InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Serie El rincón del hermano Rafael

16.06.16

El rincón del hermano Rafael – “Saber esperar”- El nombre de Dios.

“Rafael Arnáiz Barón nació el 9 de abril de 1911 en Burgos (España), donde también fue bautizado y recibió la confirmación. Allí mismo inició los estudios en el colegio de los PP. Jesuitas, recibiendo por primera vez la Eucaristía en 1919.”

Esta parte de una biografía que sobre nuestro santo la podemos encontrar en multitud de sitios de la red de redes o en los libros que sobre él se han escrito.

Hasta hace bien poco hemos dedicado este espacio a escribir sobre lo que el hermano Rafael había dejado dicho en su diario “Dios y mi alma”. Sin embargo, como es normal, terminó en su momento nuestro santo de dar forma a su pensamiento espiritual.

Sin embargo, San Rafael Arnáiz Barón había escrito mucho antes de dejar sus impresiones personales en aquel diario. Y algo de aquello es lo que vamos a traer aquí a partir de ahora.

             

Bajo el título “Saber esperar” se han recogido muchos pensamientos, divididos por temas, que manifestó el hermano Rafael. Y a los mismos vamos a tratar de referirnos en lo sucesivo.

 

“Saber Esperar”.- El nombre de Dios

“Quisiera que el Universo entero con todos los planetas, los astros todos, y  los innumerables sistemas siderales, fueran una inmensa superficie tersa donde poder escribir el nombre de Dios”.

El hermano Rafael tiene de Dios una concepción, digamos, amplia. Es decir, no lo considera un Creador Todopoderoso egoísta y que haya creado a sus criaturas para demostrar que todo lo puede hacer y lo ha hecho. No. Lo que tiene por verdad San Rafael Arnáiz es que la creación es un gran regalo del Único que podía llevarla a cabo. 

El nombre de Dios, eso que tanto anheló Moisés para transmitir a su pueblo, lo dio a conocer el Todopoderoso cuando nuestro padre en la fe quiso saberlo para comunicar a los suyos que había conocido a Quien todo lo había creado. Y, en efecto, se lo dijo: Yo soy el que soy. 

Aquel “Yo soy” luego, con el paso de los siglos, fue pronunciado por Cristo en el momento en el que Judas Iscariote acompañada a los perseguidores del Maestro y aquellos preguntaron quién era Jesús de Nazaret. Y dijo “Yo soy”. 

No nos extraña, para nada, que en aquel momento, como dicen las Sagradas Escrituras (cf. Jn 18,6) al decir aquello de “Yo soy” sus captores retrocedieran y cayeran al suelo. Es más, aquello que sucedió en aquel instante debía haberles hecho pensar que aquel Maestro no era un Maestro cualquiera sino que al responder con el nombre de Dios ellos, que no podía ni escribirlo se sintieron desfallecer. 

Ellos, sin embargo, no fueron capaces de darse cuenta de lo que entonces estaba pasando. 

Sin embargo, el hermano Rafael, perfecto conocedor de aquellos acontecimientos, sabe, sí sabe, lo que ha de constar en su corazón y en su pensamiento: Dios mismo, el nombre del Padre. 

Decir, pues, el nombre de Dios, ha de querer significar que todo es posible desde él, que todo anhelo se puede cumplir si lo atenemos a la voluntad del Padre, que todo, en fin, lo que queremos sea lo mejor para nuestra vida… en efecto lo sea bajo el amparo de un nombre tan santo como es el de Dios. 

El hermano Rafael, quisiera. A él le gustaría que todo el Universo proclamara el nombre de Dios, que toda rodilla se doblase ante el mismo y que todos los planetas, los astros, los sistemas siderales proclamaran que Dios es el Señor y que, en su nombre todo Bien es posible y el Mal cede el paso, se aparta, se esconde, ante la pronunciación de unas sílabas tan santas: Yahvé. 

Y luego, bajo el manto inmenso de un nombre tan poderoso, poder caminar hacia Su definitivo Reino en la seguridad de estar protegidos por Quien todo lo puede, todo lo creó y todo lo mantiene. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

Nazareno 

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Por la libertad de Asia Bibi. 

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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Enlace a Libros y otros textos.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Sólo Dios es expresión de saber Quién es el Padre y a Quién se ama.

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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9.06.16

El rincón del hermano Rafael – “Saber esperar”- Dedicado a Dios.

“Rafael Arnáiz Barón nació el 9 de abril de 1911 en Burgos (España), donde también fue bautizado y recibió la confirmación. Allí mismo inició los estudios en el colegio de los PP. Jesuitas, recibiendo por primera vez la Eucaristía en 1919.”

Esta parte de una biografía que sobre nuestro santo la podemos encontrar en multitud de sitios de la red de redes o en los libros que sobre él se han escrito.

