10.12.13

Un amigo de Lolo - Lo básico de ser cristianos

Presentación
Manuel Lozano Garrido

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Lo básico de ser cristianos

“Sus manos. Acariciaron niños, bendijeron hogares, curaron enfermos, partieron el pan… pero nunca manosearon las monedas, tomaron copas o dieron puñetazos ”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (949)

En muchas ocasiones, demasiadas para un tema tan importante como el que esto supone para un discípulo de Cristo, pudiera parecer que ser, eso, discípulos del Hijo de Dios, supone llevar a cabo acciones grandilocuentes o que supongan, casi, unas que lo sean propias de superhéroes.

En realidad es así… pero no en el sentido en el que tales seres, inexistentes pero demasiado versionados, son capaces de llevar a cabo. Nuestra fe también tiene una realidad que, a veces, resulta casi impropia de un ser humano… mundano.

En realidad, el asunto se tramita de forma muy sencilla pues el ejemplo de nuestro Maestro que, además, es Dios mismo, dice todo lo que debemos hacer, todo lo que debemos creer y todo lo que debemos tener por bueno y benéfico para nuestras vidas e, incluso, para la de los demás. Es más, sin este último ingrediente de nuestra fe, nada de lo otro tiene sentido: o se sirve como servidores o Cristo no ha llegado a nuestro corazón y aquello de lavar los pies a sus apóstoles nos ha quedado como una anécdota de puro buenismo.

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9.12.13

Un día como hoy en México -Serie oraciones – invocaciones - Virgen de Guadalupe

Orar

No sé cómo me llamo…
Tú lo sabes, Señor.
Tú conoces el nombre
que hay en tu corazón
y es solamente mío;
el nombre que tu amor
me dará para siempre
si respondo a tu voz.
Pronuncia esa palabra
De júbilo o dolor…
¡Llámame por el nombre
que me diste, Señor!

Este poema de Ernestina de Champurcin habla de aquella llamada que hace quien así lo entiende importante para su vida. Se dirige a Dios para que, si es su voluntad, la voz del corazón del Padre se dirija a su corazón. Y lo espera con ansia porque conoce que es el Creador quien llama y, como mucho, quien responde es su criatura.

No obstante, con el Salmo 138 también pide algo que es, en sí mismo, una prueba de amor y de entrega:

“Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno”

Porque el camino que le lleva al definitivo Reino de Dios es, sin duda alguna, el que garantiza eternidad y el que, por eso mismo, es anhelado y soñado por todo hijo de Dios.

Sin embargo, además de ser las personas que quieren seguir una vocación cierta y segura, la de Dios, la del Hijo y la del Espíritu Santo y quieren manifestar tal voluntad perteneciendo al elegido pueblo de Dios que así lo manifiesta, también, el resto de creyentes en Dios estamos en disposición de hacer algo que puede resultar decisivo para que el Padre envíe viñadores: orar.

Orar es, por eso mismo, quizá decir esto:

-Estoy, Señor, aquí, porque no te olvido.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero tenerte presente.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero vivir el Evangelio en su plenitud.

-Estoy, Señor, aquí, porque necesito tu impulso para compartir.

-Estoy, Señor, aquí, porque no puedo dejar de tener un corazón generoso.

-Estoy, Señor, aquí, porque no quiero olvidar Quién es mi Creador.

-Estoy, Señor, aquí, porque tu tienda espera para hospedarme en ella.

Pero orar es querer manifestar a Dios que creemos en nuestra filiación divina y que la tenemos como muy importante para nosotros.

Dice, a tal respecto, san Josemaría (Forja, 439) que “La oración es el arma más poderosa del cristiano. La oración nos hace eficaces. La oración nos hace felices. La oración nos da toda la fuerza necesaria, para cumplir los mandatos de Dios. —¡Sí!, toda tu vida puede y debe ser oración”.

Por tanto, el santo de lo ordinario nos dice que es muy conveniente para nosotros, hijos de Dios que sabemos que lo somos, orar: nos hace eficaces en el mundo en el que nos movemos y existimos pero, sobre todo, nos hace felices. Y nos hace felices porque nos hace conscientes de quiénes somos y qué somos de cara al Padre. Es más, por eso nos dice san Josemaría que nuestra vida, nuestra existencia, nuestro devenir no sólo “puede” sino que “debe” ser oración.

Por otra parte, decía santa Teresita del Niño Jesús (ms autob. C 25r) que, para ella la oración “es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría”.

