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24.09.25

Amigo de Lolo – Frases que bien valen la pena - Estamos sostenidos por el amor

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

PRESENTACIÓN


Ya son algunos años los que, el que esto escribe, lleva haciendo lo propio sobre el Beato de Linares (Jaén, España) en esta casa de InfoCatólica. Siempre ha valido la pena hacer algo así y aportar, aunque sea, un granito de arena a la comprensión de un creyente tan fuerte y profundo como es Lolo.

El linarense universal, que tanta atracción espiritual tiene para quien lo conoce, no deja de producir interés en aquel que se acerca a su persona a través de su obra. Y es que, no pudiendo hacerlo ahora personalmente o, digamos, en la intimidad de la conversación entre amigos, que lo somos todos aquellos que ansiamos serlo, es seguro que acercarse a Lolo de forma cercana nos viene la mar de bien.

Lolo nos acerca a lo bueno que tiene saber que, cuando se es hijo de Dios la mejor forma de serlo es, sencillamente, siéndolo. Y él es una muestra perfecta de cómo hacer algo que, algunas veces, a muchos nos resulta difícil y a algunos… imposible. Acerquémonos, desde ahora, a la obra misma de Lolo y a su intimidad podríamos decir, con lo que vamos a ganar, seguramente, mucho y más que muchoY, para más abundancia de lo bueno y mejor, al final de todo esto les ponemos uno de los aforismos espirituales que publicó Lolo en su libro Bien venido, amor“. Vamos, miel sobre hojuelas, como se dice en la Biblia pues esto, al fin y al cabo, es cosa del alma de cada cual.

Frases que bien valen la pena –Estamos sostenidos por el amor

Lo que pueda haber de áspero en un destino de inutilidad, la fe y los sucesos de cada día nos los van iluminando con una antorcha de amor.” (Beato Lolo, de su libro Dios habla todos los días)

Como bien sabemos todos aquellos que seguimos de cerca al Beato Lolo en lo referido a lo que dejó escrito, hace lo propio con multitud de temas. Es decir, nuestro amigo no se ponía límite alguno a la hora de escribir de esto y de lo otro y si tenía que criticar algo lo hacía sin miedo alguno.

Pero, como es lógico imaginar, uno puede escribir de sí mismo al ser la persona que más conoce. Y Manuel Lozano Garrido hace eso en muchas ocasiones dejándonos textos como el que hoy hemos traído donde se retrata, según creemos nosotros, bastante bien en muy pocas palabras.

En este pasaje de su libro Dios habla todos los días, que fue el segundo libro y que publicó en 1962, nos dice algo que, si bien pudiera parecer que tiene carácter general, lo bien cierto es que apunta a sí mismo por lo que nos dice y deja dicho.

Aquí, el linarense universal habla acerca de “lo que pueda haber de áspero en un destino de inutilidad”…

Sobre esto debemos recordar el título de un capítulo de su primer libro, a saber, El sillón de ruedas. Y es que el que hace tres se titula, nada más y nada menos, que “Profesión, inválido”. Y es claro que se refiere a él mismo porque entonces o, mejor, veinte años antes (el libro fue publicado en 1961) bien diría él mismo de sí que era, eso, un inválido y, por extensión (aunque no compartamos para nada tal cosa ni tal consideración de la misma) un “inútil” que es a lo aquí se refiere Lolo.

Y es que no podemos dudar nada de que el destino sea áspero en una persona que tiene la consideración de inútil y que no debe ser fácil encontrarse, por ejemplo, en la situación por la que el de Linares pasaba entonces y, por cierto, muy cerca de quedarse ciego, a más a más…

Pero como suele habituar en lo que Manuel escribe, cuando hace eso acerca de algo que no pudiera considerarse buena cosa a continuación lo compensa con lo que sí es bueno. Y aquí también lo hace para bien de todos y no sólo de él mismo.

