InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Apostolado laico -La Palabra para el Domingo

30.11.25

La Palabra del Domingo  - Domingo, 30 de noviembre de 2025

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Mt 24, 37-44

23 ‘Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre. 38 Porque como en los días que precedieron al diluvio, comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca, 39 y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrastró a todos, así será también la venida del Hijo del hombre. 40 Entonces, estarán dos en el campo: uno es tomado, el otro dejado; 41 dos mujeres moliendo en el molino: una es tomada, la otra dejada. 42 ‘Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. 43 Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa. 44 Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre.””

COMENTARIO

Cuando menos pensemos vendrá Cristo

Velar, estar atentos, no despistarse de lo que, verdaderamente importa. Esto es lo que Cristo quiere decirnos y lo hace de una forma más que convincente.

Nos parece que el Hijo de Dios quiere meter miedo en el cuerpo y en el alma a quien escuche esto. Y es que, en efecto, el fin buscado es el santo temor de Dios y a su Justicia.

En tiempos de Noé, como bien nos dice Jesucristo, la vida se desarrollaba, para la gran mayoría, por caminos pecaminosos. Dios había llegado a pensar que la creación del hombre no había resultado como quería su corazón. Y decide castigar a una humanidad que se había separado demasiado de Quien la había creado. Deja, de todas formas, una luz de esperanza (Dios nos quiere demasiado como para no hacer eso) y destina a Noé y su familia a ser los nuevos Adanes y Evas (por decirlo así) del mundo.

El ser humano, por eso mismo, iba a tener una nueva oportunidad, volver a empezar, por decirlo así.

Sabemos que, en efecto, el ser humano volvió a repoblar la Tierra. Pero sucedió, libre albedrío en acción, que las cosas estaban volviendo por su cauce no demasiado bueno para el fin buscado por Dios acerca del hombre. Y tuvo que enviar a su Hijo para dar una nueva oportunidad, una nueva alianza, entre el Todopoderoso y su pueblo.

Y ahora, cuando el Mesías habla a los que le están escuchando, no lo hace sin sentido sino con plena conciencia de la advertencia que está haciendo a sus oyentes, discípulos o no, acerca de lo que ha de venir, de cómo ha de venir y, sobre todo, de qué hacer ante eso.

Y les dice que velen.

Profecías Bíblicas: La venida del Hijo del Hombre

Velar supone, hablando pronto y claro, no dormirse. Es decir, permanecer en un estado espiritual de tal jaez que suponga que no se nos va a escapar nada, espiritualmente, importante. Supone, pues, oración, petición a Dios de un corazón blando y no de piedra y, en definitiva, poner todos nuestros sentidos del alma a la escucha del Espíritu Santo que quiere guiarnos por el bueno camino hasta el definitivo Reino de Dios.

Jesús habla, en este texto de San Mateo, del ladrón que puede llegar a la casa con intención de robar. Y nosotros, en tal sentido, somos como los señores, protegiendo nuestra alma, que no quieren que el ladrón maligno robe nuestro bien espiritual. Por eso debemos permanecer atentos… velando por nuestro bien definitivo que no es otro que ocupar alguna de las mansiones que el Hijo nos está preparando y gozar para siempre, siempre, siempre, de la Visión Beatífica y de la Bienaventuranza.

Y, para terminar, la última advertencia: no sabemos cuándo ha de venir el Hijo del hombre. Eso sólo lo sabe Dios. A nosotros lo que nos corresponde es velar, velar, velar.

PRECES 

Pidamos a Dios por todos aquellos que no quieren escuchar las claras advertencias de Cristo.

Roguemos al Señor.

Pidamos a Dios por todos aquellos que quieren velar y dejan todo al amparo del Mal.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a velar para que nos coja desprevenidos la llegada de tu Hijo ni seamos dominados por el Mal.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

Es seguro que estar preparados no es cosa del último momento.