Hasta hace bien poco hemos dedicado este espacio a escribir sobre lo que el hermano Rafael había dejado dicho en su diario “Dios y mi alma”. Sin embargo, como es normal, terminó en su momento nuestro santo de dar forma a su pensamiento espiritual.

Sin embargo, San Rafael Arnáiz Barón había escrito mucho antes de dejar sus impresiones personales en aquel diario. Y algo de aquello es lo que vamos a traer aquí a partir de ahora.

             

Bajo el título “Saber esperar” se han recogido muchos pensamientos, divididos por temas, que manifestó el hermano Rafael. Y a los mismos vamos a tratar de referirnos en lo sucesivo.

 

“Saber Esperar”.- Dedicado a Dios.

 

“1.  Bendita sea la siempre adorable y tranquila Santísima Trinidad.

Cojo hoy, en nombre Dios la luma para que mis palabras al estamparse en el blanco papel sirvan de perpetua alabanza  a Dios bendito, autor de mi vida, de mi alma y de mi corazón”.

 

Seguramente no se puede empezar mejor un libro que con una dedicatoria a Quien es el autor de tu todo. Y eso es lo que hace el hermano Rafael en este primer punto de su “Saber esperar”.

A lo largo de los escritos del hermano Rafael hay algo que sobresale sobre todas las cosas: el amor a Dios, precisamente, sobre todas las cosas. 

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2.06.16

El rincón del hermano Rafael – Últimas palabras del hermano Rafael

“Rafael Arnáiz Barón nació el 9 de abril de 1911 en Burgos (España), donde también fue bautizado y recibió la confirmación. Allí mismo inició los estudios en el colegio de los PP. Jesuitas, recibiendo por primera vez la Eucaristía en 1919.”

Esta parte de una biografía que sobre nuestro santo la podemos encontrar en multitud de sitios de la red de redes o en los libros que sobre él se han escrito.   

Nosotros vamos a dedicar nuestra atención a un libro en particular. Recoge los diarios de San Rafael Arnaiz entre el 16 de diciembre de 1937 y el 17 de abril de 1938y está editado por la Asociación Bendita María.

Vayamos, de todas formas, ahora mismo, a escribir sobre el protagonista de esta nueva serie.

Cuando Dios tiene a bien escoger a uno de sus hijos para que siga una vida de fe acentuada hace que se note desde la corta edad. Y eso era que le pasaba a Rafael: daba muestras de que las cosas de Dios le interesaban más que al resto de sus compañeros de la infancia.

Sin embargo, desde temprana edad enfermó y empezó a llevar su particular cruz.

Aunque Rafael, dotado de una precoz inteligencia, parecía tener una vida en el mundo, en el siglo, de especial importancia (se matriculó en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid) no podía evitar, ni quería, su voluntad de profundizar en su vida espiritual.

Tal es así que ingresó en el monasterio cisterciense de San Isidro de Dueñas el 15 de enero de 1934.

La enfermedad que arriba hemos citado, la diabetes sacarina, le obligó a abandonar el monasterio en tres ocasiones pero volvió en otras tres ocasiones porque bien sabía que no otro era el camino espiritual que debía seguir.

Cuando recién había estrenado los 27 años Dios lo llamó cabe sí un 26 de abril de 1938 siendo sepultado en el monasterio donde había ingresado para seguir una vida espiritual acorde con su voluntad de hijo del Creador.

El caso es que la fama de santidad de un católico tan joven y tan entregado a su fe no tardó en salir de los muros del monasterio. Y es que aquello que había escrito estaba dotado de una especial atracción. Tal es así que el 20 de agosto de 1989, san Juan Pablo II lo propuso como modelo para los jóvenes que iban a acudir a la Jornada Mundial de la Juventud a celebrar en Santiago de Compostela. Y unos pocos años después, en 1992 fue beatificado (el 27 de septiembre).

Pero, seguramente, no bastaba con el reconocimiento que se hacía entonces. El Beato Rafael iba a subir un escalón más en el Cielo y el 11 de octubre de 2009 el ahora emérito Benedicto XVI canonizaba a quien había sabido comunicar al mundo que sólo Dios era suficiente para llevar una existencia propia de un buen y fiel hijo.

Que Dios nos ayude a acercarnos lo mejor posible al pensamiento espiritual de San Rafael Arnáiz, el hermano Rafael. Y, de paso, le pedimos que  interceda por nosotros. 

