22.01.24

Un amigo de Lolo – Campanadas de necesidad – Y XII, PAZ

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Presentación

 

Como suele ser habitual con el Beato de Linares (Jaén, España) Manuel Lozano Garrido, más conocido como Lolo, lo que escribe mueve a percibirlo como algo importante. Y eso es lo que ha pasado con esto.

 

El que esto escribe tiene por buena cosa publicar los artículos que Lolo dio a la luz pública (en los más diversos medios escritos) en la página de la Fundación Lolo. Y, como podemos imaginar, los hay de toda forma y condición cumpliendo siempre la característica de ser más que recomendable su lectura.

 

Pues bien, cumpliendo con tan gozosa labor, me correspondió publicar un artículo-petición titulado Doce peticiones para doce campanadas” que Lolo había publicado el 8 de enero de 1955 en la revista “Signo”.

 

Debo reconocer que al leer las tales “campanadas” (referidas las mismas a las primeras del primer día del año) tuve la sensación de que tal texto debía ser difundido lo más y mejor posible porque son unas verdaderas campanadas de necesidad. Y por eso, a partir de hoy mismo, paso a publicar, con la ayuda de Dios, una a una, las doce de las que habla el texto con un humilde comentario del que esto escribe que es, sin duda, lo peor de todo lo que aquí se va a traer…

 

Vamos a poner siempre el texto que precede a las campanadas que es el que sigue:

 

Estoy ante Ti, Señor, en este instante fugaz, a caballo de dos tiempos. Hace frío, y hace ahora en raro crepitar de estrellas. Se diría que todo descansa, pero el silencio de ahora nace de un duermevela electrizante. 

¡Ves, Señor! En tus plazas y pueblos se han congregado muchedumbres con las frentes en alto; pero Tú no te hagas ilusiones, porque esos ojos que se describirán de ansiedad están hoy polarizados apenas por la estricta circulación de un reloj. Es absurdo, mi Cristo, pero así es. “Entonces- dirás, ¿es que al fin se reúnen para amarse?” No; en el fondo, esas células que integran lo que se llama la multitud tienen entre sí la repelencia de lo egocéntrico. Para ellos, en la autopista del tiempo corren hoy sólo dos leves saetas la carrera de lo personal. Apenas cuando crucen conjuntamente la cinta de las doce oirás el estruendo con que cada uno festeja el aparente hallazgo de un seguro de vida. 

Para entonces, quiero ofrendarte mi súplica. 

He oído ya la puesta en marcha de una sonajería y el martillo de bronce está en alto para la danza de las horas y el rigodón de la vida. En su honor, barrena ya la noche la pacífica metralla del champán y de lo que pudo ser tu sangre, el vino. Pero antes que con las burbujas llegue hasta tu rostro la afrenta que omite la gratitud a tu nombre, tolera que te envíe, como doce recursos de urgencia, los telegramas de otras tantas súplicas para cada una de las doce campanadas que inician el año.”

 

 

Y, a continuación, lo que corresponde a cada una de ellas.

 

Campanadas de necesidad – Y XII, PAZ

 

“XII

 

PAZ

 

“Cae ya redonda, broncinea, contundente, la vibrante campanada de las doce; sin el aire, con el temblor de la resonancia, queda como un deseo infinito el de mi petición de paz. ¿Hubo nunca, Señor, adulteración como la que existe en torno a la trilogía bendita de la palabra paz? Por doquier, infinitos labios claman su nombre, entretanto que el fusil les tercia el pecho y contienen apenas un alarido de combate. Aun ante los ojos las ruinas recosidas de la guerra, se ultima la puesta a punto de un nuevo Apocalipsis, al par que se inicia el rodar de los cañones. Queremos la paz, aquella que un día cimentaras sobre la rústica pesebrera del Belén: Que grane en nuestro corazón la espiga de es la voluntad buena que lleva consigo una promesa de eterna convivencia.”

  

Es verdad que, como suele ser lo general, todo ser humano quiere la paz. Y, sin embargo, en muchas ocasiones se confunde la paz del mundo y la que da Dios que no es, precisamente, la misma… 

Sí, que haya ausencia de conflictos y, estirando los mismos, de guerras, es, en verdad, manifestación de paz. Y Lolo, en este texto, bien que pone sobre la mesa todas las situaciones en las que el mundo se enfrasca para que las armas campen por sus respetos (¿?) y que, en fin, la sangre no deje de formas grandes fluencias que, por desgracia, sí llegan al río, como dice el refrán. Y es que aquí, aquí sí, la sangre sí llega al río muchas y más veces. 

Decimos esto de arriba porque tal cosa es, en sí misma considerada, una paz, digamos, mundana. Pero no es la Paz, así con mayúsculas que quiere Dios para sus hijos y, aquí, Manuel Lozano Garrido, para sus hermanos los hombres. Y es que, como podemos imaginar, siempre va Dios más allá que su descendencia como, por cierto, es esperar por según como somos… 

Por tanto… hay otra paz que es, además, mucho mejor que la otra que, en definitiva, supone que las armas no escupan muerte pero que, en realidad, deja de lado otras muchas realidades que deben ser tenidas en cuenta por nosotros como algo que va más allá de que no te maten con una bala, una bomba, un misil u, hoy en día, con un dron… 

En este texto el Beato de Linares (Jaén, España) lo dice con toda claridad después de mentar más que bien todo aquello que supone la guerra y que, en definitiva, es la ausencia de tal paz mundana. Y no es que tal paz no sea importante, que lo es, sino que hay algo más como, en materia espiritual, siempre pasa. 

La “Paz” de la que habla el linarense universal tiene un origen y tiene una persona que es, además, Dios hecho hombre. Y nos referimos, se refiere Lolo, a Belén y, claro, a Quien entonces vino allí al mundo que no es nada más y nada menos que el Hijo de Dios. 

Belén y Jesucristo; un lugar y un ser humano, así, pequeño como lo es toda persona cuando viene al mundo. Sin embargo, en aquel lugar, abarrotado de gente por la cosa del censo del Emperador de turno, recibió a Alguien que era la Paz en sí mismo o, en fin, que traía una paz que va más allá de la ausencia de guerra. 

La paz de la que hablamos no es otra, como bien aquí se nos dice, de aquella que cimenta, desde el corazón, una voluntad que, en sí misma, es tan buena que deja de lado las guerras para centrarse en su mismo ser y así, ser base para que la convivencia sea universal y, luego, sea eterna. 

