InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: 2015

28.03.15

Serie “Al hilo de la Biblia- Y Jesús dijo…” – Servir… ¡Ay servir!

 Sagrada Biblia

Dice S. Pablo, en su Epístola a los Romanos, concretamente, en los versículos 14 y 15 del capítulo 2 que, en efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia, y los juicios contrapuestos de condenación o alabanza. Esto, que en un principio, puede dar la impresión de ser, o tener, un sentido de lógica extensión del mensaje primero del Creador y, por eso, por el hecho mismo de que Pablo lo utilice no debería dársele la mayor importancia, teniendo en cuenta su propio apostolado. Esto, claro, en una primera impresión.

Sin embargo, esta afirmación del convertido, y convencido, Saulo, encierra una verdad que va más allá de esta mención de la Ley natural que, como tal, está en el cada ser de cada persona y que, en este tiempo de verano (o de invierno o de cuando sea) no podemos olvidar.

Lo que nos dice el apóstol es que, al menos, a los que nos consideramos herederos de ese reino de amor, nos ha de “picar” (por así decirlo) esa sana curiosidad de saber dónde podemos encontrar el culmen de la sabiduría de Dios, dónde podemos encontrar el camino, ya trazado, que nos lleve a pacer en las dulces praderas del Reino del Padre.

Aquí, ahora, como en tantas otras ocasiones, hemos de acudir a lo que nos dicen aquellos que conocieron a Jesús o aquellos que recogieron, con el paso de los años, la doctrina del Jristós o enviado, por Dios a comunicarnos, a traernos, la Buena Noticia y, claro, a todo aquello que se recoge en los textos sagrados escritos antes de su advenimiento y que en las vacaciones veraniegas se ofrece con toda su fuerza y desea ser recibido en nuestros corazones sin el agobio propio de los periodos de trabajo, digamos, obligado aunque necesario. Y también, claro está, a lo que aquellos que lo precedieron fueron sembrando la Santa Escritura de huellas de lo que tenía que venir, del Mesías allí anunciado.

Por otra parte, Pedro, aquel que sería el primer Papa de la Iglesia fundada por Cristo, sabía que los discípulos del Mesías debían estar

“siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3, 15)

Y la tal razón la encontramos intacta en cada uno de los textos que nos ofrecen estos más de 70 libros que recogen, en la Antigua y Nueva Alianza, un quicio sobre el que apoyar el edificio de nuestra vida, una piedra angular que no pueda desechar el mundo porque es la que le da forma, la que encierra respuestas a sus dudas, la que brota para hacer sucumbir nuestra falta de esperanza, esa virtud sin la cual nuestra existencia no deja de ser sino un paso vacío por un valle yerto.

La Santa Biblia es, pues, el instrumento espiritual del que podemos valernos para afrontar aquello que nos pasa. No es, sin embargo, un recetario donde se nos indican las proporciones de estas o aquellas virtudes. Sin embargo, a tenor de lo que dice Francisco Varo en su libro “¿Sabes leer la Biblia “ (Planeta Testimonio, 2006, p. 153)

“Un Padre de la Iglesia, san Gregorio Magno, explicaba en el siglo VI al médico Teodoro qué es verdaderamente la Biblia: un carta de Dios dirigida a su criatura”. Ciertamente, es un modo de hablar. Pero se trata de una manera de decir que expresa de modo gráfico y preciso, dentro de su sencillez, qué es la Sagrada Escritura para un cristiano: una carta de Dios”.

Pues bien, en tal “carta” podemos encontrar muchas cosas que nos pueden venir muy bien para conocer mejor, al fin y al cabo, nuestra propia historia como pueblo elegido por Dios para transmitir su Palabra y llevarla allí donde no es conocida o donde, si bien se conocida, no es apreciada en cuánto vale.

Por tanto, vamos a traer de traer, a esta serie de título “Al hilo de la Biblia”, aquello que está unido entre sí por haber sido inspirado por Dios mismo a través del Espíritu Santo y, por eso mismo, a nosotros mismos, por ser sus destinatarios últimos.