Esto lo decimos porque, tras ponernos sobre la pista de lo áspero que pueda tener la inutilidad aporta su granito de arena a la corrección de tal situación. Y es que tanto lo que creemos como lo que nos pasa pueden mejorar mucho el ser mismo de quien sufre.

No hay duda acerca de la importancia que aquí tiene la fe. Sostén, como es, la vida del creyente católico, tenerla es garantía de poder salir lo mejor posible de lo que, en sí mismo, ni es bueno no puede serlo. Y eso es lo que le pasa a Lolo porque, teniendo la fe que tiene él, pude oponerle la fuerza de la misma a su situación física que no es, como sabemos, nada buena, digamos, como poco… La fe, por tanto, es puramente salvadora en sí misma porque encierra una semilla de esperanza que es irrompible si la misma está arraigada en el corazón. Y eso, en el caso del Beato Lolo es claro que se cumplía.

Pero luego está lo otro. Y lo otro son esos “sucesos de cada día” que van iluminando el camino de vida por muy duro que sea. Y es que el auxilio y la ayuda del prójimo, el amor mostrado hacia quien puede considerarse un “inútil” (aunque no lo sea de ninguna de las maneras pues bien sabemos lo útil que fue y es Lolo para tantos amigos suyos) compensan en mucho las piedras del camino.

Y es que, claro, el destino puede ser de inutilidad pero no es menos cierto que la misma puede vestirse de cierto terciopelo del alma; de amor, vamos. Y, además, que como antorcha, nos ilumina el camino. 

Eleuterio Fernández Guzmán



Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Entender el sufrimiento es un bien más que importante.

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor" (129)

Alma, ¿quién eres?

La simiente de una hermosa esperanza

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

1.09.25

Amigo de Lolo – Agua bendita para un santo 105 años después

Aniversario de BAUTISMO de Manuel Lozano Garrido ¡el beato Lolo! | Beato Manuel  Lozano Garrido, beato Lolo

Donde el agua recrece y agigante su destino creador de vida es cuando se escancia sobre la cabeza de un hombre con una clara intención santificante (…) El Bautismo, sello de la completa paternidad de Dios.

Esto lo escribe Lolo en el capítulo dedicado al Bautismo de su libro (inédito hasta que la Fundación “Lolo” lo publicó en 2016) de título “Las siete vidas del hombre de la calle”) que es, por decirlo pronto, todo un texto que ilumina y muestra más que bien lo fenomenal que era Manuel Lozano Garrido a la hora de escribir y describir las cosas de la fe católica.

El caso es que el 5 de septiembre de 1920 fue bautizado en la Basílica de Santa María la Mayor de Linares (Jaén, España) aquel niño que había venido al mundo un 9 de agosto de aquel mismo año.

Es verdad que, como dice nuestra fe católica, el agua bendita que se nos echa en la cabeza lleva un pasajero más que importante porque es el Espíritu Santo el que se nos infunde y, claro, el pecado original huye para no volver más (por lo menos ése) pues así lo dice el número 1213 del Catecismo de la Iglesia Católica al dejar establecido que “Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios”.

A este respecto, el Evangelio de San Marcos (1, 7-11) recoge el episodio del Bautismo de Jesús a manos de su primo Juan, el Bautista. Aunque aquel que bautizada con agua lo hacía con intención de perdonar los pecados a los que a él acudían, bien sabía que no era quien, ni siquiera, para hacer algo tan humilde como era desatarle la correa de las sandalias a Jesús:

Y proclamaba: ‘Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.’ Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a él. Y se oyó una voz que venía de los cielos: ‘Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco.

Pero el Bautismo, el de fuego y Espíritu Santo, hace algo más que perdonar, como hemos dicho antes, el pecado original porque incorpora, a quien lo recibe, a la comunidad de los hijos llamados de Dios. Y eso es lo que sucedió con aquel niño recién venido al mundo al que habían puesto por nombre Manuel.

Recoge, a este respecto, el número 1213 del Catecismo de la Iglesia católica que el Bautismo (citado supra) “es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el Espíritu y la puerta de acceso a los otros Sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y hechos partícipes de su misión“.

