InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: General

14.05.09

Alejandro Fernández Barrajón y su extraño sentido de la realidad

Uno, en su inocencia, cree que, en materia de opinión, lo tiene todo oído porque es mucho lo que se dice. Sin embargo, ni todo está dicho en materia religiosa y mucho parece que queda por decir.

Bien sabemos que las opiniones que, muchas veces, vierten algunos sectores religiosos españoles (jesuitas, por ejemplo, pero no sólo ellos) son, digamos, muy sui generis y otras tantas veces (demasiadas) se apartan, bastante, no sólo de la doctrina de la Iglesia católica sino, como es el caso de hoy, de la misma realidad de las cosas.

El digital “La Voz”, de Cádiz, ha publicado una entrevista con Alejandro Fernández Barrajón, a la sazón Presidente de la Confederación Española de Religiosos (CONFER)

Suele resultar conveniente que, por ejemplo, si una persona pertenece a una religión (por ejemplo, ahora, la católica) tenga como propio lo que a tal creencia suceda y quiera, es lógico esto, que le vaya lo mejor posible.

Pues en el caso de Fernández Barrajón no se cumple esto porque da la impresión de que, más bien, se alinea con el Mal.

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12.05.09

¿Es el Reiki una terapia admisible para un cristiano?

SERIE “Nueva Era

Nueva Era

Luis Santamaría del Río, sacerdote y muy preocupado por el problema de las sectas, nos ha hecho llegar un documento, traducido por él, relativo referido al Reiki como presunta terapia alternativa.

Una vez leído el mismo no ha sido difícil inscribirlo, por así decirlo, en el amplio, y falso, mundo de la Nueva Era.

Pero, ahora, ¿Qué es el Reiki?

Una definición del mismo la encontramos en reiki Salamanca y dice lo siguiente:

Indica la técnica de sanación natural que consiste en canalizar esta energía a través de las manos: Reiki es energía cósmica universal y durante los cursos se aprende a transmitir la energía curativa sin desgastar nunca la nuestra”.

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11.05.09

¿Hasta dónde ha de haber separación entre política y religión?

Se lee y se oye muchas veces que la Iglesia católica no puede, como institución espiritual, entrometerse en la vida política. Que no puede opinar, siquiera, de los asuntos materiales de la tierra; que, en fin, mejor estaría en la sacristía y, en todo caso, llevando una contadía privada de su doctrina y pensamiento.

Esto es, como bien puede pensarse, algo extraño a la realidad de las cosas.

Sabemos lo que Jesucristo dijo cuando, con ánimo de cogerlo en un renuncio, le enseñaron una moneda: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Lc 20:25)

Sin embargo, no dijo que la separación fuera de tal forma que no existiera relación alguna entre lo político y lo religioso. Eso no lo dijo porque comprendió que, simplemente, era imposible: la Iglesia la había creado para que estuviera en el mundo, para que, con la transmisión de la Buena Noticia, el mundo cambiara su corazón de piedra por otro de carne.

Esto lo ha comprendido, a la perfección, Benedicto XVI, el denostado, cuando, en su primera encíclica, Deus caritas est, establece, más que nada, el deber de la Iglesia y, en realidad, la relación que debe existir entre política y religión.

Así, “La Iglesia tiene el deber de ofrecer, mediante la purificación de la razón y la formación ética, su contribución específica, para que las exigencias de la justicia sean comprensibles y políticamente realizables” (Deus caritas est, 28)

Es decir, que es obligación de la Iglesia. No se trata de una actuación que, por capricho, hace la Esposa de Cristo sino que, al contrario, ha de llevar a cabo por imperativo (y gozo) espiritual.

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10.05.09

La Palabra del Domingo - 10 de mayo de 2009 - Permanecer en Cristo y Él en nosotros.

biblia

Jn 15,1-8. El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante.

Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto.

Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí.

Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden.

Si permanecéis en mí, mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis.

La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos
.”

COMENTARIO

Jesús es viña de Dios

1.-Quizá lo que propone Jesús, en esta parte del Evangelio de Juan, sea una de las imágenes más clarificadoras de las que mostró a lo largo de su corta, pero profunda, predicación: la vid y el viñador, los sarmientos y el fuego que los quema, el seguimiento a la vid y el fruto que podemos obtener y dar de ese seguir al Enviado.

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9.05.09

Juan Pablo II Magno - El camino cristiano de la cultura

Serie “Juan Pablo II Magno

JPIIM

Se ha dicho muchas veces que Juan Pablo II Magno, mucho antes de ser elegido para ser Vicario de Cristo, fue actor y que su interés por la cultura no era poco importante sino que, al contrario, bebió del “veneno” del arte y eso lo reflejó en su posterior vida.

Por eso no es de extrañar que en su Exhortación apostólica Christifideles laici (CL), de 1988, dejara escrito que “La ruptura entre Evangelio y cultura es, sin duda, el drama de nuestra época, como también lo fue de otras. Es necesario, por tanto, hacer todos los esfuerzos en pro de una generosa evangelización de la cultura, más exactamente, de las culturas” (CL 44)

Por tanto no cabe que entre la Palabra de Dios y el mundo de la cultura se establezca un foso de separación porque evangelizar a la segunda ha de resultar esencial para que la sociedad se desarrolle de forma correcta y sin las extralimitaciones en las que, muchas veces, cae.

De aquí que Juan Pablo II Magno, sobre la relación entre Iglesia y sus fieles y la cultura también tuviera algo más que decir.

Por ejemplo, en la Constitución Apostólica sobre las Universidades católicas, de 1990, dijo que “El diálogo de la Iglesia con la cultura de nuestro tiempo es el sector vital en el que se ‘juega el destino de la Iglesia y del mundo’. No hay, en efecto, más que una cultura: la humana, la del hombre y para el hombre y la Iglesia, experta en humanidad (…), gracias a sus universidades católicas y a su patrimonio humanístico científico, expone los misterios del hombre y del mundo explicándolos a la luz de la Revelación”.

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