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13.05.23

La Palabra para el Domingo - 14 de mayo de 2023

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Como es obvio, hoy no es domingo 14 de mayo de 2023 sino sábado, 13. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del día siguiente, domingo.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.


Jn 14, 15-21


 “’15 Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; 16 y yo pediré al Padre   y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre, 17 el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros. 18 No os dejaré huérfanos: volveré a vosotros.19 Dentro de poco el mundo ya no me verá,  pero vosotros si me veréis, porque yo vivo y también vosotros viviréis. 20 Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre   y vosotros en mí y yo en vosotros. 21 El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama;  y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él.’”
   

COMENTARIO

Cristo siempre cumple sus promesas

 
A lo largo de su vida pública Jesús había dicho muchas veces que era muy importante tener en cuenta la Ley de Dios. Y No se refería al trasunto de norma que el ser humano había hecho con la misma sino a la que, de verdad, era la Verdad. Y eso era lo que había venido a hacer constar y a que se supiera. 

No extrañe, por tanto, que en la cena que compartió, la última Pascua de Cristo en la Tierra, con aquellos que le seguían más de cerca, hiciera hincapié en un detalle tan importante como era ése.

Es cierto que Dios había puesto unos Mandamientos y que se los entregó, hacía muchos siglos, a Moisés. Cuando aquel profeta bajó del monte después de estar con Dios su rostro resplandecía y traía algo que era muy importante y que debía ser cumplido. Pero no siempre se había hecho así y Jesús tenía que hablar acerca de eso.

Jesús iguala amarlo a Él a cumplir la Ley. Eso suponía que no era suficiente, con ser importante, con decir que se amaba al Hijo de Dios. Eso suponía, además, tener en cuenta los Mandamientos de Dios y, sobre todo, guardarlos en el corazón. Pero no guardarlos para que se quedaran allí escondidos sino para que tuviesen influencia en la vida de los discípulos. 

El Evangelio del 17 de mayo, "Si me amáis, guardaréis mis mandamientos" -  Evangelio - COPE

Jesús sabía que eso no sería fácil y que necesitaríamos quien nos ayudase a cumplir tan gran verdad. Por eso iba a enviar al Espíritu Santo, al Paráclito o Defensor nuestro. Él nos enseñaría el camino para cumplir la Ley del Padre. 

En realidad, Jesús sabía que, al ser bautizados, se les infundía el Espíritu Santo. Por eso les dice que mora en ellos, pues así es. 

Sin embargo, la tristeza de aquellos que le escuchaban iba en aumento. Y, para limitarla, les dice que volverá después de que se vaya. Y ellos aún no entienden lo que les quiere decir. 

Jesús cifra su esperanza en que comprendan, al menos después de su resurrección (que ha de acaecer como está escrito) que todo lo que les ha dicho a lo largo de los años es cierto y que, entonces, se estará cumpliendo todo lo dicho. Comprenderán, por ejemplo, que ellos también habrán de resucitar en el último día y que, sobre todo, Jesús es Dios y está en el Padre como el Todopoderoso está en el Hijo y que con el Espíritu Santo forma una Santa Trinidad. 

Todo eso iba a ser comprendido. Pero lo iba a ser a su tiempo, cuando todo lo que estaba escrito se cumpliese palabra por palabra. 

Y es que Jesús, que se sabe amado por el Padre, quería que todos y cada uno de sus discípulos, sintiesen lo mismo. Por eso recomendaba, encarecidamente, guardar los Santos Mandamientos de Dios. Y que eso se notase en sus vidas. 

PRECES

Por todos aquellos que no guardan los Mandamientos de Dios.

Roguemos al Señor.


Por todos aquellos que no tienen esperanza alguna en la salvación eterna.

Roguemos al Señor.

 
ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a ver a tu Hijo en los acontecimientos gozosos que nos ocurren y a tenerte siempre presente, en acto, en nuestra vida.
 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.
 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.
 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

 

Panecillos de meditación


Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
 
Panecillo de hoy:

 

Guardar los Mandamientos de Dios no es esconderlos.


Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

8.05.23

Un amigo de Lolo – ¿Cómo sobrenadaba Lolo?

PRESENTACIÓN

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Ya son algunos años los que, el que esto escribe, lleva haciendo lo propio sobre el Beato de Linares (Jaén, España) en esta casa de InfoCatólica. Siempre ha valido la pena hacer algo así y aportar, aunque sea, un granito de arena a la comprensión de un creyente tan fuerte y profundo como es Lolo. 