Por lo tanto, el Bautismo procura muchas ventajas espirituales a quien lo recibe. Así, por ejemplo, nos abre de par en par la vida que es espiritual a la recepción del resto de Sacramentos y nos introduce, de pleno, en la vida de la Iglesia católica como facilitándonos el camino hacia el definitivo Reino de Dios llamado Cielo. Y Lolo bien que se sirvió de tales ventajas, a través del agua bendita que besó la cabeza de nuestro amigo.

Así, cuando Jesús entró en el Jordán para ser bautizado por Juan (aquel que predicaba la conversión y el enderezar caminos espirituales) procuró, para sus futuros discípulos (aquellos otros nosotros y nosotros mismos grupo en el cual incluimos a Manuel Lozano Garrido, como no puede ser de otra forma) que, recibiendo lo que sería Sacramento de su Iglesia, nos viéramos inmersos en el caudal de los hijos de Dios que han tomado conciencia de que lo son.

El Bautismo, con su agua bendita, nos libera del pecado y supone, para nosotros, un nuevo nacimiento. Con él nos hacemos hijos de Dios de forma conscientemente espiritual (no es que antes no lo fuéramos sino que, a modo de perfeccionamiento, el Bautismo, procura tal efecto) Y el Beato de Linares (Jaén, España) volvió a nacer para volver, cuando Dios quiso, al Cielo donde permanece a la espera de todos los que nos consideramos amigos suyos.

Pero es que, además, el Bautismo nos convierte en hermanos de Jesucristo y nos convierte en aquello que dejó escrito San Pablo en su Primera Epístola a los de Corinto (3, 16-17) cuando dijo “¿No sabéis que sois Templo de Dios y que el Espíritu Santo habita en vosotros? Al que destruya el Templo de Dios, Dios lo destruirá. El Templo de Dios es santo y ese templo sois vosotros“, con lo cual sirve, nuestro Bautizo, para recordarnos lo que, en realidad, somos. ¿ Y no fue Lolo un gran amigo y hermano de Cristo y conservó muy sano su corazón donde moraba la tercera Persona de la Santísima Trinidad?

También, el Bautismo imprime en el alma un carácter tal que haría decir a San Agustín que “Es el sello del Señor con que el Espíritu Santo nos ha marcado para el día de la redención“, y a San Ireneo que es el “sello de la vida eterna“. Y Lolo quedó sellado para siempre, siempre, siempre.

Y todo eso, que procuró Jesucristo cuanto entró en el Jordán llegó por el paso de los siglos a un 5 de septiembre del año 1920 para que un sacerdote, expresión pura de la entrega al pueblo de Dios, bautizara a un niño que, por decirlo pronto, supo aprovechar muy bien aquella inclusión en el grupo de los hijos de Dios.

Eleuterio Fernández Guzmán



Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Entender el sufrimiento es un bien más que importante.

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor" (127)

Estrellas, árboles, ríos y átomos: ¿No es ‘Hosanna’ lo que estáis diciendo y oigo?

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Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

25.08.25

Amigo de Lolo – Frases que bien valen la pena – Mala cosa es mentir

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

PRESENTACIÓN

Ya son algunos años los que, el que esto escribe, lleva haciendo lo propio sobre el Beato de Linares (Jaén, España) en esta casa de InfoCatólica. Siempre ha valido la pena hacer algo así y aportar, aunque sea, un granito de arena a la comprensión de un creyente tan fuerte y profundo como es Lolo.

El linarense universal, que tanta atracción espiritual tiene para quien lo conoce, no deja de producir interés en aquel que se acerca a su persona a través de su obra. Y es que, no pudiendo hacerlo ahora personalmente o, digamos, en la intimidad de la conversación entre amigos, que lo somos todos aquellos que ansiamos serlo, es seguro que acercarse a Lolo de forma cercana nos viene la mar de bien.

