InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Apostolado laico -La Palabra para el Domingo

15.08.15

La Palabra del Domingo - 16 de agosto de 2015

 

 Biblia

 

Jn 6, 51-58

 “’51 Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre;  y el pan que yo le voy a dar,  es mi carne por la vida del mundo.’ 52 Discutían entre sí los judíos y decían: ‘¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?’        53 Jesús les dijo: ‘En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre,  no tenéis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre,          tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. 55 Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. 57 Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. 58 Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.’”  

  

COMENTARIO

Verdadero pan para la verdadera vida

 

Continuó Jesús con su, digamos, promesa escatológica. Muchas veces vemos que el Mesías insiste en determinadas cosas para, pienso yo, que fuesen comprendidas; muchas veces el Enviado ilumina la vida de sus contemporáneos diciendo lo mismo repetidamente porque sabía y conocía la dificultad que tenían de comprender  su doctrina y el mensaje que traía de parte de Dios.

Esto viene, por eso, a concretar lo dicho sobre el pan vivo en un momento inmediatamente anterior.

Se refiere, Jesús, a su cuerpo, que lo va a entregar para la salvación de todos. Por eso dice el pan que yo le voy a dar; y ese pan, que será transubstanciado a partir, y en, la Eucaristía, es la causa necesaria de nuestra fe.

Sin embargo, muchos de los que escuchaban no entendían y, llevados por el concepto del mundo que tenían, se dejaban llevar por su mundanidad y sentían, seguramente, repugnancia por aquello de comer su carne. Aún, para ellos, no había llegado el momento de la comprensión. Como para muchos, hoy día.

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8.08.15

La Palabra del Domingo - 9 de agosto de 2015

 

  Biblia

    

Jn 6, 41-51. 

“41 Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: ‘Yo soy el pan que ha bajado del cielo.’

42 Y decían: ‘¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: He bajado del cielo?’ 43 Jesús les respondió: ‘No murmuréis entre vosotros.

44 ‘Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día.

45 Está escrito en los profetas: = Serán todos enseñados por Dios. = Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.

46 No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre.

47 En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna.

48 Yo soy el pan de la vida.

49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; 50 este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera.

51 Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.’”

  

COMENTARIO

Cristo, pan; Cristo alimento para la eternidad

 

Cuando Jesús había dicho que el pan del Cielo era Él, muchas personas pensaron que, cuanto poco, había exagerado. Y algunas, a lo mejor muchas, no entendieron lo que quería decir. Pero la cosa no acabaría ahí sino que iba a ir a peor.

El caso es que, como nos dice el texto bíblico de hoy, criticaban eso que había dicho porque lo conocían como el hijo de José; también conocían a María, su madre. No les entraba en la cabeza que pudiera ser Él, a quien tan bien creían conocer, quien Dios había enviado al mundo para ser el Mesías.

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2.08.15

La Palabra del Domingo - 2 de agosto de 2015

 Biblia

     

 Jn 6, 24-35.

“24 Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús. 25 Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: ‘Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?’

26 Jesús les respondió: ‘En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. 27 Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello.’

28 Ellos le dijeron: ‘¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?’ 29 Jesús les respondió: ‘La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado.’

30 Ellos entonces le dijeron: ‘¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas? 31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: = Pan del cielo les dio a comer.’ =

32 Jesús les respondió: ‘En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; 33 porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al

mundo.’

34 Entonces le dijeron: ‘Señor, danos siempre de ese pan.’

35 Les dijo Jesús: Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed.”

  

COMENTARIO

 

No tener hambre o sed nunca

 

No extraña nada de nada que, tras la multiplicación de los panes y de los peces, muchas personas siguieran a Jesús porque aquello les había parecido algo no muy común.

Jesús, sin embargo, conocía a la perfección el corazón de muchos de los que le seguían y, como se diría popularmente, los había calado. Por eso les dice que le siguen no por lo que importa sino por lo que es demasiado perecedero.

El Hijo de Dios hace una recomendación muy importante: lo que importa es lo que no perece; lo que perece no vale tanto la pena. Es más, deben trabajar por Él mismo que es el alimento que Dios había dado para la vida eterna.

Tampoco extraña que aquellos que le seguían quisieran saber algo más porque si el Maestro decía eso era porque había alguna forma de cumplir con la voluntad del Enviado de Dios y, así, con la de Dios mismo.

El caso es que Jesús les dice que Él les dará tal alimento y, sin duda, se está refiriendo a la Eucaristía que instituirá en la Última Cena.

¿Qué hacer, pues?

Hay que creer. Pero no creer en cualquiera sino en el Enviado de Dios, en Él mismo. Sólo así se alcanzará el alimento que nunca perece.

Pero ellos son de corazón duro. Quieren una señal. Al parecer no les es suficiente con lo que les decía. Y es que su fe era, verdaderamente, regular o, más bien, pequeña. Sabían que sus padres, sus antepasados, habían comido el maná que Dios les había enviado ante su afrenta y tentación al Todopoderoso. ¿Qué haría el Mesías?

Dice Jesús que el “pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo”. Y ellos quieren de tal pan. Y le piden que les dé del mismo.

