J.R.R. Tolkien - Ventana a la Tierra Media – Microrrelatos (III)
Como es bueno ser perseverante en lo que consideramos bueno y mejor, estamos aquí de nuevo para aportar una nueva serie de microrrelatos después de que, como es fácil deducir del número del título del artículo, lo hayamos hecho en dos ocasiones. Y es que la cosa da para esto y para mucho más.
De nuevo, rogamos sepan disculpar los amables lectores los fallos que pudiera haber en ellos porque, al fin y al cabo, cada cual da lo que puede y sabe…
- Estaban destinados a amarse. Ellos, hombre y medio elfa, siempre supieron que los tiempos habían cambiado y que su amor era ejemplo, posibilidad, cambio.
- Aragorn, de entre las flechas que recibió a lo largo de su vida una de ellas acertó en su corazón y le arrebató el alma. Y Arwen, como Elfa, tenía un buen arco.
- Elrond sabía que la tatarabuela de su hija Arwen, Tinúviel, había tenido un amor parecido. Y no pudo decir no aunque lo intentó… como padre.
- Imaginamos las palabras de amor que salieron de los labios de Aragorn y de Arwen. Ambos venían de tiempos antiguos y su amor era cauce de encuentro.
- Undómiel tuvo que decidir entre una vida casi eterna y una humana y mortal. Y pudo el amor… como debe ser en los buenos finales.
- Les costó mucho llegar a la casa de Elrond pero, en Imladris, gustaron de los muchos bienes élficos. Más de uno no habría salido de allí nunca…