VIII-Dios-y-mi-alma

Últimas palabras del hermano Rafael

“Capítulo de culpas

Papel encontrado en uno de los bolsillos de la túnica cuando murió

“Subir escalera golpeando pies [tachado].
No hacer el saludo en capitulo [tachado].
Volver cabeza durante Misa [tachado].
Señas durante el gran silencio [tachado]
Correr sin respeto en la iglesia [tachado].
Señas habladas con un profeso [tachado].
No obedecer inmediatamente campana [tachado].
Equivocarme coro, no hacer postración [tachado].
Dar muestras externas de impaciencia [tachado].
Perder tiempo trabajo [tachado].
Perder tiempo mirar ventanas [tachado].
Perder tiempo intervalos [tachado].
Accionar exageradamente como seglar [tachado].
Descuidado con el cuarto de la enfermería.
Hablar sin necesidad.
Descuidado en hacer ruidos en la escalera y con las puertas.
Distraerme en el coro y no hacer a punto las inclinaciones.”

El 24 de septiembre de 2015 dábamos comienzo a una serie apasionante. Se trataba de conocer, semana a semana, lo que San Rafael Arnáiz Barón había escrito en un diario de título “Dios y mi alma” que estuvo a punto desaparecer cuando murió en 1937. Gracias a Dios aquello no sucedió y hoy día, tantos años después de que escribiera aquello, sufriente en una vida de fe, nos ha servido y nos sirve para conocernos, también, a nosotros mismos.

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26.05.16

El rincón del hermano Rafael – Darnos cuenta de cómo somos

“Rafael Arnáiz Barón nació el 9 de abril de 1911 en Burgos (España), donde también fue bautizado y recibió la confirmación. Allí mismo inició los estudios en el colegio de los PP. Jesuitas, recibiendo por primera vez la Eucaristía en 1919.”

Esta parte de una biografía que sobre nuestro santo la podemos encontrar en multitud de sitios de la red de redes o en los libros que sobre él se han escrito.   

Nosotros vamos a dedicar nuestra atención a un libro en particular. Recoge los diarios de San Rafael Arnaiz entre el 16 de diciembre de 1937 y el 17 de abril de 1938y está editado por la Asociación Bendita María.

Vayamos, de todas formas, ahora mismo, a escribir sobre el protagonista de esta nueva serie.

Cuando Dios tiene a bien escoger a uno de sus hijos para que siga una vida de fe acentuada hace que se note desde la corta edad. Y eso era que le pasaba a Rafael: daba muestras de que las cosas de Dios le interesaban más que al resto de sus compañeros de la infancia.

Sin embargo, desde temprana edad enfermó y empezó a llevar su particular cruz.

Aunque Rafael, dotado de una precoz inteligencia, parecía tener una vida en el mundo, en el siglo, de especial importancia (se matriculó en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid) no podía evitar, ni quería, su voluntad de profundizar en su vida espiritual.

Tal es así que ingresó en el monasterio cisterciense de San Isidro de Dueñas el 15 de enero de 1934.

La enfermedad que arriba hemos citado, la diabetes sacarina, le obligó a abandonar el monasterio en tres ocasiones pero volvió en otras tres ocasiones porque bien sabía que no otro era el camino espiritual que debía seguir.

Cuando recién había estrenado los 27 años Dios lo llamó cabe sí un 26 de abril de 1938 siendo sepultado en el monasterio donde había ingresado para seguir una vida espiritual acorde con su voluntad de hijo del Creador.

El caso es que la fama de santidad de un católico tan joven y tan entregado a su fe no tardó en salir de los muros del monasterio. Y es que aquello que había escrito estaba dotado de una especial atracción. Tal es así que el 20 de agosto de 1989, san Juan Pablo II lo propuso como modelo para los jóvenes que iban a acudir a la Jornada Mundial de la Juventud a celebrar en Santiago de Compostela. Y unos pocos años después, en 1992 fue beatificado (el 27 de septiembre).

Pero, seguramente, no bastaba con el reconocimiento que se hacía entonces. El Beato Rafael iba a subir un escalón más en el Cielo y el 11 de octubre de 2009 el ahora emérito Benedicto XVI canonizaba a quien había sabido comunicar al mundo que sólo Dios era suficiente para llevar una existencia propia de un buen y fiel hijo.

Que Dios nos ayude a acercarnos lo mejor posible al pensamiento espiritual de San Rafael Arnáiz, el hermano Rafael. Y, de paso, le pedimos que  interceda por nosotros. 

VIII-Dios-y-mi-alma

Darnos cuenta de cómo somos

17 de abril de 1938 – Domingo de Resurrección

“Hoy el reverendo Padre Abad me ha dado la cogulla y el escapulario negro. Mentiría si dijera que hoy no me he dejado llevar de la vanidad. ¡Qué pobre hombre soy!

Señor, Señor, tened piedad y misericordia de mí. Ni soy mayor ni menor en tu presencia, porque esté aquí o allí, vista de un modo o de otro… Los hombres somos muy infantiles y jugamos como niños… Ponemos nuestra ilusión en cosas [que] hacen reír a los ángeles. Señor, dame tu santo temor, llena mi corazón de tu amor y lo demás… Vanitas vanitatum.

