InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: 2015

11.09.15

No confundamos al personal: lo intrínsecamente perverso es intrínsecamente perverso

 

Blanco y en botella. Las cosas son como son. No hay que darle más vueltas. Así son las cosas. Quien quiere verlo que lo vea…

En fin… tales son formas de decir lo mismo: cuando una cosa es como que nadie espere que sea de otra forma. Y eso pasa con un caso tan simbólico como la ideología de izquierda. Es más, a más izquierdosa, peor aún y difícilmente podemos decir otra cosa.

También algo así como el llamado “Síndrome de Estocolmo” que es, al parecer, la simpatía o acercamiento que puede tener alguien que ha sido secuestrado con quien lo ha secuestrado. Y eso, se diga lo que se diga, no es más que síntoma de debilidad.

Pero ¿a qué viene esto?

Resulta que, según el resultado de las últimas elecciones en España (en mayo pasado), las izquierdas más izquierdosas han accedido al gobierno de muchos municipios. En este caso, y según conocemos que ha pasado en España históricamente, resultaría de lo más conveniente tentarse la ropa antes de mantener relaciones con tales ideologías.

Pues no. Al parecer, todo es guay y está la mar de bien.

Está bien eso de llevarse bien con todo el mundo. Ahora bien, de ahí a “todo el mundo es bueno” hay una distancia que, en materia política, es más que grande.

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10.09.15

Serie “Lo que Cristo quiere de nosotros” – Cristo quiere que le ames y le temas.

Somos hijos de Dios y, por tanto, nuestra filiación divina, supone mucho. Por ejemplo, que en la misma tenemos a un hermano muy especial. Tan especial es que sin Él nosotros no podríamos salvarnos. Sencillamente moriríamos para siempre. Por eso entregó su vida y, por eso mismo, debemos, al menos, agradecer tan gran manifestación de amor. Y es que nos amó hasta el extremo de dar su vida por todos nosotros, sus amigos.

 

El Hijo del hombre, llamado así ya desde el profeta Daniel, nos ama. Y nos ama no sólo por ser hermano nuestro sino porque es Dios mismo. Por eso quiere que demos lo mejor que de nosotros mismos puede salir, de nuestro corazón, porque así daremos cuenta de aquel fruto que Cristo espera de sus hermanos los hombres.

 

Jesús, sin embargo o, mejor aún, porque nos conoce, tiene mucho que decirnos. Lo dijo en lo que está escrito y lo dice cada día. Y mucho de los que nos quiere decir es más que posible que nos duela. Y, también, que no nos guste. Pero Él, que nunca miente y en Quien no hay pecado alguno, sabe que somos capaces de dar lo mejor que llevamos dentro. Y lo sabe porque al ser hijos de Dios conoce que no se nos pide lo que es imposible para nosotros sino lo que, con los dones y gracias que el Padre nos da, podemos alcanzar a llevar a cabo.

 

Sin embargo, no podemos negar que muchas veces somos torpes en la acción y lentos en la respuesta a Dios Padre.

 

A tal respecto, en el evangelio de san Juan hace Jesús a las, digamos, generales de la Ley. Lo dice en 15, 16:

 

“No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda”.

 

En primer lugar, no nos debemos creer que nosotros escogemos a Cristo. Quizá pudiera parecer eso porque, al fin y al cabo, somos nosotros los que decimos sí al Maestro. Sin embargo, eso sucede con el concurso de la gracia antecedente a todo lo que hacemos. Por eso es el Hijo de Dios el que nos escoge porque antes ha estado en nuestro corazón donde tenemos el templo del Espíritu Santo.

 

Pero importa saber para qué: para dar fruto. Y tal dar fruto sólo puede acaecer si damos cumplimiento a lo que Jesucristo espera de nosotros. Y que es mucho porque mucho se nos ha dado.

 

Cristo quiere que le ames y le temas

 

Dios ama a su descendencia porque la creó para que volviera con Él y viviera para siempre en su definitivo Reino.

El Creador envió a su Hijo porque sabía que su pueblo se estaba desviando del camino que les había trazado cuando llamó a Abrahám para que siguiera por dónde le indicara. Y lo envió con algo que Él mismo tenía: Amor.

Cristo amó, pues, durante los años que vivió entre los hombres, a todo aquel que se cruzaba en su camino. Pero es que desde que subió a la Casa del Padre no ha dejado de amar a sus hermanos.

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9.09.15

“Reflexiones acerca del sentido de nuestra fe"- Veamos algo sobre el Cielo

Proceloso viaje de la Esposa de Cristo

La expresión “Estos son otros tiempos” se utiliza mucho referida a la Iglesia católica. No sin error por parte de quien así lo hace. Sin embargo se argumenta, a partir de ella, acerca de la poca adaptación de la Esposa de Cristo a eso, a los tiempos que corren o, como dirían antiguamente, al “siglo”.

En realidad siempre son otros tiempos porque el hombre, creación de Dios, no se quedó parado ni siquiera cuando fue expulsado del Paraíso. Es más, entonces empezó a caminar, como desterrado, y aun no lo ha dejado de hacer ni lo dejará hasta que descanse en Dios y habite las praderas de su definitivo Reino.

Sin embargo, nos referimos a tal expresión en materia de nuestra fe católica.

¿Son, pues, otros tiempos?

Antes de seguir decimos que Jesús, ante la dificultad que presentaba la pesca para sus más allegados discípulos, les mostró su confianza en una labor gratificada diciéndoles (Lc 5,4)

‘Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.’