Paz, así, por decirlo pronto, que ha de nacer de cada persona que sabe que en su corazón el Espíritu Santo tiene su templo y que, por tanto, nada malo puede salir de ahí. Y Paz que es querida por Dios que, como bien podemos imaginar, tiene una vista mucho más larga que nosotros y que quiere, para aquellos que ha creado, un mundo mucho mejor que en el que sólo callen las armas; quiere, claro, que los instrumentos de muerte no funcionen pero es seguro que sabe que eso pasara cuando la Paz verdadera, la que nace de un ser bueno y bondadoso, rija todo lo demás. Y tal Paz es de la que aquí habla Lolo, representante, a la perfección, de lo que es un corazón así.

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán 

 

Panecillos de meditación

 

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

 

Campanadas que enmudezcan lo mundano siempre valen la pena y a nuestra alma bien le vienen.

 

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bien venido, amor” (52)

 

“Que una criatura se enamore de Dios, con la lluvia de gracias que recibe, pero que Él también se apasione por nosotros, con la de veces que hacemos por ignorarle cada día…”

 ……………………………

 

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

20.01.24

La Palabra del Domingo - 21 de enero de 2024

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Como es obvio, hoy no es domingo 21 de enero de 2024 sino sábado, 20. Esto lo decimos porque publicamos hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, de domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del día siguiente, domingo.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.  



Mc 1, 14-20


 “Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: ‘El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva.’ Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran  pescadores. Jesús les dijo: ‘Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres.’ Al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca  arreglando las redes; y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él.”



COMENTARIO

Saber seguir a Cristo 

Juan, como sabemos, anunció que Jesucristo era el Cordero de Dios. Entonces, aquellos que no querían que nada cambiase, lo capturan y encarcelan porque era demasiado peligroso para sus egoístas intereses. De la prisión ya no saldría sino dando testimonio de su martirio. Había sido testigo cualificado del amor de Dios y ejemplo a seguir por todos aquellos que quieren ser fieles a su Padre del Cielo. 

Pero el Bautista ya había cumplido la voluntad del que le envió. Entonces, el Hijo de Dios comienza su labor de proclamación de la Buena Noticia.
 
¿Cuál era?: el Reino de Dios ha llegado como anticipación del que lo es definitivo; con Él se cumple el designio de Dios, ya está aquí la plenitud de los tiempos y todo lo que debía pasar. Pasó cuando el Creador quiso que pasara. 

Jesús se dedica a proponer la posibilidad de aceptar su mensaje porque ese mensaje proviene de Dios, porque eso que dice sale de la misma boca de Abbá. Y no lo hace obligando: Dios ha dado libertad a sus hijos y eso lo sabe más que bien quien la ha aceptado en su vida. 

Jesús no propone las cosas de cualquier forma. No: primero pide conversión y luego, sólo luego, creer en la Buena Nueva. Esa conversión, es decir, ese venir a ser otra cosa distinta de lo que se era, resulta primordial ante lo que se propone. Él pide creer después de haber transformado el corazón de piedra y no aceptar antes de modificar o cambiar ese que no es músculo sólo sino residencia y templo del Espíritu Santo.  Y no dice, taxativamente, que el Reino de Dios ya está aquí sino que está cerca. Con esto entendemos que quiere decir que estamos en camino de ese Reino y  que, cuanto hagamos ahora, con esa conversión, ha de servirnos para entender la vida del Mesías y su comportamiento entre aquellos otros nosotros de los primeros tiempos. 

Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en  el Evangelio" - Evangelio - COPE

Y si ese tiempo ya se ha cumplido, aceptar ese hecho incontrovertible, sólo puede ser causa de bienestar espiritual y de crecimiento interior, de ese interior de donde podemos ver las cosas de Dios y desde donde podemos ser capaces de vislumbrar la naturaleza de ese hombre nuevo que ya no puede escanciar su hacer en aquel odre viejo de su estado anterior a la conversión. 

Y caminando, porque a Dios se llega pisando la tierra en la que vivimos y siendo conscientes de nuestra propia situación, recorre el mar de Galilea conocedor de la necesidad de hacerse con la compañía de aquellos que, voluntariamente, quisieran seguirlo; buscaba una primera comunidad; anhelaba, ya, la unión de lo que estaba separado del Padre Eterno. 

Jesús era conocedor que, entre los próximos, los más cercanos a él, encontraría a los que buscaba. No debía ir muy lejos. Y allí estaban Simón y Andrés, hermanos y pescadores. 

Podemos preguntarnos por qué el Mesías buscó, y encontró, a los que serían sus Apóstoles, entre personas sencillas y no recurrió, como pudiera parecer lógico para según que corazones, a los que detentaban el poder religioso, sabedor como era de que estos tenían un conocimiento de la Ley mejor que estos no formados trabajadores del mar. 

Sin embargo, cuando bendijo al Padre “porque  has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños” (Mt 11,25) sabía que, en cuanto a corazón, a comportamiento y a comprensión, estas últimas personas tenían un campo mejor labrado; eran, por así decirlo, tierra fértil, aunque rugosa, donde plantar su semilla, pues, quizá, y precisamente por eso, no tenían un conocimiento profundo de la Ley y no habían sido corrompidos por las interpretaciones torticeras de los que se decían ellos mismos, fieles practicantes de la voluntad de Dios. Además, tampoco su nacimiento se verificó en un palacio sino, al contrario, en un lugar más que pobre. 

Y allí estaban Simón y Andrés, pescadores. Cuando Jesús les dice que les haría pescadores de hombres no hacía más que trasponer la labor de un hombre del mar a su nueva labor: mientras que el pescador, en aquellos años, echaba la red para ver qué caía, sin uso de las técnicas de hoy en día, el pescador de hombres “siembra”, ya en tierra ya en mar, para que, eso sí, sin saber cuándo, fructifique aquello que ha sembrado. Y la red es la Palabra de Dios. 

Y a ellos les llama para que vayan con Él. La promesa seguro que fue extraña para aquellos rudos hombres, dados a soles y a soledades, pues la expresión misma pescador de hombres no resulta excesivamente clarificadora. Pero, sin dudarlo, se van con Jesús. Dejaron las redes, no miraron atrás y acompañaron al Mesías sin importarles el futuro. Les importó el ahora, el descubrir a alguien que les sugiere, y de qué forma no sería, que el ser otra clase de pescador será mejor para ellos. 

Les había, pues, salvado aunque bien sabemos que eso estaba muy lejos de haber sido comprendido en aquel momento. 

Y Cristo continúa su marcha, perseverando en su intención de renovar el mundo con la sangre nueva que transforme. Y da un paso más. Pensemos que Simón y Andrés eran pescadores dependientes de sí mismos, para sí mismos, trabajaban, en su oficio, sin ostentar algún tipo de empresa que les pudiera dar alguna situación de superioridad social. 