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

23.11.25

La Palabra del Domingo  - Domingo, 23 de noviembre de 2025

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Lc 23, 35-43

35 Estaba el pueblo mirando; los magistrados hacían muecas diciendo: ‘A otros salvó; que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido.’ 36 También los soldados se burlaban de él y, acercándose, le ofrecían vinagre 37 y le decían: ‘Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!’ 38 Había encima de él una inscripción: ‘Este es el Rey de los judíos.’39 Uno de los malhechores colgados le insultaba: ‘¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!’ 40 Pero el otro le respondió diciendo: ‘¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? 41 Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho.’ 42 Y decía: ‘Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino.’ 43 Jesús le dijo: ‘Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.’”

COMENTARIO

Entender y comprender a Cristo

El momento que refleja este texto del Evangelio de San Lucas es verdaderamente terrible pero, también, ciertamente luminoso.

Cristo se encuentra ya clavado en la Cruz y muchos lo miran. No todos lo hacen con pena sino que hay bastantes que tienen de aquel hombre un conocimiento escaso. En realidad, como diría bien pronto el Hijo de Dios, no sabían lo que hacían. Y, de verdad, no lo sabían.

Como sabemos, con Jesús había dos personas. Le acompañaban dos ladrones que si se encontraban en aquella situación era porque su vida, a diferencia de la de Cristo, no había sido muy ejemplar. Dimas y Gestas (como se ha dado en llamar a tales ladrones) se encontraban, ante aquello, de una forma muy distinta, actuaban según sus propias emociones y sentimientos.

En realidad, uno de ellos comprendió… el otro ni siquiera entendió nada de lo que le estaba pasando. Y perdió una gran oportunidad.

No podemos negar que algunos de los allí presentes era posible que supieran que Jesús no era un hombre cualquiera. Lo consideraban, por eso mismo, muy peligroso porque había estado llamándoles la atención sobre mucho de lo que hacían y eso le procuró una muerte de tal jaez al hijo de María y de José.

Ellos se reían. Y es que es posible vernos entre aquellas personas que miran la Cruz donde pende un hombre muy maltratado. Los que se mofan del Maestro lo hacen porque se sienten seguros. Allí, en aquella situación, nada puede hacerles. Y es que ellos ignoran que les está procurando la salvación eterna de haber creído que era el Hijo de Dios…

Y los otros… aquellos dos ladrones que muestran la forma en la que podemos situarnos, posicionarnos, ante el Enviado de Dios, también tiene mucho que decirnos.

Jesús Y Los Ladrones En El Cruce Foto de stock y más banco de imágenes de  Cruz - Objeto religioso - Cruz - Objeto religioso, Ladrón, Jesucristo -  iStock

Uno de ellos, al que llamamos Gestas, no tenía muy claro qué estaba pasando allí. Echa en cara a Cristo que no los salve. Quiere que, sí, se salve Él pero que, de paso, los salve a ellos. Sin embargo, ellos parece que nadan han hecho para ser salvados salvo estar allí, en aquel momento, acompañando a la muerte al Hijo de Dios.

Pero el otro… el otro, llamado o dado en llamar Dimas es conocido como el buen ladrón. En realidad, no es que fuera bueno por ser ladrón sino que al ser ladrón… pudo ser bueno y lo fue.

Comprendió, Dimas, que Jesús, aquel hombre que los acompañaba, era especial. A lo mejor había oído hablar de Él o, incluso, podía haberlo conocido en alguna ocasión. El caso es que Dimas sabe que Jesús es inocente. Ellos, también lo sabe, no lo son. Y reconoce que son pecadores y que sólo Jesús puede hacer algo por ellos.

Y lo pide. Pide con confianza al Hijo de Dios, que le ayude, que cuando venga con su Reino se acuerde de él porque ha creído que no tiene culpa el Maestro sino que ellos dos sí la tienen.

Jesús, como bien sabemos que hizo otras muchas veces con quien tiene fe y confía en su persona, hace lo único que puede hacer: lo salva.

Le dice el Emmanuel que hoy mismo estaría con Él en el Paraíso. Y alguno podría preguntarse cómo eso es posible si tardaría tres días en resucitar. Sin embargo, el tiempo de Dios no es el mismo que el de los hombres. Y, además, para el Creador nada hay imposible. Tampoco eso.

PRECES

Pidamos a Dios por todos aquellos que no creen poder ser salvados.

Roguemos al Señor.