El linarense universal que tanta atracción espiritual tiene para quien lo conoce, no deja de producir interés en aquel que se acerca a su persona a través de su obra. Y es que, no pudiendo hacerlo ahora personalmente o, digamos, en la intimidad de la conversación entre amigos, que lo somos todos aquellos que ansiamos serlo, es seguro que acercarse a Lolo de forma cercana nos viene la mar de bien.

 

Lolo nos acerca a lo bueno que tiene saber que, cuando se es hijo de Dios la mejor forma de serlo es, sencillamente, siéndolo. Y él es una muestra perfecta de cómo hacer algo que, algunas veces, a muchos nos resulta difícil y a algunos… imposible. 

Acerquémonos, desde ahora, a la obra misma de Lolo y a su intimidad podríamos decir, con lo que vamos a ganar, seguramente, mucho y más que muchoY, para más abundancia de lo bueno y mejor, al final de todo esto les ponemos uno de los aforismos espirituales que publicó Lolo en su libro Bien venido, amor“. Vamos, miel sobre hojuelas, como se dice en la Biblia pues esto, al fin y al cabo, es cosa del alma de cada cual.

¿Cómo sobrenadaba Lolo?  

Como suele ser lo mejor empezar por el principio, es seguro valga la pena, para eso, decir algo sobre lo que el término “sobrenadar” significaba para el Beato de Linares (Jaén, España) 

Así dicho parece la cosa simple pues es palabra compuesta por “sobre” y “nadar” y es sencillo entender que ha de querer decir permanecer por encima de algo.

 Pues bien, como también resulta conveniente acudir al diccionario para ver si de tal término podemos obtener más fruto, hagamos eso: 

Sobrenadar: “Mantenerse sobre la superficie de un líquido sin hundirse y sin mezclarse con él”. Pero también significa “bandearse o sortear las dificultades”. 

Ahora vemos, así de pronto, que todo eso tiene mucho que ver con la actitud que mantuvo Manuel Lozano Garrido a lo largo de su vida al respecto de su dificultosa situación física… 

No es necesario que digamos, otra vez (aunque lo hacemos con gusto) que Lolo sufrió mucho físicamente a lo largo de su vida y que, ante eso, cualquiera de nosotros (todas las personas no, a lo mejor) habríamos caído en la más grande depresión que podamos imaginar. E, incluso, es hasta posible que resultase difícil rebatir cómo nos comportaríamos si estuviéramos unas decenas de años en un sillón de ruedas y perdiendo, cada día, capacidad tras capacidad… 

Lolo, de todas formas, no era ningún masoquista ni nada por el estilo porque en sus obras escritas (en concreto, en sus libros) podemos leer muchas y más veces que siempre procuraba poner remedio (en la medida de sus posibilidades) a sus males del cuerpo. Y no, por tanto, se trata de decir que le gustaba sufrir o pasarlo mal. No, no se trata de eso porque ni siquiera a él (con toda la fuerza de espíritu que tenía) le podía gustar eso. No. Se debía tratar de otra cosa que tiene todo que ver con las definiciones que hemos traído aquí de la palabra “Sobrenadar”. 

En realidad, sí se trataba de otra cosa pero, más que nada, se trataba de “su” método que tenía todo de espiritual: vamos, que echaba mano de algo que va más allá de lo físico.

 

El método Lolo

 

Deberíamos tener en cuenta que lo que llamamos el “método Lolo” es algo que se puede copiar, aplicarse a uno mismo y, en fin, hacer de tal forma de hacer las cosas algo así como una tabla de salvamento ante lo que pueda venir.

 Lolo partía, creemos que es así, en su vida de algo intangible por sobrenatural como es la fe. 

Apoyarse en Quién creía no era nada del otro mundo para nuestro amigo sino que, ante determinada situación, digamos, mala, por la que pudiera pasar, era seguro lo primero que hacía: Apoyarse en Dios para afrontar y enfrentar con garbo sus muchos dolores físicos le permitía, eso, saber sobrenadar sobre los mismos que se le habían pegado como una lapa imposible de quitarse… 

Luego, tenía un ejemplo más que evidente de que, ante el sufrimiento, lo mejor era, primero, aceptarlo y, luego, darle un “uso”, digamos, espiritual. Vamos, obtener fruto de este. Y tal ejemplo no era otro que su hermano Jesucristo. 