Quería decirles Jesús que, a pesar de la situación por la que estaban pasando siempre había posibilidad de mejorar y que confiar en Dios era un remedio ciertamente bueno ante la misma.

El caso es que, como es lógico, las cosas han cambiado mucho, para el ser humano, desde que Jesús dijera aquellas palabras u otras de las que pronunció y quedaron para la historia del creyente católico como Palabra de Dios.  Por eso no es del todo extraño que se pueda lanzar la pregunta acerca de si estos son otros tiempos pero, sobre todo, que qué suponen los mismo para el sentido primordial de nuestra fe católica.

Por ejemplo, si de la jerarquía eclesiástica católica se dice esto:

Por ejemplo, de la jerarquía eclesiástica se dice:

Que le asusta la teología feminista.

Que es involucionista.

Que apoya a los sectores más reaccionarios de la sociedad.

Que participa en manifestaciones de derechas.

Que siempre ataca a los teólogos llamados progres.

Que deslegitima el régimen democrático español.

Que no se “abre” al pueblo cristiano.

Que se encierra en su torre de oro.

Que no se moderniza.

Que no “dialoga” con los sectores progresistas de la sociedad.

Que juega a hacer política.

Que no sabe estar callada.

Que no ve con los ojos del siglo XXI.

Que constituye un partido fundamentalista.

Que está politizada.

Que ha iniciado una nueva cruzada.

Que cada vez está más radicalizada.

Que es reaccionaria.

Y, en general, que es de lo peor que existe.

Lo mismo, exactamente lo mismo, puede decirse que se sostiene sobre la fe católica y sobre el sentido que tiene la misma pues, como los tiempos han cambiado mucho desde que Jesús entregó las llaves de la Iglesia que fundó a Pedro no es menos cierto, eso se sostiene, que también debería cambiar la Esposa de Cristo.

Además, no podemos olvidar el daño terrible que ha hecho el modernismo en el corazón de muchos creyentes católicos.

Por tanto, volvemos a hacer la pregunta: ¿son, éstos, otros tiempos para la Iglesia católica?

 

“Reflexiones acerca del sentido de nuestra fe – Veamos algo sobre el Cielo.

 

 

 

El Cielo es un anhelo. Es decir, desde que el ser humano conoció que puede alcanzar una situación espiritual tal que no hay nada mejor y que todo lo demás carece de importancia, no hay duda alguna de que quiere estar junto a Dios.

Por cuestión de fe, cuando a un católico se le pregunta por la existencia del cielo debe responder de forma afirmativa. En realidad, la misma “constituye la bienaventuranza” (P. Royo Marín,”Teología de la salvación”,  p. 479) y nada se entendería sin la concurrencia de esta verdad de fe en el corazón del creyente que así se considera. Además, llamamos “vida eterna” a tal situación de realidades espirituales siendo el fin buscado, precisamente, gozar de tal Cielo y de tal vida.

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8.09.15

Cuando nace María nace la Madre de Dios y de Cristo y pasa mucho más de lo que parece

 

Natividad de Bamberg 

Quizá esto que vamos a decir ahora pueda causar extrañeza. Y  puede causarlo porque tenemos la costumbre (que no es que sea mala pero no es del todo adecuada) de celebrar ciertos días del año espiritual y hacer como si el resto de días no tuvieran nada que ver con tales días.

Así, por ejemplo, el 25 de diciembre celebramos el nacimiento del Hijo de Dios. Es decir, tenemos tal fecha como la de su nacimiento. Sin embargo da la impresión de que el resto del año (364 días o 365 si es año bisiesto) toda la ternura que tal día nos trae, todo lo que supone para nuestro corazón que nazca Quien, en definitiva, nos va a salvar, no importe para nada o, como mucho, fuera algo que queda tan lejano como días falten para otra Navidad.

Queremos decir, con esta pequeña introducción, que la fe no tiene días concretos para celebrarla sino que siempre es Navidad (que es el ejemplo que hemos puesto arriba) y, por tanto, los buenos efectos espirituales que pueden apreciarse en tal día (y en los anteriores y posteriores) deberían durar, exactamente, todos los días que queden del año hasta otra Nochebuena.

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6.09.15

La Palabra del Domingo - 6 de septiembre de 2015

Biblia

 

Mc 7, 31-37. Hace oír a los sordos y hablar a los mudos.

 

“31 Se marchó de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la Decápolis.32       Le presentan un sordo que, además, hablaba con dificultad, y le ruegan imponga la mano sobre él. 33 El, apartándole de la gente, a solas, le metió sus dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua.         34 Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: = ‘Effatá’, que quiere decir: ‘¡Abrete!’35 Se abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente. 36 Jesús les mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se lo prohibía, tanto más ellos lo publicaban. 37 Y se maravillaban sobremanera y decían ‘Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.’”

 

 

COMENTARIO      

Lo que es capaz de hacer Dios por sus hijos

Hay que reconocer, porque es verdad, que el Hijo de Dios cumplía la misión que le había encomendado su Padre de una forma completa. Vamos, que no dejaba de caminar por el mundo que tenía a su alrededor transmitiendo la Buena noticia con palabras… y hechos.

Lo que le pasa a aquel hombre es para tomar nota de lo que es capaz de hacer Dios. Sabemos que es todopoderoso y por eso lo llamamos así, Todopoderoso. Eso supone, por tanto, hacer cosas como ésta.

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