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9.12.14

Un amigo de Lolo – Lo que somos ante Dios

Lolo

Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

Libro de oración

 

En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.

 

Aquí está -iba a decir ‘mí’-nuestro Cristo, que sigue dando pan de harina y hasta aumenta la ración con rayos ‘lasser’, plataformas interplanetarias y elementos químicos; el que, sobre los aceleradores de protones, las luces de neón y el machaqueo de los teletipos, continúa, no sólo diciendo que es la Vida, sino dándola y encaramándonos por el camino de la caridad y la salvación.

Para Él, amigos, me vais a perdonar, reservo la más humilde, pero ferviente y sincera petición de indulgencia, porque, de cara a la suya, noto el enorme remordimiento de la palabra que es pequeña y en mí se hizo más enana, para expresar algo del fuego de amor por los hombres que ruge en el volcán de su corazón”.

(Reportajes desde la cumbre, pp. 25-26)

 

En este texto de Lolo nos muestra el Beato de Jaén (España) que una falsedad, no por falsa menos difundida, es, exactamente, expresión de que no se conoce a Dios. Decimos que se refiere a que, para muchos, cuando Dios creó todo lo que creó (todo) descansó al séptimo día y luego… también. Vamos, que no tenemos que preocuparnos por lo quiera el Creador sino que dependemos de nosotros mismos para actuar, ser, vivir… y morir. Y, por tanto, que nuestro albedrío ha de ser total, sin límite alguno y puesto a disposición del mundo.

Entiéndase esto. Si el Todopoderoso nos creó pero, acto seguido, se olvida de nosotros, no tenemos obligación alguna de cumplir con su voluntad porque, al fin y al cabo, ¿a qué tanto por quien se ha desentendido de nosotros? Es decir, es un sí pero… no.

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