Sin embargo, cuando se encuentra con Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, lo hace con personas que, formando parte de la familia de su padre, éste sí tiene un negocio, por decirlo así. Dice el texto que estaban en la barca “con los jornaleros”, es decir con trabajadores contratados para llevar a cabo esta labor diaria. Por lo tanto, podemos pensar que Santiago y Juan sí contaban con un mayor facilidad de vida, con un, incluso, prestigio social, dentro de su pueblo. En este sentido, abandonan más. 

Es cierto que hay diferencias, digamos, de vida, entre unos discípulos y otros. Pero hay algo en lo que coinciden: lo siguen a Jesús dejándolo todo pues, por muy sencilla que pudiera ser aquella vida de pescadores, era la vida que tenían y aquello era su todo. 

Cristo es el Camino, por eso le seguimos y vamos tras Él, ya lo dijo Él mismo. Y nosotros, tras sus huellas, seguimos sus pasos. Vamos tras Él porque sabemos que, con Él, toda verdad es cierta  porque es la Verdad y la vida no se nos escapará porque es la Vida. La verdadera Vida, la eterna.

PRECES

Pidamos a Dios por todos aquellos que no quieren escuchar a Jesús.

Te lo pedimos, Señor.

Pidamos a Dios Por todos aquellos que no quieren comprender que ha llegado el final de los tiempos.

Te lo pedimos, Señor.

ORACIÓN     

Padre Dios; ayúdanos a seguirte como hicieron aquellos primeros discípulos tuyos.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

  
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

  

Eleuterio Fernández Guzmán

 

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 
Panecillo de hoy:

 Y lo dejaron todo por Él.

 Para leer Fe y Obras.


Para leer 
Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

 

15.01.24

Un amigo de Lolo – Campanadas de necesidad – XI PROSPERIDAD

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Presentación 

Como suele ser habitual con el Beato de Linares (Jaén, España) Manuel Lozano Garrido, más conocido como Lolo, lo que escribe mueve a percibirlo como algo importante. Y eso es lo que ha pasado con esto. 

El que esto escribe tiene por buena cosa publicar los artículos que Lolo dio a la luz pública (en los más diversos medios escritos) en la página de la Fundación Lolo. Y, como podemos imaginar, los hay de toda forma y condición cumpliendo siempre la característica de ser más que recomendable su lectura. 

Pues bien, cumpliendo con tan gozosa labor, me correspondió publicar un artículo-petición titulado Doce peticiones para doce campanadas” que Lolo había publicado el 8 de enero de 1955 en la revista “Signo”. 

Debo reconocer que al leer las tales “campanadas” (referidas las mismas a las primeras del primer día del año) tuve la sensación de que tal texto debía ser difundido lo más y mejor posible porque son unas verdaderas campanadas de necesidad. Y por eso, a partir de hoy mismo, paso a publicar, con la ayuda de Dios, una a una, las doce de las que habla el texto con un humilde comentario del que esto escribe que es, sin duda, lo peor de todo lo que aquí se va a traer… 

Vamos a poner siempre el texto que precede a las campanadas que es el que sigue:

 

Estoy ante Ti, Señor, en este instante fugaz, a caballo de dos tiempos. Hace frío, y hace ahora en raro crepitar de estrellas. Se diría que todo descansa, pero el silencio de ahora nace de un duermevela electrizante. 

¡Ves, Señor! En tus plazas y pueblos se han congregado muchedumbres con las frentes en alto; pero Tú no te hagas ilusiones, porque esos ojos que se describirán de ansiedad están hoy polarizados apenas por la estricta circulación de un reloj. Es absurdo, mi Cristo, pero así es. “Entonces- dirás, ¿es que al fin se reúnen para amarse?” No; en el fondo, esas células que integran lo que se llama la multitud tienen entre sí la repelencia de lo egocéntrico. Para ellos, en la autopista del tiempo corren hoy sólo dos leves saetas la carrera de lo personal. Apenas cuando crucen conjuntamente la cinta de las doce oirás el estruendo con que cada uno festeja el aparente hallazgo de un seguro de vida. 

Para entonces, quiero ofrendarte mi súplica.

 He oído ya la puesta en marcha de una sonajería y el martillo de bronce está en alto para la danza de las horas y el rigodón de la vida. En su honor, barrena ya la noche la pacífica metralla del champán y de lo que pudo ser tu sangre, el vino. Pero antes que con las burbujas llegue hasta tu rostro la afrenta que omite la gratitud a tu nombre, tolera que te envíe, como doce recursos de urgencia, los telegramas de otras tantas súplicas para cada una de las doce campanadas que inician el año.”

 

Y, a continuación, lo que corresponde a cada una de ellas.

 

Campanadas de necesidad –XI PROSPERIDAD

 

XI
PROSPERIDAD

No puede faltar a la prosperidad un hueco en esta rogativa. También la concreción de lo necesario. Hasta Ti llega lo accesorio de nuestro afán. La espiga sin el agua, el sol o el viento; la máquina sin los veneros que se electrifican; la vida y la familia sin el sustento cotidiano, son Babeles ya condenadas de antemano. Tú, que das trémolo al pájaro y clámide al lirio, encarrilla los vientos, escancia las nubes, mansifica el regato, y ordena, en suma, la próvida riqueza del mundo, supeditándolas a un destino de amor.”

 

 Es cierto y verdad que la misma realidad referida a que el ser humano prospere no puede estar mal vista ni suponer nada mundano que nos aleje de Dios. Es más, estamos más que seguros que nuestro Padre del Cielo, Quien nos creó y mantiene aquí mismo también quiere que su descendencia alcance niveles grandes de prosperidad porque eso supondrá que ha hecho fructificar los dones y gracias que le ha entregado. 

Prosperar, por tanto, no es nada malo. Y eso bien que aquí lo demuestra el Beato Lolo. 

Antes que nada, y anticipándonos a lo que dice Manuel Lozano Garrido al final de su texto, esto es es, como todas las demás peticiones, es, decimos, eso: una “rogativa”. Y por eso dice el linarense universal que pide a Dios que ordene “la próvida riqueza del mundo”. Y es que, al fin al cabo, depende todo de la santísima Providencia del Todopoderoso. Y eso debe quedar claro desde ahora mismo… 

A tal respecto, al de la ansiada prosperidad del hombre, nosotros hacemos lo que podemos como, por ejemplo 

Sembrar aunque falte el agua… o el sol… o el viento necesario cuando eso lo sea… 

Hacer uso de las máquinas sin la electricidad que Dios hizo crear al hombre con la inteligencia que le dio…

 La vida y la familia aunque no concurra el sustento necesario… 

De todas formas, bien sabe Lolo que todo esto no es más que como aquella torre de Babel que nació y feneció por su soberbia. Es decir que siempre dependemos de Dios para todo esto aunque a nosotros nos pueda parecer que nos basta nuestro “yo” y nuestro “hacer”… 

Prosperidad, claro está que es buena; la misma sin Aquel que todo lo provee, es algo que carece de sentido y que caerá por su propio peso, el peso de la soberbia y el exceso de confianza en uno mismo… sin Dios. 