Por otra parte, es bien cierto que Jesucristo, a lo largo de la llamada “vida pública” se dirigió en múltiples ocasiones a los que querían escucharle e, incluso, a los que preferían tenerlo lejos porque no gustaban con lo que le oían decir.

Sin embargo, en muchas ocasiones Jesús decía lo que era muy importante que se supiera y lo que, sobre todo, sus discípulos tenían que comprender y, también, aprender para luego transmitirlo a los demás.

Vamos, pues, a traer a esta serie sobre la Santa Biblia parte de aquellos momentos en los que, precisamente, Jesús dijo.

Servir… ¡Ay servir!

 

Jesús lavando los pies a los apóstoles

Y Jesús dijo… (Lc 22, 25-17)

“Él les dijo: «Los reyes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los que ejercen el poder sobre ellas se hacen llamar Bienhechores; pero no así vosotros, sino que el mayor entre vosotros sea como el más joven y el que gobierna como el que sirve. Porque, ¿quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve’”.

           

Cuando Jesús hablaba, y así lo recogen las Sagradas Escrituras, lo hacía de forma que la misión que tenía encomendada (cumplir la Ley de Dios y, sobre todo, el mandato más importante que es el del amor) llegase el corazón de aquellos que le escuchaban.

Jesús sabe que el ser humano es como es y que, en cuanto tiene poder sobre otras personas, tiene la tendencia a abusar del mismo. Si bien ahora mismo, en este siglo XXI, es posible que eso se hay atemperado, en tiempos del Hijo de Dios era propio de quien gobernaba abusar. Es más, Jesús nos dice que quien ejerce el poder obliga a ser llamado, además, “Bienhechor” como si fuera algo divino o, en fin, mandato de Dios mismo.

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27.03.15

¿Y los demás, qué somos?

Es bien cierto que no se puede negar que en el seno de la Iglesia católica hay de todo. Así, desde creyentes que creen mucho hasta los que creen que se puede, por ejemplo, ser hijo de Dios sin amar a la Iglesia de Dios que es, a saber, la católica.

 

Pues bien, entre nosotros hay algunos (seguramente pocos pero muy ruidosos) que tienen ideas muy peregrinas. Y lo son porque se avienen a lo que el mundo dice que es bueno y mejor y, claro, unas veces puede ser blanco, otras negro u otras, en fin, gris. Olvidan, por eso mismo, muchos aspectos de la doctrina católica que, es de suponer, deben aceptar de buen grado.

 

Esta cosa surgió, al parecer, en Austria, allá por 1995.

 

Dicen, de ellos mismos, que son "una red de grupos, trabajando en diferentes partes del mundo para crear el diálogo que lleve a la renovación y reforma de la Iglesia Católica Romana”. Y, en efecto, una red en la que atrapan a todo aquel que, desavisado, se deja caer en ella.

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26.03.15

Falsedades acerca de la Iglesia católica – Al fin y al cabo la manipulación genética no es tan mala…

 

-Vamos a ver si encontramos algo de luz.

-Eso, eso, veamos…

 

 

Falsedades y mentiras contra la Iglesia católica

 

Es bien cierto que a la Iglesia católica y, por extensión, a los católicos, se le tiene, se nos tiene, por parte de muchos, una manía ciertamente enfermiza.

 

Si creen que exagero les pongo lo que suele decirse de la religión católica, de la fe católica y, en fin, de la Iglesia católica. Aquí traigo esto para que vean hasta qué punto puede llegar la preocupación por un tema que es, ciertamente, falso.

 

Se suele decir que:

 

La fe católica está manipulada por la jerarquía.

 

La fe católica no va con los tiempos.

 

La fe católica ve poco sus propios defectos.

 

La fe católica pretende adoctrinar al mundo.

 

La fe católica está alejada de la realidad.

 

La fe católica defiende siempre a los poderosos.

 

La fe católica quiere imponer sus principios.

 

La fe católica no sabe cómo van los tiempos.

 

La fe católica está anquilosada.

 

La Iglesia católica acumula riquezas inmensas.