Pero, como ejemplos de cómo ha de ser la oración, con qué perseverancia debemos llevarla a cabo, el evangelista san Lucas nos transmite tres parábolas que bien podemos considerarlas relacionadas directamente con la oración. Son a saber:

La del “amigo importuno” (cf Lc 11, 5-13) y la de la “mujer importuna” (cf. Lc 18, 1-8), donde se nos invita a una oración insistente en la confianza de a Quién se pide.

La del “fariseo y el publicano” (cf Lc 18, 9-14), que nos muestra que en la oración debemos ser humildes porque, en realidad, lo somos, recordando aquello sobre la compasión que pide el publicano a Dios cuando, encontrándose al final del templo se sabe pecador frente al fariseo que, en los primeros lugares del mismo, se alaba a sí mismo frente a Dios y no recuerda, eso parece, que es pecador.

Así, orar es, para nosotros, una manera de sentirnos cercanos a Dios porque, si bien es cierto que no siempre nos dirigimos a Dios sino a su propio Hijo, a su Madre o a los muchos santos y beatos que en el Cielo son y están, no es menos cierto que orando somos, sin duda alguna, mejores hijos pues manifestamos, de tal forma, una confianza sin límite en la bondad y misericordia del Todopoderoso.

Esta serie se dedica, por lo tanto, al orar o, mejor, a algunas de las oraciones de las que nos podemos valer en nuestra especial situación personal y pecadora.

Serie Oraciones – Invocaciones: Virgen de Guadalupe

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8.12.13

La Palabra del Domingo - 8 de diciembre de 2013

Biblia

Lc 1, 26-38

26 Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, 27 a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. 28 Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» 29 Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. 30 El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; 31 vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. 32 El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; 33 reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.» 34 María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» 35 El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. 36 Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, 37 = porque ninguna cosa es imposible para Dios.» = 38 Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel dejándola se fue.

COMENTARIO

Lo que es el “hágase” de María

Si hay un texto de los Santos Evangelios que muestra la importancia que tiene lo que un ser humano pueda decidir acerca de su vida y la trascendencia que eso puede tener para otras o muchas personas, es el del evangelio de san Lucas que muestra el momento en el que María fue “avisada” de la voluntad de Dios.

Gabriel, el Ángel, tenía que cumplir una misión que no era fácil y que consistía, en general y por decirlo pronto, en plantearla a una joven, muy joven, mujer judía que Dios se había fijado en ella y que lo había hecho no por una razón de poca importancia sino por algo que era esencial para la vida de la humanidad.

Podemos imaginar a María, niña piadosa que oraba dirigiéndose a Dios con fervor y temor, qué pudo pensar cuando se le apareció el Ángel del Señor. Y, aunque el pueblo judío sabía de la existencia de los ángeles y de su intervención en muchos momentos de la historia de su pueblo, no podemos negar que debió sentir no poco temor.

Pero Gabriel quería que María se tranquilizara. Nada más y nada menos que llama “llena de gracia” que es lo mismo que decir que Dios estaba en ella y con ella. Y, acto seguido, la bomba espiritual.

Gabriel le dice lo que le va a pasar: concebirá un hijo, le pondrá por nombre Jesús, será grande e Hijo del Altísimo…

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7.12.13

Es Madre de Dios e Inmaculada

María Inmaculada

María Inmaculada

Cuando llega el día 8 de diciembre, en el que celebramos la Inmaculada Concepción de María, muchas cosas se ponen en cuestión para un católico. No es una festividad más sino una en la que se nos interpela acerca de nuestra fe, de hasta dónde llega la misma y si resiste los embates del Mal en sus muchas manifestaciones.

Nosotros, los católicos, creemos que María fue concebida sin pecado. Estamos seguros porque la Tradición nos asegura que María sólo podía ser concebida de tal forma para poder ser Madre de Dios, la Theotokos.

Dejó dicho Pío XI (En la Bula de 1854 “Inneffabilis Deus”) que

“era convenientísimo que brillase siempre adornada de los resplandores de la perfectísima santidad y que reportase un total triunfo de la antigua serpiente, enteramente inmune aun de la misma mancha de la culpa original”.

Pero que aquel Papa escribiera aquello no era fruto de una ocurrencia o de una intención de dar una inusual importancia a la Virgen María. Lo dice él mismo en la citada Bula, cuando en el número 7 deja escrito que

“en realidad de verdad, ilustres monumentos de la venerada antigüedad de la Iglesia oriental y occidental vigorosísimamente testifican que esta doctrina de la Concepción Inmaculada de la santísima, Virgen, tan espléndidamente explicada, declarada, confirmada cada vez más por el gravísimo sentir, magisterio, estudio, ciencia y sabiduría de la Iglesia, y tan maravillosamente propagada entre todos los pueblos y naciones del orbe católico, existió siempre en la misma Iglesia como recibida de los antepasados y distinguida con el sello de doctrina revelada”.

