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6.04.21

Imagen de Lolo y Tíscar con Virgen al fondo

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

No sé qué cómo hablar de Tíscar

y lo qué decir para que se acerque

a lo que es y a lo que siento

“Dios habla todos los días”, p.118

 

Es cierto y verdad que Manuel Lozano Garrido, nació, creció y murió en Linares (Jaén, España) Y allí hecho sus raíces más comunes, aquellas que llevó al mundo desde su sillón de ruedas y el mundo acogió como las suyas propias.

Sin embargo, hay otro lugar que bien podríamos denominar el lugar donde reposaba su cuerpo y su alma sobrenadaba las dolorosas circunstancias de su vida. Y es que en Tíscar, aldea de Quesada, en la Provincia de Jaén, nuestro amigo cargó algo más que las pilas, como diríamos hoy día…

En realidad, esto mismo (pero mucho mejor dicho) lo pone negro sobre blanco Lolo en algunos de sus escritos donde vemos que reposa el Valle de Belerda, el propio Tíscar y el Santuario donde la Virgen que lleva el nombre de la aldea tantas veces Lolo visitó y gozó.

Así, por ejemplo, esta es la relación de artículos publicados por Lolo en los que Tíscar y su Virgen es testigo de su vida:

1. Crepúsculo de otoño en Tíscar, publicado en la Revista “Úbeda” el 3 de julio de 1953,

2. Cuatro mil cohetes estallan en la romería de Tíscar, publicado en la Revista “Úbeda”, en octubre de 1956,

3. El barro bíblico reza en Tíscar, publicado en la Revista “Linares”,  en enero de 1959; y, por fin,

4. Cazorla, una custodia natural con el viril de la Virgen de Tíscar, publicado en el Diario “Jaén”, el 9 de junio de 1963.

Esto, como vemos, encierra mucho pues en todos los títulos aparece el nombre de Tíscar cuando, a lo mejor, podría haber dicho, por ejemplo “Cuatro mil cohetes estallan en la romería de la Sierra” o “Crepúsculo de otoño en el monte”… Y es que estamos seguros de que Manuel Lozano Garrido tenía un amor muy especial por aquella tierra de montaña donde una Virgen lo esperaba siempre aunque él fuera de cuando en cuando…

Santuario de Tíscar. Manuel Asensi en "Dios habla todos los Días"

Pero es que, como no podía ser de otra forma, en sus libros aparece también Tíscar. Así, en su “Dios habla todos los días” Lolo habla de su amada tierra de Quesada (donde está Tíscar, como aldea) Lo hace entre las páginas 117 y 124 de la edición primera publicada en 1961 o entre las páginas 134 y 142 de la edición más reciente, la del año 2000. Y, en verdad, de las mismas, de tales palabras, se puede obtener un buen fruto para el alma.

¡Qué bien lo describe todo Lolo! Y es que,  según podemos ver en la imagen que aquí hemos traído (el dibujo de Manuel Asensi para, precisamente, ”Dios habla todos los días”) las palabras de Lolo están pues al dedillo de las cosas, tal que así (y rogamos encarecidamente seguir la descripción que hace Manuel del dibujo y el dibujo mismo):

“Los dedos que suben por detrás, son los picachos; en la yema del anular está el castillo, como una oración brava y palpitante; en el dedo corazón, que es el más largo, se encarama la Peña Negra, un cóndor pardo y solitario que toma fuerzas para seguir la altura.

El nido fue hecho, mitad desde arriba, mitad por los hombres, para que allí tenga cordialidad de hoguera una Virgen de órbitas como lagos, susurrantes, fluidas, soberanamente cándidas. Ahí, en el nido del Santuario, estamos ahora nosotros. Más abajo, a la altura de la muñeca del brazo en pie, mana, como un pulso, la vena de un río cascabelero y juguetón que se mete en la carne de la montaña, a nuestros pies, por una quebrada de rocas. Cuando vuelve luego al otro lado, se desmelena y canta por el valle su visión de estalactitas subterráneas.”

Luego dice Lolo que “Esta es una imagen instantánea, casi como un golpe de ‘flash’ que me nació el primer día al borde de la carretera, apenas con el obturador abierto en la revuelva de un camino.” Pero es que, y aquí radica mucho de lo que es aquella tierra para Lolo, escribe esto:

“Pero luego resulta que Tíscar, asimilado lentamente, a sorbitos, ensancha más aún la grandeza de un trozo de tierra aupada.”

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