El caso es que en este texto del Beato de Linares (Jaén, España) subyace (está, en todo caso, como un substrato espiritual) o, mejor, está a flor de piel la confianza que se tiene en Dios en las Sagradas Escrituras (se ve esto muy bien en los Salmos, por ejemplo) porque se le pide lo mejor para su descendencia y Dios lo concede… si es lo mejor para la misma. Y Lolo lo supo muy bien como aquí se ve con toda claridad. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

  

Panecillos de meditación 

 

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

  

Campanadas que enmudezcan lo mundano siempre valen la pena y a nuestra alma bien le vienen.

  

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bien venido, amor” (51)

  

“El amor de Dios, como el fuego en la madera, ahonda en el hombre y lo purifica, calienta, transforma, ilumina y hace que sirva de antorcha a los demás”

 …………………………… 

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

13.01.24

La Palabra para el domingo - Domingo, 14 de enero de 2024

Resultado de imagen de SAnta BibliaComo es obvio, hoy no es domingo 14 de enero de 2024 sino sábado, 13Esto lo decimos porque publicamos hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, de domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del día siguiente, domingo.

También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.  


Jn 1, 35-42
 
 
“Al día siguiente, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: ‘He ahí el Cordero de Dios’. Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: ‘¿Qué buscáis?’. Ellos le respondieron: ‘Rabbi’ – que quiere decir ‘Maestro’ - ‘¿dónde vives?’. Les respondió: ‘Venid y lo veréis’. Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron aquel día. Era más o menos la hora décima.
 
Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Este se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice: ‘Hemos encontrado al Mesías’, que quiere decir Cristo.  Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: ‘Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas’, que quiere decir ‘Piedra’".
 

COMENTARIO

Quien tenía que venir

Quien lea el texto del evangelista Juan se dará cuenta que a Juan, el Bautista, se le había comunicado cuál era la finalidad de su labor y qué, sobre todo, tenía que anunciar. 

Cuando da testimonio es porque es testigo de la venida del Mesías. Él, a lo mejor el único que así aprecia tal cosa, ve al Espíritu Santo bajar sobre Jesús cuando sale de las aguas del Jordán tras el bautizo. Fue, con toda seguridad, una gracia de Dios otorgada a quien se le había dicho lo que tenía que hacer y lo había hecho. 

Había pasado un día desde que Jesús se acercó al Bautista para que le limpiara las impurezas que su alma podía tener. Bien sabemos que eso debía ser, sobre todo, para dar ejemplo, porque es bien cierto que el Hijo de Dios no tenía pecado ni podía tenerlo. Tenía, sin embargo, que cumplir la misión que le había sido encargado (“para eso he salido” diría en una ocasión) que no era otra que hacer cumplir la Ley de Dios y la conversión del corazón era uno de sus principales motivos de vida.

Volviendo a lo dicho arriba, cuando Juan comunica, a los que le oyen, que se le había dicho lo que tenía que pasar es porque es fiel a la voluntad de Dios y que, aunque no sintiese fuerzas espirituales para desatar las sandalias a Jesús, hizo lo que tenía que hacer. 
Este es el Cordero de Dios - Instituto Id de Cristo Redentor
Pero lo que más nos ha de importar es lo que dice Juan de Jesús. Dice que es el “Cordero de Dios” y, además, que “quita el pecado del mundo”. 

Como Cordero de Dios llevaría una vida mansa que, al final, determinaría una muerte también mansa; como perdonador de los pecados tenía tal facultad donada por Dios de limpiar el alma de tales manchas. 

Además, diría, en otra ocasión, también otras cosas como, por ejemplo, que Jesús ya existía antes que él mismo. No es que hubiese nacido antes porque, sabemos que Cristo nació unos meses después de su primo e hijo de Isabel y Zacarías sino que existía desde siempre, desde el Principio… 

También podemos deducir que la vida de Jesús, que se da en llamar, secreta (en cuanto no pública) así lo fue porque su primo, el que saltó en el vientre de Isabel cuando María la visitó tras la Anunciación y el que debió jugar en su infancia muchas veces con él, no sabía que era el Mesías hasta que aconteció el episodio del bautismo. Sabía que tenía que venir pero, en realidad, no cuándo ni en qué momento que es, exactamente, lo que nos pasa a sus discípulos porque tampoco sabemos cuando volverá y tenemos que estar preparados para tal momento como lo estuvo Juan el Bautista: fiel y atento a la voluntad de Dios. 

Quién tenía que venir vino pero los suyos, como dicen las Sagradas  Escrituras, no lo recibieron.  

No extraña nada, sin embargo, que hubiera quien quisiera conocer más de aquel al que Juan había llamado el Cordero de Dios. Y le preguntan. Le preguntan porque deben haber visto algo espiritual en aquella persona así llamada. 

Y Jesucristo no los rechaza sino que, al contrario, los invita a ir con Él. 

No sabemos dónde fueron pero sí podemos imaginar lo que escucharon de su boca y que de corazón de carne sólo podía salir, como sin duda salieron, palabras que los llenaron de gracia. Y ellos habían encontrado al Enviado de Dios, al Mesías. 

PRECES

Pidamos a Dios por aquellos que no son capaces de darse cuenta de lo que Cristo puede suponer en sus vidas.

Te lo pedimos, Señor.

Pidamos a Dios por los que no confían en la misión por la que había sido enviado el Hijo de Dios al mundo.

Te lo pedimos, Señor.

ORACIÓN
 
Padre Dios; danos fuerza para seguir a Tu Cordero, nuestro hermano Jesucristo.


Gracias, Señor, por poder  transmitir esto

 
Eleuterio Fernández Guzmán
 
Panecillos de meditación
 
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
 
Panecillo de hoy:
 
Escogidos por Dios escogieron a Dios.
 

Para leer Fe y Obras.

8.01.24

Un amigo de Lolo – Campanadas de necesidad – X TEMPLANZA

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Presentación

Como suele ser habitual con el Beato de Linares (Jaén, España) Manuel Lozano Garrido, más conocido como Lolo, lo que escribe mueve a percibirlo como algo importante. Y eso es lo que ha pasado con esto. 

El que esto escribe tiene por buena cosa publicar los artículos que Lolo dio a la luz pública (en los más diversos medios escritos) en la página de la Fundación Lolo. Y, como podemos imaginar, los hay de toda forma y condición cumpliendo siempre la característica de ser más que recomendable su lectura.