Pidamos a Dios por todos aquellos que no piden a Dios por su salvación.

Roguemos al Señor.

 

 ORACIÓN

 

Padre Dios; ayúdanos a implorar por nuestra salvación.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

¡Qué ansia querer estar en el Paraíso con Cristo!

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

16.11.25

La Palabra del Domingo – Domingo, 16 de noviembre de 2025

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Lc 21, 5-19

5 Como dijeran algunos, acerca del Templo, que estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, él dijo: 6‘ Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida.’ 7 Le preguntaron: ‘Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?’ 8 Él dijo: ‘Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: ‘Yo soy’ y “el tiempo está cerca’. No les sigáis. 9 Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato.’ 10 Entonces les dijo: ‘Se levantará nación contra nación y reino contra reino. 11 Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales del cielo. 12 ‘Pero, antes de todo esto, os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre; 13 esto os sucederá para que deis testimonio. 14 Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, 15 porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. 16 Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros, 17 y seréis odiados de todos por causa de mi nombre. 18 Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza. 19 Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.”

COMENTARIO

Lo que supone ser discípulos de Cristo

En las Bienaventuranzas Jesucristo avisa acerca de las persecuciones que podrían sufrir sus discípulos. Y, sobre eso, dice “Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.” Y eso es a lo que se refiere ahora, en esta conversación con aquellos que, escuchándole, quieren salvarse.

Cuando Cristo avisa de la destrucción del Templo, ya podemos imaginar la situación en la que quedó, Él mismo, y la Casa de Dios. A muchos, con toda seguridad, debió preocupar mucho aquellas palabras. Y preguntan acerca de eso.

Sabemos, sin embargo, que el Hijo de Dios, más que referirse a la destrucción del Templo que acaecería en el año 70 de nuestra era, lo hacía sobre un tiempo más lejano (no sabemos cuándo) y que tiene que ver con su segunda vuelta al mundo. Aún, pues, no se había ido a la Casa del Padre pero ya ponía sobre la mesa lo que pasaría cuando volviera.

No podemos decir que sean nada agradables las palabras de Jesucristo. No son almibaradas ni dichas para alegrar los oídos y corazones de las que las escuchan. No. Son, simplemente, lo que son, lo que ha de pasar, lo que pasará.

No se dejen engañar, Lucas 21, 5-11 | eBooks Católicos

La cosa, además, no va a ser de repente. Es decir, antes de que el Hijo de Dios venga en su Parusía, han de suceder muchas cosas. Algunas, según se sostiene hoy mismo, ya están sucediendo pero si lo miramos bien, también en otros momentos de la historia del hombre después de la Resurrección de Cristo ha parecido que estaban llegando los últimos tiempos que son, no lo olvidemos, a los que hace referencia el Emmanuel.

No hace falta que las repitamos. En el texto del Evangelio de San Lucas están explicitados los tiempos, las formas y, en fin, lo que sucederá sin temor a equivocaciones ni duda alguna. Lo que sí es importancia es que Jesucristo nos dice que no debemos tener miedo. Y eso, que es fácil de decir, seguramente no será fácil de hacer. No. Y es que es comprensible que el miedo se apodere de los corazones de aquellos que vean que todo se viene abajo, que se es perseguido hasta la muerte y, en fin, que todo parece terminar porque, en efecto, terminará…

Sin embargo, decimos, el miedo no deberá ser acogido en nuestros corazones. La esperanza y la confianza habrán de prevalecer porque Dios está con nosotros y su Santo Espíritu nos iluminará para nuestra defensa o, simplemente, para fortalecer nuestro corazón ante la adversidad y la asechanza del Maligno que, sin duda alguna, gobernará el mundo entonces, cuando vuelva Jesucristo (así está escrito y así será).

Por eso la última esperanza es la que siembra Cristo en nuestro corazón: hemos de ser perseverantes, tanto en la persecución como en la oración. Entonces seremos salvados. Sólo así y sólo entonces.

PRECES  

Pidamos a Dios Por todos aquellos que no quieren tener esperanza en su salvación.

Roguemos al Señor.

