otros brazos para Dios.
Y como era esencial llevar a cabo una definición, el establecimiento de un concepto claro y diáfano de Fe, lo hace en cuanto Tomás, llamémosle el incrédulo, duda de su presencia ocho días antes, ante sus apóstoles, allí, entre ellos, ante sus hermanos de fe.
25.04.19
J.R.R. Tolkien - Ventana a la Tierra Media – La labor impagable de Christopher Tolkien
Es bien cierto que J.R.R. Tolkien, por diversas circunstancias (entre las cuales no fue de poca importancia la perfección que quería imprimir a sus obras) no publicó, en vida, muchas obras de ficción o, digamos, de subcreación.
Sin embargo, no es poco cierto que escribió mucho y más que mucho. Era de esperar que alguien que había colaborado mucho en su trabajo desde bien pequeño (en cada edad, lo suyo, claro está) como es su hijo Christopher se encargara de continuar con la labor de publicación a que su padre no pudo hacer frente.
23.04.19
Un amigo de Lolo – "Lolo, libro a libro" – Pecar; el pecado
Presentación
Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.
Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.
Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “El sillón de ruedas”.
Pecar; el pecado
“El pecado, el mal, el dolor, tienen una humana y tremenda raíz de injusticia que pone en las esquinas el dedo que acusa a todos y cada uno de los hombres. Si redondeáramos nuestro sentido de responsabilidad, todas las lágrimas del mundo no bastarían para borrar ese grito concorde, masivo, alucinante, que sonorizan las gargantas de todos los inútiles del mundo.”
A lo mejor Dios nos castiga por los pecados cometidos. Y es que para el ser humano creyente que forma parte de la Esposa de Cristo (llamada Iglesia católica) no puede haber duda alguna acerca del castigo que, por nuestros pecados, nos merecemos.
Y no vaya a creerse que esto lo decimos a la manera judía de tiempos de Cristo en el sentido de que una persona, cuando padecía un mal era porque había pecado. No. Lo que queremos decir es que podemos ser castigados aunque Dios perdone mucho de lo malo que hacemos.
Pues bien, el Beato Manuel Lozano Garrido, en este texto de “El sillón de ruedas” sabe más bien y tiene más que claro que las cosas son como son y que, además, hace mucho y más tiempo que son como son.
Todos estamos acusados de ser pecadores: unos, porque nos damos cuenta; otros, porque se dan cuenta otros de nuestras caídas y visitas a la fosa de la que tanto habla el salmista.
20.04.19
La Palabra del domingo - 21 de abril de 2019
Jn 20, 1-9
“El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: ‘Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.’ Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos.”
COMENTARIO
¡Resucitó!
No resulta demasiado difícil imaginar la situación en la que, en aquel primer domingo después de la muerte de Jesús, se encontraban sus discípulos más allegados e, incluso, su Madre María.
Lo que había sucedido apenas unos días antes debía ser insoportable para ellos: habían visto entrar en gloria al Maestro en Jerusalén y apenas unos días después lo vieron maltrecho, colgado en una cruz como si se tratase de un malhechor y, para acabarlo de arreglar, muerto sin solución posible…
Eso era lo que pensarían muchos de ellos. Sin embargo, también podemos imaginar que otros creían en lo que les había dicho. Y lo creían porque se había cumplido todo lo que les dijo: lo apresarían y lo condenarían a muerte. ¿Había, pues, alguna razón para que, como les había dicho, no regresara del mundo de los muertos a los tres días?
Y así estarían con su congoja: unos pensando que todo estaba perdido; otros esperanzados.
Pero María de Magdala acudió al sepulcro para ver, quizá, al Maestro o, también, para acabar de arreglar su cuerpo porque es posible que pensara que, con las prisas del viernes, no había sido bien preparado. El caso es que aquella mujer, que tanto amaba al Maestro por lo que había hecho por ella, acude al sepulcro.
Eleuterio Fernández Guzmán

Licenciado en Derecho, casado y con dos hijos. Hijo de Dios y hermano en Cristo… en defensa de la fe, sabiendo que en esta labor, a veces ingrata pero siempre fructífera, no estoy solo sino, al contrario, acompañado de muy buenas compañías.
Mi correo electrónico, para quien quiera hacerme llegar una queja, alguna noticia, etc. es [email protected]
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