J.R.R. Tolkien - Entre Bloemfontein y Bournemouth- Capítulo 3: Empieza a revelarse todo
“En aquel tiempo, el joven Tolkien, Ronald, acaba haciendo que el director de la escuela (a la sazón Robert Cray Gilson que era, además, inventor y especialista en filología clásica) citada arriba se fije en él. Por eso le anima a estudiar otras lenguas pero, en el fondo, a ahondar en las mismas yendo más allá del simple conocimiento superficial de una forma de comunicarse entre personas.”
Así terminamos el capítulo anterior (el 2) y tenemos a nuestro autor a punto de que todo empezara a revelársele.
También dijimos en el capítulo anterior que el P. Francis se ocupó, económica y espiritualmente, de los hermanos Tolkien. Por eso, acuerda con el matrimonio Faulkner (1908) alojar en su casa (algo así como una hospedería) a Ronald y a Hilary. Y allí fue donde el primero conoció a Edith Bratt, también huérfana y hospedada en la misma casa.
Esta circunstancia, conocer y enamorarse de Edith (se declararon su amor en 1909) no iba a ser nada fácil para nuestro autor. Y es que, no sólo por el cotilleo que abundaba en aquel tiempo (qué decir de ahora mismo…) sino por lo que, según podía entender el P. Francis, aquella situación no iba a ser buena para Ronald, tan enfrascado en sus estudios como estaba. Y entonces se lo dijo.