Pues bien, cumpliendo con tan gozosa labor, me correspondió publicar un artículo-petición titulado Doce peticiones para doce campanadas” que Lolo había publicado el 8 de enero de 1955 en la revista “Signo”. 

Debo reconocer que al leer las tales “campanadas” (referidas las mismas a las primeras del primer día del año) tuve la sensación de que tal texto debía ser difundido lo más y mejor posible porque son unas verdaderas campanadas de necesidad. Y por eso, a partir de hoy mismo, paso a publicar, con la ayuda de Dios, una a una, las doce de las que habla el texto con un humilde comentario del que esto escribe que es, sin duda, lo peor de todo lo que aquí se va a traer… 

Vamos a poner siempre el texto que precede a las campanadas que es el que sigue:

 

Estoy ante Ti, Señor, en este instante fugaz, a caballo de dos tiempos. Hace frío, y hace ahora en raro crepitar de estrellas. Se diría que todo descansa, pero el silencio de ahora nace de un duermevela electrizante. 

¡Ves, Señor! En tus plazas y pueblos se han congregado muchedumbres con las frentes en alto; pero Tú no te hagas ilusiones, porque esos ojos que se describirán de ansiedad están hoy polarizados apenas por la estricta circulación de un reloj. Es absurdo, mi Cristo, pero así es. “Entonces- dirás, ¿es que al fin se reúnen para amarse?” No; en el fondo, esas células que integran lo que se llama la multitud tienen entre sí la repelencia de lo egocéntrico. Para ellos, en la autopista del tiempo corren hoy sólo dos leves saetas la carrera de lo personal. Apenas cuando crucen conjuntamente la cinta de las doce oirás el estruendo con que cada uno festeja el aparente hallazgo de un seguro de vida.

Para entonces, quiero ofrendarte mi súplica. 

He oído ya la puesta en marcha de una sonajería y el martillo de bronce está en alto para la danza de las horas y el rigodón de la vida. En su honor, barrena ya la noche la pacífica metralla del champán y de lo que pudo ser tu sangre, el vino. Pero antes que con las burbujas llegue hasta tu rostro la afrenta que omite la gratitud a tu nombre, tolera que te envíe, como doce recursos de urgencia, los telegramas de otras tantas súplicas para cada una de las doce campanadas que inician el año.”

  

Y, a continuación, lo que corresponde a cada una de ellas.

Campanadas de necesidad –X TEMPLANZA

“X

TEMPLANZA 

 

¿Verdad, Señor, que en esta noche sería curioso resucitar la vieja aventura del Cojuelo? Bajo los techos, ¿Qué frecuencia de bacanales en aras del dios Vientre! Y, por contrasentido, ¡qué abundancia de hogares con miembros famélicos y niños paupérrimos! Da miedo también retrotraerse a los trescientos sesenta y cinco días idos, elevados con cualquier pretexto al rango de efemérides gastronómica. Por el ansia de los que dilatan sus ojos al pasmo y al odio; por el peligro de nuestra brutalidad naciente: que germine en cada mente una decisión de templanza.”

 

No podemos negar que hay virtudes para las cuales, en determinadas ocasiones, no estamos preparados o, mejor, que creemos no nos convienen demasiado. Y una de ellas es, sin duda, la Templanza, que escribimos así con mayúscula por la importancia que tiene, que debe tener, en nuestras vidas. 

Tal es su importancia, que el Beato de Linares (Jaén, España) la incluye en esta especial petición de fin de año que, por cierto, hace unos día que pasó y, por tanto, debía ya ser tenida en cuenta (junto a las demás de este especial relación de necesidades no sólo espirituales…) 

Es casi seguro que la templanza nos mueve a ser mejores porque, con ella, nuestro devenir no se altera hacia lo más bajo que podamos caer sin la intervención de ella. 

Qué bacanales en aras del dios Vientre”. Eso dice Lolo. Pero lo dice haciendo uso de la forma de escribir que muestra bien a las claras lo que quiere decirnos con ello: es un “dios”, así, con minúscula porque es algo a lo que adoramos y a lo que nos adherimos como demasiada felicidad. Y es “Vientre”, así con mayúscula porque es a lo que nos dedicamos con demasiada frecuencia. 

Bien podemos decir que Lolo nos ha “calado” a la perfección y que sabe del pie del que cojeamos más de las debidas veces… 

El caso es que Manuel Lozano Garrido quiere traer a colación esto de la Templanza (su no aplicación, por decirlo así) justo en un tiempo (el de Navidad) en el que es más que probable que nos hayamos (ya ha pasado tal tiempo) un tanto o, a lo mejor, más de la cuenta, y hayamos adorado al “dios Vientre” con perseverancia… Sin embargo, eso bien lo podemos aplicar a cualquier época o día del año pues es cierto que podemos caer en la misma tentación y… es cierto que caemos… Y por eso nos dice nuestro amigo eso de que “da miedo también retrotraerse a los trescientos sesenta y cinco días idos”… 

Al contrario de la situación de falta de templanza y de desmesura hace constar el linarense universal aquellos hogares donde, al contrario, todo es hambre y faltas… Y eso es una forma de atizar nuestra conciencia y que nos demos cuenta de lo mal que, a veces, lo hacemos… 

Y, claro, ante tanta mala cosa que es, para los hijos de Dios, la falta de Templanza, Lolo le pide al Todopoderoso que “germine” en nosotros “una decisión de templanza”. Y es que sí, se trata de la germinación de una semilla ya plantada por Dios en nuestros corazones y no de algo que ha de nacer, sólo, de nosotros mismos. Está ahí la Templanza, ya está… hagámosla salir de nuestro corazón. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán 

 

Panecillos de meditación 

 

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos. 

 

Panecillo de hoy:

  

Campanadas que enmudezcan lo mundano siempre valen la pena y a nuestra alma bien le vienen. 

 

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor” (50) 

 

“El amor de Dios es como el rayo de luz que cruza la ventana. Todas las partículas del aire se caldean en su tibieza, pero también se iluminan con su claridad. ” 

……………………………

 Para leer Fe y Obras.

 Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

6.01.24

La Palabra del Domingo - Domingo, 7 de enero de 2024

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Como es obvio, hoy no es domingo 7 de enero de 2024 sino sábado, 6. Esto lo decimos porque publicamos hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, de domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del día siguiente, domingo.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.  


Mc 1, 7-11


“Y proclamaba: ‘Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.’ 

Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a él. Y se oyó una voz que venía de los cielos: ‘Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco.’”


COMENTARIO

Presentación al mundo

Hacía muchos siglos que el pueblo judío esperaba la llegada del Mesías; mucho tiempo en el que, orando y pidiendo, reclamaban a Dios el cumplimiento de su promesa de enviar a un Salvador. Y Juan estaba allí. 