No era, por tanto, fruto de una ocurrencia porque, por ejemplo, en la propia Anunciación, el Ángel Gabriel le dijo a la joven María (Lc. 1, 28) “Alégrate, llena de gracia, el Señor esta contigo”. Y se lo dijo de parte del Señor.

Es de pensar que aquella gracia de la que estaba llena María no podía excluir el hecho de que fuese concebida sin mancha alguna y, por lo tanto, el pecado original no hiciera mella en ella.

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6.12.13

Eppur si muove - Hijos de Dios y filiación divina

Hijos de Dios

Gracias a Dios en muchas ocasiones son las personas que leen este humilde blog las que suscitan temas para ser aquí traídos. Y eso es lo que ha pasado en este caso particular que resulta, además, muy interesante.

Hace unos días, una comentarista sugirió, o eso entendió el que esto escribe, un tema importante y que da título al Eppur si muove de hoy. Resulta bueno saber o, al menos, tratar de conocer, si existe diferencia entre el concepto “hijo de Dios” y el de “filiación divina” pues, además, esto redundará en el hecho, otro muy importante, de si fuera de la Iglesia católica hay salvación posible.

Nadie puede dudar, nadie salvo quien sea ateo o agnóstico exagerado, que todo ser humano, como parte de la creación de Dios, es hijo del Padre Todopoderoso. Sin embargo ha de existir, existe, una diferencia entre ser hijo de Dios y lo que consideramos como propio de la filiación divina. Es, por decirlo pronto, como una filiación más perfecta pues es cierto y verdad que creer en Jesucristo supone elevarse a una vida que es, en tal sentido, nueva.

Al respecto de lo primero, y entroncando con sentido acendrado de la fe cristiana, dice san Josemaría, en el punto 106 de “Es Cristo que pasa” esto

“No hay, pues, más que una raza: la raza de los hijos de Dios. No hay más que un color: el color de los hijos de Dios. Y no hay más que una lengua: ésa que habla al corazón y a la cabeza, sin ruido de palabras, pero dándonos a conocer a Dios y haciendo que nos amemos los unos a los otros”.

Pero bastantes párrafos antes del mismo libro (en concreto, en el punto 13) aúna el concepto de “hijo de Dios” con el de “filiación divina” en un sentido que es acertado y que nos comunica que no están separados. Dice que

Todos hemos de hablar la misma lengua, la que nos enseña nuestro Padre que está en los cielos: la lengua del diálogo de Jesús con su Padre, la lengua que se habla con el corazón y con la cabeza, la que empleáis ahora vosotros en vuestra oración. La lengua de las almas contemplativas, la de los hombres que son espirituales, porque se han dado cuenta de su filiación divina. Una lengua que se manifiesta en mil mociones de la voluntad, en luces claras del entendimiento, en afectos del corazón, en decisiones de vida recta, de bien, de contento, de paz.

Y es que, como es lógico entender, el llamado “santo de lo ordinario” consideraba muy importante este crucial concepto espiritual. Por eso, en el número 274 de “Camino” dice, refiriéndose a una conversación que mantuvo con un estudiante

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5.12.13

Sobre los parásitos sociales

Algo hay que hacer

Alguien dijo una vez que lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible.

Y eso se cumple en este caso a la perfección más perfecta: quien es un parásito social siempre lo será y no podrá ser otra cosa.

Alguien puede decir que el que esto escribe puede estar exagerando, que se ha pasado unos cuantos pueblos y que tampoco es para tanto.

Ahora verán como no es así sino que, seguramente y por tener un elevado sentido de la caridad cristiana, no dice más que lo elemental para que se comprenda con qué tipo de personajes y personajillos nos jugamos las habichuelas o la comida que sea.

Según el Diccionario de la Academia Española de la Lengua un parásito es, por ejemplo, “Dicho de un organismo animal o vegetal: Que vive a costa de otro de distinta especie, alimentándose de él y depauperándolo sin llegar a matarlo” o también “Persona que vive a costa ajena”.

¿Que qué tiene que ver todo esto con algo?

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4.12.13

¿Qué les parecen estas buenas razones?