Todos sabemos lo que sufrió Jesucristo. En su Pasión, más que nadie; antes, más abandono espiritual que ningún otro. Pero Cristo tenía a su Padre del Cielo a quien se dirigía en oración y en Quien confiaba hasta el extremo. Y es eso lo que debía venirle la mar de bien para afrentar y afrontar aquellas terribles horas de latigazos, salivazos y clavos… 

Es cierto y verdad que equipararse de forma absoluta con Jesucristo es algo impensable. Pero sí lo es tomar como base su hacer para con su vida y circunstancias. Y así, Lolo, supo siempre que nada de lo que le pasara iba a dar al traste con su fe ni con lo que sabía venía después de la muerte. Y eso le hizo fuerte… tan fuerte como para ser capaz de esquivar a la negra visita muchas veces hasta que fuera llamado por Dios de forma definitiva y única. 

La fe de Lolo. Tuvo que ser más que considerable dados los obstáculo que logró salvar, sobre los que supo “sobrenadar”. 

Y pedir. También debió formar parte del “método” Lolo la oración de petición. Y no sólo para sí mismo sino, también, para el prójimo. Pero no podemos imaginar que nuestro amigo no se dirigiese a Dios en esos “parrafillos” (como él mismo define a una conversación con Dios que lo escuchaba) que tenía con el Padre y le pidiese, al menos, una mijica de mejoría para lo suyo que era bien fuerte y suyo… Y si nos equivocamos, que Lolo nos perdone que en el Cielo todo bien es posible… 

Ya tenemos la fe como parte del método de Lolo; ya tenemos la oración que, por cierto, tanto y tanto tiene que ver con la fe, también como parte de su método. 

Y algo que no podía faltar en el “método Lolo” es la aceptación, un nivel de esta fuera de lo común. 

Debemos admitir, a tal respecto, que aceptar todo lo que, a nivel de sufrimiento y dolor, tuvo que aceptar Manuel no tuvo que ser fácil aunque, no podemos dejar de reconocer que, teniendo las otras “patas” de su banco espiritual que son la fe y la oración, aceptar no sería más que, por decirlo así, algo asumible y asumido. 

Aceptar… aceptar los “alfileritos” (en palabra suya) que sentía clavados en el cuerpo; aceptar la pérdida de la capacidad de comer, digamos, en condiciones ordinarias; aceptar que sus manos acabaran por no poder coger un bolígrafo, un lápiz; aceptar que sus ojos quedaran apagados físicamente y nada pudiera llevarse, a su corazón, haciendo uso de tal sentido; aceptar, aceptar, aceptar… 

Siempre aceptar y no poner mala cara. Y es que nos dicen quienes lo conocieron que Lolo era un hombre alegre. ¡Alegre!; que también era feliz, inmensamente feliz. ¡Feliz!, que según la forma de ser hoy día, es algo como poco comprensible cuando todo se cifra en el tener y no en el ser… Feliz, sí; alegre, más que nadie es eso seguro según, decimos, nos dicen quienes lo conocieron y que, hoy mismo, pueden certificar con sus propias palabras. Y era alegre y feliz porque sabía de Quién debía fiarse… 

Vemos, pues: fe, oración, aceptación. Es una buena tríada, pues muy vinculada está la fe con la oración y con la aceptación. 

A nosotros, de todas formas, y a tanta distancia espiritual como estamos de Lolo, sólo nos queda por decir: gracias, Lolo; gracias por enseñarnos un método que, es casi seguro, no seremos capaces de aplicarnos pero eso, como en todo lo espiritual, corresponde a cada uno de nosotros que por eso Dios nos da libertad… y por eso Lolo fue como fue y nosotros… pues eso, y nosotros. 

  

Eleuterio Fernández Guzmán

 

Panecillos de meditación

 

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos. 

 

Panecillo de hoy:

 

Entender el sufrimiento es un bien más que importante.

 

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor":

“Nunca será Dios el primero en pestañear cuando dos ojos le interroguen con hambre de verdad “ (16)

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

6.05.23

La Palabra para el Domingo - 7 de mayo de 2023

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Como es obvio, hoy no es domingo 7 de mayo de 2023 sino sábado, 6. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del día siguiente, domingo.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.


Jn 14, 1-12

   
“1 ‘No se turbe vuestro corazón.  Creéis en Dios: creed también en mí.   2 En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho;  porque voy a prepararos un lugar. 3 Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. 4Y adonde yo voy sabéis el camino.’ 5 Le dice Tomás: ‘Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?’ 6 Le dice Jesús: ‘Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.  Nadie va al Padre sino por mí. 7 Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto.’  8 Le dice Felipe: ‘Señor, muéstranos al Padre y nos basta.’ 9 Le dice Jesús: ‘¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’? 10 ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras.  11 Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí.  Al menos, creedlo por las obras.  12 En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún,  porque yo voy al Padre.’”

