Un amigo de Lolo - "Lolo, libro a libro" - Cristo Médico - 1

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Con la ayuda de Dios vamos a dar cabida en este blog y, en concreto, en el lugar donde le corresponde que no es otro que el que se refiere al #beatoLolo, lo mismo que hicimos en lo referido a Lolo, periodista, a lo refiere el capítulo de su “Mesa redonda con Dios” de título “El Médico”. 

Y no, no se trata de que en sus ratos libres Lolo fuera médico sino que el susodicho capítulo viene referido a Jesucristo como Médico, donde el alma tanto va a tener que ver. 

 

Cristo Médico – 1

 

“Vengo hasta Ti porque tengo prisa en decirte que es maravilloso que vinieras al mundo y encajaras también en el esfuerzo de la Redención la noble tarea de sanar a los cuerpos” (Mesa redonda con Dios, p. 77) 

 

Tiene prisa. Lolo tiene prisa en dirigirse a Jesucristo, hermano suyo en la verdad y en el sufrimiento. Y la tiene porque sabe que el papel jugado por el Hijo de Dios en la vida del mundo y en la suya es de tal importancia que está impaciente por decir lo que tiene que decir. 

La prisa, muchas veces, peca de imprudencia porque puede acarrear malos resultados en eso que se hace o se quiere hacer. Precipitación que, muchas veces, es mala cosa.  

Lolo, sin embargo, no es imprudente porque seguramente le ha dado muchas vueltas a lo que aquí dice y nada es, pues, producto, de la prisa mal entendida. Su prisa es por agradecer, por ser buen hermano, buen hijo de Dios. 

A este respecto, muchas veces se habla de Cristo como Médico del “alma”. Y, sin embargo, ¡cuántas veces sanó el cuerpo!

Lo que dice Manuel es que quiere manifestar que la parece maravilloso que el Hijo de Dios viniera al mundo, también, a curar el cuerpo.

 

Cuando dice eso de “también” es porque, claro, vino a otra cosa que no tiene que ver con el cuerpo sino con el alma. Pero Lolo habla, ahora mismo, del cuerpo en el sentido de curación de los males que curó estando aquí, por primera vez, en el mundo el Enviado de Dios. 

Curar a unos enfermos, verdaderamente incurables como, por ejemplo, los ciegos o los leprosos (ponemos los ejemplos más extremos de no curación de un mal) suponía que quien eso hacía no era una persona cualquiera. No. Con eso manifestaba bien a las claras (para quien quisiera entenderlo) que tenían ante sí al Mesías y al Único que podía hacer unos prodigios tan importantes. 

Todo eso, además, no lo llevaba a cabo, digamos, sin que tuviera relación con qué es lo que había venido al hacer al mundo que no era otra cosa que a que el mundo se salvase o, al menos, que se salvase quien lo aceptara como Enviado de Dios. Es decir, que las curaciones físicas tenían todo que ver con su esfuerzo por la Redención del hombre.

Aquí, en este capítulo, hay un médico, una persona que ejerce la medicina, que se dirige a Cristo en agradecimiento de su labor medicinal, de lo que hizo cuando pudo hacerlo y no dejó de hacerlo por muchos obstáculos que le pusieran los ortodoxos fingidos (por aquello, por ejemplo, de curar los sábados)

De todas formas, casi podemos imaginar a Lolo hacer lo mismo y aplicarse, a sí mismo, eso que dice tal médico y ser él mismo quien agradece, quien pide, quien sabe que siempre será escuchado.

 

     

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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