Visita a Jesús sacramentado

“A cualquier alma que visita a Jesús en el Santísimo Sacramento le dice este Señor: ‘Alma que me visitas, levántate de tus miserias, pues estoy aquí para enriquecerte de gracias. Date prisa, llega a mi, no temas mi majestad, porque está humillada en este Sacramento, para apartar de ti el miedo y darte toda confianza’”

San Alfonso Mª. de Ligorio
Visitas al Stmo. Sacramento, 8

Aunque es cierto, una hermana ya me lo dijo por correo electrónico, que el decálogo que aquí traigo se encuentra en la red de redes, no puedo callar el hecho de que me llegó a través de un mensaje electrónico de una hermana perteneciente a la Asociación Pública Internacional de Fieles denominada “Hogar de la Madre”. Y, como es de justicia agradecer lo agradecible… pues así queda hecho.

Pues bien, como sabemos, desde que Dios entregara a Moisés el Decálogo conteniendo su Ley, muchos otros decálogos han ido desfilando por el mundo en el que peregrinamos. Todos ellos buscan, en el mismo número de recomendaciones o de lo que bien esté en ellos indicado, decir que algo es bueno y benéfico. No siempre, claro, eso es así pero es de suponer que la intención de quien eso hace es dejar dicho, en el mismo número que aquel citado arriba de los llamados Mandamientos de la Ley de Dios, lo que se cree vale la pena tener en cuenta.

Otro tanto, lo mismo, podemos decir del que ahora traemos aquí. Es más que posible que sea conocido por muchas de las personas que esto lean pero no está mal recordarlo por lo que supone y porque es más que probable que otras muchas personas nada sepan de este decálogo.

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3.12.13

Un amigo de Lolo - El incordiante e incordial Satanás

Presentación
Manuel Lozano Garrido

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

El incordiante e incordial Satanás

“Quien no crea en el Demonio, que explique la guerra”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (672)

En efecto, Satanás no es muy cordial con el ser humano que es fiel. Lo es, a lo mejor, con aquel que se le somete pero con el resto, o lo que es lo mismo, con quien se sabe hijo de Dios, quiere tratar lo menos posible y si lo consigue, se los lleva a su nido podrido.

Mientras Dios siembra en el corazón del hombre, creatura suya, el amor, la misericordia y demás virtudes y gracias que lo hacen bueno a sus ojos, quien es el Príncipe de este mundo, llamado así por manipular al mismo o querer tenerlo en la palma de sus manos con sus adulaciones y proposiciones cierta deshonestas o, lo que es lo mismo, el Ángel caído que fue enviado al mundo para que lo dominara contra natura y en la tiniebla, procura que los mismos hijos que Dios tiene como creación buena, caigan en sus fauces que no son sino fosas que aniquilan lo que de bueno hay en el corazón del hombre.

Satanás, el Maligno, el Demonio o el Diablo, llámesele como se le llama, existe tan ciertamente como existe Dios que todo lo creó y mantiene. Pero, a diferencia de Quien es Todopoderoso, el primero es todo-vengativo y nos ama con la misma precisión que un animal salvaje ama a la presa que quiere acechar, cazar y, luego, comer y deglutir. Así nos quiere quien se opuso a Dios, por ejemplo, al travestirse de serpiente, animal ciertamente repugnante (digan lo que digan los amantes de la naturaleza) e incitar a la mujer, llamada Eva por ser madre de todas las criaturas, a que contradiciendo lo que Dios había dicho acerca del árbol que no les estaba permitido comer, no sólo comiera ella sino que convenciera al hombre, ¡pobre criatura en manos de la perfección que Dios le había entregado!, de que hiciera lo mismo de ella.

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2.12.13

Serie oraciones – invocaciones - Oración para pedir la gracia de bien morir

Orar

No sé cómo me llamo…
Tú lo sabes, Señor.
Tú conoces el nombre
que hay en tu corazón
y es solamente mío;
el nombre que tu amor
me dará para siempre
si respondo a tu voz.
Pronuncia esa palabra
De júbilo o dolor…
¡Llámame por el nombre
que me diste, Señor!

Este poema de Ernestina de Champurcin habla de aquella llamada que hace quien así lo entiende importante para su vida. Se dirige a Dios para que, si es su voluntad, la voz del corazón del Padre se dirija a su corazón. Y lo espera con ansia porque conoce que es el Creador quien llama y, como mucho, quien responde es su criatura.

No obstante, con el Salmo 138 también pide algo que es, en sí mismo, una prueba de amor y de entrega:

“Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno”

Porque el camino que le lleva al definitivo Reino de Dios es, sin duda alguna, el que garantiza eternidad y el que, por eso mismo, es anhelado y soñado por todo hijo de Dios.

