InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: 2015

17.03.15

Un amigo de Lolo – La fe es siempre

Presentación

Lolo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

Libro de oración

 

En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.

La fe es siempre

“Para el que cree, domingo es verdaderamente todos los días, porque la fe enciende en su realidad interior una mágica luz de fiesta divina, por la que toda su naturaleza canta”. (Reportajes desde la cumbre, p. 125)

 

No podemos negar, por desgracia, que haya muchos creyentes que tengan de la fe, de su fe, un sentido un tanto singular. Creen que les vale mantenerla sólo en determinadas ocasiones pero que, en general, una cosa es tenerla y otra que eso les afecte del todo.

Digamos, para quien no lo sepa, que en este libro de Manuel Lozano Garrido de título “Reportajes desde la cumbre” es Dios quien, digámoslo así, escribe a sus hijos los hombres. Por eso que nos plantea realidades espirituales de lo más importante.,

Pues bien, creer, así dicho, puede parecer algo  de lo más normal del mundo. Aunque sabemos que hay muchas personas que optan por no creer y se alejan de Dios todo lo que pueden no por eso vamos a dejar de reconocer que el ser humano es uno que lo es, esencialmente, religioso y que, por decirlo pronto, cree, confía, está seguro de la existencia de un ser superior a su propia naturaleza pero que tiene mucho que ver, en efecto, con la misma.

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15.03.15

La Palabra del Domingo - 15 de marzo de 2015

Biblia 

Jn 3, 14-21

  

“14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto,  así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, 15    para que todo el que crea tenga por él vida eterna. 16  Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único,  para que todo el que crea en él no perezca,  sino que tenga vida eterna. 17  Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. 18   El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído  en el Nombre del Hijo único de Dios. 19  Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz,  porque sus obras eran malas. 20     Pues todo el que obra el mal   aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras.21 Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto    que sus obras están hechas según Dios.”

  

MEDITACIÓN

 

1.- El texto de hoy corresponde a una conversación que Jesús mantiene con Nicodemo y en la que se plantean cosas que este sabio judío no llega a entender: salvación, agua, Espíritu, nacer de nuevo…

 

En este nacer de nuevo se encuentra la clave de toda la predicación del Mesías. Para alcanzar el Reino de dios, que ha había llegado a ellos, era preciso acabar con el hombre viejo, dejar atrás esas prácticas que hasta entonces habían llevado a cabo y ser, así, una raíz nueva que arraigase en la tierra que Dios dio a su pueblo. Pero esto no era entendido por Nicodemo. Y la verdad, es que no es de extrañar. ¿Cómo puede uno nacer siendo viejo? (Jn 3, 4), pregunta el importante miembro de la comunidad. Otra vez, como tantas otras veces, se impone la humana visión sobre las cosas. Claro está que el Enviado no se refería, en sentido estricto, a volver al seno materno sino a ser otro hombre, a tener otra naturaleza, otra actitud ante las cosas de la vida. Al fin y al cabo, lo que pretendía Jesús era hacer comprender a Nicodemo era que el discurso escatológico, es decir que lo era referido al más allá, se podía aplicar al ahora, a su ahora, a su ya, a su misma persona.

 

Y es en este contexto cuando Jesús explica como cabe la salvación, como se puede ver la luz y, siguiéndola, conocer el Reino de Dios.

 

En el capítulo 21 de Números, concretamente entre sus versículos 8 al 9, se narra el hecho que es causa de que Jesús explique a Nicodemo. Dios encomendó a Moisés la labor de hacer una serpiente para que, el levantarla, fuera mirada por los que podían resultar afectados por enfermedad y, así, ser curados y, en cierto modo, salvados. Y dijo Yahveh a Moisés ‘hazte un Abrasador y ponlo sobre un mástil. Todo el que haya sido mordido y lo mire, vivirá.’ Hizo Moisés una serpiente de bronce y la puso en un mástil. Y si una serpiente mordía a un hombre y éste miraba la serpiente de bronce, quedaba con vida, pues, según dice este texto del Antiguo Testamento, Dios, viendo la falta de fe que tenía su pueblo, le envió serpientes para someterles a una prueba.

