Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro” - Esto le pedimos, con Lolo, a Dios

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Esto le pedimos, con Lolo, a Dios

  

Suponemos que no le importará a Lolo que transformemos un texto suyo en un poema que bien puede ser una oración. Y es que la parte final de este capítulo que ya presentamos la semana pasa y que tiene todo que ver con el “Líbranos del Mal” del Padre Nuestro, bien lo puede ser. Y dice esto que sigue, esta oración que es un grito comedido de voluntad buena y mejor: 

 

“Sálvanos, Señor, también,

de esas peores culebras íntimas del engreimiento,

el deseo impuro, la avaricia, la intransigencia,

la irritabilidad y el desprecio.

 

Que no sea un cubil lo que puede ser un nido;

un erizo, lo que está predispuesto para nardo;

carbón, lo que debiera ser estrella.

 

Escúdanos, por último,

contra ese áspid que es la lengua de los maledicentes,

el brochazo de cal que da la calumnia,

el salpicón de la envidia,

los latigazos de la cólera,

la carne que se ofrece en las esquinas,

el pisotón de los injustos y, sobre todo,

aliéntanos para salir del peor y más encubierto

de los males,

ese tan nocivo, por aparentemente inocuo,

que es la indiferencia, la mediocridad,

el ir tirando en el alma

o la insensibilidad a tu llamamiento.” (Mesa redonda con Dios, p. 225)

 

Bien podríamos decir ¡Ahí queda eso! Y es que el Beato de Linares (Jaén, España) no se corta, digamos, un pelo a la hora de pedir a Dios lo que es tan importante que nunca lo deberíamos olvidar. Y es que le pide que

 - nos salve,

 - nos escude y, por último,

 - que nos aliente.

 

Es decir, Lolo tiene en cuenta todos los aspectos que se refieren a los hijos de Dios que tienen al Creador como un Padre porque lo es. 

Lo bien cierto es que cada, digamos, grupo de peticiones tiene una razón de ser: 

Así, por ejemplo, quiere Lolo que Dios nos salve de todo aquello en lo que podemos caer y que, por pecaminoso, nos debería estar prohibido: querer ser más de lo que somos, esos deseos que no son nada puros que digamos, querer más de lo que merecemos o, en fin, el no querer dar nunca nuestro brazo a torcer, estar enfadados demasiadas veces y no tener en cuenta el valor ajeno… 

Bien podemos decir que Lolo no quiere poco para nosotros y, suponemos, para él mismo. Y por eso no es su ansia que lo que puede ser bueno sea malo sino, justamente, bueno pues tal ha de ser la Voluntad de Dios. 

-Así, por ejemplo, quiere Lolo que Dios aporte a nuestro corazón algo así como una coraza, como un escudo contra todo aquello que puede hacernos daño, a saber: el mal proceder del prójimo en nuestra contra a través de la palabra, lo que otros puedan creer que somos sin serlo, el abuso del prójimo poderoso o aprovechado, etc. 

-Así, por ejemplo, quiere Lolo que Dios nos de la fuerza suficiente como para ser capaces de obviar lo malo y salir adelante, muy a pesar de que a veces nosotros mismos podamos mostrar poca atención hacia nuestro Padre Eterno, a su santa Voluntad o, en fin, a lo quiere para nosotros, sus hijos; también para no caer en desalientos o dejarnos llevar por el ambiente poco fiel a Su Padre del Cielo y, por último, para que caigamos en la tentación consistente en no escuchar cuando nos habla Quien nos ha creado y mantiene. 

Como podemos ver, Manuel Lozano Garrido tiene bastante claro qué es lo que debe importarnos más que nada y aquello a lo que debemos atender antes que a otras cosas o realidades que no dejan de ser pasajeros. ¡No! A nosotros sólo nos puede importar la vida eterna, la Bienaventuranza y la Visión Beatífica. Y para eso debemos dejar atrás aquello que nos estorba y con el auxilio de Dios ser capaces de dar pasos hacia el definitivo Reino de Dios llamado Cielo.

Que nos salve Dios, que nos escude Dios, que nos aliente Dios. Tal es nuestro programa de salvación eterna.

  

Eleuterio Fernández Guzmán

Llama Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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