Pidamos a Dios por todos aquellos que no confían en la venida de Cristo.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos tener siempre presente la necesidad de perseverancia en la oración y en la esperanza.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

 

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

Lo que ha de venir ya está escrito. Y así es, así ha de ser y así será.

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

9.11.25

La Palabra del Domingo  -  Domingo, 9  de noviembre de 2025

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Jn 2, 13-22

13 Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.14 encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos.15 Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas; 16 y dijo a los que vendían palomas: ‘Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado.’ 17 Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: = El celo por tu Casa me devorará. = 18 Los judíos entonces le replicaron diciéndole: ‘Qué señal nos muestras para obrar así?’ 19 Jesús les respondió: ‘Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré.’ 20 Los judíos le contestaron: ‘Cuarenta y seis años se han tardado en construir este Santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?’ 21 Pero él hablaba del Santuario de su cuerpo. 22 Cuando resucitó, pues, de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho eso, y creyeron en la Escritura y en las palabras que había dicho Jesús.

Una ira más que justa

Cumpliendo con la Ley, como siempre hiciera, Jesús acude a Jerusalem para celebrar la Pascua, fiesta fundamental de la religión judía y en lo que se llevaban a cabo todas las ceremonias correspondientes en recuerdo de hechos históricos y en la que la presencia de Dios se sabía esencial.

Sin embargo, y como también dijera Él mismo, su relación con la Ley era de algo más que mero cumplimiento, había venido para darle que la norma de Dios se ejerciera de forma efectiva, es decir, como Abbá creía que debía ser y para lo que la había establecido.

El Templo era lugar de culto, y como tal, tenía delimitadas zonas para diversos tipos de personas, fueran judíos o fueran gentiles. Y era en el patio de estos últimos donde se habían establecido los negociantes que, con sus puestos, llenaba sus bolsillos con las economías de los que acudía a ese lugar sagrado.

Sin embargo, el hecho de que el Mesías la emprendiera a golpes, cosa tan poco usual en Él, con algo, era debido, por una parte, a la circunstancia del lugar donde se llevaba a cabo aquella labor y por otra, y sobre todo por otra, ya que el acento lo ponía en el porqué de aquel negocio, es en lo que habían convertido al Templo.

En cuanto a lugar, está claro que la ocupación del lugar destinado a los gentiles privaba, a estos, de la posibilidad de acudir a ese espacio e, incluso, de acercarse a la Ley de Dios. El caso es que el mismo hecho de no permitir aquello era lo que a Jesús le sacaba de su tranquilo juicio. Él, que había encontrado, muchas veces, en los gentiles mayor fe que en los propios israelitas (Mt 8, 10-13, que es el caso del centurión que pidió curación para un criado suyo, a cuya petición, y en la forma como la hizo respondió Jesús que as aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande) no podía permitir que se dispusiese, de esa forma, de ese lugar en la casa de Dios.

Expulsión de los mercaderes del templo. El Greco - Arguments

Pero, quizá, lo que más enervó a Jesús de lo que vio en el Templo, fue el hecho de que la concepción de la fe que habían llegado a formarse sus contemporáneos, no estuviese de acuerdo con lo que debería ser correcta interpretación de la misma. El caso es que el panorama que pudo contemplar: cambistas que posibilitaban, a extranjeros, el uso de la moneda válida allí (seguramente con usura en ese cambio), vendedores de animales para sacrificios (seguramente con precios abusivos aprovechando la casi obligatoriedad de compra de esos animales en ese lugar sagrado) y para las ofrendas a Dios, etc, le debió de producir una sensación tan extraña a su amor al Padre y lo que Éste quería que no pudo evitar esa reacción. Si dijera id, pues, a aprender qué significa aquello de “Misericordia quiero, que no sacrificio” (Mt 9, 13) refiriéndose al texto de Oseas (6,1-6) que decía porque yo quiero amor, no sacrificio, conocimiento de Dios, más que holocaustos, era porque sabía que la voluntad de Dios era muy otra a la que hacía que sus semejantes actuasen como lo hacían: unos con claros intereses económicos, beneficiándose de todo lo que rodeaba al Templo, otros atrapados por la Ley que, tras su interpretación, había tergiversado su sentido verdadero y que avocaba a ese comportamiento.