El Bautista ya había sido elegido por Dios para ser el último profeta de la Antigua Alianza y en eso se encontraba, bautizando, cuando los que asistían a esa sanación del alma en el agua del Jordán, río bendecido por el Creador, necesitaban conocer si él, Juan, el hijo de Isabel y Zacarías, era el que ellos esperaban. 

Pero Juan fija su atención en la especie de bautizo que él ofrece y el que ofrecerá, pues no es obligación para nadie, Jesús, el Mesías que, por otra parte, no es él, como trata de hacerles comprender a aquellos que están, quizá, cegados por los signos que hace pero, sobre todo, por lo que dice a quienes demandan auxilio espiritual. 

El bautizo de Juan, el que antecede al Cristo, es de agua. Con él se perdonan los pecados. No es que los perdone Juan sino que él es instrumento de ese perdón. Algo muy distinto de lo que hará Jesús, luego, en su vida pública. Esa inmersión, que proporciona a aquellos que la reciben un espíritu perdonado, les hace más fuertes ante las asechanzas del maligno, pero eso no les proporciona la vida eterna pues para eso tendrá que venir el Mesías, para cargar con los pecados de todos y él, Juan, no era esa persona, Dios, tan esperada. 

Por eso el que viene es más fuerte que Juan. Pero su fuerza no es una fuerza física (como muchos querían que fuera el Mesías) sino una fuerza espiritual. Por el bautismo con fuego, con el que quema, de verdad y para siempre el pecado del mundo lo ha de traer Aquel que todos esperan. Y ese no es él, Juan. 

El que viene, el Cristo, bautizará con Espíritu Santo además de con fuego. Eso, que es una forma distinta de bautismo tiene, en sí misma, una diferencia radical, o sea, de raíz, de base, esencial. Entre bautizar con agua y bautizar con Espíritu Santo existen dos mundos distintos. Bautizar para el mundo y bautizar para el Reino de dios; bautizarse para sobrevivir aquí y bautizarse para vivir en la eternidad. Esas son las diferencias. Y esas diferencias, favorables, no las traería él, Juan. Y lo sabía. 

Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo.

Juan, por eso, no se siente capaz, su humildad se manifiesta en esto, de desatarle las sandalias. Porque él no es el Mesías. No es él, aunque sea su primo y haya jugado muchas veces con Jesús, seguramente, en su infancia. 

Y como si de una profecía se tratase, cuando Jesús, cumpliendo con la voluntad de Dios, como le dijera al mismo Juan cuando éste se negó a bautizarle pretextando lo de las sandalias, al salir del agua se le aparece el Espíritu Santo en forma de paloma, al igual que cuando Dios creaba su Espíritu sobrevolaba las aguas (lo dice el Génesis que puede ser todo lo alegórico que se quiera pero, al fin y al cabo, ha de decir algunas exactitudes y verdades esenciales). Esto confirma lo dicho por Juan a los que le preguntaban dando lugar, así, a la presentación, de Jesús, al mundo. Al mundo físico, porque al espiritual sería presentado en Caná, en las bodas. Este aparecer a la pública visión dando a entender quién es, pues es lógico que antes ya fuera conocido como el hijo del carpintero, traerá a nosotros, tras la experiencia del desierto, al hijo de Dios del que el Creador dice, aquí mismo, que es su “hijo”, o sea, su descendencia, y que entonces, ahora, lo ha “engendrado”. De aquí que el Credo diga de Jesús, que es “engendrado” y “no creado”. Creados somos los demás y por eso, por filiación divina, hermanos del Cristo. 

En este año que acaba de empezar, ahora que aún tenemos planes que cumplir, debemos fijarnos en dos realidades: primera, en la obediencia de Juan que, aunque no se sienta capaz, hace lo que le dice su primo, a la sazón el Mesías; y, por otro lado, a lo dicho por Dios: que Jesús es su Hijo. Y esto es, claro, mucho; y esto ha de suponer, también, mucho para nosotros porque ahí está nuestra salvación.  

PRECES 

 

Pidamos a Dios por aquellos hermanos nuestros que no comprenden la misión que Juan tuvo que llevar a cabo.

Te lo pedimos, Señor.

Pidamos al Todopoderoso por todos aquellos que no aceptan la misión que tuvo que llevar a cabo Jesucristo tras su bautizo.

Te lo pedimos, Señor.
 
ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a recibir tu Espíritu y, además, a que nos llene el corazón y nos conduzca. 
 
Gracias, Señor, por poder transmitir esto 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

  
Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

 

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
 
Panecillo de hoy:

 

Juan sabía bien Quién iba a venir tras él; al menos, cómo iba a ser Su bautizo.


Para leer Fe y Obras.


Para leer 
Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

1.01.24

Un nuevo año, sí, y gracias a Dios

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Hoy es el primer día de un nuevo año. Ya han pasado 2024 desde entonces…

Cuando esto pasa, es decir, únicamente hoy, muchas cosas tenemos por delante. Por así decirlo, con el dicho tan conocido, es el primer día del resto de nuestra vida.

Como creyentes también tenemos esa nuestra vida por delante. Pero en nuestro caso es algo especial porque no se trata, al menos no se ha de tratar, de un tiempo al que aferrarse sin mayor sentido. Muy al contrario, el considerarnos hijos de Dios nos da un plus de responsabilidad porque no estamos aquí para pasar, sólo, por este valle de lágrimas sino, sobre todo, para que se note de Quién somos creación.

De todas formas, el año nuevo es futuro que ya está aquí. Es muy posible que para comenzar un año nuevo sean necesarias algunas realidades espirituales sin las cuales estaríamos vacíos y nuestra vida de cristianos sólo sería una apariencia de nada. Como ejemplo esto que sigue:


Fe para no perderla…
Fe para tenerla siempre sobre nosotros…
Fe para recordar de Quién proviene…
Esperanza de lo porvenir…
Esperanza cierta en Dios…
Esperanza en que nos sostendrá en las tribulaciones…
Caridad que haremos propia…
Caridad para los demás…
Caridad infinita ante el agravio…
Ganas de enfrentarse a lo malo…
Ganas de resurgir…
Ganas de dar…
Lucha por conseguir el definitivo Reino de Dios… llamado Cielo.
Lucha por dejar de lado los odios y rencores…
Lucha por ser fruto…
Ambición por transmitir la Palabra de Dios…
Ambición nunca exagerada de vencer al Mal…
Ambición nunca desmesurada de ser cauce de Bien…
Corazón para amar…
Corazón para perdonar…
Corazón para ser sobre el tener…
Espíritu para ser luz y ser sal…
Espíritu renovado ante el mundo que no cree…
Espíritu indomable ante la adversidad…
Manos para ponerlas en las necesidades ajenas…
Manos que no conocen el descanso…
Manos que son caricia y beso del alma…
Esfuerzo para querer ser ilimitadamente buenos…
Esfuerzo para permanecer, en oración, ante el mundo…
Esfuerzo para no dejar, de lado, a Dios…
Luz para transmitir…
Luz no escondida bajo el celemín…
Luz que guíe, que sea cauce, que sea camino…
Sonrisa para alegrar las tristezas ajenas…
Sonrisa perenne ante los adioses procurados por la vida…
Sonrisa calmante…
Capacidad para ser mejores…
Capacidad para vivir sabiéndonos hijos de Dios…
Capacidad para fructificar…
Restitución del espíritu en nuestras ajetreadas vidas…
Restitución de la calma en nuestro corazón…
Restitución de la filiación divina como sentimiento cierto…
Ser, así, hijos, para merecer un tal Padre.

