La Palabra para el domingo- 21 de agosto de 2022

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Como es obvio, hoy no es domingo 21 sino sábado, 20 de agosto de 2022. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

Lc 13, 22-30

“22 Atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén.  23 Uno le dijo: ‘Señor, ¿son pocos los que se salvan?’ Él les dijo: 24 ‘Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. 25 ‘Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’ Y os responderá: ‘No sé de dónde sois.’ 26 Entonces empezaréis a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas’; 27 y os volverá a decir: ‘No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!’  28   ‘Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. 29 Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. 30 ‘Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos.’”

        

COMENTARIO

Sobre puertas y entradas al Cielo

 

Sin duda alguna, este texto del evangelio de San Lucas tiene todo que ver con algo que, tantas veces, ha señalado el Hijo de Dios: la salvación eterna. No otra cosa quiere decirnos con estas palabras Quien trajo la de Dios al mundo. 

La voluntad de cada cual que tiene fe es salvarse. Por eso no es nada extraño que alguien le pregunte a Jesús si son pocos los que se han de salvar. A lo mejor, había escuchado al Maestro que la cosa no es tan fácil. No es imposible pero no tan fácil como pudiera pensarse porque no siempre se la ecuación hijo de Dios=salvación eterna. 

Abunda Cristo mucho en esto aquí. Es decir, dice por activa y por pasiva el qué y el cómo al respecto de la salvación eterna.

A la pregunta citada responde con una claridad, con una sencillez no exenta de misterio. 

Nos habla de la puerta estrecha. Y es que muchos, también dice eso, quieren entrar por otra, la ancha, y eso, en esto, no es posible. 

¿Y qué es eso de la puerta estrecha y la puerta ancha? 

Formación Pastoral para Laicos: “Luchad por entrar por la puerta estrecha”

Al Cielo, al definitivo Reino de Dios, sólo se puede llegar si hay verdadera entrega espiritual y, no lo olvidemos, material (en cuanto servicio al prójimo con todo lo que eso supone). Y eso no es siempre fácil. Tal es la puerta estrecha: sacrificada y con sus propias cruces. 

Por otro lado, la ancha supone querer acumular para este mundo y no para el venidero, precisamente, la vida eterna: aparentemente divertida  tal puerta y mundana (eso seguro). Y eso no es demasiado recomendable porque ya sabemos lo que supone, de cara al distanciamiento de Dios, querer más a este mundo que al otro… 

A este respecto, puede haber equivocaciones varias. Y es que pudiera existir quien crea que ha hecho lo que debía cuando, en realidad, se había alejado mucho de la santa voluntad de Dios. Y a tales almas son a las que se les dirá que nada tienen que ver ni con el Hijo ni con el Padre ni con el Espíritu Santo. Es más, a tales almas, seguramente convencidas de su equivocación pero perseverantes en el error, no se las dejará entrar en el Cielo y deberán quedarse a sus puertas donde, en efecto, es el llanto y el rechinar de dientes lo que más abunda. 

Es más, Cristo avisa para aquellos que le escuchan y que se veían ya en el Cielo por ser miembros del pueblo elegido por el Todopoderoso que deben tener cuidado con lo que piensan: Dios es Padre de todo ser humano y es más que posible (seguro que es así) que habrá quien crea que lo tiene todo hecho y cuando ya no haya remedio… vea que no tiene nada hecho; al contrario, habrá quien crea que no tendrá acceso al Cielo cuando, en realidad, la santa voluntad de Dios, se lo permitirá. Y eso, digámoslo claramente, es un misterio que no somos capaces de comprender y, además, ¡ni falta que hace!, pues la comprenderemos cuando, ¡Dios quiera!, estemos en el Cielo. Ahora nos basta con creer y confiar. 

De todas formas, atentos debemos estar a esto: “Y hay últimos que serán los primeros, y hay primeros que serán últimos”. 

¿Qué queremos ser?

 

PRECES

Por todos aquellos que no quieren aceptar entrar al Cielo por la puerta estrecha.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que no se dan cuenta de lo que supone ser últimos.

Roguemos al Señor.

  

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a ser últimos y a no querer primeros.

 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Nos conviene mucho más buscar la puerta estrecha.

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