Lolo nos acerca a lo bueno que tiene saber que, cuando se es hijo de Dios la mejor forma de serlo es, sencillamente, siéndolo. Y él es una muestra perfecta de cómo hacer algo que, algunas veces, a muchos nos resulta difícil y a algunos… imposible. Acerquémonos, desde ahora, a la obra misma de Lolo y a su intimidad podríamos decir, con lo que vamos a ganar, seguramente, mucho y más que muchoY, para más abundancia de lo bueno y mejor, al final de todo esto les ponemos uno de los aforismos espirituales que publicó Lolo en su libro Bien venido, amor“. Vamos, miel sobre hojuelas, como se dice en la Biblia pues esto, al fin y al cabo, es cosa del alma de cada cual.

Frases que bien valen la pena –Mala cosa es mentir

Si algo monopoliza la maldad es el reino de la mentira.” (Beato Lolo, de su libro Dios habla todos los días)

Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo”

San Pablo, Carta a los de Éfeso, 4, 25

Dios, ¿quién morará en tu tienda?, ¿quién habitará en tu santo monte? El que anda sin tacha, y obra la justicia; que dice la verdad de corazón.”

Salmo 15, 1-2

Estos dos textos bíblicos, separados en el tiempo por unos años no escasos, los hemos traído aquí para enmarcar, por así decirlo, lo que nuestro amigo Manuel Lozano Garrido nos dice acerca del mal pero, más que nada, acerca de qué es lo que puede engendrarlo.

Sabemos que cuando alguien monopoliza, por embargo, una conversación entre varias personas, ya podemos creer que no va dejar hablar a nadie; que cuando hablamos de un “monopolio” industrial, por ejemplo, nos referimos a que una empresa tiene el dominio total de determinada situación… y así seguramente podríamos poner otros ejemplos. De todas formas, es fácil entender la cosa: el monopolio supone un ser, digamos, muy exclusivista y achantador.

Pues bien, esto dicho así relacionado con el mal o su desarrollo, la maldad, nos dice mucho. Y a eso se dedica Lolo ahora mismo, en estas palabras de su libro Dios habla todos los días.

Podemos decir que lo que es malo no nos conviene y, por tanto, lo que no nos conviene no es bueno que lo fomentemos en nuestra vida. Y por eso la mentira tiene en sí misma el germen del Mal. Y lo tiene porque ya es algo malo, y su propia naturaleza engendra la maldad. “No mentirás” es uno de los Mandamientos que Dios entregó a Moisés (Ex 20, 16)

Que la maldad tenga como origen la mentira debería ser un índice más que claro de que debemos rechazarla aunque, como sabe cualquiera que sea ser humano no avanzado en profundidades espirituales, no es fácil no mentir. Es así de sencillo y claro.

Que la maldad esté monopolizada, dominada, ocupada en su totalidad, por la mentira nos hace ver que el Mandamiento de Dios citado supra es clave para una vida que pueda entenderse como propia de un hijo del Todopoderoso. Y es que supone manifestar que se ha entendido y, como se dice, interiorizado, lo que supone mentir y, claro, no se cae en tal tentación.

Bien podemos decir, a este respecto, que mentiras hay de muchas clases o, mejor, categorías. Así, existen las mentiras llamadas piadosas, las mentirijillas (o de poca enjundia), las simples mentiras (a ras de vida o para sobrevivir), las mentiras de envergadura media y, en fin, las que son grandes mentiras que pueden causar estragos notables en la existencia de nuestro prójimo a quien se refiere el Mandamiento al decir expresamente “No darás falso testimonio contra tu prójimo”.

Es cierto que pudiera dar la impresión de que el Mandamiento citado aquí ya varias veces se refiere, por ejemplo, a cuando alguien puede hablar mintiendo en un juicio (por eso del “falso testimonio”) o en cualquier situación (sin que sea judicial) en la que pueda verse comprometida la fama de otro… Sin embargo, la tradición cristiana ha llegado a tener por verdad que, en general, lo que en aquel momento Dios dice a Moisés se refiere, simplemente y para que se entienda, a “no mentirás”.