Es por esto que cuando sus discípulos recordaron aquel texto del Antiguo Testamento sobre el celo de tu casa (Salmo 69, 10) no hicieron más que confirmar, otra vez, que en aquellas Sagradas Escrituras, su figura, la figura del Mesías, ya estaba contemplada y que, ahora, sólo se hacía real lo que allí estaba latente.

Y los judíos, sus hermanos en la fe, siempre preocupados por lo material y lo tocable, demandan un signo, una señal, algo que les haga ver, o mejor dicho, entender, que lo que hacía y decía tenía sentido, un sentido que estuviera de acuerdo a las convicciones que se habían formado de la Ley de Dios.

Y Jesús, conocedor del futuro inmediato, les contesta con una frase enigmática para ellos, como no podía ser de otra forma, ya que su interpretación de la Ley, ciega y con la univocidad de lo constatable en sus entrañas, no les hace posible entender mejor.

La extrañeza de aquellos que oían sus palabras hemos de pensar que debió de ser grande. Que Jesús afirmara que volvería a levantar el Santuario en tres días sin especificar a qué se refería debió de hacer pensar a muchos que no estaba en sus cabales. Sin embargo, como el mensaje del Mesías era, o estaba, muchas veces, impregnado de misterio, que aquello se produjera era, si lo pensamos, lo más lógico.

El caso es que Marcos, a modo explicativo, clarifica el sentido de las palabras del Jristós (enviado, en griego): el hablaba del Santuario de su cuerpo. Claro está que el evangelista, escribiendo después de acaecido todo, ya era conocedor de la verdad y que su apoyo en los hechos sucedidos en su última Pascua, entre nosotros, sirven de ratificación de lo dicho por Jesús.

Y aquí, como tantas otras veces, tenemos materia para el comentario. Como para confirmar esto de que el cuerpo de Jesús era Santuario, Pablo dice aquello de que ¿o no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis? (1 Cor 6, 19) con lo que viene a apoyarse en aquello que dijo el Maestro en aquella ocasión y nos posibilita una consideración que uniría la concepción del hombre compuesto de cuerpo y espíritu como más cercano al espíritu. Esto lo digo porque si el espíritu es eso y el cuerpo es su templo, es cierto que la destrucción voluntaria del cuerpo traerá consigo la del espíritu ya que, destruido el espacio donde mora como templo, su final, en la persona, está asegurado. Esto debe ser una llamada al buen trato, o no maltrato, que hemos de darle al aspecto físico de nuestra vida conociendo, tras lo dicho y sabido, que nuestro dulce huésped no merece ser alejado en fosa de miseria y herrumbre.

Que tuviera que producirse la resurrección de Cristo, acontecimiento tremendo si lo pensamos detenidamente, para que los que habían oído lo que dijo sobre su muerte y los efectos de la misma (como, por ejemplo, el levantamiento, en tres días, de ese Santuario) no era más que la confirmación de la naturaleza propia de aquel pueblo: constatación, con hechos, equivalía a demostración de lo dicho (recordemos, aquí, a Tomás el gemelo y a su mano, metida en el costado del resucitado…). Tan sólo así se produjeron dos hechos: los discípulos, primero, se acordaron de lo que dijo y, luego, y como consecuencia de la resurrección de entre los muertos, creyeron en las Escrituras y en las palabras de Jesús. Es decir, que, sólo en ese caso, y sucediendo lo que sucedió, permitió aceptar dos cosas: que las Sagradas Escrituras, hoy llamadas Antiguo Testamento, presentaban al Mesías como ellos lo habían visto y que, por otra parte, y en segundo lugar, las palabras del Mesías eran ciertas, confirmándolo todo.

Esto, y por muchas otras cosas más a las que el texto de hoy hace referencia aunque sin mencionar ejemplos (las señales que realizada…) permitió, o facilitó, a sus semejantes, creer que era el Emmanuel, Dios entre nosotros, pues creyeron en su nombre.

