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24.04.21

La Palabra para el Domingo - 25 de abril de 2021

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Como es obvio, hoy no es domingo 25 sino sábado, 24 de abril de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.  

 

 

                                                      

Jn 10, 11-18

 

1 Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. 12 Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo,  abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, 13 porque es asalariado y no le importan nada las ovejas. 14    Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, 15 como me conoce el Padre  y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas. 16 También tengo otras ovejas,  que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir  y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño,  un solo pastor.17 Por eso me ama el Padre,  porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. 18 Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla  y poder para recobrarla de nuevo;  esa es la orden que he recibido de mi Padre.’”

 

 

COMENTARIO

 

El Buen Pastor

 

La imagen de Jesús como Buen Pastor es una de las más queridas por nosotros, sus discípulos. Representa mucho porque simboliza tanto como el cuidado de las ovejas, el mirar por su bien y, en fin, el quererlas por encima de todo sin querer que una sola de ellas se pierda porque tal es una parte muy importante de la misión encomendada por Dios  a su Hijo. 

Y es que siendo el hebreo, esencialmente, pueblo de pastores Jesús utiliza esta imagen para dar a conocer su persona ya que, de esa forma, iba a ser entendido por aquellos que le escuchaban. Paralelamente traza una relación entre él y el Padre identificándose de tal forma, que no cabe duda alguna de que el amor que Dios tiene por su persona es justificado: siendo Él mismo, está en su Hijo en su totalidad. Jesús insiste en que Él es el buen pastor, contraponiendo, para demostrar esto, su figura a la de aquel que, siendo pastor, por apacentar ovejas (creyentes), huye ante el embate del maligno, dejando de lado a aquellos que debían ser sus custodiados, hecho que aprovecha, el maligno, para dispersarlos, dividiendo al pueblo de Dios entre aquellos que le siguen y aquellos que han huido. Y esto porque “el asalariado”, aquel que trabaja en cumplimiento, por una parte, de la Ley en sentido estricto y, por otra, para otra persona, no tiene en cuenta lo que debería ser su verdadera labor. Atento, exclusivamente, al apacentamiento pasivo, no inquiere sobre la verdadera Verdad, ni da el sentido adecuado a lo que la Ley dice sino que, vendido a la costumbre y a la tradición, en este caso equivocada como demuestra Jesús, no va más allá. 

El Mesías, sin embargo, no huye ante las asechanzas del mal, de su mal, ni se abandona a la molicie y a la desidia: da su vida por sus ovejas. Esto está claro lo que quiere decir: por lo que tuvo que pasar en su Pasión. Por esto, sobre todo por esto (no por el mero hecho de sufrir, sino por comprender el valor de su dolor y de sus padecimientos) es por lo que el Padre le ama. Por eso Dios lo resucitará y Jesús así lo dice: para recobrarla de nuevo, la vida, se entiende. No pierde su vida porque la da para que los demás tengamos perdonados los pecados, por eso Dios no le quita la vida (lo cual sería impropio de un Padre amoroso y misericordioso) sino que la da por su voluntad, porque sabe el significado que tiene esa sangre que va a derramar, que bautizará al mundo en una nueva creación, para remediar las faltas de toda la humanidad y nacer, así, limpia, pura, digna.

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