   

 
COMENTARIO

Permanecer en Cristo
 

Una vez diría Jesús que quien tuviera fe podría hasta mover una montaña del sitio donde estaba y ordenarle que se echara en el mar. Sin duda lo decía porque sabía que muchos de los que le escuchaban no tenían mucha. Y por eso termina el texto del evangelio de san Juan diciendo que quien crea en Él hará, nada más y nada menos, que las obras que Él hace. 

Pues bien, es bien cierto eso. Sin embargo, Jesús no se vino abajo al respecto de lo que había venido a hacer al mundo, la misión que Dios le había encomendado. 

Jesús tiene que decir, por activa y por pasiva, que va a morir. Lo dice, muchas veces, de forma muy poética pero sin desconocer lo que eso significa. Pero trata de que, aquellos que lo escuchan, comprendan lo que eso quiere decir. 

Dice el Hijo de Dios muchas cosas importantes en esta conversación con aquellos que le escuchan y, por eso, con nosotros mismos. 

Ha de irse a la Casa del Padre. Pero se va porque tiene que prepararnos un lugar para que allí estemos cuando seamos llamados a la misma. Dice Jesús, por eso, que no está mintiendo cuando dice que en la vida eterna hay donde estar. Pero debe irse para terminar de preparar el camino que nos lleva a la misma. 

Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida | La Banda Diario


Y luego… volverá. Jesús anuncia, aquí mismo, el momento en el que volverá para juzgar a vivos y a muertos y para llevarse a los que, de su juicio, se deduzca que han merecido la vida eterna y no la muerte eterna. 

Hay, sin embargo, entonces y ahora, algunos que no reconocen a Cristo y no se dan cuenta de que es Dios hecho hombre y que todo lo puede. Por eso dice Jesús que es, él, el Camino, por el que se va a Dios; la Verdad, porque es Dios mismo y la Vida porque en Él reside y está, la que es eterna. Y por eso sólo se va a Dios por Cristo. 

Siendo parte de la Santísima Trinidad (si bien tal verdad no podían entenderla aquellos que le escuchaban) es bien cierto que el Espíritu de Dios, que moraba en el corazón de Cristo, le hacía realizar y llevar a cabo las obras que realizada y llevaba a cabo. 

Dice Jesús, a este respecto, que conocerlo a Él o, lo que es lo mismo, creer en Él y confiar en Él es hacer lo propio y lo mismo con Dios. Y esto es lo mismo que decir que lo contrario (no creer en Él y no confiar en Él) es hacer eso con Dios, Todopoderoso. 

Jesús quiere que nos convenzamos de algo que es más que importante para nuestra vida eterna: debemos permanecer en Cristo y Cristo en nosotros. Sólo así tendremos un “mañana” gozoso en el definitivo Reino de Dios donde no hay dolor y todo es alegría y felicidad. 

Y, además, nos dice Jesús que sabemos el camino para llegar al Padre: tenerlo a Él de ejemplo y, por tanto, ser serviciales con nuestro prójimo, ser misericordiosos, humildes y mansos de corazón. Ahí está el gran secreto de decir que se es hijo de Dios y, en verdad, serlo.
 

PRECES 

Por todos aquellos que no creen en la vida eterna.

Roguemos al Señor.
 
Por todos aquellos que no ven en Cristo a Dios mismo hecho hombre. 

Roguemos al Señor.
 

ORACIÓN 

Padre Dios; ayúdanos a confiar siempre en que eres el Camino, la Verdad y la Vida.
 
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.
 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.
 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

Panecillos de meditación


Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
 
Panecillo de hoy:

 

Cristo nos muestra el Camino que es Él mismo.


Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

1.05.23

San José y la santidad de la vida ordinaria

Santoral de hoy 1 de mayo: San José Obrero

San Josemaría, en “Es Cristo que pasa” (50), escribe lo siguiente:

“Para comportarse así, para santificar la profesión, hace falta ante todo trabajar bien, con seriedad humana y sobrenatural. Quiero recordar ahora, por contraste, lo que cuenta uno de esos antiguos relatos de los evangelios apócrifos: El padre de Jesús, que era carpintero, hacía arados y yugos. Una vez —continúa la narración— le fue encargado un lecho, por cierta persona de buena posición. Pero resultó que uno de los varales era más corto que el otro, por lo que José no sabía qué hacerse. Entonces el Niño Jesús dijo a su padre: pon en tierra los dos palos e iguálalos por un extremo. Así lo hizo José. Jesús se puso a la otra parte, tomó el varal más corto y lo estiró, dejándolo tan largo como el otro. José, su padre, se llenó de admiración al ver el prodigio, y colmó al Niño de abrazos y de besos, diciendo: dichoso de mí, porque Dios me ha dado este Niño.

