InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Apostolado laico -La Palabra para el Domingo

4.08.13

La Palabra del Domingo - 4 de agosto de 2013

Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber que Dios nos espera debería ser más que suficiente como para darnos cuenta de que debemos actuar según sea su voluntad.

Lc 12, 13-21

Biblia

13 Uno de la gente le dijo: «Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo.» 14 El le respondió: «¡Hombre! ¿quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?» 15 Y les dijo: «Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes.» 16 Les dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; 17 y pensaba entre sí, diciendo: “¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?” 18 Y dijo: “Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, 19 y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea.” 20 Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?” 21 Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios.»

COMENTARIO

Estar, siempre, preparados

Aquellos que seguían a Jesús lo hacían a sabiendas de que era un Maestro muy especial. En este caso particular quieren que, incluso, actúe de juez entre ellos para solucionar algunos problemas.

Jesús, sin embargo, sabe que no puede juzgar a nadie porque aún no ha llegado el momento en el que vendrá a juzgar a vivos y a muertos.Entonces será el momento de poner a un lado a los que merecen la vida eterna y a otro a los que merecen el infierno eterno. Pero entonces, en aquella primera venida del Hijo de Dios, aún no era el momento.

Algo, sin embargo, debían aprender aquellos que le escuchaban y, de paso, los que hemos seguido a Cristo a lo largo de los siglos: hay algo que vale la pena tener en cuenta y algo que no vale la pena tener en cuenta.

En realidad, aquellas personas que no quieren creer que Dios todo lo sabe y, claro, actúa en consecuencia, están en la seguridad de que pueden hacer planes para su futuro sin darse cuenta de que a lo mejor no tienen ningún futuro. Eso era lo que pasaba a aquel hombre que tan seguro de sí mismo estaba sin ver que hay Otro que todo lo ve que puede, a lo mejor, saber que no todo lo está haciendo tan bien como él cree.

La vida, nuestra vida, no es nuestra sino de Dios que, como Creador, puede pedírnosla en cualquier momento. Por eso no se entienden las muertes de determinadas personas. No sabemos cuál es la voluntad de Dios a tal respecto pero sí sabemos que debemos respetarla aunque nos pueda doler mucho.

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28.07.13

La Palabra del Domingo - 28 de julio de 2013

Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Duelo
Sentirse escuchado por Dios sólo es posible si, en realidad, nos dirigimos a Él

Lc 11, 1-13

Biblia

1 Y sucedió que, estando él orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: «Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos.» 2 El les dijo: «Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, 3 danos cada día nuestro pan cotidiano, 4 y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación.» 5 Les dijo también: «Si uno de vosotros tiene un amigo y, acudiendo a él a medianoche, le dice: “Amigo, préstame tres panes, 6 porque ha llegado de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle", 7 y aquél, desde dentro, le responde: “No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos", 8 os aseguro, que si no se levanta a dárselos por ser su amigo, al menos se levantará por su importunidad, y le dará cuanto necesite.» 9 Yo os digo: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.10 Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 11 ¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; 12 o, si pide un huevo, le da un escorpión? 13 Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!»

COMENTARIO

El Padre nuestro y lo que supone

No era extraño que aquellos que seguían a Jesús, viendo la forma en la que oraba y se dirigía a Dios, quisieran, digamos, aprender tal técnica espiritual. Por eso le preguntan, precisamente, el cómo hacerlo.

Jesús no entra en muchas dificultades ni les enseña una oración enrevesada. Al revés hace porque el Padre nuestro es una forma de dirigirse al Padre de una forma muy sencilla pero pidiendo lo que es esencial para los creyentes en Dios Todopoderoso.

Lo que dice Jesús es, sencillamente, lo que quien confiesa ser hijo de Dios: que venga su Reino, que nos dé el pan de cada día, que no nos deje caer en la tentación… En fin, nada extraordinario pero que, en tantas ocasiones olvidamos porque tenemos de la Ley de Dios algo extravagante a nuestras propias existencias. Pero Jesús sabe que pidiendo eso y pidiendo con gozo y creyendo lo que se pide seremos escuchados por Dios.

Sin embargo, no vaya a creerse que basta con orar.

Como debe haber correspondencia entre lo que decimos que somos y lo que, en realidad, somos, Jesús sabe que poniendo un ejemplo de cómo debemos pedir seguramente será suficiente para que aquellos que le escuchan entienden lo que, en tal menester, tienen que hacer.

El amigo que pedía los panes para atender a sus visitantes lo podía hacer de dos maneras: una de ellas suponía caer en la desesperanza y, viendo que su amigo no le hacía caso porque no quería levantarse de la cama, irse a su casa y, así, dejar desatendida a su visita. Pero tenía otra forma de pedir y de manifestarse: insistiendo, con perseverancia, no dejando atrás la oportunidad de ser ayudado por un amigo que se muestra remolón. Pidió hasta que consiguió lo que quiso y, aunque sólo fuera para que lo dejara tranquilo, se levantó de su cama y le dio el pan que en aquel momento necesitaba quien, con tanta insistencia, pedía.