Seguramente se podrían decir muchas cosas más sobre lo que ha de suponer, para cada uno de nosotros, el inicio de un nuevo año en nuestra vida; sobre lo que ha de suponer dar un paso que, desde el primero al último, sea sentido y querido por nuestro corazón de cristianos, aquí católicos, agradecidos a Dios; sobre lo que ha de suponer reconocer, como huellas, las que el Padre deja a nuestro alrededor para que las reconozcamos y, siguiéndolas, alcancemos su definitivo Reino donde tantas estancias nos está preparando Jesucristo; sobre lo que ha de suponer vernos alejados de la tibieza que tan poco ha de gustar a Dios.


¡Dios, Padre Nuestro!… Que estás en los cielos.

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Hoy todo vuelve a empezar; pedir a Dios… también.

……………………………

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

30.12.23

La Palabra del Domingo - Domingo, 31 de diciembre de 2023

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Como es obvio, hoy no es domingo 31 de diciembre de 2023 sino sábado, 30. Esto lo decimos porque publicamos hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, de domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del día siguiente, domingo.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.  


Lc 2, 22-40


“Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: = Todo varón primogénito será consagrado al Señor =  y para ofrecer en sacrificio = un par de tórtolas o dos pichones =, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.  Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo.   Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él,  le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: ‘Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz;  porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos,  luz para iluminar a los gentiles  y gloria de tu pueblo Israel. ‘Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: ‘Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción – ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos  corazones.’  Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones.  Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.  Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.  El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él”.

COMENTARIO

Familia Sagrada, Sagrada Familia

No se puede decir que la familia, la Sagrada Familia, no cumpliese con lo establecido en la Ley de Dios. Ya desde bien pequeño hacen ver a Jesús que ha de ir por ese camino. Luego, claro está, nada extraña que dijera el Mesías que no había venido a derogar la Ley de Dios sino a que se cumpliese porque era, exactamente a lo que había venido. 

Pues bien. En aquel momento correspondía acudir al Templo de Jerusalén para presentar al recién nacido. Sería consagrado a Dios, por ser el primer nacido de María (y único, por cierto) y correspondía hacer una ofrenda. En el caso de aquella pobre familia una que era, en efecto, pobre. 

Pero en aquel histórico momento de la historia de la salvación había dos personajes que estaban llamados a ser importantes. Ambos eran ancianos y los dos servían en el Templo a la espera de la llegada del Mesías. Pero ya no tendrían que esperar más porque Dios había decidido que lo vieran aquel mismo día. 

Simeón y Ana. Dos servidores de Dios que merecían el premio mejor. Y lo iban a tener pues aquellos que buscan al Creador lo acaban encontrando aunque sea en los últimos días de sus vidas en la Tierra. 

Ambos se dieron cuenta, seguro que por inspiración del Espíritu Santo, que aquel niño era uno que lo era muy especial. Simeón se dio cuenta porque el Espíritu de Dios le había soplado en su corazón que debía acudir, aquel día también, al Templo.  Y así, acudiendo, cumplió con la voluntad del Todopoderoso (¡Alabado sea por siempre!). 

Pero Simeón no se conforma con ver aquel momento sino que, cumpliendo las veces de profeta, viene a decir lo que va a pasar con Jesús: muchos actuarán llevados por Él; otros, no lo querrán para nada. Y para María también tiene algo: algo terrible va a pasar con aquel Niño recién nacido y ella lo contemplará atravesándose una espada el alma o, lo que es lo mismo, se verá aquejada por un dolor terrible en el corazón.

El peregrino: La presentación del Señor en el Templo.

Aquel hombre, en efecto y como él mismo dice, puede morir tranquilo. Se ha cumplido la Palabra de Dios que le había sido revelada en el sentido de que no moriría hasta que viese al Mesías. ¿Qué más podía esperar Simeón que no fuera morir e ir al seno de Abraham? Todo se había cumplido. 

Algo parecido la pasa a Ana. Aquella anciana también estaba esperando ver aquel día… y lo vio. No extraña, por tanto, que anduviese por allí alabando a Dios y diciendo a todo el que quisiera escucharla que había visto al Mesías. 

¿Y luego, qué paso? 

Bien que lo dice el evangelista-médico: la sabiduría y la gracia de Dios estaban con el Niño. Y la historia de la salvación había empezado su última etapa. 

PRECES

Por todos aquellos que no esperan la llegada de Dios a sus vidas.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que rechazan al Niño porque les compromete el corazón.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a recibir al Niño que pronto nacerá con todo el amor del que seamos capaces de dar y mostrar.

 
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

  
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

 

 

Panecillos de meditación

 

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
 
Panecillo de hoy:

 

Simeón y Ana son testigos de lo que pasó y certifican la divinidad del Niño.


Para leer Fe y Obras.


Para leer 
Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

25.12.23

Era pequeño aquel Niño

El “Príncipe de Paz”: mensaje de Navidad de 2022

Era pequeño. Como cualquier otro ser humano que viene al mundo, el Hijo de Dios era pequeño, casi nada frente a lo que había de pasar. 

Era pequeño. Con sus dificultades, con su no saber nada, con su necesidad de ser alimentado, vestido, cuidado, amado… 

Era pequeño. Aquel al que visitaban los pastores y, a los pocos días, unos señores venidos de muy lejos y que agasajaron con oro, incienso y mirra y se postraron ante Él, era pequeño. 

Era pequeño aquel Niño, así con mayúscula, porque no era un niño cualquiera sino el Hijo de Dios que había sido puesto allí para cumplir con una misión gloriosa y con final doloroso. 

Era pequeño aquel Niño porque debía nacer para que el Bien se reinstalara otra vez en el mundo, para que el mundo supiese de dónde venía el Amor y qué iba a hacer con el Amor aquel pequeño Niño. 