José no daría gracias a Dios por estos motivos; su trabajo no podía ser de ese modo. San José no es el hombre de las soluciones fáciles y milagreras, sino el hombre de la perseverancia, del esfuerzo y —cuando hace falta— del ingenio. El cristiano sabe que Dios hace milagros: que los realizó hace siglos, que los continuó haciendo después y que los sigue haciendo ahora, porque non est abbreviata manus Domini, no ha disminuido el poder de Dios.

Pero los milagros son una manifestación de la omnipotencia salvadora de Dios, y no un expediente para resolver las consecuencias de la ineptitud o para facilitar nuestra comodidad. El milagro que os pide el Señor es la perseverancia en vuestra vocación cristiana y divina, la santificación del trabajo de cada día: el milagro de convertir la prosa diaria en endecasílabos, en verso heroico, por el amor que ponéis en vuestra ocupación habitual. Ahí os espera Dios, de tal manera que seáis almas con sentido de responsabilidad, con afán apostólico, con competencia profesional.

Por eso, como lema para vuestro trabajo, os puedo indicar éste: para servir, servir. Porque, en primer lugar, para realizar las cosas, hay que saber terminarlas. No creo en la rectitud de intención de quien no se esfuerza en lograr la competencia necesaria, con el fin de cumplir debidamente las tareas que tiene encomendadas. No basta querer hacer el bien, sino que hay que saber hacerlo. Y, si realmente queremos, ese deseo se traducirá en el empeño por poner los medios adecuados para dejar las cosas acabadas, con humana perfección”.

En realidad, San José, aquel judío que Dios escogió para padre adoptivo de Jesús y fiel esposo, pese a sus iniciales dudas, de María la Madre de Dios, es el prototipo de santo que, en lo ordinario y común de su vida, manifiesta una acrisolada santidad.

De aquel hombre justo, además, se sabe poco. En las Sagradas Escrituras no se nos dice mucho de su persona sino que, en todo caso, se comportó como Dios quería que se comportara. Por eso llevó una vida de trabajador de la madera y tal oficio enseñó a Jesús.

En cuanto a lo ordinario que tiene la vida de San José y a que no debe extrañarnos que así sea porque la santidad no requiere, de por sí, de hechos extraordinarios, sino de un comportar acorde a la voluntad de Dios y de un someterse a la misma, San Josemaría, en la misma obra citada arriba pero, ahora, en el número 40, nos dice que

“José era efectivamente un hombre corriente, en el que Dios se confió para obrar cosas grandes. Supo vivir, tal y como el Señor quería, todos y cada uno de los acontecimientos que compusieron su vida. Por eso, la Escritura Santa alaba a José, afirmando que era justo (Cfr. Mt I, 19.). Y, en el lenguaje hebreo, justo quiere decir piadoso, servidor irreprochable de Dios, cumplidor de la voluntad divina (Cfr. Gen VII, 1; XVIII, 23–32; Ez XVIII, 5 ss; Prv XII, 10.); otras veces significa bueno y caritativo con el prójimo (Cfr. Tob VII, 5; IX, 9.). En una palabra, el justo es el que ama a Dios y demuestra ese amor, cumpliendo sus mandamientos y orientando toda su vida en servicio de sus hermanos, los demás hombres.”

Por eso, ser perseverante, ser bueno y tener en cuenta las necesidades de los demás es manifestar un comportamiento que, quizá, pueda parecer vulgar (ordinario en tal sentido) pero, en verdad, es expresión de naturaleza completamente cercana a Dios. En todo caso, San José cumplió con creces todo esto y mucho más y eso debería más que suficiente para no olvidar nunca que, muchas veces, lo que Dios quiere de nosotros es lo que somos sin florituras o añadidos que sólo perturban nuestra necesaria tendencia a la santidad.

San José Obrero, ruega por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán


Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos. 

Panecillo de hoy: 

San José, aquel hombre que supo ser hombre y fiel.

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor”

 

“Cada hombre se puede hacer su propia y escuálida verdad, pero sólo Dios tiene la inmensa y generosa verdad que sirve para todo. (15)

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Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.