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12.07.18

El rincón del hermano Rafael - "Saber esperar" - Sólo Dios

“Rafael Arnáiz Barón nació el 9 de abril de 1911 en Burgos (España), donde también fue bautizado y recibió la confirmación. Allí mismo inició los estudios en el colegio de los PP. Jesuitas, recibiendo por primera vez la Eucaristía en 1919.”

Esta parte de una biografía que sobre nuestro santo la podemos encontrar en multitud de sitios de la red de redes o en los libros que sobre él se han escrito.

Hasta hace bien poco hemos dedicado este espacio a escribir sobre lo que el hermano Rafael había dejado dicho en su diario “Dios y mi alma”. Sin embargo, como es normal, terminó en su momento nuestro santo de dar forma a su pensamiento espiritual.

Sin embargo, San Rafael Arnáiz Barón había escrito mucho antes de dejar sus impresiones personales en aquel diario. Y algo de aquello es lo que vamos a traer aquí a partir de ahora.

             

Bajo el título “Saber esperar” se han recogido muchos pensamientos, divididos por temas, que manifestó el hermano Rafael. Y a los mismos vamos a tratar de referirnos en lo sucesivo.

 

“Saber Esperar” –  Sólo Dios

 

“¡Sólo Dios! ¡El tiempo y el hombre pasan…, sólo Dios!”

 

A lo largo de la historia de la salvación ha habido hermanos nuestros en la fe que, dentro de la expresión cristiana verdadera, la católica, ha pasado a la misma por alguna expresión, alguna frase que ha dado sentido a toda una vida de fe y de confianza en Dios Padre Todopoderoso.

Así, por ejemplo, Santa Teresa de Jesús es más que conocida por su “Sólo Dios basta” y otras muchas formas de expresar lo que creía. Pero eso, tal expresión, la define bastante bien sin tener que acudir a ningún tipo de elucubración teológica elevada. Aquí, sobre todo en lo que más importa, lo mejor es lo sencillo, lo que llega al corazón del creyente y allí se queda para ser semilla fructífera.

Seguramente podríamos poner muchos ejemplos de casos como el de la santa andariega. Sin embargo, baste el suyo (por ser más que importante) para que entendamos que queremos decir que aunque sean pocas palabras las dichas  por quien las diga (y eso marque toda una vida) son más que suficientes como para entender mejor qué fue de su hacer y merecer en el mundo.

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