Ellos, a lo mejor, no están preparados para lo que van a escuchar. Aun no ha llegado el momento para eso pero Jesús les ha de decir la verdad: Él bajó del cielo para dar la vida al ser humano, al hombre, a la humanidad entera.

Hay que ir, pues, a Jesús como Él mismo dice. E ir a Él supone no tener ni hambre ni sed: pan y vino, Cuerpo y Sangre de Cristo.

 

PRECES 

 

Por todos aquellos que no trabajan para obtener el alimento que nunca perece.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que sólo trabajan para el alimento que perece.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

 

Padre Todopoderoso; ayúdanos a anhelar el pan que da la vida.

 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 

 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 Nazareno

 

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Por la libertad de Asia Bibi. 
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Por el respeto a la libertad religiosa. 
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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

 

 Querer no tener hambre y sed nunca tiene mucho que ver con el amor de Dios.

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Para leer Fe y Obras.

 

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26.07.15

La Palabra del Domingo - 26 de julio de 2015

 

 Biblia

Jn 6, 1-15. Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron.

 

1 Después de esto, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades, 2 y mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos. 3 Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos. 4 Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. 5 Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente, dice a Felipe: ‘¿Donde vamos a comprar panes para que coman éstos?’ 6 Se lo decía para probarle, porque él sabía lo que iba a hacer. 7 Felipe le contestó: ‘Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco.’ 8 Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: 9 ‘Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?’

10 Dijo Jesús: ‘Haced que se recueste la gente.’ Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número o de unos 5.000. 11 Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron. 12 Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: ‘Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda.’ 13 Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. 14 Al ver la gente la señal que había realizado, decía: ‘Este es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo.’ 15 Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte él solo.”

 

COMENTARIO

Panes y peces

No debemos olvidar que los discípulos más allegados a Jesús, aquellos que eran considerados sus apóstoles, estaban muy cerca de Él. Cualquiera podría pensar que, por eso mismo, lo conocían perfectamente y que nada de lo que hacía se les despintaba nada de nada.

Pues no. La cosa no iba por ahí. Aquellos que tan cerca estaban del Hijo de Dios no daba la impresión de conocerlo demasiado. Sí, habían presenciado sus milagros, habían escuchado su santa Palabra, de Dios y, también, habían acabado cansados de andar por los caminos y se habrían dicho si es que aquel hombre nunca iba a dejar de predicar.

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19.07.15

La Palabra del Domingo - 19 de julio de 2015

Biblia

Mc 6, 30-34

“30 Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado. 31 El, entonces, les dice: ‘Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco.’ Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer. 32 Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario. 33 Pero les vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos. 34 Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.”

 

 

COMENTARIO

 

Estar como oveja sin pastor

Cuando los apóstoles regresan de cumplir la misión que les había encomendado Jesús (predicar la Buena Noticia) saben que el Hijo de Dios está esperando el resultado de la misma. Es más que probable que muchos escucharan sus palabra y que otros no quisieran saber nada de lo que les decían. De todas formas, eso era lo que era lógico esperar de un mundo como el que habitaba Cristo.

Dice este texto del evangelio de san Marcos que eran tantas las personas que se dirigían a Jesús que no tenían tiempo ni para comer. Y es que eran muchos los que querían escuchar al Hijo de Dios y otros tantos los que querían ver alguno de sus milagros. El caso es que tenían poco tiempo libre para escuchar pausadamente al Maestro y aprender todo lo que era necesario que aprendieran.

Y ellos se alejan. No es que quisieran dar la espalda a todas las personas que buscaban a Jesús porque querían algo del Maestro. Lo hacían porque estaban muy cansados de tanto esfuerzo. Y, además, estamos también seguros que querían que Jesús descansase siquiera un rato.

Sin embargo, parece que no a ser ésta la ocasión en la que tal deseo se cumpla. Ellos se marchan de aquel lugar pero los otros discípulos de Jesús (y los, simplemente, curiosos que quieren ven a gran Maestro en acción) saben que necesitan a Quien les está enseñando con autoridad. Por eso, en cuanto se dan cuenta de lo que tratan de hacer los apóstoles, van tras el Maestro.

A este respecto, resulta síntoma de tener una gran confianza en Jesús  lo que nos dice este texto evangélico. Y es que nos proporciona una pista acerca de lo que era el Maestro: iban corriendo, a pie y de muchas ciudades. Pero, es más, no sólo eso sino que llegaron al lugar donde iba a desembarcar Jesús antes que el mismo Maestro y sus apóstoles.

Aquellas personas tenían una gran fe y una gran confianza en Jesús. Por eso, según nos dice san Marcos, pensó el Hijo de Dios que estaban como ovejas sin pastor. Los debió ver muy desamparados y tuvo lástima de ellos.

Otro, a lo mejor, les hubiera echado en cara que no le dejasen, siquiera, descansar. Pero Jesús sabe que los que le siguen de aquella forma, no merecen eso. Y se para a enseñarles. Y lo hace sobre muchas cosas porque mucho era lo que necesitaban aprender.

 

PRECES 

Por todos aquellos que no quieren seguir a Cristo.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que no quieren buscar a Cristo.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a seguir siempre a tu Hijo Jesús.

 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

  

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

 Nazareno

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

Confiar en Dios siempre tiene premio: la vida eterna.

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