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3.12.22

La Palabra para el Domingo - 4 de diciembre de 2022

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Como es obvio, hoy no es domingo 4 sino sábado, 3 de noviembre de 2022. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del día siguiente, domingo.

También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.
 

Mt 3, 1-12


 
“1 Por aquellos días aparece Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea: 2 ‘Convertíos porque ha llegado el Reino de los Cielos.’ 3 Este es aquél de quien habla el profeta Isaías cuando dice: = Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas. = 4 Tenía Juan su vestido hecho de pelos de camello, con un cinturón de cuero a sus lomos, y su comida eran langostas y miel silvestre. 5 Acudía entonces a él Jerusalén, toda Judea y toda la región del Jordán, 6 y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. 7 Pero viendo él venir muchos fariseos y saduceos al bautismo, les dijo: ‘Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado  a huir de la ira inminente?  8 Dad, pues, fruto digno de conversión, 9 y no creáis que basta con decir en vuestro interior: “Tenemos por padre a Abraham"; porque os digo que puede Dios de estas piedras dar hijos a Abraham.10 Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al  fuego. 11 Yo os bautizo en agua para conversión; pero aquel que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de  llevarle las sandalias. El os bautizará en Espíritu Santo y fuego. 12 En su mano tiene el bieldo y va a limpiar su era: recogerá su trigo en el granero, pero la paja la quemará con fuego que no se apaga.’”

 

 
COMENTARIO

Terribles  pero esperanzadoras palabras
 

No podemos negar que Juan el Bautista no era nada políticamente correcto. Como se suele decir, le importaba un comino lo que se pudiera decir de lo que él decía. Debía cumplir una misión y, como profeta, la iba a llevar a cabo pesase a quien pesase. Y por lo que sabemos de su vida y del final de la misma… fue a él a quien más le pesó. 

Pero ahora lo encontramos, podemos decir, predicando. Y lo que dice no podía gustar mucho a los aludidos que, como es bien conocido por todos, eran los mismos que iban a perseguir a Jesús hasta darle muerte.
 
El Bautista no llevaba una vida regalada. Vivía en el campo de lo que podía encontrar y no vestía con púrpura y lino sino de una forma más que pobre. Y eso era, para muchos, muestra de que no era ningún charlatán y que había que escuchar lo que decía y seguir lo que hacía. Por eso tuvo como discípulos, más que probablemente, al mismo Juan, el que fuera el menor de los Apóstoles de Jesús que siguieron al Maestro de Nazaret cuando su primo el Bautista dijo que era el Cordero de Dios. 

Pues bien, Juan no se corta un pelo ni tiene pelos en la lengua. Al contrario es la verdad: da a cada uno según lo suyo que es una antigua definición del término “derecho”. Lo que pasa es que algunos merecían todo lo que les decía aunque no les gustara.   

El caso es que Juan predica acerca de la conversión. Y lo hace porque sabe que es la única manera de alcanzar el Reino de los Cielos del que habla. Lo era entonces y lo es ahora mismo, cuando tantos se alejan de Dios porque, como pasaba con el Bautista, no gusta mucho lo que nos dice. 

Pero Juan no deja de comunicar lo que cree que es importante. Por eso bautiza para el perdón de los pecados. Y muchos lo siguen, se bautizan en el río Jordán y salen limpios. Era una primera posibilidad establecida por Dios Padre Todopoderoso para que sus hijos fueran preparando el camino hacia su definitivo Reino. 

Muchos, sin embargo, debían acudir allí para algo distinto. No querían saber nada ni de conversiones ni de perdón de los pecados (estaban seguros que sólo Dios podía perdonarlos y no un hombre… menos aún un andrajoso como aquel Bautista…) Y ellos vivía en su seguridad espiritual. 

LA VIDA EN EL ESPIRITU - La voz del Espíritu Santo

Pero Juan los ha calado y les ha tomado la matrícula, los ha identificado a la perfección llamándolos “raza de víboras”. Y eso, seguramente, no debió gustarles mucho que digamos. Pero hacía lo que debía hacer independientemente de las consecuencias que, para su vida, eso pudiera acarrearle. 

Y, al final de esa predicación suelta la bomba: ha de venir quien bautice con Espíritu Santo y fuego. Es más, tiene en su mano el instrumento para limpiar a los malos de la faz de la tierra y, además, para quemarlos en el fuego eterno. Y, por eso, él se considera nada ante tal persona. 

No podemos negar que Juan el Bautista tenía valor y que para nada le importaba la opinión de los que, con toda seguridad, estaban perdidos para siempre. 

                        
PRECES

Por todos aquellos que no creen en la venida de Cristo Rey del Universo.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que no quieren cambiar su corazón de piedra.

Roguemos al Señor.

  
ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a convertir nuestro corazón.

 
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.
 

Eleuterio Fernández Guzmán

  

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.


Panecillo de hoy:

 

¡Y vino el Salvador a bautizarnos con Espíritu Santo y fuego!