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18.09.18

Un amigo de Lolo – "Lolo, libro a libro"- El dulce gozo de sentirse hijo

Presentación

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

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Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “El sillón de ruedas”.

Durante unas semanas, si Dios quiere, vamos a dedicar el comentario de los textos de Lolo a un apartado particular del libro citado arriba de título “Recuento de beneficios” donde hace indicación de los beneficios de la relación del Beato con el Todopoderoso.

El dulce gozo de sentirse hijo

Sería inútil insistir en el valor sentimental de la fuerza sicológica que nos encauzan, después de una caída, las señales tangibles de un Cristo torturado o la pesadumbre y los deseos de rehabilitación de que es capaz la visión de una cándida y dulce silueta mariana.”

 

Cuando el Beato Manuel Lozano Garrido nos dice que algo es inútil, insistir por ejemplo, no es que crea que la cosa no tiene importancia sino, justamente, al revés: tiene tanta importancia que se da por conocida y por aprendida.

Lo que pasa en las palabras de las que ahora hablamos es que, en efecto, no hace falta insistir en ellas aunque…

Sí, ciertamente, vale mucho la pena tener en cuenta que lo que pudiera parecernos cosa de poca enjundia no es que la tenga en elevado índice sino que resulta tan importante en nuestra vida que no podemos olvidarlo.

El caso es que sabemos que, cuando caemos, podemos levantarnos o quedarnos ahí, caídos. Y Lolo se adhiere a la primera posibilidad. Y lo hace porque conoce a Dios y, claro, a su Hijo pero, sobre todo, porque es conocedor de algunos acontecimientos particulares de la vida de Cristo que elevan por encima de la miseria.

Y, sin embargo, no es sólo tal asidero al que se agarra nuestro Beato de Linares (Jaén, España) sino que acude también a la Madre. ¿Y no es extraño, verdad)

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