Por tanto, y por resumir lo aquí dicho: Lolo nos dice que cuando el Mal anda de por medio es fácil o, mejor, es seguro, que la mentira haya tenido mucho que ver porque, a fin de cuentas, mentir es ya un Mal, así con mayúscula, por su importancia extrínseca e intrínseca. Aunque nosotros, francamente lo decimos, no nos imaginamos a Manuel Lozano Garrido mintiendo y, por tanto, haciendo el Mal nido en su corazón… Vamos, como que no.

Eleuterio Fernández Guzmán



Panecillos de meditación



Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.


Panecillo de hoy:

Entender el sufrimiento es un bien más que importante.

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor” (126)

A Dios le cantan el esplendor de las estrellas, la belleza del mundo y la capacidad de amor de nuestro corazón.”

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Para leer Fe y Obras.


Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

11.08.25

Amigo de Lolo – ¡Que nadie soporte mi dolor!

Manuel Lozano Garrido, Lolo: La buena persona que contó la mejor noticia -  Diócesis de Jaén

Es verdad que, para cada cual, el dolor que uno pueda pasar y el sufrimiento a él asociado, es una cosa muy personal. Sin embargo, también es verdad que lo solamos compartir con aquellas personas que están a nuestro alrededor haciéndolas sufrir, de paso, a ellas mismas.

Es cierto que no es muy fácil sustraerse a lo que nos pasa que no sea bueno y que sólo los corazones fuertes y muy fuertes son capaces de hacer eso. Y, sin embargo, también podemos decir que contemplando a tal tipo de corazones y a las personas que los sustentan es posible alcanzar cierto tipo de soporte del dolor y el sufrimiento.

Nosotros, sin embargo, conocemos a alguien que mucho sufrió a partir de determinado momento de su vida (la veintena de años, más o menos) y que no son pocas las páginas salidas de sus manos que certifican eso, precisamente: el dolor y todo lo que eso lleva aparejado.

Hay, sin embargo, una forma de ser que nos debe hacer pensar lo cortos que somos a veces en nuestras propias reacciones: que hay quien, a pesar de sufrir mucho y más que mucho lo quieren, tal sufrimiento, para sí.

Querer el sufrimiento para sí es algo así como decir que no queremos que los demás sufran con nosotros aunque bien sabemos que eso no siempre es posible y, ni siquiera, está al alcance de las más fuertes voluntades.

Tener voluntad de hacer eso, de ser capaz de sostenerse a sí mismo en el dolor y procurar que el resto de personas, nuestros prójimos o, incluso, los más alejados, permanezcan algo así como “desconocedores” de lo que pasamos supone tener una fuerza de voluntad (más espiritual que física) para conseguir tener un dolo, dicho así, “con escafandra”.

Una escafandra, tal como la podemos imaginar o ver, es algo así como un casco que se ponen en la cabeza los buzos o los astronautas con el fin de poder valerse en el medio en el que están, a saber, las profundidades del agua o el espacio exterior.

Sobre esto, sobre la escafandra, hay que tener en cuenta que está construida de forma que no pueda entrar en ella ni el agua ni lo que contenga el espacio exterior a la Tierra. Por tanto, la misma ha de producir, digamos, un vacío hacia el exterior de la persona que lo lleva de tal forma que nada de lo que haya fuera de la misma entre dentro ni nada de lo que haya fuera entre dentro.

Nos podemos hacer una imagen de lo que esto es porque muchas veces hemos podido ver una escafandra.

Hay alguien que ha hecho uso de tal imagen para llevarla a su vida particular que en la que sufría y más sufría físicamente. Y nos estamos refiriendo a Manuel Lozano Garrido, Lolo.

Ciertamente, la voluntad expresa de nuestro amigo (así lo llega a escribir) era que nadie sufriera con él. Sin embargo, es fácil decir que nadie sufría con él aunque, realidad, quería Lolo que nadie sufriera “por” pues es evidente que sus sufrimientos eran bien suyos y nadie que estuviera a su lado o lejos los iba a pasar por él o con él.