Ante esto, Jesús, dotado de gracia divina y de un conocimiento que iba, y va, más allá de todo lo conocido, pues era Dios, y sabedor de la naturaleza y comportamiento de sus contemporáneos y hermanos, no las tenía todas consigo. Por eso profetizó su futuro y mostró, ante los oídos incrédulos de sus oyentes, que todo lo que iba a suceder ya estaba escrito y, por eso, debía de cumplirse la voluntad de Dios, a lo que parece, con la ayuda inestimable de todos.

PRECES 

Por todos aquellos que tienen, de la fe, un sentido pragmático.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que no quieren ser reprendidos por incumplir la voluntad de Dios.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a confiar en la resurrección de la carne.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

Cristo es el Templo de Dios, Templo al que debemos acudir en busca de su auxilio y misericordia.

 

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Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

2.11.25

La Palabra del Domingo - Domingo, 2 de noviembre de 2025

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Jn 14, 1-6

1 “No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí.
2 En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar.

3 Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros.
4 Y adonde yo voy sabéis el camino.”

5 Le dice Tomás: “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?”
6 Le dice Jesús: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.

COMENTARIO

Camino, Verdad y Vida

El día de la celebración de lo que sería la Última Cena, Jesús habló a sus discípulos de una forma directa, incluso, muchas veces, dura (según la visión humana) Inmediatamente antes de decir que no podía turbárseles el corazón, recoge san Juan la siguiente conversación (Jn 13, 34-38):

Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.

Simón Pedro le dice: “Señor, ¿a dónde vas?” Jesús le respondió: “Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde.”
Pedro le dice: “¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti.”

Le responde Jesús: “¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces.”

Por eso les dice que no debía turbárseles el corazón ya que, por lo dicho por el Maestro, no parecía que les esperase un futuro inmediato demasiado bueno.

La esperanza escatológica, de lo último, de lo porvenir, de la vida eterna, la siembra Jesús, diciéndoles que si habían creído en Dios, también debía creer en Él porque, al fin y al cabo, era el Enviado, el Ungido, del Padre.

Tal creencia no debía ser, sin embargo, ciega, sino basada en la vida que habían podido vivir con Jesús. En aquellos años habían podido ver cómo actuaba Jesús, que iba a ser Cristo, y tal forma de proceder, ya debería de haberles hecho entender que su divinidad podía garantizarles que lo que les decía era, simplemente, verdad.

En la casa de mi Padre hay muchas estancias' - InfoVaticana

Uniendo lo que les dice ahora, “cuando haya ido” con aquel “Adonde voy no puedes seguirme ahora”, dicho en la conversación citada arriba, traza Jesús un camino que les ha de llevar al definitivo Reino de Dios: Él irá a la vida eterna donde preparará las “mansiones”, instancias, donde, luego, ellos/nosotros irán/iremos.

Pero la escatología tiene, digamos, una vuelta atrás. Jesús ha de volver. En la Parusía, que es la forma de llamar a la segunda venida de Jesucristo, seremos llamados para que vayamos a aquellas mansiones que habrá preparado en casa de Su Padre. Pero no podemos permanecer, hasta entonces, mirando al cielo (como harían, luego, los discípulos, en el episodio de la Ascensión de Jesús) sino, al contrario, atentos a lo que nos corresponde hacer para que, como también diría Jesús en una parábola, nos encuentre el Señor en vela cuando regrese.

Y, por último, Jesús hace una proclamación que encierra, en sí misma, todo el contenido de las Sagradas Escrituras completo y entero: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”.

Camino por donde encaminar nuestro paso. A través de Él.

Verdad en la que apoyarnos para enfrentar las asechanzas del mundo.

Vida que, como Agua Viva, sacia nuestra sed del Amor de Dios.

Sabemos, por tanto, cuáles son las indicaciones que Jesucristo, Hijo de Dios y hermano nuestro, hizo entonces que son, exactamente, las mismas que ahora nos sirven a nosotros para seguir adelante.

PRECES 

Por todos aquellos que no son capaces de desturbar su corazón.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que no siguen el camino trazado por Cristo.

Roguemos al Señor.

 

ORACIÓN

Señor, danos fuerza para aceptar el mensaje de Cristo.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

 

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

Jesucristo lo dice muy claro: es el Camino, la Verdad y la Vida. ¿Hace falta algo más?

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.