Eppur si muove - Legalismo y libre albedrío

De todo punto resulta necesario que una sociedad se rija por unas normas que conduzcan a los ciudadanos que la constituyen por caminos, digamos, pacíficos y no les permita dejar llevarse por sus naturales instintos.

Algo parecido pasa en el seno de la Iglesia católica donde también hay normas pero, sobre todo, doctrina que seguir. No es imposición de organismo alguno o de persona alguna sino, en todo caso, de un devenir que, lógicamente, tiene que regirse de alguna forma.

En cuanto al tema hoy traído a esta serie sobre el mover de la Iglesia católica a pesar de los factores que prefieren, sencillamente, que se hunda, no podemos decir que sea poco importante que en el seno de la misma las personas que se dicen católicas opten por seguir lo que las normas dicen que hay que hacer o bien por un libre albedrío que las libere de tener que rendir cuentas espirituales por lo que hacen, dicen o escriben.

Por ejemplo, se puede sostener que el pueblo judío era muy legalista y que Jesús vino no para confirmar tal ley sino, en todo caso, la de Dios. Y eso es, básicamente, cierto pues ya dijo “No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.Hasta aquí, de acuerdo.

Entonces, se pasa a ocuparse de la Iglesia católica y se dice que se puede correr el riesgo de ser, también, tan legalista como lo era el pueblo judío y que así no se acoge la verdadera misión que Cristo vino a llevar a cabo. Y en esto no podemos estar de acuerdo.

Jesucristo, en el fondo y en la superficie de su predicación, estaba contra el libre albedrío de interpretación de la Ley de Dios que era lo que había hecho el pueblo elegido por el Creador para transmitir sus normas y que, con Moisés había tenido ejemplo de Su Ley.

Así, de lo que era el sentido primigenio de la voluntad de Dios se había llegado a una serie de normas propias del ser humano que, adaptándose a lo largo de los siglos, habían acabado por desvirtuar la Ley divina.

Eso era libre albedrío y contra eso luchó Jesús al menos en los años de su vida pública. Y luchó porque admitir tal actitud suponía mermar la voluntad de su Padre aceptando lo que cada cual quisiera hacer con la misma y con su expresión normativa.

El problema para las personas que así piensan y esgrimen tales pensamientos para hacer de menos a la Iglesia católica tal como es (voluntad de Jesucristo al entregar las llaves de la misma a Pedro) es que la legalidad de la misma es la que quiso fuera el hijo de Dios y no la de los hombres.

Por eso mismo, a mí me parecen, se oponen a lo que llaman legalismo: porque no es el que ellos quisieran, alejado de Dios y moldeable por el tiempo y las circunstancias porque, a contrario, hoy día ser observante es, precisamente, cumplir la voluntad de Dios que quiso que fuera Jesucristo, Él mismo hecho hombre, quien hiciera cumplir su propia Ley.

Entender lo contrario es tener, verdaderamente, causa para plantearse a qué tipo de religión se pertenece porque hoy día amor y justicia es cumplir la Ley de Dios que administra, por así decirlo o, mejor, vehicula, la Iglesia católica.

Y si, por otra parte, se quiere ir más allá de la Ley de Dios apoyando tal opción en el hecho de que Jesucristo hizo lo mismo con la ley del hombre lo que se está haciendo, en el fondo, es no creer en lo hecho por el Hijo de Dios y querer, en cualquier caso, suplantar lo que predicó.

Pero eso, seguramente, a ciertas personas les importa poco. Prefieren la expresión de su exacta voluntad. Vamos, el libre albedrío.

Eleuterio Fernández Guzmán

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Para el Evangelio de cada día.
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4 comentarios

  
Anónimo...
Exactamente.

Es LEGÍTIMO (ahora y hace 40 años) LO QUE ESTÁ EN SU BUEN DERECHO... (lo que implica que un derecho no siempre es bueno).

Un saludo.

: )
18/02/11 2:36 AM
  
JSC
La libertad fue el mayor de los dones del Paraíso. Dios se paseaba cotidianamente por el jardín. Los hombres eran hijos de Dios y plenos de Gracia. Pero la serpiente antigua habitaba también en la tierra, donde había sido expulsada. El hombre tenía una gran misión, pero optó en su libre albedrío y decidió mal. Perdió la gracia y cayó en manos del reptil, principe de las afueras del Paraíso, del mundo. El Plan de Dios de que Sus hijos doblegaran, domesticaran y restituyeran al mundo por parte quedó truncado y postpuesto. El Verbo tendrá que humanarse y asumir la culpa de Sus Hijos. Así fue.
Ahora ya somos de nuevo Hijos de Dios por adopción y Dios está entre nosotros cotidianamente con Su Espíritu, en el prójimo y en el Santísimo Sacramento.
Estos 40 y pico de años desde el Concilio Vaticano II han significado un "plus" de mayor Gracia para la Iglesia, de mayor cotidianeidad con Dios y una mayor oportunidad para santificarse y definirse como grano o cizaña. Es un gran signo de los Tiempos.
Así como la maldición de nuestros primeros padres fue de consecuencias inmediatas para su plenitud de Gracia, en esta Segunda Recaída de los Hijos de Dios por adopción que es la Apostasía silenciosa, sucede que muchos créen estar con mayores méritos ante Dios de los que poséen en realidad. Distinguir o juzgar quién es quién es complicado. Sólo Dios puede juzgar pues conoce nuestra alma. Pero lo cierto es que por nuestra falta de virtudes muchos estamos ciegos y nos creemos lámparas.
Me parece que no sería mala idea memorizar la Ley de Dios dada a Moises, no sea que por un súbito instante quedemos suspendidos en la más absoluta oscuridad y amnesia y quedemos expuestos a la Nada.
Virgen Santísima protége a tu Iglesia e iluminanos como lo hiciste en el Sinaí, tierra de la luna. Tu fuiste creada para devolver al desierto el explendor del Paraíso. Gracias por mostrarte al mundo, como lo has hecho recientemente en Egito varias veces.
18/02/11 11:24 AM
  
JSC
Impresionantes y duras las palabras de Pedro hablando de los traidores. Hemos recibido mucho durante estos 2.000 años, ¿cuántos signos necesita más esta generación incrédula? La mies está madura.
Me parece a mí ...
18/02/11 8:07 PM
  
Jan Bover
El libre albedrío no existe por más que nos ilusione tenerlo. Se puede demostrar por medio de la filosofía, física o psicología. La moral no necesita del libre albedrío, pues sigue siendo útil en el determinismo o el azar (indeterminismo). La discusión se debería centrar en cómo debemos vivir sin libre albedrío, cómo podemos ser felices sin libertad. Todo eso es lo que analizo en mi libro: "Cómo vivir feliz sin libre albedrío" que podéis descargar gratuitamente en www.janbover.org.

El libro analiza todos los aspectos debatidos sobre el libre albedrío y más (con bastantes ideas propias). El libro está dividido en 5 apartados: un Estudio filosófico y un Estudio psicológico que analiza la imposibilidad del libre albedrío analizándolo desde todos los ángulos posibles, un Estudio moral que demuestra que la moralidad no tiene nada que ver con el libre albedrio, y un Estudio estadístico y Estudio práctico que analiza de qué modo podemos actuar sabiendo que no somos libres, y a pesar de todo ser felices.

Espero que os interese y, si fuera así, que me devolváis algún comentario al finalizarlo.
18/03/12 5:53 PM

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