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10.01.22

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro” - La felicidad bien entendida

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Las golondrinas nunca saben la hora“ libro con el que damos comienzo un año nuevo, el 2022. Y, para más información, digamos que se trata de un diario que abarca entre el 2 junio de 1961 y el 20 de agosto de 1965 o, lo que es lo mismo, contempla la vida de Manuel Lozano Garrido durante cuatro años.

 

“Y es que la felicidad es una cosa bien distinta a las palmas de tango y el pasarlo bien. A uno le puede bajar por la cara un reguero de lágrimas, estar tosiendo, con taquicardia o detrás de un balcón y en el corazón bullirle todas las campanas del mundo“ (Las golondrinas nunca saben la hora, p. 23)

  

La felicidad bien entendida

 

Que sí, que es posible que alguien pueda pensar y decir que estas palabras de Lolo, en ellas, hay una voluntad de que las cosas, a pesar de todo, sean bien consideradas en la vida de uno. Algo así, digamos, como un voluntarismo un tanto exagerado… 

Es cierto que eso podría decirse pero, de hacerlo, es claro que no se ha entendido nada de lo que el Beato de Linares (Jaén, España) ha querido decir con esto. Y vamos a tratar de decir algo a tal respecto. 

Tenemos, por un lado, la felicidad, digamos, ordinaria, oficial podríamos decir. Y es la que se sostiene sobre aspectos externos a nosotros, en cómo nos comportamos de acuerdo a nuestros particulares intereses. Por eso habla Lolo de las palmas de tango o el mismo pasarlo bien. 

¿Están mal, acaso, las palmas de tango o pasarlo bien? 

Seguros estamos que Manuel Lozano Garrido no estaba contra las primeras o lo segundo. Sin embargo, tenía muy claro que las cosas de la felicidad tienen otro “nivel” para que se pueda considerar tal estado del alma aunque bien sepamos que estar alegre, dando palmas o pasándolo bien no es lo mismo que ser feliz pues una cosa es una cosa y otra… pues es otra. 

Y es ahí, precisamente, en el “alma” donde se centra lo relacionado, de verdad, con ser feliz o, en fin con la felicidad en su estado más puro, más cierto, como debe ser considerada la misma. 

Esto lo decimos porque Lolo considera la felicidad, ser feliz, desde otro punto de vista que no resulta tan mundano donde, como sabemos, lo externo priva sobre lo de “dentro” de uno, de su alma y de su espíritu. 

Debemos apreciar los casos en los que, de ordinario, no se presenta la felicidad como realidad con cartas sobre la mesa. Así, por ejemplo, nos habla Lolo de estados en los que eso de ser feliz… como que no casa con lo que pasa:

 

- Pasarlo mal y estar llorando, 

- Estar, simplemente, enfermo, sea cual sea la enfermedad

 

Y, por último, algo que lo retrata a él mismo a la perfección y que es, estar “detrás de un balcón” que es como permanecía durante buena parte del día al no poder pisar la calle, por así decirlo, debido a su enfermedad… 

Cualquiera diría, y se dice, que si se llora por pasarlo mal, si se está enfermo o si se está recluido en su casa detrás de un balcón como única comunicación con el exterior, que ahí no puede haber felicidad alguna. Y ahí es cuando Lolo pone sus cartas sobre la mesa y sale vencedor de esta partida

Esto lo decimos porque cree Lolo que, incluso en las situaciones que pone como ejemplo de lo malo que a uno le puede suceder, se puede ser feliz y, como dice, que las campanas del mundo, “todas” (no unas pocas o muchas sino, exactamente, todas) pueden estar repicando en su corazón y no lo hacen, precisamente, a muerto sino, justamente, a lo contrario: a vivo bien vivo y a feliz y bien feliz. 

Claro que, para eso, se ha de tener un sentido del sufrimiento y del dolor muy diferente a como solemos tenerlo. Y, claro, ser de otra pasta espiritual distinta a la ordinaria…

   

Eleuterio Fernández Guzmán

Llama Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.