Sin embargo, además de ser las personas que quieren seguir una vocación cierta y segura, la de Dios, la del Hijo y la del Espíritu Santo y quieren manifestar tal voluntad perteneciendo al elegido pueblo de Dios que así lo manifiesta, también, el resto de creyentes en Dios estamos en disposición de hacer algo que puede resultar decisivo para que el Padre envíe viñadores: orar.

Orar es, por eso mismo, quizá decir esto:

-Estoy, Señor, aquí, porque no te olvido.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero tenerte presente.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero vivir el Evangelio en su plenitud.

-Estoy, Señor, aquí, porque necesito tu impulso para compartir.

-Estoy, Señor, aquí, porque no puedo dejar de tener un corazón generoso.

-Estoy, Señor, aquí, porque no quiero olvidar Quién es mi Creador.

-Estoy, Señor, aquí, porque tu tienda espera para hospedarme en ella.

Pero orar es querer manifestar a Dios que creemos en nuestra filiación divina y que la tenemos como muy importante para nosotros.

Dice, a tal respecto, san Josemaría (Forja, 439) que “La oración es el arma más poderosa del cristiano. La oración nos hace eficaces. La oración nos hace felices. La oración nos da toda la fuerza necesaria, para cumplir los mandatos de Dios. —¡Sí!, toda tu vida puede y debe ser oración”.

Por tanto, el santo de lo ordinario nos dice que es muy conveniente para nosotros, hijos de Dios que sabemos que lo somos, orar: nos hace eficaces en el mundo en el que nos movemos y existimos pero, sobre todo, nos hace felices. Y nos hace felices porque nos hace conscientes de quiénes somos y qué somos de cara al Padre. Es más, por eso nos dice san Josemaría que nuestra vida, nuestra existencia, nuestro devenir no sólo “puede” sino que “debe” ser oración.

Por otra parte, decía santa Teresita del Niño Jesús (ms autob. C 25r) que, para ella la oración “es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría”.

Pero, como ejemplos de cómo ha de ser la oración, con qué perseverancia debemos llevarla a cabo, el evangelista san Lucas nos transmite tres parábolas que bien podemos considerarlas relacionadas directamente con la oración. Son a saber:

La del “amigo importuno” (cf Lc 11, 5-13) y la de la “mujer importuna” (cf. Lc 18, 1-8), donde se nos invita a una oración insistente en la confianza de a Quién se pide.

La del “fariseo y el publicano” (cf Lc 18, 9-14), que nos muestra que en la oración debemos ser humildes porque, en realidad, lo somos, recordando aquello sobre la compasión que pide el publicano a Dios cuando, encontrándose al final del templo se sabe pecador frente al fariseo que, en los primeros lugares del mismo, se alaba a sí mismo frente a Dios y no recuerda, eso parece, que es pecador.

Así, orar es, para nosotros, una manera de sentirnos cercanos a Dios porque, si bien es cierto que no siempre nos dirigimos a Dios sino a su propio Hijo, a su Madre o a los muchos santos y beatos que en el Cielo son y están, no es menos cierto que orando somos, sin duda alguna, mejores hijos pues manifestamos, de tal forma, una confianza sin límite en la bondad y misericordia del Todopoderoso.

Esta serie se dedica, por lo tanto, al orar o, mejor, a algunas de las oraciones de las que nos podemos valer en nuestra especial situación personal y pecadora.

Serie Oraciones – Invocaciones: Oración para pedir la gracia de bien morir

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1.12.13

La Palabra del Domingo - 1 de diciembre de 2013

Biblia

Mt 24, 37-44

“37 ‘Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre. 38 Porque como en los días que precedieron al diluvio, comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca, 39 y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrastró a todos, así será también la venida del Hijo del hombre. 40 Entonces, estarán dos en el campo: uno es tomado, el otro dejado; 41 dos mujeres moliendo en el molino: una es tomada, la otra dejada. 42 ‘Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. 43 Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa. 44 Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre’”.

COMENTARIO

Estamos más que avisados

Jesús vino para volver a venir.

Así es la verdad de las cosas. Jesús, por lo tanto, el Hijo de Dios, el Mesías y el Emmanuel, no fue enviado por el Creador para cumplir una misión, digamos, de una vez.

Hubo un tiempo en el que predicó el hijo del carpintero José y de María, la Virgen de Nazaret. En aquel tiempo se obtuvieron muchos frutos que han llegado hasta hoy día. Sin embargo, no todo el fruto se dio sino que ha de dar mucho más. Así se ha comprobado y así se comprobará porque la Palabra de Dios no es falsa ni falso es el mensaje del Ungido.

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