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21.07.13

La Palabra del Domingo - 21 de julio de 2013

Por la libertad de Asia Bibi.
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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Deberíamos estar más que seguros que Dios prefiere el espíritu a la materia.

Lc 10, 38-42

Biblia

38 Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. 39 Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra,40 mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.» 41 Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; 42 y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.»

COMENTARIO

Lo que, de verdad, vale la pena

Son muchas las ocasiones en las que vemos las cosas que nos van pasando de una forma muy distinta. Cada uno de nosotros somos muy particulares y, aún siendo creyentes, no todo nos parece igual ni lo mismo.

Eso les pasaba a las hermanas de Lázaro, el amigo de Jesús: veían las cosas de forma muy distinta representando, además, cada una de ellas, una especial forma de ver la fe.

Estamos más que seguros que tanto María como Marta querían mucho a Jesús y que estaban encantadas de recibirle en Betania. Su casa se llenaría de personas cuando acudía allí a visitar a sus amigos. Pero, según dice el evangelista, Marta y María eran muy distintas.

Marta se enfurruñaba porque veía como María sólo escuchaba al Maestro. Con todo el trabajo que tenía que hacer le parecía más que mal que su hermana no hiciese más que escuchar y poco trabajar. Sin embargo, pronto iba a recibir una lección de humildad y, también, de fe, que, seguramente, tardaría mucho en olvidar.

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14.07.13

La Palabra del Domingo - 14 de julio de 2013

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

El amor de Dios es muy generoso y lleno de esperanza en nosotros. Seguramente deberíamos hacer lo mismo con nuestro prójimo.

Lc 10, 25-37

Biblia

25 Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba: «Maestro, ¿que he de hacer para tener en herencia vida eterna?» 26 El le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?» 27 Respondió: = «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas = y con toda tu mente; = y a tu prójimo como a ti mismo.» = 28 Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás.» 29 Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?» 30 Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. 31 Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. 32 De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. 33 Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; 3 34 y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. 35 Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: “Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva.” 36 ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?» 37 El dijo: «El que practicó la misericordia con él.» Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo.»

COMENTARIO

Misericordia quiero

Es bien cierto que muchos de los que escuchaban a Jesús eran personas muy preparadas en el conocimiento de la Ley de Dios y del comportamiento que, según la misma, tenían que seguir los hijos del Creador.

Aquel hombre que le pregunta a Jesús por fuerza sabía lo que quería el Todopoderoso de su persona. Sin embargo, pregunta a Jesús porque quería concreción o, lo que es lo mismo, que le dijera lo que, en verdad, era importante.

Jesús lo sorprende: ha de querer a su prójimo.

Sin embargo, aquel hombre, que tanto sabía y que debía ser tenido por sabio, no conocía quién era su prójimo. ¿Había, a lo mejor, demasiada preocupación por algo que no importaba tanto?

Jesús, para que entendiera quién era su prójimo, le pone ante la parábola del buen samaritano.

Aquel hombre se debía extrañar mucho porque tener por bueno a un samaritano (los judíos no estaban a bien con los de Samaria) era algo excesivo para él mismo. Y si, además, de las personas que podían haber auxiliado al robado y herido (un sacerdote y un levita) la más consecuente con la misericordia de Dios era un samaritano, debió pensar que estaba más que equivocado en su pensamiento.

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30.06.13

La Palabra del Domingo - 30 de junio de 2013

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Seguir a Cristo y creer en Dios, con todas sus consecuencias, es cosa de espíritus formados.

Lc 9, 51-62

Biblia

“51 Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, 52 y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; 53 pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén.54 Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: ‘Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?’ 55 Pero volviéndose, les reprendió; 56 y se fueron a otro pueblo. 57 Mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas.» 58 Jesús le dijo: ‘Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.’ 59 A otro dijo: ‘Sígueme.’ El respondió: ‘Déjame ir primero a enterrar a mi padre’ 60 Le respondió: ‘Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios’. 61 También otro le dijo: ‘Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa.’ 62 Le dijo Jesús: ‘Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios.’

COMENTARIO

No es fácil seguir a Cristo

En el tiempo de Jesús, que hubiera muchas personas que siguieran a un Maestro para aprender la doctrina que transmitía era una realidad de lo más normal. Por tanto, no era extraño que a Jesús lo siguiesen mucho y que, sobre todo, muchos más quisieren seguirlo.

No siempre, claro, era tan fácil como pudiera imaginarse.

Sabido es que los samaritanos no se llevaban bien con los judíos y, aunque, fuera un samaritano quien socorriera a un judío cuando lo asaltaron unos ladrones y esto lo contara Jesús para dar una lección de amor y misericordia, lo bien cierto es que, como diríamos con toda claridad, casi no podían ni verse. Por eso era de lo más normal que no quisiesen recibirlos en un lugar donde habitaban, precisamente, samaritanos.

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