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25.12.23

Era pequeño aquel Niño

El “Príncipe de Paz”: mensaje de Navidad de 2022

Era pequeño. Como cualquier otro ser humano que viene al mundo, el Hijo de Dios era pequeño, casi nada frente a lo que había de pasar. 

Era pequeño. Con sus dificultades, con su no saber nada, con su necesidad de ser alimentado, vestido, cuidado, amado… 

Era pequeño. Aquel al que visitaban los pastores y, a los pocos días, unos señores venidos de muy lejos y que agasajaron con oro, incienso y mirra y se postraron ante Él, era pequeño. 

Era pequeño aquel Niño, así con mayúscula, porque no era un niño cualquiera sino el Hijo de Dios que había sido puesto allí para cumplir con una misión gloriosa y con final doloroso. 

Era pequeño aquel Niño porque debía nacer para que el Bien se reinstalara otra vez en el mundo, para que el mundo supiese de dónde venía el Amor y qué iba a hacer con el Amor aquel pequeño Niño. 

Era pequeño aquel Niño pero, según cuentan, sonreía ante los que le visitaban porque ellos sí sabían lo que hacían y no como otros que ya sabemos… 

Era pequeño aquel Niño porque se sabía protegido por José y por su Madre, María, a la que luego, muchos años después, entregaría para que fuera Madre de todos sus discípulos, hijos también de Dios. 

Era pequeño aquel Niño pero es casi seguro que, en su pequeñez, en aquel cuerpo recién alumbrado, ya tuviera por bueno aquel primer sufrimiento de asomar su cabeza a un mundo que lo recibía con alegría y, en la distancia del poder, con miedo y envidia. 

Era pequeño. Tan pequeño era que tuvo que ser arropado para que no cogiera frio, para que pudiese pasar lo mejor posible aquellas primeras horas de su vida en el mundo porque había venido de Dios y era, Él, Dios mismo ahora hecho Niño pequeño. 

Era pequeño aquel Niño. Todo en Él era pequeño como debía ser para un nuevo hombre que viene al mundo. Y, sin embargo, en aquella pequeñez había divinidad y María lo sabía y guardaba tal verdad en su corazón. 

Era pequeño aquel Niño. Nació como cualquiera, vivió como cualquiera e iba a cumplir con su misión como sólo Él sabría hacer. 

Era pequeño, pequeño, pequeñito aquel lucero que, al alba de su día se presentó como era, como quería Dios que viniera al mundo, como Él ansiaba ser. 

Era pequeño pero iba a suscitar grandes ilusiones y mejores expectativas en aquellos que lo iban a querer y a seguir. 

Aquel Niño era pequeño, aquel Emmanuel que ya estaba entre nosotros hecho carne, Dios divino y cuerpo de Niño, era pequeño como debía ser, todo lo que debía ser y todo lo que sería. 

Aquel Niño era pequeño y nosotros, desde la distancia que dan los siglos pasados desde aquella primera Navidad, queremos agradecer a Dios por aquella tan nuestra pequeñez, por haber sido tan bondadoso con nosotros y enviar a Su Hijo a que sufriera por sus hermanos los hombres. 

Era pequeño, sí, pero era todo y el todo: Todo.

  

Eleuterio Fernández Guzmán

  

Panecillos de meditación

  

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.  

Panecillo de hoy:  

Ha venido Quien debía venir al mundo. Otra y santa vez.  

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.