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14.03.15

Serie “Al hilo de la Biblia- Y Jesús dijo…” – Una gran verdad de Jesucristo en muy pocas palabras

Sagrada Biblia

Dice S. Pablo, en su Epístola a los Romanos, concretamente, en los versículos 14 y 15 del capítulo 2 que, en efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia, y los juicios contrapuestos de condenación o alabanza. Esto, que en un principio, puede dar la impresión de ser, o tener, un sentido de lógica extensión del mensaje primero del Creador y, por eso, por el hecho mismo de que Pablo lo utilice no debería dársele la mayor importancia, teniendo en cuenta su propio apostolado. Esto, claro, en una primera impresión.

Sin embargo, esta afirmación del convertido, y convencido, Saulo, encierra una verdad que va más allá de esta mención de la Ley natural que, como tal, está en el cada ser de cada persona y que, en este tiempo de verano (o de invierno o de cuando sea) no podemos olvidar.

Lo que nos dice el apóstol es que, al menos, a los que nos consideramos herederos de ese reino de amor, nos ha de “picar” (por así decirlo) esa sana curiosidad de saber dónde podemos encontrar el culmen de la sabiduría de Dios, dónde podemos encontrar el camino, ya trazado, que nos lleve a pacer en las dulces praderas del Reino del Padre.

Aquí, ahora, como en tantas otras ocasiones, hemos de acudir a lo que nos dicen aquellos que conocieron a Jesús o aquellos que recogieron, con el paso de los años, la doctrina del Jristós o enviado, por Dios a comunicarnos, a traernos, la Buena Noticia y, claro, a todo aquello que se recoge en los textos sagrados escritos antes de su advenimiento y que en las vacaciones veraniegas se ofrece con toda su fuerza y desea ser recibido en nuestros corazones sin el agobio propio de los periodos de trabajo, digamos, obligado aunque necesario. Y también, claro está, a lo que aquellos que lo precedieron fueron sembrando la Santa Escritura de huellas de lo que tenía que venir, del Mesías allí anunciado.

Por otra parte, Pedro, aquel que sería el primer Papa de la Iglesia fundada por Cristo, sabía que los discípulos del Mesías debían estar

“siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3, 15)

Y la tal razón la encontramos intacta en cada uno de los textos que nos ofrecen estos más de 70 libros que recogen, en la Antigua y Nueva Alianza, un quicio sobre el que apoyar el edificio de nuestra vida, una piedra angular que no pueda desechar el mundo porque es la que le da forma, la que encierra respuestas a sus dudas, la que brota para hacer sucumbir nuestra falta de esperanza, esa virtud sin la cual nuestra existencia no deja de ser sino un paso vacío por un valle yerto.

La Santa Biblia es, pues, el instrumento espiritual del que podemos valernos para afrontar aquello que nos pasa. No es, sin embargo, un recetario donde se nos indican las proporciones de estas o aquellas virtudes. Sin embargo, a tenor de lo que dice Francisco Varo en su libro “¿Sabes leer la Biblia “ (Planeta Testimonio, 2006, p. 153)

“Un Padre de la Iglesia, san Gregorio Magno, explicaba en el siglo VI al médico Teodoro qué es verdaderamente la Biblia: un carta de Dios dirigida a su criatura”. Ciertamente, es un modo de hablar. Pero se trata de una manera de decir que expresa de modo gráfico y preciso, dentro de su sencillez, qué es la Sagrada Escritura para un cristiano: una carta de Dios”.

Pues bien, en tal “carta” podemos encontrar muchas cosas que nos pueden venir muy bien para conocer mejor, al fin y al cabo, nuestra propia historia como pueblo elegido por Dios para transmitir su Palabra y llevarla allí donde no es conocida o donde, si bien se conocida, no es apreciada en cuánto vale.

Por tanto, vamos a traer de traer, a esta serie de título “Al hilo de la Biblia”, aquello que está unido entre sí por haber sido inspirado por Dios mismo a través del Espíritu Santo y, por eso mismo, a nosotros mismos, por ser sus destinatarios últimos.

Por otra parte, es bien cierto que Jesucristo, a lo largo de la llamada “vida pública” se dirigió en múltiples ocasiones a los que querían escucharle e, incluso, a los que preferían tenerlo lejos porque no gustaban con lo que le oían decir.

Sin embargo, en muchas ocasiones Jesús decía lo que era muy importante que se supiera y lo que, sobre todo, sus discípulos tenían que comprender y, también, aprender para luego transmitirlo a los demás.

Vamos, pues, a traer a esta serie sobre la Santa Biblia parte de aquellos momentos en los que, precisamente, Jesús dijo.

