InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Defender la fe

23.09.10

Derechos Humanos y Derechos desde Dios

Cuando se cumplieron 60 años desde que la ONU aprobara la Declaración Universal de los Derechos Humanos Benedicto XVI, recordando tal fecha, dijo (el mismo día, 10 diciembre de 2008) que “La ley natural, escrita por Dios en la conciencia humana, es un denominador común a todos los hombres y a todos los pueblos; es una guía universal que todos pueden conocer en virtud de la cual todos pueden comprenderse“.

Recuerda mucho, lo dicho por el Papa alemán, aquello dejado escrito por San Pablo, en la Epístola a los Romanos (2:14), sobre que incluso los gentiles, “que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley”.

Por eso, bien podemos decir que la Ley Natural, por ser de Dios, ha de iluminar la norma que, el ser humano, semejanza del Padre y criatura suya, se dé para su vida en la Tierra, porque si las personas que no conocen a Dios cumplen su Ley qué no será de parte de las personas que sí lo conocemos.

Sin embargo, muchos tratan de hacer que la Ley natural no tenga, ni por asomo, aplicación, en la ley humana porque, en realidad, no conviene su contenido.

¿Cómo es posible que pueda resultar inconveniente algo que proviene de Aquel que lo creó todo?

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21.09.10

Celibato a la carta

La Iglesia católica por ser, precisamente, universal, se ve afectada por lo que se pueda decir o escribir por según qué personas. Es decir, aquí no existe un criterio de territorialidad sino más bien de externalidad o, mejor dicho, que lo que se dice afecta a todo el cuerpo de Cristo independientemente del lugar donde se diga, escriba o difunda.

Muchas veces he tenido que repetir una expresión más que conocida y que apunta a que, en determinados casos, por más que se predique sobre algo de nada parece servir.

Lo que no puede ser, no puede ser y, además es imposible” muestra que a veces, por mucho que se diga, escriba o legisle, siempre habrá personas que no acaben de comprender lo obvio.

Bélgica no es, precisamente, un caso en el que la Iglesia católica lo esté pasando bien. Los casos de pederastia que están saliendo a la superficie la están dejando malparada y en mala situación.

Lo que no se puede hacer, a mi humilde entender, es alinearse con aquellos que quieren hacer, de la Iglesia católica, otra cosa bien distinta a lo que hoy es y que no responde a su capricho sino a una misión que Jesucristo le encomendó.

Decía que en Bélgica se están cebando con la Esposa de Cristo.

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20.09.10

Mártires y fanáticos

El día 13 de junio de 2007, al que esto escribe, le publicaron, en ConoZe el artículo que a continuación reproduzco que decía, y dice, lo que sigue:

Mártires: lo que hace el Amor

El día 28 de octubre del presente año del Señor de 2007 se va a celebrar en Roma una ceremonia que, seguramente, será digna de ver y de gozar. En ella se va a llevar a cabo la beatificación de 498 mártires, personas todas ellas que dieron su vida por una misma causa: por amar a Cristo y por no oponerse a ese amor. En Roma, ese día, bien podrá verse qué es lo que hace el Amor, con mayúsculas, pues mayúscula es la demostración de hasta dónde se puede llegar cumpliendo, efectivamente, el mandato divino de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo, esas dos obligaciones morales que tenemos todos aquellos que, por nuestro bautismo y convencimiento nos hacemos llamar cristianos y nos dejamos constituir por la savia que nos infunde ser hijos de Dios.

Sabemos todos que la palabra mártir quiere decir, en esencia, testigo, el que da testimonio, y que, en concreto, viene referida a aquellas personas que, en la defensa de la fe, dan su vida (no sólo metafóricamente) por Jesucristo y, sobre todo, por todo lo que supone.

Sin embargo, existen muchas formas de permanecer en la realidad y de presentarse ante ella; muchas posibilidades hay de actuar de una forma o de otra; muchas las maneras de presentarse como cristiano y otras tantas las que hacen que el mundo sepa quien, verdaderamente, a la hora de la verdad, lo es y así actúa.

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15.09.10

El nefasto arte de la mentira

Las cifras, como otras muchas cosas de la vida, son muy sufridas. Exactamente igual se dice una cosa o la otra con gran desparpajo de quien lo dice y además de quedarse tan ancho o ancha se va a dormir, quien así actúe, con la sensación de haber hecho un buen trabajo.

Mentir, además, no es buena cosa porque denota un cierto comportamiento torticero de parte de quien así se comporta.

En el tema del aborto abunda mucho el proceder consistente en decir lo contrario de lo que es cierto aprovechando el poder que se tiene y sosteniendo, erre que erre, lo que no es más que falso.

Sostenella y no enmendalla es, también, una forma de ser muy propia de quienes se creen en posesión de la verdad. Cuando la misma es una que lo es ideológica y, además, siniestra (por izquierdista), podemos estar más que seguros que nos la van a dar con queso pero sin tan nutritivo alimento.

Al respecto de lo dicho hasta ahora dice la dizque ministra de Sanidad algo que empobrece a su persona y que la convierte en una simple anunciadora de la desgracia: “Se ha reducido el número de abortos gracias a una de las medidas que van encaminadas a la reducción de embarazos no deseados, que es el acceso a la píldora del día después”.

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13.09.10

"Iglesia" es femenino singular

Suele ser bastante habitual que uno de los caballos de batalla con los que tiene que enfrentarse la Iglesia católica sea el que se empeña en decir que en el seno de la Esposa de Cristo la mujer está discriminada y, en general, se le hace de menos.

Sin embargo, cuando María, la Madre de Jesús, en las bodas de Caná, obligó a su hijo, Jesús, a que convirtiera el agua en vino (aunque ella, claro, no sabía lo que iba a hacer) colaboró, con tal gesto, a hacer que la mujer ocupara un lugar muy importante en el seno de la Iglesia fundada por Jesucristo.

Luego, además, fue a una mujer, María Magdalena, a quien primero se apareció Cristo tras la Resurrección y, además, serían mujeres las, junto a Juan, el discípulo amado, las que le habían acompañado hasta los mismos pies de la cruz.

Por eso resulta de todo punto inaudito que pueda sostener, por ejemplo, que porque la mujer no pueda ser sacerdote (y, por eso, obispo o, incluso, Papa) la Iglesia la pretiere como si no fuera piedra viva que la constituya.

Nada más lejos de la realidad.

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