La verdad es que expresar una voluntad así, un querer que nadie sufra los sufrimientos de uno supone tener un corazón tierno y de carne pues es lo mismo que querer quedarse para sí mismo el dolor y el sufrimiento. Y eso es lo que Lolo quiera.

Nosotros creemos que lo que el Beato de Linares (Jaén, España) quería era que nadie se preocupara por lo que él llevaba sufriendo desde hace muchos años aunque también sabía que era muy difícil de conseguir. Y si no, podemos imaginar a su hermana Lucy, que lo cuidaba todo el tiempo, hacer algo así como despreocuparse por su hermano… Vamos, que eso es, simplemente, imposible.

Seguramente por eso, Lolo decía le “gustaría” que sufrimiento fuera con “escafandra” en la seguridad bien personal e íntima de que eso no lo iba a conseguir por según eran su vida y los amigos que la contemplaban a diario o, siquiera, tenían conocimiento de la misma.

Ahora bien, tal intención (de sufrir él sólo y ofrecerle a Dios su sufrimiento) expresaba muy bien el talante de Lolo y era causa de la fama de santidad que le precedía allí donde fuera nombrado su caso, persona y circunstancias. Y bien merecida que la tenía nuestro “buzo” particular.

Eleuterio Fernández Guzmán


Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Entender el sufrimiento es un bien más que importante.

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor"  (124)

Las señales que, procedentes de loa astros remotos, capta el radiotelescopio, suenan a grandeza, a alabanza y a gloria.

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Para leer Fe y Obras.


Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

4.08.25

Amigo de Lolo – La gran escalada de Lolo

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).PRESENTACIÓN

Ya son algunos años los que, el que esto escribe, lleva haciendo lo propio sobre el Beato de Linares (Jaén, España) en esta casa de InfoCatólica. Siempre ha valido la pena hacer algo así y aportar, aunque sea, un granito de arena a la comprensión de un creyente tan fuerte y profundo como es Lolo.

El linarense universal, que tanta atracción espiritual tiene para quien lo conoce, no deja de producir interés en aquel que se acerca a su persona a través de su obra. Y es que, no pudiendo hacerlo ahora personalmente o, digamos, en la intimidad de la conversación entre amigos, que lo somos todos aquellos que ansiamos serlo, es seguro que acercarse a Lolo de forma cercana nos viene la mar de bien.

Lolo nos acerca a lo bueno que tiene saber que, cuando se es hijo de Dios la mejor forma de serlo es, sencillamente, siéndolo. Y él es una muestra perfecta de cómo hacer algo que, algunas veces, a muchos nos resulta difícil y a algunos… imposible. Acerquémonos, desde ahora, a la obra misma de Lolo y a su intimidad podríamos decir, con lo que vamos a ganar, seguramente, mucho y más que muchoY, para más abundancia de lo bueno y mejor, al final de todo esto les ponemos uno de los aforismos espirituales que publicó Lolo en su libro Bien venido, amor“. Vamos, miel sobre hojuelas, como se dice en la Biblia pues esto, al fin y al cabo, es cosa del alma de cada cual.

La gran escalada de Lolo

Resulta curioso pero resulta difícil imaginar a Manuel Lozano Garrido, a la sazón Beato Lolo, escalando alguna montaña o lugar elevado. En todo caso, lo podemos imaginar, antes de que se le manifestara la enfermedad y, mejor aún, siendo niño, subiendo a algún árbol y, a lo mejor, hasta cayéndose del mismo. Eso casi seguro que sucedió.

Sin embargo, nosotros no hablamos de tal tipo de escalada sino de otra que es, seguramente, mucho más difícil que subir al Everest o a alguno de los muchos ochomiles (si se puede escribir así) que hay en la Tierra o, lo que es lo mismo, alguna de esas montañas gigantescas que dan miedo hasta mirar desde abajo. Sí, nosotros hablamos de lo que supuso, de lo que debió suponer para el Beato de Linares (Jaén, España) su vida, su existencia, su ser mismo.