Una gran verdad de Jesucristo en muy pocas palabras

 Y Jesús dijo… (Lc 18, 42)

“Jesús le dijo: “Ve. Tu fe te ha salvado.’”

En esta ocasión se trataba de un ciego; en otra, de una mujer con hemorragias; en otra de unos amigos que acercan a un paralítico para que lo cure Jesús.

En tales ocasiones, y en otras que aquí no citamos pero que son más que conocidas, concurre algo que es tan importante que sin su concurrencia nada de lo que pasó en tales ocasiones habría sucedido o, al mensos, no por tan principal razón.

Todo se resume en una palabra muy sencilla de decir pero no siempre fácil de cumplir: fe.

Resulta, en todo caso, maravilloso que con tan pocas palabras Jesús pueda decir tanto.

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13.03.15

¿Y si lo vendemos todo?

 

 

El mundo sería mucho mejor si no hubiera pobres. Es bien cierto que si todo el mundo viviera de la mejor forma posible y nadie se viera privado de los bienes que son esenciales para existir iría todo mucho mejor. Es más, estaríamos en el más feliz de los mundos.

 

Sin embargo, bien sabemos que a lo largo de la historia de la humanidad siempre ha habido personas que han tenido, como se dice popularmente, “más posibles” y otros que han tenido “menos posibles”. Y esto lo recordó Jesucristo cuando dijo esto:

 

“A los pobres siempre los tendréis con vosotros” (Mc 14,7; Mt 26, 11)

 

Sabemos, por tanto, dicho por Quien todo lo sabe y conoce, que la realidad de la pobreza será muy difícilmente erradicada. Es más, que nunca lo será por la especial idiosincrasia del ser humano.

 

Pues bien. Desde el principio de la historia del cristianismo la Iglesia, luego llamada católica, se preocupó por los pobres. No miró para otro lado apoyándose en la absoluta verdad dicha, y aquí traída, por el Hijo de  Dios, acerca de la pobreza. No. No hizo eso sino que puso manos a la obra para hacer lo posible para servir a los que menos tenían.

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12.03.15

Falsedades acerca de la Iglesia católica – La Iglesia católica no tolera la disidencia teológica

 

-Vamos a ver si encontramos algo de luz.

-Eso, eso, veamos…

 Falsedades y mentiras contra la Iglesia católica

 

 

Es bien cierto que a la Iglesia católica y, por extensión, a los católicos, se le tiene, se nos tiene, por parte de muchos, una manía ciertamente enfermiza.

 

Si creen que exagero les pongo lo que suele decirse de la religión católica, de la fe católica y, en fin, de la Iglesia católica. Aquí traigo esto para que vean hasta qué punto puede llegar la preocupación por un tema que es, ciertamente, falso.

 

Se suele decir que:

 

La fe católica está manipulada por la jerarquía.

 

La fe católica no va con los tiempos.

 

La fe católica ve poco sus propios defectos.

 

La fe católica pretende adoctrinar al mundo.

 

La fe católica está alejada de la realidad.

 

La fe católica defiende siempre a los poderosos.

 

La fe católica quiere imponer sus principios.

 

La fe católica no sabe cómo van los tiempos.

 

La fe católica está anquilosada.

 

La Iglesia católica acumula riquezas inmensas.

 

La Iglesia católica busca el poder aunque sea de forma escondida.

 

La Iglesia católica no acepta cambios en sus doctrinas.

 

La Iglesia católica es gobernada por una jerarquía carca.

 

La Iglesia católica no comprende la política actual.

 

La Iglesia católica esconde sus propios defectos.

 

La Iglesia católica no actúa contra determinados delitos que ocurren en su seno.

 

La Iglesia católica tiene muchos privilegios (sociales, económicos, educativos…)

 

Y a esto, se podían añadir muchas cosas, muchas acusaciones que están en mente de cualquiera.

 

¿Qué les parece a ustedes?

 

La Iglesia católica no tolera la disidencia teológica

 

 

 

Literalmente, la palabra “tolerar” viene recogida en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, de la siguiente manera:

“tolerar.

(Del lat. tolerāre).

1. tr. Sufrir, llevar con paciencia.

2. tr. Permitir algo que no se tiene por lícito, sin aprobarlo expresamente.

3. tr. Resistir, soportar, especialmente un alimento, o una medicina.

4. tr. Respetar las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias.”

 

Por tanto, la tolerancia es, en efecto, “Acción y efecto de tolera” y, en resumidas cuentas, supone admitir algo.

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