Era pequeño aquel Niño pero, según cuentan, sonreía ante los que le visitaban porque ellos sí sabían lo que hacían y no como otros que ya sabemos… 

Era pequeño aquel Niño porque se sabía protegido por José y por su Madre, María, a la que luego, muchos años después, entregaría para que fuera Madre de todos sus discípulos, hijos también de Dios. 

Era pequeño aquel Niño pero es casi seguro que, en su pequeñez, en aquel cuerpo recién alumbrado, ya tuviera por bueno aquel primer sufrimiento de asomar su cabeza a un mundo que lo recibía con alegría y, en la distancia del poder, con miedo y envidia. 

Era pequeño. Tan pequeño era que tuvo que ser arropado para que no cogiera frio, para que pudiese pasar lo mejor posible aquellas primeras horas de su vida en el mundo porque había venido de Dios y era, Él, Dios mismo ahora hecho Niño pequeño. 

Era pequeño aquel Niño. Todo en Él era pequeño como debía ser para un nuevo hombre que viene al mundo. Y, sin embargo, en aquella pequeñez había divinidad y María lo sabía y guardaba tal verdad en su corazón. 

Era pequeño aquel Niño. Nació como cualquiera, vivió como cualquiera e iba a cumplir con su misión como sólo Él sabría hacer. 

Era pequeño, pequeño, pequeñito aquel lucero que, al alba de su día se presentó como era, como quería Dios que viniera al mundo, como Él ansiaba ser. 

Era pequeño pero iba a suscitar grandes ilusiones y mejores expectativas en aquellos que lo iban a querer y a seguir. 

Aquel Niño era pequeño, aquel Emmanuel que ya estaba entre nosotros hecho carne, Dios divino y cuerpo de Niño, era pequeño como debía ser, todo lo que debía ser y todo lo que sería. 

Aquel Niño era pequeño y nosotros, desde la distancia que dan los siglos pasados desde aquella primera Navidad, queremos agradecer a Dios por aquella tan nuestra pequeñez, por haber sido tan bondadoso con nosotros y enviar a Su Hijo a que sufriera por sus hermanos los hombres. 

Era pequeño, sí, pero era todo y el todo: Todo.

  

Eleuterio Fernández Guzmán

  

Panecillos de meditación

  

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.  

Panecillo de hoy:  

Ha venido Quien debía venir al mundo. Otra y santa vez.  

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Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

23.12.23

La Palabra del Domingo - 24 de diciembre de 2023

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Como es obvio, hoy no es domingo 24 de diciembre de 2023 sino sábado, 23. Esto lo decimos porque publicamos hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, de domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del día siguiente, domingo.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.  

 

Lc 1, 26-38


“Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: ‘Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.’  Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: ’No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.’ María respondió al ángel: ‘¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?’   El ángel le respondió: ‘El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios.’   Dijo María: ‘He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.’ Y el ángel dejándola se fue.”

COMENTARIO
 
¡Hágase, Padre, hágase!

Lo que escribe aquel médico llamado Lucas en su evangelio nos muestra hasta dónde puede llegar la confianza, la fe, de alguien que cree en Dios Todopoderoso y sabe que, como es bien cierto, es poco frente a Quien todo lo es y todo lo puede y se sabe, pues, humilde.

Él Ángel Gabriel tuvo mucho trabajo que llevar a cabo, muchas misiones que cumplir en poco tiempo. Ya se había aparecido a Zacarías, esposo de Isabel y padre de Juan el Bautista, para decirle lo que iba a pasar con aquella que llamaban estéril y para demostrar que, para Dios, nada hay imposible. Primero, pues, se debía sembrar para que naciera el Precursor y, luego, tendría que acudir a la casa de una joven virgen para anunciarle, entre otras cosas, que era la “llena de gracia”.

No podemos negar, a nadie se le ocurriría pensar otra cosa, que María, aquella joven a la que se dirigió el Ángel del Señor, estaba turbada. No es fácil saber qué es lo que le estaba pasando cuando le dice aquel enviado de Dios lo que le dice y que pensara, por ejemplo, que aquello no lo comprendía. 

María, sin embargo, no hizo como hiciera meses antes (por lo menos seis) su pariente Zacarías. Él dudó de lo que le decía el Ángel y por eso, por su falta de confianza en Dios, quedó mudo hasta que nació quien llamaría Juan. No. María no duda ante lo que le dice Gabriel. María se extraña, eso sí, de que ella vaya a quedar embarazada sin haber conocido varón pues aún desposada con José no se había ido a vivir con quien se había prometido para ser su marido. Y aquella joven, entregada a Dios, en su virginidad, desde bien pequeña, sabía que no había conocido varón.

He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» – Reporte  Catolico Laico

Pero María, pues, no duda. Decimos que ante lo que le dice Gabriel, ante aquel “llena de gracia” (liberada, por tanto, del pecado original por Dios Creador) podía haberse dicho, por ejemplo, “bien, creo en lo que dice el Ángel pero no me siento digna de cumplir con tal misión. Le diré que no puedo aceptar tal honor”.

Sin embargo, María, la joven María, no dice eso sino que se somete enteramente a la santa voluntad que, de Dios, le había expresado, su Ángel porque, en realidad, ni quería ni podía hacer otra cosa.

Pero en esto también María es especial. Tampoco se limita a decir sólo, por ejemplo, “bien, acepto” sino que, además añade algo que la define a la perfección y define, también perfectamente, lo que ha de ser un creyente en Dios: “he aquí la esclava del Señor”. Ella se sabe esclava de su Creador y, por eso mismo, no puede, ¡qué menos!, que aceptar lo que le está proponiendo Gabriel. Sabe María que, incluso que vaya a quedar embarazar sin seguir, digamos, el método ordinario y común del ser humano, es algo que no comprende pero que es posible para Dios. Es más, que nada hay imposible para Aquel que todo lo creó y mantiene.

Y el Ángel se fue, la dejó.

Podemos imaginar, al menos imaginarlo, cómo quedaría María, Virgen e Inmaculada, cuando Gabriel la dejó. En aquella soledad tan sonora como era estar con Dios y, es más, saber que lo iba a tener en sus mismas entrañas.

En realidad, sólo podemos imaginarlo y, luego, agradecer una merced tan grande hecha, por el Todopoderoso, a favor de la humanidad entera y completa.

 PRECES

Por todos aquellos que no creen en la venida de Dios mismo hecho hombre.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que no se dejan inundar por la fe profunda de María.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a recibir a tu Hijo Jesús ahora que recordamos que vino para salvarnos.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

  
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

 

 

Panecillos de meditación

 

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
 
Panecillo de hoy:

 

Pasó lo que Dios quiso que pasara.


Para leer Fe y Obras.


Para leer 
Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.