Cada vez espero menos en los hombres… ¡qué gran misericordia la de Dios! Él suple con creces lo que ellos no me dan.

Voy viendo con suma claridad que quien pone los ojos en la tierra y en las criaturas, pierde su tiempo… Sólo Jesús llena el corazón y el alma.”

Al final del libro “Dios y mi alma” que hemos traído aquí desde hace unos meses, se escribe esto que sigue:

“El Hermano Rafael Arnáiz falleció tan sólo 10 días después de escribir esto en su diario. Y murió por fuerte ataque de la diabetes que padecía.”

Es decir, que nuestro santo moriría un 27 de abril de 1938. Pero antes dejó escrito lo que traemos hoy aquí dejando, para otro artículo, lo encontrado en uno de sus bolsillos y que tiene mucho que ver con su actitud espiritual en su vida de trapense.

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19.05.16

El rincón del hermano Rafael – No querer perder a Dios

“Rafael Arnáiz Barón nació el 9 de abril de 1911 en Burgos (España), donde también fue bautizado y recibió la confirmación. Allí mismo inició los estudios en el colegio de los PP. Jesuitas, recibiendo por primera vez la Eucaristía en 1919.”

Esta parte de una biografía que sobre nuestro santo la podemos encontrar en multitud de sitios de la red de redes o en los libros que sobre él se han escrito.   

Nosotros vamos a dedicar nuestra atención a un libro en particular. Recoge los diarios de San Rafael Arnaiz entre el 16 de diciembre de 1937 y el 17 de abril de 1938y está editado por la Asociación Bendita María.

Vayamos, de todas formas, ahora mismo, a escribir sobre el protagonista de esta nueva serie.

Cuando Dios tiene a bien escoger a uno de sus hijos para que siga una vida de fe acentuada hace que se note desde la corta edad. Y eso era que le pasaba a Rafael: daba muestras de que las cosas de Dios le interesaban más que al resto de sus compañeros de la infancia.

Sin embargo, desde temprana edad enfermó y empezó a llevar su particular cruz.

Aunque Rafael, dotado de una precoz inteligencia, parecía tener una vida en el mundo, en el siglo, de especial importancia (se matriculó en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid) no podía evitar, ni quería, su voluntad de profundizar en su vida espiritual.

Tal es así que ingresó en el monasterio cisterciense de San Isidro de Dueñas el 15 de enero de 1934.

La enfermedad que arriba hemos citado, la diabetes sacarina, le obligó a abandonar el monasterio en tres ocasiones pero volvió en otras tres ocasiones porque bien sabía que no otro era el camino espiritual que debía seguir.

Cuando recién había estrenado los 27 años Dios lo llamó cabe sí un 26 de abril de 1938 siendo sepultado en el monasterio donde había ingresado para seguir una vida espiritual acorde con su voluntad de hijo del Creador.

El caso es que la fama de santidad de un católico tan joven y tan entregado a su fe no tardó en salir de los muros del monasterio. Y es que aquello que había escrito estaba dotado de una especial atracción. Tal es así que el 20 de agosto de 1989, san Juan Pablo II lo propuso como modelo para los jóvenes que iban a acudir a la Jornada Mundial de la Juventud a celebrar en Santiago de Compostela. Y unos pocos años después, en 1992 fue beatificado (el 27 de septiembre).

Pero, seguramente, no bastaba con el reconocimiento que se hacía entonces. El Beato Rafael iba a subir un escalón más en el Cielo y el 11 de octubre de 2009 el ahora emérito Benedicto XVI canonizaba a quien había sabido comunicar al mundo que sólo Dios era suficiente para llevar una existencia propia de un buen y fiel hijo.

Que Dios nos ayude a acercarnos lo mejor posible al pensamiento espiritual de San Rafael Arnáiz, el hermano Rafael. Y, de paso, le pedimos que  interceda por nosotros. 

VIII-Dios-y-mi-alma

No querer perder a Dios

14 de abril de 1938 – Jueves Santo

“¡Qué miedo tengo de perderte, mi buen Dios! Veo lo que me quieres, pero también veo lo que yo soy, y lo que he sido.

¡Qué bien se vive contigo! Si el mundo supiera!”

“Si el mundo supiera”. Así dicho, entre admiraciones. Lo dice de tal manera el hermano Rafael porque sabe que, sin duda alguna, que el mundo no lo sabe. Y eso le pesa en el corazón.

Hay gran diferencia entre quien reconoce la situación en la que está y quien no sólo no la reconoce sino que parece no interesarle el conocimiento de la misma. Prefiere, en el segundo caso, vivir como si Dios no existiera o, al menos, haciéndole el vacío en su corazón.

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