 

La Iglesia católica busca el poder aunque sea de forma escondida.

 

La Iglesia católica no acepta cambios en sus doctrinas.

 

La Iglesia católica es gobernada por una jerarquía carca.

 

La Iglesia católica no comprende la política actual.

 

La Iglesia católica esconde sus propios defectos.

 

La Iglesia católica no actúa contra determinados delitos que ocurren en su seno.

 

La Iglesia católica tiene muchos privilegios (sociales, económicos, educativos…)

 

Y a esto, se podían añadir muchas cosas, muchas acusaciones que están en mente de cualquiera.

 

¿Qué les parece a ustedes?

Al fin y al cabo la manipulación genética no es tan mala…

 

 

 

El ser humano, desde que Dios insuflara su espíritu a un ser ya existente y viniera a ser, eso, humano, ha conseguido mucho del uso de su inteligencia. Gracias a tal don del Creador podemos decir que, muchos siglos después de aquello podemos llevar una existencia de donde, por ejemplo, se han erradicado muchas enfermedades. Y eso, no podemos negarlo, es muy buena cosa.

Sin embargo, como suele decirse, no todo el monte es orégano o, también, no es oro todo lo que reluce. Y es que el ser humano también es muy perverso y pretende dárselas de Dios, imitar al Creador dentro de sus ínfimas posibilidades de hacer eso.

El caso de la manipulación genética es uno que lo es preocupante y que pone a la Iglesia católica en el disparadero y a los pies de los caballos. Y la pone en uno y bajo otros porque no puede permitir que se crea que si actúa no diciendo nada está, digamos, otorgando un sí a una aberración (por desviación) de tal calibre.

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25.03.15

Evangelium vitae: hoy hace 20 años

  lazo

Es más que conocido que para la Iglesia católica la defensa de la vida (desde la misma concepción hasta la muerte natural del ser humano) es principio fundamental que defiende desde el mismo principio de su fundación. Por eso que san Juan Pablo II dedicara una encíclica a tal tema no extrañó a nadie.

 

Lo hizo con “Evangelium vitae” y la dio a la luz pública el 25 de marzo de 1995 (hoy se cumplen, pues, 20 años), no siendo por casualidad un día como el mismo en el que se celebra, precisamente, la Encarnación del hijo de Dios. Tampoco extrañó que el subtítulo sea “Valor e inviolabilidad de la vida humana” porque, en efecto, la misma es un valor supremo y, por lo tanto, no puede ser violado.

 

Por eso, ya desde el número 1 de la encíclica deja dicho que “El Evangelio de la vida está en el centro del mensaje de Jesús. Acogido con amor cada día por la Iglesia, es anunciado con intrépida fidelidad como buena noticia a los hombres de todas las épocas y culturas”,pues es evidente que la fidelidad de la Iglesia católica en la defensa y promoción del derecho a la vida es algo que la señala perfectamente.

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24.03.15

Un amigo de Lolo – Lo que es rezar

Presentación

Lolo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 Libro de oración

 

En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.

Lo que es rezar

 

“Rezar es hablar, reír, cantar, llorar, caminar, descansar y dar; todas las cosas humanas, en una sola acción: amar.” (Bien venido amor, 581)

 

Es muy cierto que, sobre rezar, sobre lo que es y lo que supone para nosotros, nos solemos hacer muchas elucubraciones como, por ejemplo, si Dios nos escucha, si no sabemos qué decir en la oración. En fin… demasiadas preguntas de no fácil respuesta.

Sin embargo si bien miramos lo que somos: hijos de Dios y que siempre nos escucha el Padre; si nos damos cuenta de una realidad tan gozosa como es la relación con el Todopoderoso (¡Alabado sea por siempre!) no podemos, por menos, que apreciar lo que es rezar y lo que, al fin y al cabo, supone para unos hijos ver, en la oración, a su Padre.

Así todo parece más fácil y lo que empieza siendo incomprensible viene a ser sencillo de ver y entender. Y eso abre nuestro corazón para que, de él, salga lo mejor que somos capaces de dar y lo que ciertamente somos.

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