El pasado lunes, 22 de diciembre, publicaba Religión en Libertad una entrevista con Kiko Argüello (que venía de ABC) en la que venía a referirse al tema de la familia y a la necesidad de acudir a la Plaza de Colón el próximo domingo, 28.

Y, la verdad, es que Kiko no se equivoca ni lo más mínimo por mucho que quieran tergiversar lo que dice unos de los fundadores del Camino Neocatecumenal.

Las tergiversaciones que introduce el Maligno sobre la actuación, en particular, de Argüello no vienen, como podría pensarse, de la parte no religiosa sino, sobre todo, de aquellos que, con su actuación, tratan de sembrar cizaña para ver si se hace algo de daño a la convocatoria de Rouco Varela.

“La familia cristiana transmite la fe a los hijos y les acepta como un don de Dios. Los bienes de la familia son sin duda inmensos y eso lo sabe muy bien el demonio, que intenta por todos los medios destruirla con la cultura que nos rodea, que va contra la familia cuyo amor al centro es indisoluble y eterno”.

Es en el seno de la familia donde la fe se hace importante, porque en ella se comprende lo que es el amor (no se quiere por lo que se tiene sino por lo que se es) y donde se alcanza a entender el verdadero sentido de la ayuda al otro (nos ayudamos porque, al fin y al cabo, todos somos hijos de Dios) Seguramente por eso se pretende disolver la familia con la introducción de modelos falsos donde prima el hedonismo y el gusto por lo singular y lo caprichoso.

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NOTA DE ÚLTIMA HORA

Como resulta conveniente rectificar cuando a uno le demuestran que se ha equivocado, en demostración de que, es muy posible, haya cometido un exceso en el título del artículo, quedará de la siguiente forme:

De: Editorial San Pablo: entre Verdad y negocio hay que escoger
A: Editorial San Pablo: en este particular caso, Verdad o negocio

El resto queda igual, es decir:

El pasado miércoles, 17, publicaba Religión Digital una entrevista clarificadora de muchas cosas y, sobre todo, de muchos comportamientos porque siempre los mismos se arriman a los mismos.

El subdirector de la editorial San Pablo, don Pedro Miguel García, responde a una entrevista en la que dice cosas muy sustanciosas pero, también, de bastante calado progre porque se refieren a la presentación del libro “Coloquios nocturnos en Jerusalén”, escrito a la limón entre el Cardenal Carlo Maria Martini y Georg Sporschill.

Responde, entre otras cosas, que “Lo que hace el libro es hablar de la reforma necesaria de la iglesia. Y se dice que la fuerza de la renovación debe venir desde dentro. También se habla de que la iglesia tiene miedo a esa reforma”

Ya sabemos lo que se quiere decir cuando se habla de “reforma”. Es el lenguaje ordinario de los progres que, dentro de la Iglesia católica hay y pululan por doquier. Lo que, en realidad se quiere decir es que se prefiere una Iglesia light que se adapte al mundo y que aparte, de su pensamiento, la aplicación de la doctrina cristiana porque, en realidad, la evolución de las modas (políticas, sexuales, etc.) no conviene a una institución que defiende lo mismo desde hace algunos siglos. Eso no conviene sino, al contrario, ser muelle más o menos vistoso.

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El Portavoz de la Conferencia Episcopal Española, Juan Antonio Martínez Camino en un artículo publicado en Zenit viene a mostrar lo que muchos no son capaces de entender: la Iglesia católica dice “Sí a la dignidad de la persona y a la biomedicina”.

Lo bien cierto es que los manipuladores profesionales de la vida de la Esposa de Cristo siempre han tenido, como predilecta, la difamación referida a la intención de aquella de manifestarse, siempre y conscientemente, en contra de todo avance científico y, además, en el campo de la biomedicina, mucho más.

Pero, como suele pasar, esto también es falso.

Sin embargo, muchas personas, dentro de la Iglesia católica, también se han opuesto (activa o pasivamente) a lo que la doctrina legítima de aquella dice.

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Hace unos Días, el Presidente de la Conferencia Episcopal Española y Cardenal, Antonio María Rouco Varela convocó, para la festividad de la Sagrada Familia, del próximo día 28, una celebración eucarística en la que será protagonista principal, lógicamente, la familia.

Ya sabemos que el año pasado, exactamente el 30 de diciembre, se llevó a cabo un acto similar y esto produjo mucho nerviosismo en los sectores más retrógrados de la sociedad española (política y religiosa) porque no les parecía bien que la Iglesia católica y sus fieles rezasen juntos por la familia, institución zaherida, mucho, por tantos poderosos y aspirantes al poder. Y mucho menos que dijesen lo que pesaban contra el pensamiento único y el laicismo imperante.

Pues ahora parece que va a volver a pasar lo mismo.

En tal convocatoria dice, dando una aviso para navegantes:”La comunión exige salir de los propios intereses y comodidades para manifestar que somos un único pueblo de Dios y Cuerpo de Cristo”

Está claro que cuando el Cardenal Rouco ha hecho tal convocatoria la ha hecho, en concreto, para que acudan las personas que forman parte de su comunidad diocesana. Eso puede ser un buen clavo ardiendo al que agarrarse por parte de quien no quiera acudir.

Pero es un clavo algo oxidado.

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Con el número 206 del semanario Alba se entregaba un pin que es, como poco, sintomático de lo que pasa y está pasando, en España (y en otras partes del mundo, claro) en un tema tan grave como el del aborto pero, sobre todo, en lo referido al ser humano que deja de nacer.

El citado pin es, exactamente, la forma de lo que corresponde a unos pies de un niño no nacido de 10 diez semanas de gestación.

Tenía previsto escribir, pues, un artículo referido al Semanario Alba y a tal pin porque la importancia del mismo es, verdaderamente, destacable.

Sin embargo, una noticia en Religión en Libertad ha agravado, más, la situación del aborto.

Lo que se dice sobre el famoso doctor Morín es de una gravedad tan grande que cualquier definición de actuación maliciosa y malvada se quedaría, seguramente, corta.

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