En los primeros veinte años de su vida, Manuel Lozano Garrido caminó por el mundo como lo podía hacer cualquier otra persona. Sabemos, sin embargo, que lo hizo teniendo muy en cuenta su fe católica y todo lo que eso estaba suponiendo en los años treinta del siglo pasado que, para los que no lo sepan y relacionado con España, fueron muy convulsos política y religiosamente hablando. Y es que se inició una persecución religiosa que casi llegó a ser como la que soportaron los hermanos Mexicanos en los años veinte del mismo siglo, el XX, y que dio lugar al nacimiento del movimiento Cristero al que hay que alabar por encima de todo lo que se pueda alabar por su intención santa y lo que supuso para México.

Pues bien, en aquellos años, Lolo empezó a subir, a escalar, el devenir de su vida. Y decimos escalar porque seguros estamos que lo hacía pensando en el Cielo, allí donde quería estar cuando Dios lo llamase a estar allí.

Aquellos años, sin embargo, pasaron como pasan en la vida de todas las personas: con la ilusión de un porvenir que uno se ha ido labrando con el paso de los años.

Sin embargo, aquella escalada que Lolo empezó cuando tuvo que empezarla paró cuando la enfermedad (principios de los años 40 del siglo pasado) sentó sus reales en su cuerpo y sus huesos empezaron a flaquear por efecto de la misma. Entonces nuestro amigo tuvo que dar el primer paso en otro tipo de “escalada” que ya no tenía que ver con las ilusiones que pudiera haberse hecho al respecto de una vida, digamos, común: profesión, matrimonio, hijos, etc. Su escalada iba a ser de un tipo muy diferente pero, por eso mismo, mucho más importante.

Podemos decir que Lolo empezó a escalar desde entonces y lo estuvo haciendo hasta que un 3 de noviembre de 1971 alcanzó la meta que había estado buscando a lo largo de aquellos años de sufrimiento y dolor. Y la meta no era otra que el Cielo, aquel Everest espiritual que tan lejos puede ver cualquiera cuando, a una edad aún joven, cree que tiene todo por hacer y, ciertamente, es que tiene todo por hacer.

La subida al monte del Cielo que tuvo que hacer Lolo fue muy especial. No tenía los típicos instrumentos que se utilizan para subir montañas ni tenía agarraderos donde sujetarse. En realidad, los tenía pero no tenían nada que ver con piezas de hierro o de otro metal fuerte y potente. No. Los agarraderos que tuvo Lolo tenían que ver con su fe, con Dios, con Jesucristo, con la Virgen María y con la Iglesia católica a la que tanto amaba. Y, en realidad, eran más fuertes y potentes que los que se utilizan para otros menesteres mundanos porque tenían todo que ver con la fuerza del corazón y del alma que puso de manifiesto cuando escalaba hacia el Cielo, con aquella perseverancia que da saberse hijo de Dios y preparado para subir, subir y subir.

La escalada de Lolo no podemos decir que no tuviera obstáculos sino, justamente, al contrario: los tuvo y muchos y los mismos los podemos leer en sus libros que no esconden nada de lo que le pasó ni por lo que estaba pasando. Por eso, podemos decir que Lolo escaló muy bien el camino que le llevaba hacia el Cielo y, seguramente, lo que para el común de las personas hubiera resultado imposible de soportar lo utilizó en beneficio espiritual de sí mismo y en dar un paso más, un metro espiritual más hacia Dios el cual, seguramente, miraba aquella escalada como una que era de verdad y con la que gozaba.

Eleuterio Fernández Guzmán


Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Entender el sufrimiento es un bien más que importante.

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor" (124)

Las señales que, procedentes de los astros remotos, capta el radiotelescopio, suenan a grandeza, a alabanza y a gloria.

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.