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21.08.19

Un amigo de Lolo – De cielo o fango

Presentación

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

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Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “El sillón de ruedas”.

De Cielo o fango

 

“Si contando con la fatalidad de la culpa fue amasada nuestra arcilla, sólo a una línea de espera puede llevarnos ese rastrear de nuestra mezcolanza de cielo y fango. Sobre el traspiés deprimente, por encima de nuestro golosear de materia, Dios se sienta en la encrucijada del camino y un buen día, rendidos y sudorosos, lo vemos y nos damos cuenta de que tiene algo hermoso sobre la palma y que, a la par, nos sonríe invitándonos a la aceptación.” (El sillón de ruedas, p. 103)

 

Es más que cierto que el Beato Manuel Lozano Garrido sabe llegar a la cima de la espiritualidad con pocas palabras. En verdad, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que su santidad ya la ganó en vida. Y eso se demuestra con las palabras aquí traídas hoy mismo.

Hoy mismo es bueno saber qué somos. Pero también es más que bueno, mejor aún, saber a qué podemos llegar, a qué debemos aspirar y, sobre todo, saber que Dios quiere eso para nosotros.

Nosotros, como hijos del Todopoderoso que somos, estamos a un paso de lo mejor pero, también, estamos al mismo paso de lo peor.

Lo peor de todo esto es que nosotros, que sabemos lo que se suele llamar “las generales de la ley” de Dios (o sea, lo que está establecido como bueno y mejor para sus hijos) no tenemos muy en cuenta eso sino que aspiramos a lo mejor sin dar lo que a nosotros nos corresponde dar.

Dar, así dicho, no es sencillo. Bueno, seguramente es sencillo pero muchas veces acaba imperando en nuestra vida el barro o, mejor (como dice Lolo) el fango que somos.

Somos eso, fango. Y eso ha de querer decir que la mayoría de las veces acaba imponiéndose en nuestra vida lo que nunca debería imponerse. Y entonces nos alejamos de Dios porque nos conviene, eso creemos, lo que es mundano y, en exceso, humano.

Humano es lo nuestro, sí. Sin embargo, como llevamos en el corazón el Espíritu Santo que se nos ha imbuido en nuestra concepción, podemos decir que el Cielo lo llevamos dentro aunque muchas veces lo olvidemos.

Olvidemos o no aquello que somos, lo bien cierto es que, como dice el Beato de Linares (Jaén, España) Dios siempre nos está esperando. Y en tal encrucijada del camino (o, lo que es lo mismo, nos acaece un momento de decisión importante para nuestra vida) nos mira con Amor y nos ofrece la posibilidad de acercarnos a su Persona y a su Corazón.

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