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6.12.19

Serie J.R.R. Tolkien – Una ventana a la Tierra Media – En el principio estaba Melkor

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En el principio, en aquellos inicios de todo lo luego sucedido en el mundo de J.R.R. Tolkien, fue Eru quien todo lo creó o subcreó. Y la Tierra Media estuvo allí porque fue su voluntad.

Sabemos que en aquel principio aparecieron los espíritus que podríamos denominar “primeros”. Y, entre ellos había uno que fue origen de todo lo malo que podía pensar Elfo, Hombre o Mediano. Y sí, nos referimos a Melkor, luego llamado Morgoth.

Desde el mismo momento que Eru propone a los Valar elaborar música hay uno de ellos, el citado arriba, que no gusta de la misma, la de los demás, digamos, pares suyos. Y hace la suya propia.

Eso, así dicho, no estaba mal porque Eru les dice que creen su música y Melkor lo hace. Sin embargo, lo hace no porque pueda amar más la suya que la de los demás sino porque quiere estropear lo hecho por los demás. Y ahí está el origen de su voluntad contraria a todo lo que no sea él mismo.

Aquel ser, que tanto haría edades después en el vivir y coexistir de la Tierra Media, tenía, por así decirlo, sus propias razones para hacer eso. Pero ninguna de ella es válida ni se puede entender como aceptable. No. Todas tienen que ver con el egoísmo, el querer todo para sí y, en fin, con el hecho incontrovertible de que Melkor era, en el fondo, un pobre Valar… 

Recordemos que Eru había dado muchos dones a tal ser y que lo había hecho, por decirlo así, de tal forma que era el más poderoso de entre los suyos junto con algún otro. Y eso se notó más que mucho en todo lo que tenía que suceder.

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De todo lo que se podría decir de Melkor, luego Morgoth, nosotros atendemos a lo siguiente:

 

-Melkor no quiso estar sometido en exceso a Eru/Ilúvatar y entretejió su propia música que discordaba con la de los demás…

-Melkor tuvo pensamientos “propios”…

-Melkor no quiso que su música tuviera origen en Eru sino que quería crear por sí mismo…

-Melkor se opone a la música que crea Eru… la primera guerra… de sonidos.

-Melkor quiso ir más allá…

-Melkor confundió a muchos de los Ainur con su música y más de uno se puso a su lado, lo apoyó o, lo que es lo mismo,

Melkor consiguió que algunos Ainur le siguieran: comenzó la separación, el disenso entre hermanos…

-Melkor crea música sin armonía, caótica…

-Melkor comenzó a odiar a Eru al darse cuenta de que no quería la obra musical del Ainur… Y, desde ahí, hasta el final del Monte del destino…

Es fácil comprobar, con lo apenas aquí dicho, que el personaje que subcrea J.R.R. Tolkien tiene todo que ver con lo que supone estar en el mundo, después de haber sido puesto en el mismo por Quien puede hacerlo, pero no darse cuenta de lo que eso es y representa. También tiene que ver con la distorsión que puede producirse cuando se tiene un poder tan alto que no se acepta que pueda haber una voluntad superior que dicte aquello que está bien y que está mal.

Melkor, alguno pudiera pensar que tan sólo tiene una forma de pensar distinta a los demás y que, incluso siendo así al respecto de Eru, también tenía derecho a hacer lo que hacía…

Eso, sin embargo, supone dar alas al Mal como si sólo se tratase de una opción que se puede escoger cuando no es más que la perversión de todo lo bueno y el engendro elaborado por una mente perdida y hundida en el abismo y en la oscuridad.

Con esto queremos decir que nuestro autor, el profesor de Oxford J.R.R. Tolkien, quiso que se viese con toda claridad en qué parte de su obra el Mal mostraba hasta dónde se puede ser malo y hacer del Mal la causa de una forma de ser que, al parecer, no tiene más remedio que el triunfo del Bien a manos de la humildad y la sencillez.

Melkor, de todas formas, queremos creer que quedó olvidado después de que llegara lo que llegó. Y a nosotros nos parece la mar de bien que venciera el Bien y que el Mal, aquel Melkor/Morgoth tan maligno fuera olvidado y echado de la lista de los Valar. Y de nuestra memoria… también.

 

Eleuterio Fernández Guzmán Erkenbrand de Edhellond

 

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Hay mundos que, sin duda alguna, nos llevan más lejos del que vivimos, nos movemos y existimos.

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.